Sobreentendido [taohun-chanso...

By ixxback

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En una ciudad pequeña hay distintos tipos de personas. El hijo del pastor; el chino homosexual; el pequeño mi... More

De: Huang Zitao
Te veo
Byun Baekhyun
Bésame
Ey, moreno...
En pedazos
Mi mejor amigo
Lluvia
Pecado
Una última cerveza
¿Ey, mundo?
Sobreentendido

El pequeño misionero

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By ixxback


— Ahora eleva tus pensamiento a Cristo, arrepiéntete de tus pecados y pide perdón; prepárate para vivir o para morir. Pero, antes de pensar en tu vida, prepárate para la muerte. El paso por la Tierra es corto, pero tu alma vivirá eternamente. ¿Cuántos pecados han cometido desde que despertaron? Piensen, reflexionen y arrepiéntanse. No repitan los mismos errores mañana y Dios no les fallará.

El sermón del pastor Oh Sungyeon resonó por las paredes de la iglesia y Do Kyungsoo inclinó la cabeza, avergonzado. No estaba cuidando de su vida como debería. O más bien, de su alma que sería eterna. Todos los días después de las clases, el chico bajito seguía la misma rutina: iba a lugares que todos los demás ignoraban. Era un siervo de Dios, un pequeño misionero cuya función principal en la vida predicar el Evangelio a esas personas que no veían que Dios era el camino y que nunca escucharon sus palabras. La salvación. La felicidad. Pero Kyungsoo había estado fallando en su propósito, flaqueando, siendo inaceptablemente débil. Estaba seguro de que era una prueba. Era el mismo diablo queriendo que pecara, queriendo sacarlo del camino de la luz. Pero no se lo iba a permitir. Cerró los ojos, con la mano sobre el corazón, y se arrepintió de cada uno de sus pecados desde lo más profundo de su alma. El fervor con el que rezaba provocó lágrimas a sus ojos y, cuando se sentó para escuchar una plegaria más del pastor Oh, se sintió curado.

  • • 

Todos los domingos esa iglesia se llenaba de devotos. O, como a Sehun le gustaba pensar, ocupa asientos. En un lugar pequeño, todos conocen a todos. Siempre era posible ver a Huang Zitao junto a su madre. Ella sujetaba su mano con fuerza, como si le pasara una tranquilidad que ni siquiera la señora Huang sentía, implorando silenciosamente que el chico no bajará la cabeza o se sintiera avergonzado de estar allí cuando todos coincidían en que él estaba siendo usado por el diablo. Pero todos podían ser curados y, al final de las reuniones, Sungyeon hacía una oración reforzada sobre el chico. A lo lejos, todos los miraban condescendientes, felices de que sus hijos no estuvieran enfermos como Tao. Sehun sentía tanto asco de esas personas que se iba antes del final de la última oración. Hijos de puta, exclamaba en pensamientos. Malditos hijos de puta hipócritas.

Pero también estaban sus compañeros de clases. Estaba Do Kyungsoo, muy pequeño al lado de su padre, completamente encogido en la primera fila de asientos, con la biblia bien apretada contra su pecho y los párpados que escondían enormes ojos. Él era el favorito de Oh Sungyeon. Un tocado por Dios, sin duda. El chico se metía en lugares inhóspitos, iba hasta la parte más decadente de la ciudad, predicaba en la escuela en busca de almas que pudieran ser usadas por Dios. Todo se reía de él. Las personas eran malvadas, especialmente los adolescentes. Pero también estaba... Estaba Park Chanyeol. Muy diferente a Kyungsoo, Chanyeol estaba sentado en la última fila. Durante el sermón, repasaba mentalmente todos los mejores momentos de la última vez que tuvo sexo, el día anterior. Esta tan loco, tan ebrio. Estaba seguro de que había algún tipo de droga ilícita en esos brownies que había comido en la cocina de la casa de Sandara. Definitivamente le pediría la receta...

