¡¿Qué mierda acaba de suceder?! Ella apareció de la nada, se sentó tan pegada a mi como se puede estar, con su cuerpo chocando contra el mío sin piedad ni compasión, luego me dio lo que se podría llamar "El mejor puto beso de toda la puta historia" y, no conforme con eso, se va agitando sus sensuales caderas después de haberme besado de nuevo como quien besa a su novio al irse a casa al terminar una cita o algo así.
Aun no salgo de mi asombro. ¿Qué demonios pasó con ella en las últimas veinticuatro horas? Hasta el día de ayer ella me estaba echando en cara su incomodidad acerca de mi "acoso" hacia ella.
Pensé que después de eso ella no me hablaría por iniciativa propia y que me esquivaría cada vez que pudiera. ¡Por Dios! Si sólo unos minutos atrás la había visto en el gremio y ella apenas y podía voltear a verme.
Caminé de forma automática hasta mi casa, confundido aún por lo ocurrido. Al llegar me arrojé sin miramiento a mi cama, suspirando de manera exasperada al caer en ella.
-¿Sucedió algo?- Lily estaba sentando en el suelo afilando su espada.
Emití un gruñido en respuesta.
-¿Quieres hablar de eso?
Lo miré, no había despegado la vista de su espada, pero sabía que toda su atención estaba puesta en mí. No quería hablar, pero al mismo tiempo quería desahogarme y pedirle a alguien más su opinión del asunto. A ver si él lograba entender este brusco cambio, puesto que yo no tenía ni la menor puta idea de qué era lo que estaba pasando.
Me incorporé.
-Estoy en un gran problema, Lily- confesé.
-¿Qué hiciste ahora, Gajeel? Por favor dime que no es algo que traiga consecuencias para Levy o para mi delante de nuestros superiores- dijo, mientras se pellizcaba el puente de la nariz.
De acuerdo, esas no eran las palabras correctas.
-¿Es esa la confianza que me tienes?
-Sinceramente... Sí- sentenció.
Por un instante quise matarlo.
-No es esa clase de problemas- le aclaré, después de tomar una gran bocanada de aire.
-Entonces... ¿De qué clase estamos hablando?
-Problemas que tienen que ver con la enana- susurré.
Su mandíbula se desencajó.
-No me digas que ya por fin te le declaraste- espetó, con incredulidad.
-¿Declarármele?- sentí como me ruborizaba.
Sus hombros decayeron y emitió un suspiro cansado.
-Es imposible...
-Un momento- pedí- ¿Por qué preguntas si ya me declaré? ¿Por qué habría de declararme?
-¡Oh, por favor, Gajeel! Mueres por Levy, eso es obvio. No hay que tener más de dos neuronas para darse cuenta de eso. Por eso pensé que ya te le habías declarado, pero veo que me equivoqué. Es imposible que reúnas el valor para hacerlo.
Y por primera vez en todos mis años de vida me di cuenta de lo transparente que puedo llegar a ser. Pensé que nadie se había dado cuenta, me había encargado de que no se me notara, había trabajado en mi pókerface más tiempo del debido; todo esto para nada, para que Lily se diera cuenta y que, no conforme con esto, viera el poco valor que tengo frente a la idea de decirle a la enana lo que siento por ella.
-¿Desde cuándo te diste cuenta?
-Desde que regresamos de la Isla Tenrou- respondió con simpleza.
-Wow, desde hace bastante...
-Sí, digamos que te conozco lo suficiente como para notar el cambio que diste con ella.
Me quedé mudo.
-Ahora dime, ¿en qué la regaste?
¿Por qué siempre tenía que esperar lo peor de mí?
Le conté todo, desde que empecé a sentir algo por ella, pasando por este juego en que la había involucrado, hondando un poco en el por qué no me le podía confesar y terminando en el momento recién vivido con ella.
-¿Eres idiota de profesión o es sólo por hobby?
-¡Hey!- reclamé- ¿Por qué me insultas?
-Dime que no piensas que así la podrás conquistar.
-¿Qué tiene de malo?
-Qué tiene de malo, pregunta él- puso los ojos mientras se daba un golpe en la frente-. Puedo señalarte demasiadas cosas que están mal en este... estúpido plan tuyo.
