ESCUELA PARA ASESINOS

By TeLotero

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Un grupo de jóvenes son elegidos por el Jai, la energía universal que controla todas las leyes físicas para s... More

PRÓLOGO
CAPITULO I - UNA PROPUESTA PELIGROSA
CAPITULO II - UNA PARTIDA MISTERIOSA
CAPITULO IV - CUMPLEAÑOS
CAPITULO V - LA MANO DEL DIABLO
CAPITULO VI - LAS PRUEBAS
CAPITULO VII-LA CIUDAD DE LOS DIOSES
CAPITULO VIII- CARTAS DE NAVIDAD - PRIMERA PARTE
CARTAS DE NAVIDAD - SEGUNDA PARTE
CARTAS DE NAVIDAD - TERCERA PARTE
CAPÍTULO IX-LÁGRIMAS PRIMERA PARTE
LÁGRIMAS SEGUNDA PARTE
CAPÍTULO X - HORA DE MORIR - PRIMERA PARTE
HORA DE MORIR - SEGUNDA PARTE
CAPITULO XI - SEPARADOS
CAPITULO XII - LO QUE PASÓ ESE DÍA

CAPITULO III - LA REUNIÓN

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By TeLotero




DON GABO LINARES

CORPORACIÓN ENVIDAS – PENTHOUSE

Por fin daría comienzo la tan esperada reunión, ya quería saber quiénes asistirían, con el poder económico de Tejelo, sabrá dios qué magnates sin corazón estarían allí.

―Oye, qué te parecieron los pechos de Clarice, ¿lindos, cierto? ―susurró Yu Chen a mi oído, codeándome como si fuera su amigo.

―Shh, cállate ―contesté muy silencioso para no llamar la atención de Daniel Tejelo mientras nos dirigíamos hacia los arcos del cuarto secreto.

―¿Dijeron algo? ―preguntó Tejelo girando su cabeza.

―Nada importante, el señor Chen bebió más de la cuenta ―respondió Clarice, salvándonos el trasero.

―No te culpo, Tony prepara los mejores tragos que he probado, dice que es una receta familiar, pero luego de tomar uno, el mundo se convierte en un circo ―afirmó Tejelo. Yo miré a Yu Chen con ganas de ahorcarlo.

Nos detuvimos ante los majestuosos arcos que cubrían la entrada al salón secreto.

―Esta es la entrada, deberán pasar ustedes primero, la membrana de energía que la cubre es inofensiva, solo garantiza que ustedes son quienes dicen ser y que por lo tanto pueden avanzar ―expresó Daniel Tejelo señalando una mucosa violácea que cubría los tres portones y que no nos dejó ver su interior.

―¿Y qué pasaría si la membrana no nos aceptara? Digo, por un error tal vez ―consultó Yu Chen gagueando un poco.

―Ja, ja, que bromista eres Chen, yo iré primero ―dijo riéndose Clarice, con una risa tan natural como si de verdad no le preocupara que nos detectaran, o algo peor.

Daniel Tejelo se quedó parado con sus brazos abiertos, incitándonos a que siguiéramos, frente al arco del medio, que medía el doble de alto que él.

―Por favor sigan ―dijo Tejelo. Clarice no lo dudó ni por un segundo y caminó llena de confianza hacia el arco del medio, ingresó atravesando la membrana sin ningún problema. O eso creímos.

―Bien seguimos nosotros ―dije para darnos valor, era bastante difícil no desear que la membrana electrocutara a Yu Chen al pasar, pero su fortuna sería la mía, así que lo tomé del brazo como si lo ayudara a caminar por haber bebido, apresuramos el paso, miramos por última vez la entrada y atravesamos la membrana.

―Bienvenido Líder Gabo ―dijo Clarice sonriendo al borde de la burla, al ver nuestras caras pálidas.

―No digas ni una palabra ―le advertí para que no se riera, ella solo intentó cambiar de gestos sin poder hacerlo, eso sí que me sorprendió, con la facilidad que se le daba actuar a conveniencia.

―Por favor tomen asiento, los demás llegarán en cualquier momento ―nos pidió Daniel Tejelo quien ya había ingresado―. Por cierto, era broma, la membrana no es más que un holograma de camuflaje para los curiosos.

Estaba harto de sus bromas, por poco se me sale el corazón.