Kim Jongin estaba sentado al lado de su padre. El señor Kim se aseguraría de permanecer después del final de la predicación para hablar con Sungyeon. El chico de piel morena vestía una chaqueta cerrada hasta el cuello y jeans oscuros, parecía ajeno a todo lo que se decía en un tono de voz monótono y grave. Intercambió miradas con Sehun y los dos tuvieron que morderse los labios para no reírse y fueron atentamente observados por la mirada triste de Tao. El chico sintió un frío anormal mientras su garganta se iba secando y era como si algo pesara en la boca de su estómago cuando se dio cuenta de que su lugar en la vida de Sehun estaba siendo ocupado por otra persona. Alguien que sería mucho mejor que él. El chino cerró los ojos e intentó pensar en Yoongi. Pensó en el chico que había ocupado sus pensamientos en los últimos meses y en cuánto le gustaría que la relación dejará de ser virtual y se volviera real. Deseaba poder tocarlo, sentir su corazón latiendo furiosamente en la punta de sus dedos sólo para estar seguro de que era real.

— ¿Cómo te sientes hoy, hijo? — Eso fue lo que Sungyeon le preguntó al final de la reunión. El nuevo amigo de Sehun estaba cerca, junto a un hombre más viejo. Tao apretó con más fuerza los dedos de su madre y balanceó la cabeza algunas veces.

— Bien.

— Estaré feliz de hacer una oración más fuerte hoy. De esta manera, breve te sentirás mejor si crees y te arrepientes de todos los pecados cometidos. — El pastor Oh habló con una expresión cargada de superioridad cristiana, condescendiente con la enfermedad de Tao, que se sintió avergonzado al estar pasando por aquello frente a la nueva amistad de Sehun. Bajó la cabeza cuando la mano del pastor cubrió su cabello y comenzó a rezar, pidiendo que todos los deseos impuros e incorrectos abandonaran ese cuerpo, que el demonio de la lujuria abandonara al adolescente y que el señor le enviará fuerza para que el chino se resistiera al pecado.

— ¿Te sientes mejor, hijo mío? — El pastor Oh quiso saber.

— Mucho mejor. — Pero era una gran mentira. Aquellos eran los peores momentos de su semana, superando hasta todo el bullying que sufría en la escuela.

Cuando se alejó, sintió los ojos de chico moreno enterrados en él y se preguntó si sabía el motivo de todo aquello. Si Sehun, en algún momento, había hablado de su antiguo mejor amigo y de todos sus pecados... Deseó intensa y dolorosamente que no. No necesitaba de más personas contra él por los pecados cometidos. Sentía que sangraba, como si cada vez que vomitaba sus pecados en ese altar, una parte de su alma se desintegrara. Apático, no miró hacia atrás ni una sola vez cuando salió de la iglesia. No se detuvo ni siquiera cuando Sehun llamó su nombre.

  • • 

Preso en una guerra invencible contra fantasmas invisibles, Oh Sehun permaneció en el mismo lugar por mucho tiempo mientras veía a Taozi seguir un camino lejos de él. Los milagros no existían. Pero sí las amistades eternas. Lo milagros podrían no existir, pero él creía en el poder del amor. Un amor... Un amor como el que sentía por Tao. Podía escuchar a lo lejos el ruido de los pájaros a la mañana, el sonido de personas que aún dormían en sus casas, los susurros de Dios. Susurros voraces, intrépidos, rabiosos. Sehun pasó casi todo el día despreciando a Dios; ese odio gradualmente se transformó en un sentimiento abstracto e incomprensible.

Kim Jongin salió de la iglesia con una expresión molesta en el rostro, con su padre detrás de él, satisfecho. Apoyó la mano en el hombro de su hijo y miró a Sehun de arriba a abajo, entrecerrando los ojos para poder verlo aún con el fuerte sol de esa mañana. Él era moreno como Jongin y tenía dientes amarillos. El señor Kim era un hombre muy conservado para su edad y olía a cigarrillo, una mezcla de jabón y nicotina. Descubrió por Jongin que trabajó por mucho tiempo en una fábrica de cigarrillos y que nunca dejó el vicio.

— Tu eres hijo de Oh Sungyeon, ¿verdad?

— Sí. — Sehun concordó.

— Ah, un placer. Sé que tú serás una buena influencia para mi hijo. Jongin pasó por algunos momentos difíciles en los últimos meses y tenía miedo de que no pudiera hacer nuevas amistades. ¿No es así, Jongin? — El señor Kim apretó el hombro de su hijo y Jongin mostró una sonrisa que no llegó a sus ojos y se deshizo del agarre tan discretamente que ni siquiera su padre lo percibió. — Bueno, voy a dejar que hablen. Nos vemos, chicos.

