ESCUELA PARA ASESINOS

Por TeLotero

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Un grupo de jóvenes son elegidos por el Jai, la energía universal que controla todas las leyes físicas para s... Más

PRÓLOGO
CAPITULO II - UNA PARTIDA MISTERIOSA
CAPITULO III - LA REUNIÓN
CAPITULO IV - CUMPLEAÑOS
CAPITULO V - LA MANO DEL DIABLO
CAPITULO VI - LAS PRUEBAS
CAPITULO VII-LA CIUDAD DE LOS DIOSES
CAPITULO VIII- CARTAS DE NAVIDAD - PRIMERA PARTE
CARTAS DE NAVIDAD - SEGUNDA PARTE
CARTAS DE NAVIDAD - TERCERA PARTE
CAPÍTULO IX-LÁGRIMAS PRIMERA PARTE
LÁGRIMAS SEGUNDA PARTE
CAPÍTULO X - HORA DE MORIR - PRIMERA PARTE
HORA DE MORIR - SEGUNDA PARTE
CAPITULO XI - SEPARADOS
CAPITULO XII - LO QUE PASÓ ESE DÍA

CAPITULO I - UNA PROPUESTA PELIGROSA

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Por TeLotero




DON GABO LINARES

CUARTEL DE OPERACIONES SECRETAS

―Llevo semanas haciendo la misma rutina, troto hasta las 6 a.m. como cualquier otro que disfruta del ejercicio, aquí, justo sobre la décima ― dije señalando el mapa del sector, puesto encima de la mesa de reuniones.

―¿Y con permiso de quién estás patrullando esta zona? ―preguntó el subdirector Yu Chen, un Chino engreído, apuntando donde yo tenía el dedo.

―¿Crees que necesito permiso para patrullar mi zona? ―pregunté mirándolo fijo a los ojos y continué con mi reporte sin parpadear―. Dos hombres sospechosos han estado ingresando a la Corporación Envidas sobre las 5 am, si me permite señor director necesitamos más apoyo para

―¿Más apoyo? ―interrumpió Yu Chen alzando la voz, con su tono agudo y enredado―. Te hemos dado a cien de nuestros mejores hombres y para qué, ¿para que cuiden de tu familia y llegues diciendo que necesitas a más hombres solo por dos sospechosos?

―¿Y tú qué has hecho? Sentarte aplastando el culo tras un escritorio mientras los cien hombres y yo arriesgamos nuestras vidas a diario ―contesté en su mismo tono.

―¡Silencio los dos! ―gritó el director Pedro Nel, que había estado sentado escuchando los reportes―. Tus acciones han sido insensatas, hemos invertido seis meses con esta operación y no has logrado nada ―continuó, Yu Chen esbozó una sonrisa burlesca―. Debes solicitar previo permiso si vas a avanzar hacia una zona restringida como es la décima.

El salón se había quedado en completo silencio mientras el director hacía su clásica pausa para pensar, observando el mapa. Los demás líderes y yo lo mirábamos expectantes.

―¡Caicedo! ―llamó a su secretario, un joven algo torpe y desaliñado.

―Sí señor director ―contestó Caicedo, apresurándose a su lado.

El director susurró algo al joven, quien solo asentía con su cabeza escuchándolo, acto seguido salió corriendo del salón mientras esperábamos.

―Salgan todos y hagan su trabajo ―ordenó el director.

―Sí señor ―respondimos juntos los líderes de la milicia poniéndonos de pie.

―Usted no Gabo ―Me pidió el director Pedro Nel y esperó a que todos salieran, menos Yu Chen que seguía con la mirada altanera parado a su izquierda―. Siéntese y termine su reporte.

―Los sujetos visten traje formal igual que todos los empleados de la Corporación Envidas.

―Es porque son solo empleados ―interrumpió de nuevo Yu Chen.

―Mejor cierra la boca Yu Chen o lo haré por ti ―le advertí.

―Continúe Gabo ―replicó el director.

―Los dos sospechosos entran cada mañana portando un pin de Capa Blanca en la solapa escoltando algún indigente, pero al terminar la jornada, salen solos y el tercer sujeto, el indigente, no se vuelve a ver ―aseguré―. Los empleados del banco no dicen nada al respecto, los hemos interrogado de manera indirecta haciéndonos pasar por personas de su día a día, mezclándonos entre meseros, cajeros, incluso tenemos a una oficial haciéndose pasar por institutriz de los hijos del gerente y consideramos que hay razones para creer que estos hombres pudieran ser quienes están financiando a los capablanquistas.