―Je, je, je, que divertido, señor Tejelo, adoro su sentido del humor ―celebró Yu Chen.

Llegamos a un salón de conferencias, con unas cuantas sillas dispuestas en forma de "u", calefacción y un cortinaje cubriendo el escenario. Nos sentamos y Tejelo se paró al frente.

Un minuto después, entraron tres hombres y una mujer, caminando como si cagaran dinero y tomaron asiento sin siquiera mirarnos.

―Podemos empezar Daniel, no queremos levantar sospechas con nuestra ausencia ―demandó uno de los hombres, ya tenía sus años, solo tres lunares le cubrían la cabeza aparte de unos cuantos pelos canosos.

―Por supuesto Señor Feller, solo permítame saludar a su adorable esposa ―dijo Tejelo mientras arribó a saludar a la mujer, de cabello rubio embobado igual que su elegante vestido.

―Solo date prisa querido ―exclamó sin gesticular la esposa de Feller.

―No tienen de qué preocuparse, en este momento los invitados están disfrutando de la fiesta, no se darán cuenta de nada. ―aseguró Tejelo―. Y todo gracias a la increíble distracción creada por la Duquesa Clarice, felicitaciones.

Distracción, ¿qué acaso estaba planeado? ¿Ahora qué demonios está pasando?

―Sabes que cuentas conmigo Dani ―dijo Clarice con una sonrisa de labios.

―Entremos en materia―anunció Tejelo―. Hace dos años, estuve explorando las selvas indígenas, había escuchado mitos, rumores de personas en pueblos cercanos, creencias locas, de que la gente allí poseía un tipo de súper poder, que hacían cosas sobrenaturales; así que como un científico curioso y un emprendedor decidido, me animé a adentrarme en la espesa selva del Amazonas. Gracias a la tecnología que ya había creado pude hallar su aldea. Contraté a una caravana de exploradores y llegamos a su pequeño caserío. Fuimos con regalos para disminuir su hostilidad, pero ellos nos llevaron frente a su rey; con el traductor universal pudimos comunicarnos, lo traté de convencer de que éramos misioneros y no nos creyó, luego nos expulsó en los carros, a los que llamaban soles de hierro. Un mes después regresé y para mi suerte, el rey se había suicidado y el nuevo rey era más flexible; tenía un hijo mudo y nos dejó quedarnos si prometíamos ayudarle a que pudiera volver a comunicarse, entonces les enseñamos lenguaje de señas. Aprendí mucho de su cultura en el mes que estuve allí, pero fueron los niños los que me hablaron del poder del Jai.

―El Jai, ¿Qué es eso? ―Preguntó el señor Feller.

―Al parecer es una energía espiritual, que puede comunicarse con objetos inanimados, incluso crear vida de la nada, pero solo podía ser utilizada por los Jaibanás, sus hechiceros y protectores ―Contestó Tejelo.

―Tonterías ―exclamó la señora Feller.

―Eso mismo pensé yo en ese momento ―prosiguió Tejelo―. Le pedí a una Jaibaná llamada Emba que me hablara sobre el Jai pero se negó; así que la sedé para usarla sin que lo recordara, en medio del trance me llevó a su tierra más sagrada, Pantea. Allí realizó un ritual y abrió la entrada de una pirámide; adentro, me encontré con una niña ávida de atención, le regalé algunas prendas que llevé en el bolso y a cambio ella me contó todo sobre el Jai.

―Basta de cuentos absurdos, no vine aquí a oír historias de hadas y hechiceros ―protestó el señor Feller.

―Por favor siéntate Feller, déjalo terminar ―dijo el hombre sentado a su lado, tenía el cabello lacio hasta los hombros y gafas de aumento. Feller lo miró y sin reproche alguno se sentó.

―Gracias Billy ―dijo Tejelo.

―Continúa ―le pidió Billy muy sereno, tenía una voz intimidante y autoritaria, un poco resquebrajada por la edad.

―Supuse que no me creerían, así que prepare un experimento ―prosiguió Tejelo a la vez que se abría paso al escenario a correr una de las cortinas―. Después de aprender lo necesario, hice mis propias investigaciones y descubrí que por debajo de las moléculas, los átomos, electrones, incluso de los mismísimos quarks, hay una partícula mucho, mucho más pequeña, compuesta de energía pura; damas y caballeros, les presento el Jai, la partícula de Dios.