— Entonces ese es tu padre. — Sehun habló mientras comenzaba a caminar por la calzada caliente de la Calle de las Causas Imposibles. El sol era tan fuerte que la camisa de botones de Jongin estaba marcada con manchas húmedas, y la chaqueta atada a la cintura. Se levantó las mangas y limpió el sudor acumulado en su frente antes de responder.

— Mi padre es una mierda.

— Él cree que soy un buen ejemplo solo porque soy hijo del pastor.

— ¿Estás diciendo que eres un mal ejemplo?

— Buen ejemplo definitivamente no soy. — Sehun caminó hasta la plaza de la ciudad donde habían bancos protegidos por enormes árboles y siempre estaba fresco. Era como si estuviera traicionando a Tao, porque aquel solía ser un punto de encuentro de ambos. Por suerte, su lugar preferido no estaba ocupado y pudieron sentarse uno al lado del otro. El chico rubio sacó un broche del bolsillo y sujetó su flequillo, sacó la camisa de su pantalón y abrió los primeros botones que lo estaba sofocando desde que salió de casa esa mañana. Él estaba pensando y sus pensamientos crearon vida en los labios de Jongin.

— Ese chico... él que salió antes que yo y al que saludaste en clase un día... ¿Qué hizo?

— ¿Por qué?

— Sentí como si hubiera matado a alguien, o estuviera poseído o algo así. Tu padre rezó por él y me sentí un poco incómodo por estar mirando. — Jongin miró a las personas que paseaban por la plaza con los ojos entrecerrados mientras recordaba al chico de mirada triste. Encontró a Do Kyungsoo sentado todo encogido en uno de los bancos y rápidamente desvió la mirada cuando notó la mirada de Sehun, sonrojado. — ¿Qué es lo que hizo?

— Él es gay.

— ¿Pero qué hizo?

— Él es gay. — Sehun respondió más firme, mirando a Jongin. — Fue eso lo que hizo. Hombre, la vida es una mierda. Joder, odio a las personas.

— ¿Él es tu mejor amigo? — Jongin recordó vagamente el primer encuentro de ambos, cuando afirmó que su mejor amigo también besaba chicos. El moreno se restregó los ojos cansando y sintió como si de repente las cosas fueran demasiado pesadas. Como si cada parte de su cuerpo pesara mil toneladas. Comenzó a ser llenado por una empatía que dolía.

— Él es mi mejor amigo.

• •  

 Yoongi no era nada más que un perfil en Internet. Tenía nombre, una personalidad y todo el amor de Huang Zitao. Pero faltaba un olor, un toque, una prueba de que todo aquello era real. A veces el chino sentía ganas de que aquello fuera verdadero, todo ese sentimiento se desbordaba en lágrimas y se quedaba pensando en cuán tonto era por ser tan desastrosamente vulnerable. No solía ser así cuando era más joven. Con quince años era dueño de una estupidez envidiable y no le importaba realmente nada. Ningún problema era demasiado grande y ninguna dificultad era insuperable. Pero ahora...

Puso el ordenador portátil en su regazo, arrojando el cargador al suelo mientras hacía clic en el chat y buscaba el único contacto con quien había estado hablando en los últimos meses. Ni siquiera se había sacado la ropa nueva y limpia que usaba los domingos para ir a la iglesia. Yoongi no estaba en línea y Zitao experimentó esa decepción en la boca de su estómago. Hizo todas las cosas que siempre hacía mientras intentaba no dejar que su propia locura lo atara a esa adicción salvaje. Se negó a quedarse todo el tiempo revisando el ordenador mientras se cambiaba de ropa, hacía los deberes, almorzaba e intentaba todo lo posible para no mostrarse tan dependiente como de hecho lo era.

Ya en el final de la tarde, mientras el cielo se derretía en tonos dorados, se sentó en la silla del escritorio y volvió a revisar el chat. Su corazón latió dolorosamente en su pecho, caótico, cuando vio que Yoongi estaba en línea. Decidió esperar algunos segundos, solo para no parecer muy desesperado en caso de que acabara de conectarse, antes de hacer doble clic en su nombre y de que se abriera una nueva ventana.

hztttao dice: Te extrañé, hyung...

Yoongi dice: Pasé la tarde con un amigo, pero también te extrañé. ¿Cómo estuvieron las cosas hoy?

hztttao dice: Difíciles. Sehun encontró un nuevo amigo... Sé que puede sonar muy tonto, pero me siento devastado cada vez que lo dos están juntos.

Yoongi dice: ¿Celos?

hztttao dice: No tengo derecho a sentir celos. Es más como... No lo sé.