―No podemos arrestar a cualquiera solo porque porta un pin de ese maniaco, o porque desaparecen a un indigente, por el contrario, el pueblo se los agradecería ―declaró el director―. Pero podemos hallar motivos suficientes para hacerlo.

―Permiso señor director ―interrumpió su secretario Caicedo.

―¿Me mandó a llamar señor? ―preguntó una hermosa mujer vestida de rojo, de pelo negro y ojos violeta, marcando un paso lento que resonó contra la cerámica del piso al ritmo de sus tacones, escoltada por Caicedo.

―Sí y su llegada es muy oportuna, justo estoy por contarles a estos caballeros lo que estuvimos hablando la otra noche, por favor siga, señorita Van Der ―respondió el director Pedro Nel.

―¿Clarice? ―pregunté.

―Oh, veo que ya se conocían, entonces no tendré que presentarlos ―contestó el señor director y se acercó a ella para saludarla de beso en la mejilla.

―Me temo que deberá hacerlo señor, el caballero parece haberme confundido, ya me había pasado antes ―dijo sonriendo la mujer con un acento extranjero, diferente por supuesto del espa-chino que habla Yu Chen. Pero claro que la conocía era Clarice la oficial bajo mi mando que estuvo infiltrada como institutriz con los hijos del gerente de la Corporación Envidas.

―Caballeros, les presento a la hermosa y brillante Sascha Van Der, llegó esta semana de Holanda, invitada por el presidente en persona ―Dijo en tono amigable mi general―. La señorita Van Der sacó un puntaje de 120 en el test de Dÿrr y viene con un único objetivo, la dirección absoluta de lo que hemos denominado: Operación alfa 3, infiltración.

―¡Oh! Eso es maravilloso, es todo un placer, soy el subdirector Yu Chen, ambos coincidimos en tener apellidos extranjeros, aunque el mío no sea tan bello como el tuyo je, je ―exclamó Yu Chen besándola en la mano.

―¿120 puntos? Eso es imposible, nadie ha superado los 90 puntos en ese test ―dije siguiéndole el juego a Clarice (o Sascha Van Der, como ahora se hacía llamar).

―Parece que ya lo han logrado Gabo y a partir de ahora les informo que ustedes tres formarán equipo para esta misión. ―declaró mi general.

―¿Qué? Pero señor, mi rango es de subdirector de operaciones secretas, no pienso hacer equipo con un simple líder de escuadrón ―lloriqueó Yu Chen.

―Si tiene algún problema señor Chen, puede irse para su casa, a partir de ahora estoy a cargo y no toleraré cobardes en mi equipo ―replicó Clarice (Sascha) con estudiado acento holandés.

―No soy un cobarde, tengo un rango más alto y no puede hablarme así en mi propia oficina primor ―afirmó Yu Chen temblándole la voz.

―El único rango a partir de ahora es el mío y esta, ya no es su oficina ―contestó Clarice (Sascha).

Yu Chen quedó atónito mientras todos lo mirábamos y aunque trató de buscar auxilio con el director no consiguió nada. La idea de hacer equipo con él no me gustó para nada, es un completo hijo de puta y de Clarice (Sascha) ni hablar, era demasiado lista como para ser confiable, pero debía seguir jugando su juego si quería saber qué trama.

―Enviaré los detalles de la misión a sus intercomunicadores en el transcurso del día, así que, estén al tanto ―continuó Clarice (Sascha).

Clarice y mi general salieron de gancho conversando como si fueran amigos de toda la vida, con lo que dimos por finalizada la reunión, yo me limité a mirar a Yu Chen, quien se había quedado pasmado y luego salí.

Horas más tarde efectivamente llegó el comunicado encriptado de Clarice, explicando que nos infiltraríamos a una reunión muy importante en la Corporación Envidas; tomaríamos identidades falsas para asistir. No dió más información, algo no me olía bien, ¿cuántas veces habría cambiado su identidad? Ahora ni siquiera sé si en realidad se llama Clarice.