Decidí guardar silencio, en espera de una explicación a sus palabras.
-Levy no es esa clase de chica, de seguro la estás lastimando con todo esto.
-No creo que ella sienta algo por mí, así que no creo que esto la vaya a lastimar. El punto es conquistarla.
-¿Actuando como un animal en celo?- atacó.
-No actúo como eso...
-¿No? Bien, es cierto, déjame corregir: actúas como un mujeriego común y corriente, como un idiota rompe corazones, ¿eres capaz de entender eso?
-A ella no le disgusta- contrarresté- ¡Mira lo que me hizo hoy!
-Tranquilo, a ese punto iba- atajó-. Estas logrando un avance con ella, no lo negaré. El hecho de que siga tu estúpido juego habla por sí solo. Sin embargo, el problema es que en cualquier momento puede tener una especie de bajón de autoestima. En este momento se siente deseada, atractiva, por eso decidió seguir tu juego, pero esto puede cambiar, puede despertar un día pensando que tú estás jugando con ella y, que tal y como la tienes a ella por objetivo, puedes tener a otra en tu mira al mismo tiempo. La mujer es un ser muy complejo y la única manera de conquistarla es hacer que se sienta la única en tu vida, que sienta que es especial para ti; cosa que no vas a lograr tratándola como una amiga con derecho.
-N-no había pensado en ello- balbuceé.
-Pues tenlo presente de ahora en adelante- dijo con severidad-. Tú y Levy son mis compañeros, mis mejores amigos y, créeme, me encantaría que estén juntos. Sin embargo no quiero que nada malo pase entre ustedes porque, te lo advierto, llegas a hacerla llorar y esta espada que ves aquí será lo último que recuerdes.
Amenazado por mi propio gato, esto es algo de ver para creer. Aunque si admito que tenía razón en todo lo que estaba diciendo. Este juego podría lastimar a la enana, cosa que no quería pero ni en sueños. Debía cambiar de estrategia antes de conseguir un resultado no deseado.
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Al día siguiente tuve una pequeña misión a solas con la enana, nada fuera de lo normal, sólo ir a un pueblo vecino a conseguir unos documentos que el consejo necesitaba.
Durante todo el camino no hice ningún movimiento, solamente conversé con ella, mostrando interés en todo lo que me decía, aunque sinceramente habían varias cosas que no lograba entender.
No busqué besarla, aunque moría de ganas por hacerlo. Tampoco hice ningún tipo de acercamiento incorrecto. Las palabras de Lily aún se paseaban por mi mente, así que tenía miedo de hacer algo malo, miedo de regarla más de lo que posiblemente ya la había regado.
-Gajeel- llamó ella-, es mejor que busquemos un lugar donde quedarnos, ya se está haciendo de noche y volver Magnolia a esta hora no sería muy seguro que digamos.
-No hay problema, enana. Yo me encargaré de protegernos- le aseguré.
-No dudo de eso, es sólo que no quiero seguir caminando. Además, quiero analizar estos papeles antes de entregarlos al consejo.
Preferí no preguntarle y buscar una posada para pasar la noche, sólo ella sabía lo que hacía cuando se trataba de esos asuntos; después de todo, ella era el cerebro y yo los músculos.
Encontré una pequeña posada en el centro del pueblo. La casera era muy amable, tanto que, como pensó que éramos pareja, nos ofreció un muy buen descuento. Me daba un poco de pena rechazarlo, pero era lo más correcto, puesto que no dormiría realmente con Levy; sin embargo la enana se me adelantó y aceptó la oferta mucho antes de que yo diera mi negativa, cosa que me dejó boca abierto.
-E-enana- la llamé una vez habíamos dejado la recepción, encaminándonos a la que sería, por esa noche, nuestra habitación- ¿Por qué tomaste el descuento? No somos pareja y tendremos que compartir una cama, ¿lo sabías?
-Lo sé, Gajeel, no soy idiota- me respondió, mientras introducía la llave y la hacía girar para abrir la puerta-. Pero tenemos muy poco dinero y todavía falta el día de mañana. Tu comes demasiado, por lo tanto la comida no sale precisamente barata, ¿o acaso aceptarías irte mañana sin comer?
-No...- murmuré.