Yoongi dice: Todos tenemos derecho a sentir celos, querido. Hasta de lo que no nos pertenece. ¿Ya pensaste en volver a hablar con él?

hztttao dice: No puedo ser tan egoísta al punto de hacer que él también sufra. Puedo aguantar todo esto solo, hyung. Solo quiero que sea feliz.

Yoongi dice: Entonces no hay nada que hacer...

hztttao dice: ¿Qué estás haciendo?

Yoongi dice: ¿Por qué?

hztttao dice: Yo solo... Quiero tener algo de qué hablar contigo.

Yoongi dice: Pensando en ti.

Del otro lado, Tao no pudo evitar sonreír mientras sus dedos viajaban por las teclas, indecisos. Sintió un placentero escalofrío en el estómago y risas bajas llegaron a sus labios antes de que pudiera detenerlas. Se sintió estúpido e incoherente. Finalmente se estaba volviendo loco.

hztttao dice: Estoy hablando en serio.

Yoongi dice: En este exacto momento estoy hablando contigo. Tecleando. Y pensando en ti. En serio, Tao. Pero antes de eso estaba con un amigo. Hablando. Pensando en ti. Y antes de eso, estaba en la iglesia. Rezando. Pensando en ti.

hztttao dice: Yoongi...

Yoongi dice: Zitao...

hztttao dice: A mi realmente, realmente me gustas.

• •  

Kyungsoo pasaba el tiempo mirando a las personas que caminaban por la calle. Hasta hace poco, Sehun y el nuevo chico de la ciudad estaban sentados bajo un árbol en un banco de la plaza. Ellos se quedaron hablando por tanto tiempo que el pequeño chico sintió esa cosa extraña dentro de su pecho, una mezcla de envidia y vergüenza. A él le gustaría tener un amigo con quien pudiera pasar mucho tiempo hablando con él de esa manera. Las únicas personas con las que tenía contacto eran de la iglesia y todo lo que hablaban estaba relacionado a Dios. Poco después se sintió avergonzado y culpable por estar pensando de esa forma y apretó con aún más fuerza la biblia que tenía en sus dedos, pidiendo perdón en voz baja. Aún con el calor que hacía, llevaba una camisa abotonada hasta el cuello y jeans oscuros, escondiendo el cuerpo como su padre solía esconder dinero debajo del colchón de la cama.

El cielo estaba estrellado esa noche, como si hubieran arrojado sal sobre un cuadro negro. Kyungsoo asistió a la reunión del periodo nocturno, en la que Oh Sungyeon dijo las mismas cosas que había dicho esa mañana con aún más pasión y una fe religiosa que haría a cualquiera llorar, y luego finalmente volvió a casa. Ese domingo por la noche, su vecino con seguridad había salido y Kyungsoo se sintió nuevamente avergonzado por estar pensando en cosas prohibidas. Sabia cuando él no estaba porque la cortina pesada de su cuarto siempre estaba cerrada y las luces apagadas. En alguna parte de esa ciudad con seguridad había una fiesta... Park Chanyeol amaba las fiestas.

— Entonces, hijo. ¿Cómo estuvo tu día hoy?

Kyungsoo se arrastró por la cocina y se encogió los hombros. Se obligó a meter algunas cosas en un plato porque a mesa de la cena estaba servida. Colocó un pedazo de brócoli en su boca y masticó lentamente antes de responder.

— Bien.

— Mira la hora en la que llegas a casa... — Su padre habló en ese tono orgulloso del que Kyungsoo sentía repulsión. El pequeño amaba más a su padre que a todo el mundo, pero no era ciego a todos los defectos estampados en palabras bajas y un exacerbado machismo. Do Kyungmin odiaba el hecho de que Kyungsoo fuera tan pequeño, tan frágil, tan devoto. — No lo olvides: usa siempre condón. No queremos que pierdas la oportunidad de ir a la universidad por un embarazado a esta edad... — Tarareó.

— Lo sé, papá.

— ¿Estabas con tu novia?

Kyungsoo consideró por algunos segundos la idea de confesarle que había pasado toda la tarde sentado en la plaza de la ciudad leyendo y observando a las personas que iban y venían sin parar, sintiendo envidia de la amistad de los otros y pecando y arrepintiéndose y volviendo a pecar, como un ciclo vicioso. Pensó en confesarle que observaba a su vecino más de lo que debería, que tenía dudas y una certeza enferma de que estaba siendo usado por alguna fuerza demoníaca por tener esos deseo extraños y absurdos que lo devoraban por dentro cada vez más. Sin embargo, eran solo un sueño utópico pensar que podría contar con el apoyo de su padre en cualquier asunto que no se ajustara exactamente a todo lo que él soñaba para el chico.

