El sueño de Henry fue perturbado por quinta vez seguida. El muchacho despertó empapado en sudor bajo la vigilancia de Emma, allí presente para confortar a su hijo que llamaba por Regina. La salvadora fue en su ayuda todas las veces, temiendo que el sueño nada agradable de Henry tuviese que ver con la última discusión entre la alcaldesa y ella. Y el hecho es que su hijo soñaba lo mismo que Regina: la salvadora arrancándole el corazón y destruyéndolo. Él podía sentir el dolor de la Reina Malvada como si estuviese en su propia piel, y siempre que despertaba, lloraba como un bebé en los brazos de su madre rubia que lo recibía tiernamente.
«Ya pasó, chico. Estoy aquí» decía ella mientras sus manos subían y bajaban por la espalda de su hijo
«Duele» dijo Henry abrazado a ella
«¿Quieres hablar de ello?»
«Creo que no vas a querer oírlo»
«¿Por qué?» intentó mirar al chico a los ojos, se separó un poco de él para levantar su cara con dos de sus dedos «Henry, mírame, si no me cuentas lo que pasa, nunca voy a saber»
La tristeza de su rostro ya iba desapareciendo
«He soñado contigo»
«¿Conmigo?» ella pareció sorprenderse
«Contigo, y haces algo muy malo»
Emma frunció el ceño
«¿Qué quieres decir?»
«Que matas a alguien» fue directo, separándose para coger el vaso de agua que estaba al lado de la cama
«¿Estás bromeando?»
Él bebió mitad del líquido en una fracción de segundo.
«No. Matas a Regina»
En ese momento, Emma respiró hondo, desvió su mirada del hijo y puso cara de pocos amigos.
El tema Regina Mills se había vuelto tabú en el apartamento después de lo ocurrido. Henry volvió para la casa de su madre biológica al día siguiente de la discusión que presenció desde lo alto de las escaleras. A la morena le mintió, pero con Swan fue sincero y le dijo que había escuchado la mitad última de la conversación de esa noche. Emma sentía un amargo arrepentimiento, deseaba dar marcha atrás para en lugar de haber golpeado a Regina, haberla abrazado. A pesar de la situación nada confortable, Henry la consoló y finalmente ella se durmió como deseaba, no tuvo pesadillas con su hijo y la alcaldesa. Se había quitado un peso de la consciencia al decirle a Regina todas esas cosas que tenía atragantadas, pero ni de lejos la bofetada resolvería nada, ella prefería solucionar sus dudas pacíficamente, pero no tuvo elección al hacer lo que hizo, pensó.
Emma pidió a la familia un tiempo antes de mudarse, se quedarían allí unos días antes de pensar a dónde se mudarían definitivamente, y a ser posible, nada cerca de la casa de la alcaldesa. En la ciudad corría el rumor de que Regina andaba frecuentando la tienda de antigüedades del señor Gold y que lo hacía diariamente. El rumor se expandió y llego a oídos de Charming y lo comento en la comisaria con la hija. Aquel no fue el único rumor relacionado con la alcaldesa, se decía que Robin se había ido, el reencuentro con Marian había sacudido de forma significativa el corazón del bandido y había decidido marcharse con su mujer e hijo para nunca cruzarse en el camino de la Reina Malvada. Para donde irían no sé sabía, pero se sabía que el hombre había sido visto con Mills y después de lo ocurrido, ella fue vista varias veces conversando con el Señor Oscuro. Las malas lenguas decían que ella estaría negociando alguna magia para revertir los últimos acontecimientos. En opinión de Emma, era justo contarle a Henry que su madre estaba siendo diana de los rumores, ya que temía que el muchacho viera algo que no quería cuando a escondidas fuera a verla.
