Su agarre sobre su muñeca se congeló y sus ojos verdes intentaron descifrar las palabras que Charlie le había dicho. Se sentó en la cama en completo shock, sorprendido por la información que no le había proporcionado antes de todos sus juegos e instigaciones. Harry solamente se quedó sentado allí, mirándola, sin saber como se sentía ante la revelación
Lo único que pensaba su egoísta y extasiada mente era en lo mucho que la hubiera lastimado si se hubiera deslizado en su interior de golpe como lo hacía normalmente. ¿Cabía la posibilidad de que no lo hiciera? Harry no podía confiar en sí mismo, y no era justo para Charlie que recordaba su primera experiencia de ese modo. Harry no se destacaba especialmente por ser "suave, lento y romántico" la primera vez, pero su agresividad iba mucho más allá de eso. Como siempre, Charlie lo tomaba desprevenido en el peor de los momentos.
—No estás hablando —Charlie miró las manos en su muñeca. No la había apartado de su entrepierna, y ella podía sentir la rigidez de sus articulaciones. Harry estaba en un estado de shock y desconocimiento.
Respiraba suavemente, mientras por su mente corrían un millón de cosas que decirle a la rubia sentada frente a él. Se sintió usado y ella los había guiado a ese desastre. Charlie prácticamente le había mentido usando palabras y acciones coquetas y seguras. Harry arrugó los labios, todas sus hormonas neuróticas dispersándose cuando siguió pensando en lo mal que hubiera sido correrse dentro de Charlie... la pequeña virginal Charlie.
—Charlie... —dijo entre dientes, soltando su muñeca y pasandose la mano entre sus rizos. Sus ojos azules lo observaron en silencio, sabiendo que decirle su "secreto" no había sido lo mejor en ese momento. De repente se abrumó con dudas. ¿Debió habérselo callado?
—Esto no debería cambiar nada. Simplemente fóllame, Harry —frunció el ceño.
Harry casi soltó una risa patética por la normalidad en que Charlie manejaba la situación. Ella era quién quería que se comportara como un buen novio. Harry no era tonto, él estaba malditamente seguro de que un novio no ignoraba el hecho de que su novia era virgen. Y no pudo contenerse al estrellar a Charlie con rudeza en la cama. Ella no era un método anti-estrés, era Charlie. Ahora con un suplemento de virginidad.
—No —negó con la cabeza. Apartó su bolso de la cama con rabia, levantándose y caminando hacia la silla al otro lado de la habitación. Seguía llevado solamente sus bóxeres negros, su torso repleto de tatuajes completamente expuesto para Charlie. Se mordió el labio con un atisbo de vergüenza, pero mayormente decepción.
—Harr-
—¡Dije que no! —replicó—. Fue algo estúpido de todas maneras. Apenas es mediodía y acabamos de entrar al yate —añadió con un resoplido, recogiendo su ropa.
La parte de su mente capaz de tomar decisiones razonables regresó, y una parte de su fuente de juicio también. Todo el proceso que John había hecho para reforzar el lado íntimo de Harry se había ido a la basura. Se puso su camisa sin atreverse a mirar a su hermosa novia mediodesnuda en la cama. ¿Quién era él para tomar su virginidad así? ¿Por qué Charlie querría dársela a... Él? Sus inseguridades empezaban a nublar su opinión de la relación.
—Solo te encanta hacerme sentir como una idiota, ¿verdad? —Charlie musitó. Se paró del colchón, sus ojos casi cristalizados. Se movió rápidamente hacia él, golpeando su pecho con ambas manos. Harry se sorprendió ante su acción, pero reaccionó tomando sus muñecas.
—Charlie. —Harry advirtió, con los ojos abiertos. Ella sacudió la cabeza y siguió luchando entre su agarre, queriendo golpearlo una y otra vez. Él la hacía parecer una tonta la mayor parte del tiempo, incluso cuando no tenía la culpa de nada—. ¿Estás pegándome porque no me acosté contigo? —Harry preguntó incrédulo, sin saber qué había causado su reacción.
Ella frunció las cejas, usando toda su fuerza para golpearlo secamente—. ¡Ves! No, no estoy pegándote por eso. Estoy intentando hacerte comprender que estás sacando esto de proporción. ¿Podrías calmarte y meditar las palabras que salen de tu boca?
—No, Charlie. Si lo hago, no tendrían sentido. No importa ya, no estoy de humor. Especialmente contigo gritándome —mintió. Aunque, Charlie no lo notó. Estaba demasiado ocupada tratando de entender a lo que quería llegar.