Tejelo exhibió un cilindro translúcido, con un líquido blanco burbujeando en su interior.

―¡Woow! ―exclamó Yu Chen quien para sorpresa mía había permanecido callado durante toda la reunión.

―Exacto ―añadió Tejelo al comentario de Chen.

―¿Y qué es lo que hace tu jai? ―Preguntó Feller.

―Ya lo verán, Patrick, serías tan amable ―dijo Tejelo y extendió su mano hacia el último de los invitados, un tipo de cabeza rapada y con mal aspecto.

―Claro, toma ― contestó Patrick y le arrojó un cuchillo envainado a Tejelo.

Su rostro se me hacía familiar; pero claro, Rick Patrick Jr. Lo había visto en la lista negra de la Interpol, por ser la mano derecha de, ¡BILLY DAMN! Demonios, ahora sí que estábamos en problemas. Billy Damn, nadie lo había visto en persona, pero su nombre resonaba en todo el bajo mundo, era conocido por ser el más grande asesino a sueldo de todos los tiempos. Qué mierda, ahora entiendo por qué Feller se sentó sin chistar, mis manos comenzaron a sudar.

―Presten atención ―dijo Tejelo, y luego se cortó muy profundo la palma de la mano, arrugando la frente.

―¿Pero qué estás haciendo muchacho? ―preguntó la señora Feller.

Tejelo no le respondió, se acercó al tubo donde tenía el Jai, y de allí sacó una gota por el dispensador, que le cayó justo sobre la sangrante herida. Movió el cuello en círculos y luego la cortada se cerró.

―Es impresionante lo admito, ¿pero a dónde quieres llegar? ―Cuestionó el señor Feller.

―Se han preguntado qué pasará con ustedes al morir, a dónde irá el imperio que con tanto trabajo han construido, cuál será su legado ―indagó Tejelo―. Tal vez piensen que sus hijos puedan continuar lo que dejaron, pero eso, es una mentira ―El señor y la señora Feller se miraron entre ellos con gestos serios―. Y si les dijera que eso no tiene que pasar, que no tienen que morir.

―A qué te refieres con no tener que morir ―observó la señora Feller.

―Cuando descubrí la cura del cáncer, seguí de cerca a los pacientes que iba tratando y me di cuenta que la medicina que usé, el jai, no solo curó enfermedades sino que prolongó la vida de las células, con un efecto directo en los telómeros de los cromosomas. En pocas palabras extiende la vida.

―¿Dices que este tal jai, nos hará vivir más? ―pregunto la señora Feller.

―No solo nos hará vivir más, nos hará I N M O R T A L E S. ―Declaró Daniel Tejelo empuñando sus manos y con mirada siniestra, no me gustó para nada hacia dónde iba esta conversación.

―¿Y a qué costo? ―preguntó el señor Feller.

―Bueno aquí es donde se pone interesante, el jai solo puede ser usado por aquellas personas que tienen un control sobre él, pero por suerte está presente en todos los seres vivos, en especial el ser humano―expuso Tejelo y continuó a destapar la segunda cortina en el escenario―. Las emociones humanas intensifican su flujo y crean un puente para su uso o en este caso, su extracción ―prosiguió revelando algo aterrador, la segunda cortina cubría otro cilindro transparente y hermético, pero tres veces más grande y en su interior había un hombre, muy sucio y delgado, tenía la mirada perdida, lleno de moretones y sudor, atado en equis a aparatos electrónicos, de los que se desprendía una manguera hasta el contenedor del Jai.

―¡¿Qué significa esto Daniel?! ―Reprochó el señor Feller mientras su esposa se cubría la boca, Clarice nos miró para que permaneciéramos callados. Esto está muy mal, mi respiración estaba aumentando.

Tejelo apretó un botón de la máquina, la cual empezó a acercarle cientos de navajas muy lentamente a sus ojos, cara, costillas, espalda, abdomen y genitales, moviéndose como pistones. Todos nos quedamos observando en silencio. El hombre adentro reaccionó y entró en pánico, intentó luchar pero las cerraduras eléctricas no se lo permitieron. Las cuchillas se acercaron al borde de su piel y él trató de gritar, pero debido al hermetismo del tubo, no escuchamos nada, solo vimos como pedía auxilio, era escalofriante, no podía quedarme quieto, pero tenía que hacerlo por mi propia vida y la de los demás. Un indicador electrónico comenzó a subir colores de verde a amarillo, mientras las cuchillas penetraron y salieron de su cuerpo, tiñendo de sangre poco a poco el cilindro, Yu Chen vomitó.