La Corporación Envidas se sitúa justo sobre la décima, el territorio prohibido debido a su inmunidad diplomática y su jurisdicción independiente; las cosas que hace el dinero. Estuve todo el día esperando el momento de la reunión afuera del edificio más alto de Colombia, una torre completamente tecnológica, sus cimientos marcan dos arcos cruzados sobre el viaducto del metro y encima de ellos se eleva una torre de doscientos pisos, con fachada de vidrios cromosensibles que cambian de color según la iluminación externa para aumentarla o reducirla en sus interiores. El piso absorbía energía de las pisadas de las personas adentro y en sus alrededores, para luego transformarla en energía eléctrica que se reutilizaría, para el funcionamiento del edificio, con el tráfico de empleados durante el día, era suficiente para alimentar la torre y el metro, y ni qué decir de los últimos pisos, el Centro de Investigación de Tecnologías Renovables, donde antes trabajó mi esposa Angélica, se habían inventado todo tipo de cosas allí y ella había liderado algunos de estos proyectos bajo la tutoría de Daniel Tejelo, un joven prodigio y emprendedor, creador del Centro de Investigación y Fundador de la Corporación Envidas, sus logros le habían dado la vuelta al mundo, dos años atrás descubrió la cura del cáncer, con una medicina patentada que sólo él podía fabricar y desde eso, sus invenciones y patentes lo han hecho acreedor de una de las fortunas más grandes del planeta, con tan solo 23 años, vaya. Era muy posible de que él asistiese a esta reunión, tenía fama de estar al tanto de todo lo que pasa en sus instalaciones.

Ya no podía esperar más, la incertidumbre me estaba consumiendo. Algo vibró cortando mis pensamientos, el tan esperado mensaje por fin parpadeó en el intercomunicador, una ubicación titiló de azul y blanco a solo un par de calles.

Llegué tan pronto como pude, Clarice (Sascha) y Chen ya habían llegado.

EXTERIORES CORPORACIÓN ENVIDAS - PARQUE FLORAL

―Me disculpo por mi comportamiento de esta mañana, eres una chica muy hermosa, la más bella flor, aún en este parque, directora Sascha, tómalo como un cumplido ―dijo arqueando el bigote Yu Chen y acarició el hombro desnudo de Clarice (Sascha).

―¿Ves qué es esto? Preguntó Clarice (Sascha) y sacó un objeto brillante y dorado, del tamaño de un lapicero de entre su escote.

―Uhh... ―contestó Yu Chen sonriente, haciendo ademanes de temor―. No lo sé, acaso es uno de esos labiales de espías con micrófono incluido je, je.

―No ―replicó Clarice (Sascha) muy seria, presionó un pequeño botón del objeto al mismo tiempo que salía un cañón corto de éste―. Es un arma de largo alcance, si suelto este pulsador, disparará un pequeño pero potente balín explosivo, que podría reventar la piel de un Rinoceronte Negro a veinte metros de distancia, qué crees que le haría a este par de bolitas si lo suelto― prosiguió poniéndole el cañón en los testículos―. Si vuelves a ponerme una mano encima, no dudaré en soltarlo, tómalo como un cumplido ―Dicho esto enrolló el cañón dentro del objeto para desactivar el disparo. Yu Chen sudaba y agitaba las manos―. Por cierto mientras estemos aquí llámame Clarice ¿entendido?

―Claro, como digas, Clarice ―respondió titubeante Yu Chen.

―Bienvenido Líder Gabo, lo estábamos esperando ―me saludó coqueta Clarice (Ahora que era Clarice de nuevo).

―¿Cuál es el plan? ―pregunté ansioso.

―Tomarán las identidades de dos acaudalados empresarios, Gabo, serás un fabricante de cuchillos para cocina Estadounidense y Yu Chen... serás un empresario Chino.

―Uhh... Tengo experiencia en eso ―aseveró Yu Chen con su irritante sonrisa habiéndole pasado el susto.

―¿Cuchillos para cocina? ¿Estados Unidos? Pero no hablo Inglés ―admití.

―¿En qué siglo vives Gabo? Este es un aparato creado por la compañía de Daniel Tejelo, permite que cualquiera hable cualquier idioma, es similar a la tecnología que usa Capa Blanca en sus vídeos, pero mucho mejor ―contestó Clarice a su manera suave y coqueta de hablar, sacó un artefacto de su bolso, una especie de máscara para perros―. Esto es un traductor universal, la pantalla que cubre la boca transforma lo que dices en sonido e imágenes que imitan el movimiento de labios y el tono de voz del portador a cualquier idioma, así el interlocutor podrá entender todo lo que digas ―Durante la conversación me ajustó el aparato a la mandíbula quedando con toda la boca cubierta por una pantalla.

―Nunca había oído hablar de ello ―dije, pero lo que se escuchó, sonó en inglés.