— Estaba con mi novia.

Cuando llegó a su habitación, se arrodilló en el borde de la cama y pidió perdón por todas las mentiras. Era tan hipócrita como el resto del mundo. Era un pecador y se quemaría para siempre en el infierno por mérito propio. Estaba enfermo y necesitaba rezar nuevamente, con más ganas, antes de finalmente dormir.

 • • 

Chanyeol estaba loco.

Se atragantó una vez más antes de cerrar los ojos, el mundo entero giraba por debajo de sus párpados cerrados. Se acostó en el frío y húmedo piso del sótano de la casa de Sandara y se dio cuenta que estaba drogado. Drogado como la mierda, maldición. Nunca se había sentido tan mal antes. Era como si hubiera rodado en el mismo lugar millones de veces y el mareo estaba provocando que el reflujo subiera por su garganta. Vomitó sobre sí mismo dos veces y comenzó a arrepentirse amargamente de haber salido de casa ese día. Debía ser un efecto colateral de algo que bebió durante la fiesta.

Su madre constantemente le decía a Chanyeol que un día despertaría y se daría cuenta de que había perdido gran parte de su vida con cosas vacías. Pero al chico no le importaba esos sermones de mierda. Él quería disfrutar de la vida tanto como pudiera, antes de tener que casarse y tener hijos y esas cosas. Él follaría con todas las mujeres que se le ofrecieran y, cuando se aburriera, buscaría a una virgen que sería la madre de sus hijos y tendría una vida correcta, como debería ser. Al menos, era eso lo que sus padres le hicieron creer.

— Wow, hombre, realmente estas mal. — Baekhyun apareció en el sótano, mirando asqueado la cantidad de vómito. — En serio, límpiate, hermano. Mira solo esta suciedad... Sandara va a tener un síncope cuando te encuentre. Y si fuera tu me iría a casa, porque es obvio que no te irá bien con ninguna chica oliendo a comida podrida.

— Vete a la mierda, carajo. Sal de aquí, maricón inmundo. ¿No estabas jodiendo con alguien? No me molestes, mierda. — Baekhyun puso los ojos en blanco y realmente se fue sin siquiera ofrecerle ayuda a Chanyeol, que no podía moverse sin sentir que el mundo giraba. Realmente estaba muy mareado, maldita sea.

Con cierta dificultad, sacó su celular del bolsillo y apretó el número que estaba en marcado rápido y le pidió a su madre que lo viniera a buscar en la casa de Sandara. Se sacó la camiseta y la usó para limpiar parte del vómito antes de arrojarla en la basura y salir del sótano, pensando en cuán bajo había llegado. No se despidió de nadie y nadie se despidió de él. Durante todo el camino a casa, recibiendo el viento que entraba por la ventana abierta del auto directamente en su rostro, decidió que en la próxima fiesta bebería menos.

— Sé qué crees que todo lo que digo está mal y que soy muy aburrida, pero, hijo... ¿estás contento con esto? Salir todo vomitado de una fiesta, esos tus amigos... No son amistades. Los amigos de verdad son personas totalmente diferentes, Chanyeol.

— Mamá, en serio, ahora no. — Chanyeol suspiró, cerrando los ojos. — Solo quiero llegar pronto a casa y tomar un baño.

— ¿Por qué no empiezas a ir a la escuela con Kyungsoo?

— ¿Con quién?

— Kyungsoo. — Su madre suspiró, apretando el volante con aún más fuerza, las falanges de los delicados dedos quedaron blancos por el esfuerzo. — Él es hijo de nuestro vecino.

— Pero qué demonios, mamá. ¡A nadie le gusta ese chico! Solo no se burlan más de él porque Huang está en la escuela.

— Voy a sentirme muy decepcionada si descubro que estás siendo malvado con el chico, Chanyeol. — Park Yumin acomodó el retrovisor del auto de manera que pudiera mirar a su hijo en el asiento de atrás, entrecerrando los ojos. Por poquísimos segundos, Chanyeol se sintió casi culpable. — Él es una buena persona. Mucho mejor que ese tal Baekhyun. No me voy a sentir feliz si descubro que todo el tiempo que pasé educándote no sirvió para nada.