Cuando el indicador llego a rojo, al igual que el cilindro por dentro, una pequeña gota blanca grisácea se deslizó por la manguera hacia el contenedor del jai y allí cayó entre las burbujas.

―Y así se extrae el Jai ―dijo Daniel Tejelo con una sonrisa sarcástica.

―Es monstruoso ―dijo el señor Feller de pie abrazando a su esposa―. ¿Cuánto de ese líquido asqueroso crees que vale tu inmortalidad? ¿Cuántas vidas torturadas y masacradas como cerdos crees que valen tu existencia? Eh, ¡Dime!

―Mil...―comenzó Tejelo, mientras la señora Feller tomó aire atónita―. Millones de personas, por cada inmortal.

― Estas loco, es repulsivo, nos vamos de acá ―dijo furioso el señor Feller, Billy Damn sacó su revólver y le voló la cabeza a Feller, su esposa gritó como loca y explotó en llanto, sostuvo el cuerpo inerte en el piso.

―Por favor siéntate cariño ―le pidió Billy con su voz calmada pero intensa, ella asintió muy asustada y se sentó manchada de carmesí.

Billy hizo un esfuerzo por pararse de su silla y se aproximó a Tejelo.

―Sabes qué haría lo que fuera por ti muchacho, pero no me pidas que mate a mil millones de personas ―le dijo Billy a Tejelo.

―Anticipé tu posición frente a esto, así que tengo otra propuesta para ti ―manifestó Tejelo―. La niña indígena de la que les hablé, me contó sobre seis jóvenes que habían sido elegidos por el Jai y que podrían usarlo. Debemos tenerlos de nuestro lado y tú serás su mentor. Reclutaremos a cientos para que no sospechen y tú les enseñarás como matar. Billy te anuncio la creación de tu propia escuela, una escuela para asesinos.

―¿Y Cuál será la cuartada? ―preguntó Billy.

―Les diremos que entrenan para matar a Capa Blanca, mientras trabajan para nosotros ―contestó Tejelo.

―Está bien, ¿conoces el paradero de estos seis jovencitos? ―interrogó Billy.

―Sí y uno de sus padres está justo aquí, Gabo, puede quitarse la máscara ―me dijo, ¿qué estaba pasando?―. Duquesa, ya puedes venir aquí.

Clarice y Yu Chen se pararon y fueron hacia ellos. Rick Patrick se acercó a mí y me arrancó el traductor de la cara luego me tomó de los brazos y me puso de rodillas.

―¡Qué putas está pasando Clarice! ―pregunté de los nervios.

―Yo te responderé, la duquesa y el señor Chen me han estado dando información, al parecer, Abel tu hijo es uno de los elegidos, necesitamos que lo convenzas para que se una a la escuela de Billy―dijo Tejelo.

―Jamás, crees que te entregaré a mi hijo para que lo vuelvas en un demente como tú ―Patrick me reventó la boca con su pistola.

―Clarice, maldita, hiciste todo esto solo para atraerme a una trampa, para quién trabajas, ¿trabajas para Tejelo? ¿O quizás para Capa Blanca? ¡Traidora! ―grité adolorido.

―Ja, ja. De qué hablas, la duquesa fue quien me habló del Jai ―se mofó Daniel Tejelo.

―¿Qué? ―le pregunté muy confundido.

―Han sido muchos, los villanos que han tratado de  cambiar la historia ―inicio Clarice caminando hacia mí―. Atila el Huno, Iván el Terrible,  Nerón, Julio César, Hitler, Capa Blanca, pero ¿por qué todos fallaron? ―me preguntó de cerca, podía sentir su aliento en la cara―. Porque todos han sido hombres. Pero no te equivoques Líder Gabo, yo cambiaré eso, la verdad es que, Yo soy la villana de esta historia ―luego sentí un golpe y me desmayé.

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Bueno chicos de nuevo muchas gracias por llegar hasta aquí y acompañarme en este camino! Estoy muy contento por todo su apoyo con votos y comentarios de verdad los valoro muchísimo. Espero que les haya gustado tanto como a mí jaja y recuerden si les gustó dejarme sus opiniones y votos!! Saludos a todos!!

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