About The Unusual Suspects |...

By BreakinGalaxies

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EN EDICIÓN LENTA. [Libro #2 de la saga "About Werewolves and Witches"] NOTA: por favor, lee la primera secció... More

Epígrafe
I. Fue un muy buen verano.
II. Solo una pesadilla en el bosque.
III. El tatuaje
IV. Comportamiento que perturba.
V. El regreso de la mejor amiga rubia.
VI. ¿Pesadillas o locura?
VII. Los recuerdos de Isaac.
VIII. Hombres lobo en el banco abandonado
IX. Atrápame si puedes.
X. Sacrificios humanos.
XI. Los fantasmas de Meredith.
XIII. Druidas y darachs.
XIV. El viaje escolar.
XV. Ríete, casi me muero.
XVI. Motel California. Parte I
XVII. Motel California. Parte II
Capítulo 8: Currents
Capítulo 8: Currents. Parte II
Capítulo 9: Open Mind
Capítulo 9: Open Mind. Parte II
Capítulo 10: The Girl Who Knew Too Much
Capítulo 11: The Overlooked
Capítulo 12: Alpha Pact
Capítulo 13: Lunar Eclipse
Capítulo 13: Lunar Eclipse. Parte II
Capítulo 14: Lose Your Mind. Parte I
Capítulo 14: Lose Your Mind. Parte II
Capítulo 15: Anchors. Parte I
Capítulo 15: Anchors. Parte II
Capítulo 16: More Bad Than Good. Parte I
Capítulo 16: More Bad Than Good. Parte II
Capítulo 17: Galvanize. Parte I
Capítulo 17: Galvanize. Parte II
Capítulo 17: Galvanize. Parte III
Capítulo 17: Galvanize. Parte IV
Capítulo 18: Riddled. Parte I
Capítulo 18: Riddled. Parte II
Capítulo 18: Riddled. Parte III
Capítulo 19: Letharia Vulpina. Parte I
Capítulo 19: Letharia Vulpina. Parte II
Capítulo 19: Letharia Vulpina. Parte III
Capítulo 20: Echo House. Parte I
Capítulo 20: Echo House. Parte II
Capítulo 20: Echo House. Parte III
Capítulo 21: The Feeling of a Memory. Parte I
Capítulo 21: The Feeling of a Memory. Parte II
Capítulo 21: The Feeling of a Memory. Parte III
Capítulo 22: De-Void. Parte I
Capítulo 22: De-Void. Parte II
Capítulo 22: De-Void. Parte III
Capítulo 23: Oak Creek. Parte I
Capítulo 23: Oak Creek. Parte II
Capítulo 24: The Divine Move.
Capítulo 25: Hurts Like Hell
Capítulo 26: Somewhere Over the Rainbow
Agradecimientos

XII. Detención.

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By BreakinGalaxies

|| Detención.



JONES. JONES. JONES. JONES. JONES. JONES.
JONES. JONES. JONES. JONES. JONES. JONES.
JONES. JONES. JONES. JONES. JONES. JONES.

Frunzo el ceño, confundida al encontrarme con que las últimas tres páginas de mi cuaderno de física avanzada están cubiertas por ese apellido. A pesar de que es mi cuaderno y mi letra, no recuerdo haberme tomado el tiempo de escribir nada de eso.

—¿"Jonas"? ¿Jonas Brothers? No sabía que te gustara esa banda.

Me sobresalto al oír la voz de Lucy por sobre mi hombro, demasiado cerca de mi oído. Ella se ríe por lo bajo y se apoya contra el casillero de al lado. Yo cierro el cuaderno en mis manos antes de dejarlo sobre la pila de libros que no necesitaré más el resto del día.

—¿En qué momento llegaste?

—No hace más de dos minutos. Perdona si te asusté —me dice, sentándose a mi lado—. Voy a hacer una fiesta en mi casa.