Cuando Mills no era visto cumpliendo sus obligaciones de alcaldesa, era vista acompañada por Henry la mayor parte de las veces. Pero aquella tarde calurosa estaba sola, caminando por la arena de la playa, con los ojos puestos en el horizonte y las manos metidos en los bolsillos de los pantalones, los cabellos batidos por el viento, y en su rostro una expresión severa que no dejaba ver sus reales sentimientos. Se acercó a un grupo de rocas y para su susto el pirata del garfio estaba sentado en una de ellas, escondido, mirando el horizonte con su catalejo que lo acompañaba desde la época de Nerverland. El hombre solo se dio cuenta de la presencia de Regina cuando ella misma exclamó un "oh" de susto.
«¿En qué puedo serle útil a la Reina?» dijo él con un tono de desánimo al girarse hacia ella y recoger su instrumento de visión.
«¿Desde cuándo serías útil para algo?» la voz sonó áspera. Ella empinó la nariz
«¿Ya te olvidaste de mi amigable relación con tu madre?» dijo él con tonillo. Regina respiró hondo, puso los ojos en blanco y nada respondió, continuó caminando, esta vez con pasos pesados que se quedan trazados en la arena. El pirata se levantó y la siguió dando pasos largos y pesados que también dejaron huellas. «Perdóname. No debía hablar de ella, sobre todo cuando no tienes buenos recuerdos si se trata de Cora»
«¡Cállate! ¡No puedes decir absolutamente nada de mi madre!»
Regina miraba para un lado mientras caminaba.
«Está bien. Tal vez has tenido en cuenta todo lo que pasamos en Neverland, ¿viniste a recordar nuestra sociedad?»
Continuaban caminando uno detrás del otro, ella se extrañó ante las palabras de Hook y paró.
«No he venido hasta aquí para verte a ti. Estoy paseando, tantos años y casi no había pisado esta playa»
«¿No?» él se paró «Normalmente soy la única atracción de esta playa, a pesar del olor a mar, ¿te lo puedes creer?»
«Realmente, Emma y tú os merecéis el uno al otro» afirmó con asco.
«Swan...la princesa salvadora a la que me gustaría entender» Hook rozó su nuca con el garfio, sus ojos cristalinos miraron hacia el mar y a continuación a la Reina Malvada
«Pues quédate con tu salvadora, y sean felices para siempre»
«Me encantaría, si ella también quisiese, pero ella no quiere»
Regina se giró hacia él
«Gracioso. Pensé que lo primero que haría sería correr hacia ti después de lo que pasó»
«¿Cómo?» preguntó medio sorprendido
«Tu princesita de pacotilla estuvo hablando conmigo, ¿adivinas lo que hizo después?»
«No tengo la mínima idea» dijo él con algo de duda
«Pregúntale a ella»
Regina se viró otra vez y avanzó algunos metros, atrás Hook abrió los brazos y la siguió por segunda vez.
«¿Me vas a dejar con la duda?»
«Vete, búscala, ella te contará con detalle lo que pasó y probablemente se pavoneará. Te va a gustar saberlo»
«No me creo que hayas venido hasta aquí para hacerme una jugarreta»
«No he venido hasta aquí para chicharte, Garfio...pero ya que te he encontrado, solo te digo que vayas a consolar a tu palomita, debe estar necesitándote» Regina rio ligeramente «Y además me lo he merecido, pero Emma Swan ya no necesitará preocuparse por mí. No vale la pena comenzar una guerra contra ella si al final el mayor perjudicado sería Henry» se paró una última vez y se giró hacia él.
«Estás peor que ella, no dices nada con sentido»
«Dentro de poco todo será como tenía que haber sido, y estaré haciéndole un gran favor a esta ciudad»
«¿Vas a lanzar otra maldición?» la voz de él sonó recelosa
«Claro que no. Voy a intentar ser alguien normal, ya que Gold no quiso darme los ingredientes para la poción del olvido. Un bello castigo, tal vez tenga que aprender de esa forma»
Regina no precisó detallar su próximo paso a Hook. Su caminata por la playa acabó por volverse una razón para que el capitán visitara a la salvadora en su pequeño apartamento donde era bienvenido.
