STARTING TO FIND THE LASTING...

By NataliaTrujilloRodrg

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TRADUCCIÓN del fic portugues del mismo título escrito por Wounded Beast. Emma ha traído a Marian de vuelta y... More

Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28

Capítulo 3

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By NataliaTrujilloRodrg


Regina observa latir su corazón entre los dedos de Emma Swan. El sonido proveniente de él era el único ruido que conseguía discernir en un escenario donde solo ella y la salvadora estaban. Ambas de pie, en medio del zaguán, cuyo suelo era una mezcla de líneas negras y blancas, los pies de la Reina parecían flotar, mientras que delante de ella Emma daba la impresión de ser una estatua que sujetaba el órgano más vital del cuerpo de Regina. La morena quiso decir algo, pero su voz no existía, eran palabras mudas, intentó una y otra vez, y el desespero se apoderaba de ella de una forma asombrosa, Emma tampoco respondía y mucho menos se movía. Lo que sí era de notar eran los habituales trajes del Bosque Encantado, un vestido largo, azul, resplandeciente de piedras minúsculas, completado por un peinado exuberante en Regina, y en Swan algo parecido a lo que Snow White usaba en su época de fugitiva de la Reina, el traje de bandida.

La estatua de Emma hizo un movimiento cuando el corazón en sus manos fue apretado, un dolor que Regina rogó no sentir. Las rodillas de la morena se desplomaron al suelo y las manos tocaron el lado izquierdo del pecho, las mismas palabras sin sonido salían de los labios de la Reina que suplicaba por su vida con ojos asombrados. La mancha negra que se vislumbraba en el rojo del corazón de Regina se extendió antes de que los dedos de Swan lo aplastaran del todo, y en ese momento la alcaldesa despertó.

La mujer quedó sentada en la cama por el susto, la frente mojada de sudor, y en su rostro una expresión melancólica. Cuando giró su rostro y vio a su lado a Emma dormida, gritó. Swan se despertó ante el grito de Regina y rápidamente se sentó a su lado.

«Regina, ¿qué pasó?» preguntó Emma incómoda

«Solo puedes estar de broma...»

Emma miró a su alrededor, después a Regina que estaba tan extrañada como ella.

«¡Mierda! Me quedé dormida...»

«Sal de mi cama» Mills cogió una almohada y se la tiró a la salvadora «¿Cómo te atreves? Voy a tener que quemar estas sábanas»

«Hey, espera un momento...» la rubia se defendió de la almohada con las dos manos «Te desmayaste, te traje hasta aquí, ¿y así me lo agradeces?»

«¿Me desmayé?»

La pregunta hizo que el rostro de Regina enrojeciese y Emma percibió lo mismo cuando escudriñó el cuarto.

«Sí, te desmayaste y esperar a que te despertaras en el suelo no era un idea muy confortable»

Regina se dio cuenta de que ya había amanecido. Se levantó y miró por la ventana del cuarto, corriendo la cortina, la mañana se estaba aproximando velozmente con un sol calentando el cielo antes de la llegada de las nubes. Emma se levantó también, cogió su chaqueta roja y limpió un rastro de baba que se había quedado en un lado de su boca. Esperó un momento antes de decir algo.

«Bien, estas mejor, me voy»

«Emma...» dijo ella con voz suave, se viró hacia ella que ya estaba caminando hacia la puerta del cuarto.

«¿Qué Regina?»

«Solo quiero pedirte una cosa. Dile a Henry que estoy bien y que quiero verlo»

«Oh, vale, se lo diré»

Emma asintió.

«Por favor»

La salvadora salió después de mirar un momento a Regina Mills. La mujer estaba abatida, su cabello precisaba un lavado, y tenía leves ojeras de quien no tenía noches de sueño desde hacía mucho. Diría a Henry que habían hecho las paces, y por lo que a ella respecta, las habían hecho o estuvieron casi cerca de hacerlas.

Emma volvió a casa, y se encontró a sus padres y a su hijo que respiraron aliviados al verla entrar.

«¡Emma! ¿Dónde estuviste toda la noche? Te llamamos muchas veces, tu padre me dijo que habías ido a casa de Regina, ¿estuviste allí todo este tiempo?» Snow fue la primera en avasallarla a preguntas, con Neal en su regazo.

«¿Mamá?» Henry se levantó de la mesa y caminó hacia su madre «¿Estuviste con ella, no?» el muchacho tenía un brillo extraño en su mirar.

«Sí, Henry, estuve con ella»

Swan se encontró frunciendo el ceño como si aquella afirmación que acababa de hacer fuese muy extraña.