—¿Una fiesta? —bufo, a punto de preguntarle si eso es una buena idea considerando que hay una manada de alfas en la ciudad, además de un posible asesino serial, pero por fortuna mi cerebro registra a tiempo que eso solo sería apropiado si se tratase de Lydia o Allison. Así que en cambio digo—: ¿Cuándo? ¿Y para celebrar qué?

—Este sábado. Mis papás se irán el fin de semana a San Francisco por su aniversario o algo así.

—Oh, así que tendrás la casa sola y quieres aprovechar para convertirla en un chiquero al invitar a un montón de adolescentes descontrolados. Genial.

—Oye, al menos tú y Stiles por fin podrán perder la virginidad. —Instantáneamente siento la cara caliente y roja de la vergüenza—. Quizás debamos invitar a ¿Allison? —Asiento, confirmando que ha recordado bien el nombre de la ex de mi hermano—, para que distraiga a Scott y así ustedes puedan estar cómodos.

—Yo, em, uh...

—Dame las gracias después de tu noche de acción —me dice, guiñandome un ojo. Pero la expresión divertida en su rostro se esfuma al segundo siguiente, sus ojos siguiendo algo, o mejor dicho, a alguien.

Al mirar detrás de mí, veo a Danny caminando junto a uno de los gemelos, quien tiene rastros de sangre en la cara y mantiene una mano sobre sus costillas, como si le dolieran.

—¿Estás seguro de que no quieres ir a la enfermería? —Danny pregunta angustiado.

—Solo necesito lavarme la cara —contesta el gemelo.

—¿Qué le habrá pasado? —inquiero para mí misma.

—Ni idea —masculla Lucy. Quizás esta sea la razón más obvia de que soy hermana de Scott y novia de Stiles, tampoco sé murmurar propiamente—. Te veo en el almuerzo —añade, apartándose a paso veloz por el pasillo semi-vacío.

Pienso en alcanzarla para decirle que estaré en detención durante el almuerzo, pues la maestra de física avanzada me ha castigado por quedarme dormida en su clase de nuevo, pero justo entonces veo a Scott e Isaac caminando hacia mí. Mientras que el rubio luce más que enfadado, mi hermano se ve preocupado, por ende decido acercarme para averiguar qué ocurre.

—Hey. ¿Todo bien?

—No —replican al unísono, sin dejar de caminar—. Castigaron a Isaac por culpa de los gemelos —me informa Scott.

—Oh. Eso explica por qué Danny quería llevar a Ethan a la enfermería.

—Yo no lo lastimé —se defiende Isaac, aunque luego agrega entre dientes—: Desafortunadamente.

—Que no te afecte. Solo es detención en el almuerzo. Todo lo que ellos quieren es fastidiarte, no les des el gusto —manifiesta mi hermano.

Yo frunzo el ceño. Es curioso que también Isaac esté castigado durante el almuerzo.

—No solo intentan fastidiarme a mí —denota el rubio, haciendo un gesto con la cabeza antes de detenerse frente a su casillero.

Scott y yo miramos hacia la izquierda, encontrando que el gemelo heterosexual, Aiden, está charlando con mi mejor amiga. Y, para mi gran sorpresa, puedo oír con claridad cada palabra de su conversación.

Parpadeo repetidas veces, incluso me sacudo las orejas en un vano intento por despertar de este bizarro sueño. Porque ¿de qué otra manera me explico a mí misma que a pesar de estar a unos seis metros de distancia puedo escuchar el penoso flirteo del gemelo hacia Lydia.

—¿Qué? —La voz molesta de Scott me retumba en los tímpanos, como si acaso trajera un megáfono y me hubiera gritado al oído.

Aturdida, lo miro esperando una disculpa de su parte. Él ni siquiera me está prestando una pizca de su atención.

—Ahora quieren molestarlos a ustedes —Isaac se mofa. Su voz hace eco y tamborilea en mis tímpanos.

Pero entonces ya no es solo la voz de Isaac o la de Scott gritándome, sino cada mínimo ruido en el pasillo, los salones... en toda la maldita escuela.