Harry, por otro lado, estaba completamente maravillado por Charlie en el momento. Estaba apretando los puños en su pecho, usando solamente su sujetador y ropa interior. Su rostro estaba enfurecido, roto y contorsionado. Todo lo que quería hacer era complacerla, pero sus palabras habían tenido un gran efecto sobre él. Estaba muy mal. Toda la situación lo estaba. Ansiaba su diario, para poder desprenderse de sus emociones.
—Dime la verdad —insistió, pegándole más fuerte, pero sin lograr que cayera sobre la silla como esperó—. No me hables porquería sobre romance ni nada de eso, porque ambos sabemos que no es el caso.
Harry cerró la boca en cuanto lo mencionó.
—Soy un cabrón neurótico, tú lo dijiste. No puedes entenderlo —le sacudió la cabeza, apartando su pequeña figura una vez más. Cuando creyó que podía soltarla, sus manos se estrellaron de nuevo sobre su pecho, intentando golpearlo de nuevo.
—Te dije que intentaría hacerlo. Pero se me hace difícil si no me cuentas nada —Charlie lo miró.
—Hay muchas cosas que pueden contribuir est-
—Cierra la puta boca y respóndeme, Patito.
Harry tomó una profunda bocanada de aire cuando escuchó su apodo. Todo lo que había desencadenado era las memorias de cuando sonreían de verdad. Charlie y Harry apenas si peleaban... ¿Cómo podría la pareja durar más de lo que ya habían durado? Ambos estaban locos si pensaban que funcionaría, especialmente con la incapacidad de Harry de exponerse.
—Yo actúo por impulso. Y tampoco puedo evitarlo, por eso me es difícil cumplir tus... deseos sexuales —decidió emplear una frase de su diario. Sintió una pequeña onza de confianza, pero cuando Charlie no logró entender, decidió proseguir.
—Mi impulso es ceder. Mi impulso es acomodar mi escritorio, trabajar extra, despertar temprano, hacer la compra los jueves, ponerme ciertos atuendos y no romper reglas. Estaba tan empeñado en llevarte a la cama hace un momento que me di cuenta que no era yo mismo. No quiero que te conviertas en un impulso, Charlie. Quiero que seas algo que realmente necesite y que tenga que esforzarme para conseguir.
Charlie parpadeó ante el pequeño discurso de Harry. Estaba teniendo sentido, y mientras las palabras se asentaban, su corazón se derretía por él.
Harry quería pensar como un novio normal. Ella entendía de dónde venía (o algo así) pero aún así, seguía tomando todo demasiado en serio.
—Esos son muchos infinitivos —soltó una corta risa. Harry puso los ojos en blanco—. No creí que algo así podría resultar de decirle a alguien que soy virgen.
—Eso es porque no todos son unos cabrones neuróticos que necesitan que todo sea de una forma concreta —Harry deslizó sus manos fuera de su pecho finalmente, emitiendo un pequeño suspiro de alivio.
Estaba aliviado de que Charlie ya no estuviera molesta con él, pero tampoco podía negar lo reprimida que la había dejado luego de su acalorada sesión de besos en la cama. ¡Había estado a punto de ponerse un condón! Harry murmuró incoherencias, caminando hacia su bolso para tomar las RayBans que había dejado caer al suelo.
—Y... ¿Cuánto tiempo conllevará este proceso? —le preguntó, jugando con sus dedos.
—De todas las novelas románticas que he leído, la nuestra está va al revés. Déjaselo al tiempo, Charlie —Harry puso los ojos en blanco por millonésima vez, cerrando su bolso. Charlie musitó sus palabras en su acento inglés a modo de burla, tomando una de las batas colgadas en la pared para cubrir su pequeña figura.
Se lamentó de que los eventos no se consolidaran, pero seguía sintiendo los besos y caricias que Harry había dejado impregnados en su piel. Seguía sintiendo sus calientes labios sobre su estómago, y su cálido aliento sobre su cuello. Se emocionaba demasiado cuando la tocaba. Sentía que todo lo que importaba era cuando era tan íntimo con ella, ya fuera con un beso o entrelazando sus dedos.
Hubo un repentino golpe en la puerta y ambos se sobresaltaron ligeramente por la inesperada interrupción. Charlie se acercó primero a la puerta, abriéndola solo un poco para exponer el rostro de uno de los empleados del yate.
—¿Señorita Charlie? —la chica preguntó—. Hemos colocado una silla para usted y su amigo en la piscina. También pusimos libros y lápices, justo como ordenó —sonrió amablemente y Charlie correspondió su gesto.
—Gracias —asintió, cerrando la puerta suavemente.