«¿Toda la noche?» Charming puso una cara tan cómica como la de la hija.

«Sí. Tuvo un problema...»

«¿Todavía está mal?»

Henry estaba preocupado.

«Ahmmm...bueno...se sintió mal, pero mejoró. Eso fue, por eso me quedé allí, por si me necesitaba»

«Entonces, ¿te recibió? ¿Sin lanzarte bolas de fuego o explotar tu cabeza?» se sorprendió Snow.

«Sí, sin lanzarme bolas de fuego o explotar mi cabeza, lo máximo que me tiro fue una almohada»

«¿Almohada?» preguntaron los otros tres a la vez

«Sí» Emma cogió a Henry del brazo «Chico, vamos a hablar un momento, solos tú y yo»

Ella hizo una seña para los padres que asintieron.

«Claro, vamos a Granny's, ¿después nos buscan allí?» Snow colocó a Neal en el carrito y caminó hacia la puerta mientras hablaba.

«Sí, iremos para allá» Swan asintió, viendo a su madre, a su padre y a su hermano salir del apartamento, estaba sola para conversar con su hijo.

«¿Ella habló contigo?» Henry se sentó en una silla frente a Emma en la mesa.

«Conversamos. Está bien y quiere verte»

Emma se sentó y suspiró después de hablar. El chico abrió su boca en una sonrisa.

«¿En serio? Iremos»

«¿Iremos?» Emma se dejó caer en la silla «¿Por qué iremos? Ella quiere verte a ti, no a mí»

«Claro que iremos, mamá. Pasaste la noche con ella, estará bien que aparezcas de nuevo»

La rubia sonrió sin mostrar los dientes, los ojos dejaban ver la ternura hacia el chico.

«Henry, hablamos poco, y prometí no volver a pisar aquella casa»

«¿Lo prometiste? Entonces, ¿no hicieron las paces?»

«Bueno, es difícil de explicar. Nos entendemos, solo que no...»

El muchacho pareció decepcionado.

«No es así como lo planeé» refunfuñó bajito

«Sí, tú me hiciste ir hasta allí, ¿no? La nota, nosotras desconfiamos»

«Fui yo, pero quería que ella te entendiese»

«Ella comprende Henry, no me quiere hacer daño a pesar de todo, solo que no hay nada que nos aproxime sino tú, tú eres nuestro único vínculo»

El cerró los labios insatisfecho.

«Bien»

«Hey, no te pongas así. Tú creíste que ella había cambiado, ¿no es verdad?» Emma extendió sus manos para tocar las del hijo por encima de la mesa.

«Ella cambió, estoy seguro. Solo está dolida»

«Es lo que yo también creo»

«Me gustaría que fueseis amigas»

«Tal vez un día, chico, tal vez»

Emma sonrió bondadosa y apretó las manos del muchacho entre las suyas. Su pensamiento es una utopía, como si una amistad entre Regina y ella fuese algo que pudiese existir en algún mundo. Le agradó cuidar de ella esa noche, estaba casi cerca de confesarse a sí misma que adoró velar el sueño de la Reina Malvada, pero le costaba aceptarlo en su obstinada cabeza, en eso se parecía a Regina, eran dos cabezas duras.

Más tarde, en Granny's, con más movimiento que de lo normal en una tarde de sábado, la familia Snow White planeaba la mudanza para una casa más grande. Henry mencionó una casa cerca de la calle donde vivía Regina, los tres adultos se miraron, Emma sintió un frío extraño en la barriga al imaginarse viviendo cerca de ella y al mismo tiempo le agradó, costándole admitirlo.

Mientras estaban hablando, la campanilla de la puerta sonó. El sonido de unos pesados pasos de botas de cuero llamó la atención de todos que, en su mayoría se espantaron al ver la figura que surgió. Era Regina, vistiendo su habitual traje chaqueta oscuro, la ropa habitual de alcaldesa. En su rostro el maquillaje había vuelto hacer acto de aparición, ojos resaltados en negro y lápiz de labios rojo sangre. Mostrando su postura incorregible y superior, Mills buscó con su mirada, en medio de tantos que estaban observando su repentina aparición, alguien le sonrió y la llamó desde el fondo, Henry.

Consiguió sonreírle y el murmullo dentro del local cesó ante la visión. En cuanto miró para su hijo, pasó los ojos por la mesa y se encontró con la rubia a su lado, intentando no mostrar la alegría que sentía al verla allí, pero era tarde, Regina consiguió percibir el brillo en su mirada en cuestión de segundos.


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