Cada respiración se oye como si estuvieran inhalando y exhalando sobre mis orejas, puedo oír cada paso, cada palabra, cada abrir y cerrar de casilleros como si estuvieran justo a mi lado. Todo esto me abruma, más todavía cuando aun con las manos sobre mis orejas, todos esos sonidos me martillean en los tímpanos y me ocasionan un súbito dolor de cabeza.

—¿Mer? ¿Qué tienes?

—¿Te sientes bien? —Isaac y Scott me miran confundidos, preocupados.

—¿Ustedes no lo oyen? —devuelvo sin aliento, aguantando las lágrimas que se acumulan en mis ojos debido al pánico y la confusión que siento por lo que está ocurriendo.

—¿Oír qué?

—¿Qué oyes?

—¡Sáquenme de aquí! —les ruego en un sollozo. Son tantas voces, tantos ruidos, todos tan fuertes, tan abrumadores.

Siento unos brazos elevarme del suelo, cargándome con suma facilidad para luego llevarme al vacío campo de lacrosse a toda velocidad. Cuando me dejan sobre el césped con cuidado, el ruido atormentándome comienza a desvanecerse lentamente.

Un cosquilleo me recorre los muslos descubiertos y una ligera brisa me golpea el rostro. Los chicos se arrodillan frente a mí con arrugas surcando sus frentes gracias a su ceño fruncido.

—¿Estás bien? —me pregunta con suavidad Scott.

Trago en seco y asiento.

—Sí. Sí, ya estoy bien.

—¿Qué pasó? —pide saber.

—No lo sé. Todo... —Busco las palabras correctas—. Fue como si todos y todo tuvieran un megáfono conectado a mis oídos.

La confusión crece en el rostro de ambos.

—No entiendo.

—¿Qué quieres decir con eso?

—Fue como... Fue como cuando escuché a Allison. En los vestidores de chicos. Cuando Jackson la atacó. —Y de pronto, algo hace clic en mi cabeza, dándole sentido a lo que acaba de ocurrir—. Fue la conexión.

—Sigo sin entender —enuncia Isaac, luego le pregunta a mi hermano—: ¿Tú entiendes de qué habla?

—No. Ni idea. Quizás debería llevarte a la enfermería —dice con el dorso de su mano en mi frente—. Tal vez tengas fiebre y estés alucinando.

—No tengo fiebre —le aseguro, quitando su mano de mí cara—. Hicimos una conexión. Me prestaste tu sentido del oído lobuno. Lo mismo pasó hace unos días, cuando a ambos nos sangraron los oídos. Y la vez que salvaste a Allison de Jackson.

—Voy a llamar a mamá —decreta, viendome como si acabara de salirme una segunda cabeza.

Le arrebato el celular.

—¡Escúchame! Las originales podían hacerlo. Conectarse con otros seres sobrenaturales y obtener prestadas sus habilidades sobrehumanas.

—¿Las originales? ¿Te refieres a tus sucesoras?

—Antecesoras —corrije Isaac a Scott—. Meredith es la sucesora de las originales.

—Eso es correcto —digo tontamente cuando la mirada de mi hermano vuelve a posarse en mí.

—Pensé que todo lo que sabías sobre ellas es que eran algo así como la realiza de las brujas.

Abro la boca para darle una explicación a mi conocimiento sobre la "conexión" pero al hacerlo me doy cuenta de que no tengo la menor idea de cómo, por qué o cuándo es que averigüe tal cosa.













—Entonces, estás completa, total e irrefutablemente segura de que estás bien.

Asiento. Stiles me mira suspicaz.

—Lo estoy —le digo—. Te darías cuenta si no fuera así.

Él suspira lento y profundo.

—Bien. Pero si empiezas a escuchar cada sonido producido en esta escuela, debes decírmelo. ¿Okay? No quiero que intentes hacerte la valiente.

—No lo haré.

—Más te vale. Isaac dijo que parecía que ibas a desmayarte y yo no puedo correr tan rápido como él o Scott para alejarte de la escuela y evitar que te explote la cabeza.

—¿Hablaste con Isaac? —inquiero curiosa.