-Entonces, esto es lo mejor que podía haber hecho para rendir el dinero- explicó-. No podíamos seguir recorriendo por todo el pueblo para encontrar un lugar más económico y, aparte de eso, la señora se mostró muy amable al ofrecernos ese descuento- dijo, entre tanto se quitaba sus botas y se arrojaba de espaldas a la cama-, no podía rechazarla .
Dejé mi bolso en el suelo y me senté en un sofá que se encontraba cerca de la ventana.
-Tienes razón- admití-, yo pensaba rechazarla, pero al mismo tiempo me sentía un poco mal. Aunque ya lo hecho está hecho, tendremos que compartir habitación por la noche de hoy.
Al terminar de decir eso me percaté de la situación en la que me encontraba: iba a pasar toda la noche en la misma alcoba que la chica que me gustaba.
Ya se nos habían presentado ocasiones como estas, pero en todas ellas éramos acompañados por Lily, cosa que no estaba ocurriendo en ese momento.
Ante mis ojos se presentaba el mejor y el peor de todos los escenarios posibles. Una noche a solas con Levy era más de lo que podía desear y ni que decir de estar solos en una habitación sin necesidad de quedar encerrados, como aquella vez en la biblioteca, o de encontrarnos con el típico caso de la posada con sólo una habitación disponible; todo esto era un sueño hecho realidad.
Sin embargo, mi mente me decía que no debía aprovecharme de la situación. Recordaba, de nuevo, las palabras de Lily y en verdad me daba mucho miedo que tuviera razón con ello. Debía seguir controlándome como lo había hecho durante todo el día.
Volteé a ver a Levy y lo que encontré fue una expresión muy cómica en su rostro. Estaba tan roja como mis ojos y con la mandíbula desencajada.
-C-cierto- balbuceó-, p-por hoy tendremos que compartir la habitación y la c-c-cama.
Tragué seco por la última palabra.
-S-sí, la c-cama- repetí-. P-pero, yo puedo dormir en este sofá. No tengo ningún problema.
-¡No!- exclamó- D-digo, no puedes dormir en un lugar tan incómodo. P-puedes dormir aquí, en la c-cama.
-¿E-estás segura?
Asintió tímidamente.
Después de muchos tropiezos logramos acomodarnos para dormir, aunque fue lo que menos pudimos hacer.
Yo pasé casi toda la noche en vela, regocijándome por el hecho de estar en la misma cama que la chica que tanto me gustaba. Mi corazón se batía como un maldito desquiciado, tanto que por un instante pensé que iba a salir corriendo fuera de mi cuerpo.
Lo mismo pasaba con la enana, su corazón latía con un ritmo acelerado, de seguro pensaba que me voltearía para atacarla y acosarla, sin embargo logró dormirse después de unas horas.
No me di cuenta cuando me dormí, lo cierto fue que desperté con el olor del café que la casera nos llevó hasta la habitación como parte de lo que llamó un "servicio especial", junto con unas tostadas y huevos revueltos con tocino y queso fundido.
-A la final nos ahorramos también el dinero de la comida- le comenté a la enana cuando íbamos camino a Magnolia.
-La casera era una persona muy encantadora- dijo, con una de sus brillantes sonrisas-. Espero volver a su posada otro día.
-Sí, ojalá podamos volver en algún momento.
-Y traer a Lily con nosotros, claro.
-Claro...- susurré, un poco decepcionado.
Ya habíamos llegado a la ciudad y estaba acompañando a Levy a su casa cuando algo que me cabreó a más no poder sucedió.
Los tres mocosos de Blue Pegasus estaban de visita en el gremio y, justo cuando pasábamos cerca del mismo, se percataron de nuestra presencia y se acercaron a saludar, para ser más exactos, se acercaron a saludar a la enana, empujándome a un lado y centrando toda su atención en ella.
Claro, eso no es algo para molestar a quien ya conoce la forma de ser de esos descerebrados, lo que realmente me molestó fue que uno de ellos, ese tal Hibiki, comenzó a hablar con Levy de libros y esas cosas que yo no sabía, dejándola completamente idiotizada por él.
-Gajeel, si quieres ve a tu casa, me quedaré con Hibiki para hablar un rato.
Y dicho esto dio la media vuelta y se fue con ese idiota y sus otros dos estúpidos amigos, dejándome solo.