El hombre relató a la familia los detalles de la inesperada conversación con Regina, de tal manera que todos necesitaron mirarse para creer. Emma no se quedó nada contenta, para extrañeza de sus padres.
«¿Regina arrepentida? Eso no me suena bien»
«¿Y si de hecho lo estuviera? Quizás el bofetón sirvió para algo» dijo Snow de brazos cruzados.
«Me gustaría creer en ella, pero siempre que lo hago, me sorprende con algo nuevo» soltó Emma.
«Robin se ha marchado, puede ser que se haya dado cuenta de que no merece ser amada» Hook dio su opinión, de pie al lado de Emma.
«Ella cometió errores, mató, torturó, y nunca se arrepintió, es muy complicado entender lo que pasó por su cabeza para decir esas cosas » Emma lo miró e hizo que no con la cabeza.
Con los ojos fijos en el vacío Henry pensaba
«...como el abuelo y la abuela, él la besó y se acordó de todo» todos miraron para el muchacho «Emma dio una lección a Regina y ella se despertó»
«No comiences a delirar, chico»
«Eso sería algo surreal, amigo» dijo Hook mirando a Henry con ironía.
«Vale, ¿quieren saber?...ya está. No es de mi incumbencia el preocuparme por ella, mi única relación con esa mujer es Henry» en ese momento Emma miró al hijo «Sé que lo que más deseas es verme su amiga, pero no es posible. De cualquier forma todavía soy tu madre y ella lo va a ser siempre también, mi cariño nunca te va a faltar»
Él dijo que sí, parecía conforme.
Esa noche, Hook y Emma pasearon hasta el puerto, conversaron hasta muy tarde en el embarcadero, él controlándose para no abrazarla y consolarla de su decepción, hablaban de Regina y de Henry, se encontraban serenos.
«...fue por eso que no aparecí en la playa aquel día»
«¿Te has dado cuenta de que no has dejado de hablar de ella desde que salimos de casa de tus padres? Dijiste que ella ya no era asunto tuyo. Si fuera mal pensado, diría que tú y ella...» puso una cara para hacerle comprender cómo acababa la frase.
«No bromees con eso»
Emma sacudió la cabeza
«Pero es lo que parece, Swan»
«Lo sé, es que...fueron muchas cosas. Marian, el desmayo, Granny's, la cena, la bofetada. Le dije muchas cosas, cosas que no tenía que haber dicho, pero ella se las merecía»
«Piensas que se las merecía, pero querrías que no se las mereciese»
«Exacto, quería creer que cambiaría. Soy boba»
«Eso solo prueba que debes apartarla de aquí» él rozó la parte alta de su cabeza con el garfio
«Sí, tienes razón. Si ella misma me dijo que mi preocupación era solo un problema mío, el cambio que ella hará es solo un problema suyo también» suspiró tocando el brazo del capitán donde había una mano de verdad «Gracias, y perdona que te moleste con todo esto»
«Estoy sintiendo un poco de envidia de la Reina por estar todo el tiempo metida en esa cabecita linda que tienes, pero te garantizo que pensar en mí es mucho mejor, no te arrepentirás»
Ella sonrió antes de dar la vuelta en el oscuro embarcadero. No iría para casa, pero sí al cementerio.
De pie, ante la tumba de Neal, con cada palabra que expresaba se desahogaba cada vez más ante el que fue el hombre de su vida. Sus manos unidas apretaban el collar alrededor de su cuello.
«Estaría bien que estuvieses aquí» dijo ella.
Mientras tanto, no muy lejos de allí, en el mausoleo, Regina salió de él, cerrándolo con grandes candados. En el momento en que se dio la vuelta, vio a Emma al fondo. Por alguna razón no se sintieron intimidadas, y se acercaron la una a la otra, se miraron a los ojos, firmes y con idénticas posturas. Tenían la misma altura, y más tarde descubrirían que también tenían las mismas palabras que compartir.