Stiles hace una variación de ademanes al responderme:

—Scott y tú tienen esta costumbre de no siempre contarme todos los detalles de las cosas que pasan cuando no estoy presente. Así que sí, hablé con Isaac para que me diera su versión de los hechos. Me preocupaba no tener todo el contexto de lo que te pasó.

—Oh.

—Eso me recuerda, ¿por qué no me contaste de esa cosa de la conexión y las originales? —indaga con genuina curiosidad y un deje de angustia, como si le preocupara que yo no confíe en él.

—Supongo que sonaba tonto así que lo olvidé. Más aún con todo lo que ha estado pasando con los alfas y... bueno, tú sabes.

—Entiendo. Tiene sentido —acepta, rascándose la cabeza con una mano mientras con la otra me abraza por los hombros.

—Así que con esos temas fuera del camino, ¿ya puedo preguntar qué favor querías pedirme?

—Oh. Er, quizás no sea buena idea. Al menos no hoy —balbucea.

—Solo dime.

—Puede esperar.

—Si es sobre el asunto que discutimos en educación física, creo que tal vez sería bueno esperar al sábado. Lucy dará una fiesta en su casa y tal vez...

—No. No. No es sobre eso —me asegura al entender de lo que hablo—. Aunque, podemos ahondar en ese tema más tarde. Después de la escuela. Cuando no haya tantos pájaros en el alambre.

—O-okay —es lo único que atino a decir.

Stiles resopla.

—Lo que quiero pedirte es que entres en la mente de Ashley y busques...

—Perdón —lo interrumpo—, ¿quién es Ashley?

—La novia de Kyle —explica. Mi corazón se detiene por un momento—. Necesito saber si Kyle era vírgen. Pensé en preguntarle yo mismo a Ashley, pero luego me di cuenta que eso sería muy insensible de mi parte, además de que sería raro.

Inhalando profundo, doy un leve asentimiento.

—Te verías como un pervertido —comento, él hace un gesto afirmativo—. Bien, lo haré.

—¡Genial! Ella está por ahí. Mi papá está tomando su declaración.

Sigo el rumbo de su mirada (y el dedo índice con el que apunta), viendo que la inconsolable chica rubia está dentro del área de administración, sentada junto al sheriff que toma notas de su conversación.

Gran parte de mí no quiere hurgar en sus recuerdos, pero tampoco quiero empujar a Stiles a ir a hacerle una pregunta tan personal e invasiva como lo es "¿tu novio muerto era vírgen?", que además seguro le daría una mala reputación al instante.

Al momento en que comienzo a buscar en la mente de Ashley la respuesta que Stiles necesita, el Kyle con el que alucino aparece detrás de su novia, ordenándome que la deje en paz. Yo tan solo cierro los ojos para evitar verlo y hago lo mejor que puedo para ignorar su voz rasposa.

—No era vírgen —mascullo al cabo de un rato y, antes de que Stiles pueda decir nada, doy la media vuelta para correr hacia el baño más cercano.

Necesito un momento a solas para poder llorar sin que nadie me pregunte qué me pasa.













Apenas salgo del baño, el timbre resuena por toda la escuela anunciando el término del cuarto periodo y a su vez el inicio de mi castigo; así que en lugar de dirigirme a la cafetería, camino rumbo al salón del profesor Harris, el encargado de atormentar a los alumnos en detención.

—Ah. Señorita McCall, llega justo a tiempo —manifiesta el profesor en tono irritado en cuanto cruzo el umbral de la puerta, luego se gira hacia Isaac—. Ella los ayudará a surtir el armario del conserje.

Dejo mi mochila sobre una mesa de trabajo mientras el rubio recibe la llave que nos dará acceso al sótano (ahí es donde almacenan todos los artículos de limpieza que compran por mayoreo, además de la lista de las cosas de las que necesitamos surtir al conserje.

—¿A ti por qué te castigaron? —me pregunta Isaac en cuanto salimos del aula.

—Me quedé dormida en clase.