— No necesito burlarme de Do, él lo hace solo. — Murmuró.

— Es un chico solitario. No tiene muchos amigos y solo Dios sabe que su padre está un poco loco. Es tan educado y dulce, pequeñito y con esos ojos enormes...

— Mamá, por el amor de dios, ¡estás casada! Contrólate, mierda.

— No pienses que solo porque eres grande no puedo darte unas palmadas, Park Chanyeol. — El chico puso los ojos en blanco y por suerte Yumin ya estaba estacionando el auto. Sin esperar nada más, salió y corrió directo a su habitación. — Y ni pienses que mañana vas a faltar a la escuela por una resaca.

Aún después de cerrar la puerta, logró escuchar la voz de su madre. Con impaciencia, encendió la luz y abrió las cortinas para dejar entrar aire a su habitación. Aún estaba un poco mareado y con náuseas y todo lo que necesitaba era de un baño, un engov y una cama. Cuando miró por la ventana y lo único que vio fue la habitación de Do Kyungsoo, no pudo evitar recordar lo que su madre había dicho. Eran vecinos desde... desde siempre. Cuando eran pequeños, solían llevar los juguetes hasta la ventana y jugar juntos, aún en esa distancia no tan significativa. Si alguno de los dos decía algo, era probable que el otro lo pudiera escuchar. Pero nunca hablaban. Chanyeol aún podía recordar el sonido de su risa sin necesidad de hacer mucho esfuerzo, y la manera en la que sus ojos que siempre fueron demasiado grandes eran presionados por las mejillas regordetas cuando reía...

La habitación de Kyungsoo cambió con el pasar del tiempo, así como la de Chanyeol. Antes pintando de un azul muy claro, con juguetes desparramados por todos lados, pero siempre hubo estantes llenos de libros, y la cantidad solo creció con el pasar del tiempo, incluso si los juguetes no estuvieran más allí. Ahora era todo tan aburrido. Las paredes eran blancas, el guardarropa compartía la misma pared con el escritorio de la computadora y la cama individual que estaba debajo de la ventana. Chanyeol no podía verla, pero a veces lo veía sentado en ella, con la cabeza apoyada en el vidrio cerrado, leyendo o metido en la notebook.

Tener la habitación frente a la habitación de otra persona era un infierno. Constantemente Chanyeol olvidaba cerrar la ventana cuando iba a ver porno  a masturbarse o a cambiarse de ropa. Kyungsoo nunca lo olvidaba. O al menos era eso lo que Chanyeol creía, porque nunca había atrapado al pequeño chico haciendo algo comprometedor. Ya lo había visto metido en la computadora varias veces y ni una sola vez fue viendo porno y ver porno era lo único que Chanyeol hacía en Internet. Nunca lo había pillado masturbándose o cambiándose de ropa. No es que estuviera interesado, pero con seguridad sería menos incómodo si él actuará como un adolescente normal y no como un maldito eunuco.

Nunca pasaba tanto tiempo pensando en Do Kyungsoo y concluyó que era todo culpa de su madre que había hablado del chico en el auto. Con impaciencia, volvió a cerrar la cortina y se fue arrancando la ropa por el camino hasta entrar al baño y vomitar de nuevo.

  • • 

Lo primero que hizo Sehun cuando salió de casa ese lunes por la mañana fue correr hasta la casa de Jongin, para que juntos pudieran caminar hasta la escuela. Para llegar a la casa de su nuevo amigo necesitaba por lo menos pasar por el viejo cine y el cartel de Casablanca, la película que Taozi siempre odio y que Sehun amaba con todas sus fuerzas. El chico solía imitar a Ilsa con un arma en la mano, amenazando con matar a Rick que siempre era interpretado por un Zitao que en realidad ni siquiera sabía quién era. Ilsa había sido el primer amor de Sehun y nunca había superado completamente ese amor platónico, por lo que siempre le sonreía al póster que estaba allí hace siglos, desde que lo vio, antes de seguir su camino.