―¿Ves? ―preguntó Clarice guiñándome el ojo.

―Si siempre utilizo esto para hablar en inglés, sospecharán que no hablo su idioma <<Inglés>> ―aseguré.

―La reunión será en español, así que lo configuraré en español y todos creerán que estás hablando en inglés y que el traductor, solo está haciendo su trabajo ―declaró Clarice presionando algunos botones laterales ajustados a mis mejillas y haciendo algunas pausas al hablar.

―Ya veo <<Español>> ―dije una vez terminó de configurar el aparato.

―Uhh brillante, brillante, perfecto, perfecto, pero creo que yo no necesitaré el traductor, hablo perfecto español, inglés y mandarín ―afirmó Yu Chen.

―¿pelfecto?, solo cállate y sígueme, ¿Vamos Líder Gabo? ―respondió Clarice adelantándose.

―¿Por qué rayos a ti te trata de Líder y conmigo se sigue haciendo la difícil? ―preguntó Yu Chen.

―Se llama respeto y es algo que tú nunca conocerás ―respondí y luego seguí a la entrada principal de Envidas.

CORPORACIÓN ENVIDAS

Tan solo habíamos dado dos pasos hacia la entrada y ya una ráfaga láser cegó nuestras retinas, escaneándonos de pies a cabeza, esperamos pacientes hasta que el <<bip>> en la parte superior de la puerta, nos admitiera el ingreso al Lobby principal; tal vez fuera la razón de que Clarice tuviera esa arma tan extraña, para no ser detectada.

La recepción estuvo plagada de gente de diferentes países, diría que unas 30 personas incluyéndonos, pero me alivió el hecho de que la gran mayoría portaron la misma máscara que yo, el famoso traductor universal. Por otro lado Clarice socializó con gran facilidad mientras Yu Chen trató de imitarla, tan mojigato como siempre.

Minutos después de nuestra llegada, fue apareciendo una mujer joven, observó a los invitados mientras descendía las escaleras en caracol del recibidor, anunciando el inicio de la tan esperada reunión, lucía seria y muy profesional, aún más con ese cabello corto.

―El señor Daniel Tejelo los está esperando en el último piso, por favor ubíquense de manera ordenada en los ascensores para dar inicio a la reunión ―dijo la joven recién llegada, señalando tres grandes particiones que sobresalían en forma de óvalos, sobre el piso de la recepción.

Clarice nos indicó con la mirada que la siguiéramos y eso hicimos hasta que todos los invitados quedamos agrupados allí.

―¿Qué estamos haciendo? ―pregunté.

―Ya lo verás capitán ―contestó Clarice mirando hacia el techo con picardía.

―Esto no me agrada ―pensé.

La joven de cabello corto era la única que se había quedado por fuera de los óvalos, pegada a la pared, de allí salió una esfera plateada del tamaño de una naranja, ella puso la palma de su mano sobre la esfera y la presionó, esta se deformó un poco, como metal líquido y acto seguido los óvalos se elevaron dejando las plataformas en el aire a unos diez centímetros del suelo, un zumbido eléctrico anunció que estábamos flotando, yo miré a la joven, tratando de disimular los nervios, ella sonrió y luego retiró su mano de la esfera la cuál retomó su forma anterior y se introdujo de nuevo en la pared, de inmediato se abrió en el techo una apertura de la misma medida de la plataforma en la que estábamos, piso por piso se fueron abriendo óvalos hasta llegar al último piso y luego la plataforma comenzó a ascender sin previo aviso a gran velocidad, no se alcanzó a ver los niveles, algunos invitados se reían y susurraron nerviosos, una chica al lado mío gritó eufórica y Yu Chen solo se carcajeó, mientras Clarice no perdía su actitud tranquila y controlada. Tan repentino como despegó así mismo llegó al final, habían pasado solo segundos tal vez, aún tenía la sangre en la cabeza, mas el asombro que sentí al llegar, solo podía compararse con lo que acabé de experimentar en el ascensor, literalmente tenía una mansión por penthouse, valla que los ricos no saben en qué gastar su dinero.

―Ya sé lo que están pensando, ¿Cómo puede vivir aquí? No se preocupen es tan solo para pequeñas reuniones ―expresó Daniel Tejelo seguido de las risas de los demás.

El Penthouse brilló entre matices de dorado, beige y blanco, con columnas de mármol fino enchapadas en oro, parecía más una catedral que el apartamento de un muchacho, tenía esculturas de ángeles decapitados de tres metros de altura en cada rincón, cuadros y candelabros reflejaron la luz del lugar, me tenía absorto la opulencia y excentricidad con la que vivía.