—¿No dormiste anoche?

—Sí, pero supongo que no descansé lo suficiente.

—Te recomendaría tomar gomitas de melanina, pero gracias a esas cosas he tenido sueño todo el día. —Me sobresalto al oír la voz de Allison, pues no la había visto—. También me castigaron por quedarme dormida en clase —agrega cuando nuestras miradas se cruzan.

—Oh.

Me siento incómoda cerca de ella. Scott podrá haberla perdonado por todas las malas decisiones que tomó el ciclo pasado, pero yo no. Y le guardo un poco más de rencor por lo que su madre le hizo a mi hermano.

El trayecto al sótano es silencioso, incómodo, tenso, pero al llegar nos apuramos a buscar lo que necesitamos. Yo me alejo unos minutos, buscando la carrucha para poder llevarnos lo más que se pueda y no tener que dar más vueltas de las necesarias.

—¿Le contaste a alguien que estuve aquí la otra noche? —Oigo a Allison preguntar cuando voy de regreso donde ella y mi amigo están.

—¿Debería hacerlo?

—Me haría muy feliz que no.

—Bueno, tu felicidad no es una prioridad para mí.

—Er, ¿Isaac? —Ambos dan un respingo—. Encontré la carretilla de carga, pero tiene encima un montón de cajas muy pesadas, ¿podrías...?

—Yo me encargo —me dice sonriente.

Diez minutos más tarde, los tres estamos entrando al armario del conserje. El lugar es algo estrecho, más aún con los estantes acomodados contra las paredes, el carrito de limpieza y nuestra presencia.

—Lo siento —me disculpo con Isaac al chocar con él en un intento por llegar al estante que se halla al fondo.

—No pasa nada.

—¿Allison? —Un chico al que he visto en algunas de mis clases aparece bajo el umbral de la puerta—. Harris te busca.

La pelinegra resopla.

—Regreso enseguida —nos dice antes de salir del armario. El chico se va junto con ella.

Entretanto, Isaac y yo nos disponemos a acomodar las cosas que hemos traído del sótano.

—¿Estás bien? —le pregunto al notar que mira constantemente hacia la puerta, que se mantiene abierta gracias a una especie de ganchito metálico que se atora en el piso.

—Sí, es solo que no soy fan de los espacios reducidos.

Eso me es suficiente para recordar la horrible forma en que padre solía castigarlo.

—Saldremos rápido de aquí —le aseguro en un vano intento por apaciguar sus nervios—. Oye, ¿a qué se refería Allison cuando te pregunto si le contaste a alguien que estuvo aquí la otra noche?

—No lo digas en ese tono. —Me voltea a ver, en sus manos sosteniendo dos botes de cloro.

—¿Cuál tono? —me hago la que no entiende.

—Como si insinuaras que nos encontramos aquí porque salimos en secreto.

—No insinuaba nada —digo encogiendo los hombros.

—Cuando Cora y Boyd escaparon, ella ayudó a traerlos a la escuela. Solo yo la vi.

—Sospechoso —me burlo, solo para mantenerlo distraído.

—Jamás saldría con la loca que me apuñaló veinte veces con cuchillos.

Se me sale una risita, pero me callo al instante en que escucho una voz gritándome al oído.

«¡HARRIS!».

Doy un brinco en mi lugar, mi corazón late a mil por hora y cuando me giro para averiguar quién ha entrado al armario con nosotros, me doy cuenta de que la puerta está cerrada y que Isaac la golpea con desespero. Incluso ya se ha quitado el suéter.

—No, no, no, no, no. ¡Abran! ¡Abran!

—Tal vez la cerró el viento. —En cuanto las palabras salen de mi boca, me doy cuenta de lo estúpidas que suenan.

—No, hay algo al otro lado. No puedo abrirla —me contesta alterado, jalando la perilla y empujando la puerta—. Esto no es bueno. Esto no es bueno.

—Quizás entre los dos podamos empujarla —sugiero, acercándome un poco. Él vuelve a golpear la puerta—. Isaac, calma. Todo está bien, ¿sí? Estás bien. Estás conmigo. Nada malo va a pasar.