Pasó por la Fuente de las Causas Imposibles y, en consecuencia, por el frente de la casa de Zitao. Miró por la ventana de su habitación, pero estaba cerrada y todo parecía estar anormalmente tranquilo. Quién vivía un poco más adelante era el pequeño chico de la iglesia, Do Kyungsoo, y junto a él uno de los populares, Park Chanyeol, quien estaba saliendo por la puerta con cara de pocos amigos. Y algunos metros después estaba la recién alquilada casa de los Kim, donde el moreno ya lo estaba esperando con una sonrisa en el rostro, el impecable uniforme y la mochila en los hombros, muy diferente a Sehun que ni siquiera había anudado su corbata. El sol se escondía por detrás de las nubes en una mañana que aún no había nacido, pero que en breve sofocaría a todos con un calor fatídico.

Ya era posible ver a varias personas caminando en dirección a la escuela a esa hora y tan pronto los ojos de Park cayeron sobre ambos, él rodó los ojos y soltó el típico "maricón" que estaba siempre destinado a Sehun, quien respondió mostrando el dedo del medio mientras Jongin soltaba una risa baja y comenzaban a caminar lado a lado.

— Una vez lo golpeé.

— ¿Al chico de orejas grandes?

— ¡Sí! Fue el mejor golpe que di en mi vida. Fue justo en el medio de la nariz y si miras bien, aun hasta hoy está torcido. — Presumió, convenientemente escondiendo el hecho de que él le había roto uno de sus dientes y que su padre había gastado una fortuna para colocarle una prótesis. — Es un maldito de mierda. Es la típica persona que exterminaría si pudiera, ¿sabes?

— Tengo una lista mental de las personas que exterminaría si pudiera.

— Muy bien, Jongin. Es por eso que me caes bien.

Estaba sonando take my breath away cuando llegaron a la escuela y Jongin desapareció porque necesitaba inscribirse para ser parte de los alumnos que cuidaban de la radio y comenzar a poner buena música. Sehun fue directo al salón, donde encontró a Zitao ya sentando en el fondo con una chaqueta sobre el uniforme escolar, la capucha escondiendo su oscuro y lacio cabello y sus felinos ojos cargados con maquillaje negro. Chanyeol estaba sentado del otro lado de la clase, con el ceño fruncido y con esa habitual aura sombría mientras esperaba a sus imbéciles amigos.

— Ey. — Sehun se sentó en la mesa de Zitao y empujó su capucha hacia atrás, revelando el cabello oscuro y ojos que siempre estaban parcialmente escondidos. Él se asustó un poco por la abrupta aparición e intentó esconder su rostro nuevamente, pero fue sujetado por la muñeca nuevamente. — ¿Cuál es tu maldito problema? Cuando hablo con alguien me gusta tener una respuesta.

— Déjame en paz, Sehun. — Murmuró Zitao, liberando su muñeca.

— Pase todo el mes dándote los buenos días y nunca me respondiste. Mierda, Tao, ¿puedes explicarme por qué es todo esto? No puedo soportarlo, maldición. — Sehun cerró los dedos por debajo de su mentón y le hizo levantar la mirada cuando percibió que él estaba flaqueando. — Cuando te hablo, quiero una maldita respuesta. ¿Por qué me estás evitando? ¿Por qué me dejas así sin ningún motivo? Te dije que no me importa nada de lo que creas importante.

— Sehun... — Los labios de Zitao temblaron. Sehun había imaginado millones de maneras de hablar con él, pero ninguna de ellas era así de violenta o loca. Pero había había alcanzado su límite y no aguantaba más ver a su mejor amigo alejándose de esa manera. Verlo allí sentado, escondiéndose debajo de una capucha, hizo que el corazón de Sehun doliera. Y no había nada que pudiera hacer con respecto a eso, era inútil intentar acercarse o implorar o intentar arreglar las cosas sin el consentimiento de Tao.

— Maldición, no pueden ser más gays de lo que son aunque quisieran. — Chanyeol habló, quebrando el momento. Sehun alejó la mano del mentón de Tao y él volvió a bajar la cabeza, tirando de la chaqueta nuevamente. — Hombre, en serio, deja a tu novio en paz porque Baekhyun está llegando y él nunca más dejará en paz a Huang si lo encuentra en una bella escenita como esa.

— Que se joda Baekhyun. — Sehun se levantó de la mesa y reflexionó por varios segundos si valía la pena golpeara Chanyeol en la nariz nuevamente antes de desistir y sentarse en su lugar, arrojando la mochila al suelo con impaciencia. Justo en ese momento, Byun Baekhyun apareció en el aula con la expresión de alguien que se despertaba todos los días de mal humor. Un mal humor desagradable y repugnante. El chico se sentó en el pupitre vacío al lado de Chanyeol y escondió el rostro en sus brazos y permaneció de esa forma por el resto de la clase.