―Por favor pasen y pónganse cómodos, la señora de la limpieza dice que las piscinas son muy relajantes, debió haberse caído por accidente ―prosiguió Tejelo, de nuevo provocando las risas, una de las invitadas comenzó a quitarse la ropa y a entregársela a un mesero quien ya había repartido algunos tragos.

―Creo que me adelantaré Dani, me agrada el vapor que sale de ellas ―dijo la invitada terminando de entregar la última prenda que traía puesta, no podía verle su rostro debido a la neblina proveniente de afuera, pero Yu Chen y yo estábamos hipnotizados por su escultural cuerpo desnudo caminando hacia el agua caliente, su cara giró hacia nosotros, por un segundo me sonrojé, el viento sacudió las cortinas de seda llevándose consigo la niebla y el vapor que la cubrían.

―¿Qué no piensan venir? ―Nos dijo.

―¿Clarice? ―dijimos Yu Chen y yo al unísono.

La música comenzó a sonar y los invitados animados por Clarice empezaron a tirarse al agua. Yo me acerqué a ella, la vista era impresionante desde allí, el rumor de la ciudad no llegó a esa altura solo se oía la música juerguista que ambientaba los exteriores, además de un sutil olor a caléndula y eucalipto, pero los vientos gélidos y el agua caliente combinaron una gran tentación que no me podía permitir, no allí.

―¿Qué demonios estás haciendo? ―le pregunté a Clarice, inclinado sobre el borde de la piscina.

―Tranquilízate líder Gabo, Yu Chen se está divirtiendo ―respondió señalando a Chen quien ya estaba nadando y riendo como un niño despreocupado.

―Se suponía que vendríamos a una reunión importantísima, no a una fiesta de un jovencito elitista ―mencioné.

―La reunión comenzará pronto, por ahora disfruta de la fiesta ―añadió.

Al ver que todos se divertían, no vi más remedio que tratar de gozar para no levantar sospechas, así que decidí dar un paseo por el Penthouse, las paredes las cubrían obras artísticas pero hubo una en particular que me llamó la atención, era una pintura que parecía moverse.

―Veo que te gusta mi pintura, la pinté durante un cálido amanecer, me inspiré ese día ―dijo un hombre alto detrás de mí, era Daniel Tejelo, tenía una apariencia impecable, barba perfecta y un traje que estoy seguro que valía más que mi auto.

―Vaya, no sé mucho de arte pero es...

―Impresionante lo sé, por cierto es broma, se la compré a un joven que labora aquí en mis instalaciones a un muy bajo costo ―interrumpió.

―¿Cómo logra que se mueva? ―pregunté.

―Muy buena pregunta, son solo trazos en ondas con pincel, pero añadimos una nueva tecnología en desarrollo, parecida a la que usan los elevadores, es casi como si le diera vida ―sonrió―. Es un placer mi nombre es Daniel Tejelo, no recuerdo haberte visto antes, ¿tú eres?

―Vengo con ella ―señalé a Clarice.

―Oh la duquesa, es hermosa verdad, me dijo que vendría con dos potenciales inversores, tú debes ser uno de ellos, ¿a qué te dedicas específicamente? ―preguntó.

¿Duquesa? Ahora en qué nos metió Clarice, pensé.

―Sí, yo...

―Señor Tejelo soy un gran admirador suyo, sus avances en tecnología son impresionantes ―interrumpió Yu Chen, tan oportuno como siempre, aunque esta vez me había salvado el momento.

―¿Y tú quién eres? ―preguntó Tejelo incómodo por el desbordado entusiasmo de Yu Chen.

―Ellos son mis acompañantes ―respondió Clarice, quien tan de repente como se desvistió, llegó presentable y radiante.

―Duquesa, es un placer tenerla en mi humilde morada―saludó Tejelo―. Por favor síganme, la reunión dará comienzo.

Desde la distancia, con un control igual al de los elevadores, una esfera plateada, abrió un cuarto secreto, con tres grandes arcos que cubrían la entrada, primero entró él, luego Clarice seguida de Chen y por último yo.

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Hola chicos gracias por llegar hasta aquí, espero que les haya gustado soy realmente nuevo en esto pero seguiré subiendo contenido constantemente. Agradezco a todos sus votos y comentarios créanme que me ayudan mucho para mejorar. SALUDOS!!

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