Harry apoyaba su trasero contra la cama, verificando la hora en su teléfono antes de volver a mirar a Charlie. Había una ligera vibra de incomodidad en el ambiente, pero Charlie estaba dispuesta a hacerla desaparecer.
—¡Ponte tu bañador! —exclamó entusiasmada.
***
Harry usaba un bañador amarillo fosforescente, se había puesto sus famosas gafas RayBans, casi a juego con Charlie puesto que ella se había puesto las suyas. Ambos creaban molestos sonidos en el suelo con sus sandalias cada vez que caminaban, y también desprendían incomodidad al no entrelazar sus manos como usualmente. Charlie todavía se sentía un poco desconcertada por el rechazo de Harry, pero estaba apegándose a su promesa. Charlie iba a entender sus razones.
Lo guió hacia una pequeña escalera, revelando la soleada cubierta. Harry se sorprendió al encontrarse con una piscina, y un equipo de miembros de la tripulación estaban de pie junto a los dos sillones con bebidas de colores brillantes.
—Te consiente demasiado —Harry bromeó, sonriendo ampliamente.
—Ya es lo suficientemente irritante. No me provoques —lo fulminó con la mirada, quitándose las sandalias y poniendo una larga toalla verde sobre la silla.
Harry repitió sus movimientos, y Charlie no tuvo miedo de observar la hermosa forma en la que se abdomen se contraía con cada movimiento, y lo bronceada que su piel era. Se halló humedeciéndose en su parte baja y se obligó a apartar la mirada de su novio.
—¿Lapices? —Harry inquirió, señalando el contenedor con varios lápices Ticonderoga número 2. Charlie hizo un ademán hacia uno de los empleados para que le pasara un pequeño libro. Harry no supo exactamente descifrar lo iban a hacer por el sol molestando sus ojos, pero decidió esperar hasta que le revelaran información.
La pareja se sentó en silencio. Harry observó a Charlie abrir el libro con curiosidad, notando la forma en la que se llevó el lápiz casualmente a los labios. Los mordió casi distraída mientras leía el libro, y luego usó el lápiz para escribir algo.
—¿Qué es? ¿Sudoku? —Harry preguntó. El juego contenía un conjunto de números del uno al nueve, con el fin de que llenaras las casillas en blanco con números que no se pueden repetir vertical ni diagonalmente. Harry lo jugaba a veces.
—Mmh, algo así —respondió, escribiendo otra cosa.
—Nena, sería de gran ayuda que me lo dijeras.
Charlie bufó—. Es un crucigramas. He estado haciendo este por una semana. Tal vez puedas ayudarme con las últimas que me faltan —sugirió. Harry sonrió para sus adentros triunfante, apoyando la cabeza en la silla.
—Está bien, puedo intentarlo.
Charlie asintió, mordiéndose el labio para hallar la palabra más difícil. No negaría el hecho de que Harry conocía más sobre ciertos temas que ella. También se llevaban dos años. Harry estaba lleno de ventajas que Charlie odiaría admitir.
—Palabra de seis letras para empanadillas al vapor —Charlie rió, mirando a Harry. Él siguió mirando adelante, observando el cielo azul. Empezó a pensar en las innumerables cosas que podrían ser la respuesta. Se sentía obligado a responder correctamente ya que la oh-tan inteligente Charlie no podía hacerlo.
—Mmh —la miró—. ¿Dim Sum?
Charlie observó el libro, completamente sorprendida de que hubiera podido descifrar la respuesta.
—¿Te gusta la comida China? —rió mientras escribía la palabra. Encajaba perfectamente entre las letras rodeándola.
—¿No es Cantonés?
—Eres un cerebrito —Charlie le lanzó el lápiz, haciendo que el pequeño objeto rebotara sobre sus bíceps y cayera al suelo de la cubierta. Harry fingió dolor. Todo lo que Charlie hizo fue tomar otro lápiz.
—Fingiré que no hiciste eso —Harry se relajó sobre la silla de nuevo—. Haz otra.
—Vale —sonrió para sí misma—. Palabra de cinco letras para "Famous Sledder Ethan" —Charlie miró a Harry de nuevo, notando que era su última palabra para completar el crucigrama. Sabía que se refería a un libro o poema, pero era demasiado vaga como para leer literatura aburrida.
—Fácil —Harry dijo casi instantáneamente—. Frome. F-R-O-M-E. Ethan Frome. Es un libro que leí en la secundaria. Era completamente aburrido, pero ya sabes...
—No, no lo sé —Charlie le sacó la lengua.
***
Los estoy odiando a ambos, ¿ok? La tensión sexual entre ellos es like, tOO MUCH.