Durante las seis horas que pasaron en esa aula Sehun evitó mirar en dirección a Zitao, ignoró la manera en la que Jongin tamborileaba los dedos en la mesa y la manera en la que Do Kyungsoo escribía furiosamente en su cuaderno. Ignoró el parloteo incesante de los profesores y el dolor de cabeza que comenzó a hacer que considerara la idea de que explotar era físicamente posible. Y cuando las clases terminaron rápidamente se despidió de Jongin y corrió por la Calle de las Causas Imposibles con la mochila rebotando en su espalda, hasta detenerse frente a la casa de Zitao y respirar profundamente antes de golpear. La señora Huang apareció, toda sonrisas al ver que era Sehun en la puerta, y el rubio respondió la sonrisa afectuosa con cariño.

— Taozi y yo vamos a hacer un trabajo juntos, señora. Él debe estar en camino.

— Ah, sí. Entra, querido. Acabo de hacer una deliciosa torta de chocolate.

Si el padre de Sehun descubría que el chico estaba mintiendo, tendría que arrodillarse sobre maíz o algo mucho más doloroso. Era muy probable que recibiera un cinturonazo o una pantufla en la cara para aprender que mentir era pecado. Pero a Sehun poco le importaba y sería solo un grano en su castillo de pecados. Comiendo torta de chocolate, encendió el ordenador de su amigo y escribió la contraseña conocida que nunca había cambiado. El fondo de pantalla era una escena de la película Control, en el que Sam Riley estaba pasando frente a un teléfono inglés con un cigarrillo en los labios. Inconscientemente, Sehun comenzó a susurrar una canción de Joy Division mientras ensuciaba el teclado de su amigo con migajas.

Estaba a punto de hacer clic en el icono de internet cuando Tao apareció en la habitación, luciendo verdaderamente enojado. Arrojó la mochila con fuerza al piso y pateó el botón del estabilizador, apagando el ordenador y cruzando los brazos sobre el pecho, estrechando los ojos felinos de una manera peligrosa.

— ¿Qué demonios haces en mi habitación?

Sehun casi sonrió. Hacía meses que no veía a Tao enojado de esa manera. No pasivo, no con lágrimas en sus ojos, no frágil, pero si enojado. Continuó sentado en la silla mientras experimentaba millones de sentimientos diferentes porque finalmente – maldición, finalmente – era como si estuviera viendo a su mejor amigo allí, frente a él. El chico que corría mojado por la calle y se reía de las películas porno y que interpretaba a Rick de su Ilsa y que no tenía miedo de asumir su propia sexualidad.

— Te quiero. Realmente te quiero, Tao. Puedes echarme cuantas veces quieras. Pero nunca me iré. Eres mi mejor amigo, hombre.

— ¿Y tu manera de demostrar eso es persiguiéndome?

— ¿Por qué no?

— Porque... Porque, mierda, ¡Sehun! — Zitao tiró de su cabello y se dejó caer en la cama, acostándose en ella, como si hubiera llegado al límite. — ¿Te das cuenta que no quiero arrastrarte a toda esta mierda?

— No me importa.

— Pero a mí sí me importa. Me importó mucho cuando te vi lanzándote sobre Chanyeol y cuando callaste a Byun con un golpe. Me importo todas las veces que golpeaste a alguien para defenderme y me importo cuando te lastimaste por mi culpa. — Sus labios volvieron a temblar de una manera que ocurría cuando estaba a punto de romper en llanto. — No quiero que te lastimes por mi culpa.

— Me lastima mucho más cuando no estoy contigo. — Sehun confesó en voz baja, temiendo que el resto del mundo pudiera escuchar un momento que era solo de ellos dos. — Vamos sólo... a ser nosotros de nuevo. Los de siempre. No te voy a dejar en paz, así que solo acéptame de una vez, mierda.

Zitao parecía estar a punto de tomar aire para rechazar ese pedido. Pero entonces, inesperadamente, pareció reconsiderarlo nuevamente y miró a Sehun de una manera que quería más mostrar que esconder. El chino mordisqueó su labio inferior y se levantó de la cama para abrazar a aquel que nunca dejaría de ser su mejor amigo, humedeciendo su camiseta con lágrimas manchadas de maquillaje.

— Nunca dejé de aceptarte.



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