Le acaricio el brazo, pensando que tal vez eso ayude a relajarlo, pero pareciera que surte el efecto contrario porque se tensa y la fuerza con la que golpea la puerta aumenta.

—¡Vamos, vamos! ¡Ábrete! ¡Vamos!

Retrocedo un par de pasos, chocando con el carrito de limpieza. Comienzo a pensar en qué puedo hacer para calmarlo.

—Isaac. Isaac.

—¡VAMOS! ¡VAMOS! ¡NO! ¡NO!

—¡Isaac, para! ¡Déjame intentarlo! ¡Yo puedo abrir la puerta! ¡Usaré mis poderes! —exclamo, pero ya es tarde pues cuando por fin deja de golpear la puerta y voltea a verme, sus ojos son de un brillante amarillo, sus colmillos se han afilado y me gruñe por lo bajo. Con cuidado, empiezo a moverme lo más lejos que me sea posible de él, con el corazón pendiendo de un hilo—. ¿Isaac? Isaac, soy yo. Meredith. No voy a hacerte daño. Solo tienes... tienes que respirar profundo, ¿sí? ¡Isaac! ¡Isaac! ¡Isaac!

Todo pasa tan rápido. Isaac se abalanza sobre mí, arrinconándome y haciéndome sentir diminuta, luego levanta una mano y justo cuando pienso que este es mi fin, la puerta se abre de golpe e Isaac sale volando al pasillo.

Scott me mira por un segundo antes de salir del armario para impedir que el rubio se levante del piso. Luego, lo escucho pronunciar su nombre en medio de un feroz rugido.

Salgo al pasillo al darme cuenta de que Isaac ya no lucha contra mi hermano.

—¿Mer? Oh, por Dios, ¿estás bien? —Allison se acerca de inmediato a mí, levantando mi brazo derecho.

—Estoy bien. No es nada. Solo un rasguño. —La voz me falla, pues sale temblorosa.

Tengo dos profundos rasguños en el antebrazo. Con la adrenalina y el miedo del momento, ni siquiera me di cuenta de que resulté herida. Es más, ni siquiera me duele. Aún.

—Mer, lo siento. Lo siento tanto. No quería lastimarte. No fue mi intención. —Isaac se sienta con la espalda contra la pared, angustiado, avergonzado, mirándome con pesar.

—Lo sé. No te preocupes. Estoy bien. De verdad. Estoy bien —le aseguro y, cuando veo a Scott tensar la mandíbula, añado—: No es culpa suya.

—Lo sé —bisbisea, girándose hacia el ojiazul—. Ahora sabemos que quieren algo más que solo hacerte enojar. Quieren que alguien salga herido.

—¿Entonces vamos a hacer algo?

—Sí. Los haremos enfadar. Mucho —responde Scott con determinación.













Mientras Allison y los chicos se encargan de una parte de su plan para vengarse de los gemelos alfa malvados, yo me encamino hacia la enfermería con la mente bastante ocupada en idear una mentira lo bastante creíble sobre cómo resulté herida. De algún modo los convencí a los tres de no acompañarme.

No obstante, varios pasillos antes de llegar a mi destino, me topo de frente con mi novio. En cuanto los ojos de Stiles divisan las dos heridas paralelas en mi brazo, manchado por mi propia sangre, comienza a revolotear a mi alrededor en busca de más lesiones a la vez en que hace cientos de preguntas que apenas tengo oportunidad de responder. Luego, ya con el contexto de la situación, Stiles decide que él va a llevarme a la enfermería y además me ayuda a pensar en la mentira que le diré a la señora Miller: me caí haciendo cross country y me arañé el brazo al intentar protegerme la cara, Sin detalles de con qué exactamente me lastimé o cómo para evitar cualquier discrepancia en la mentira si tengo que repetirla.

—Te lo juro. Si alguno de ellos se cruza en mi camino, los golpearé con mi bate bañado en acónito —refunfuña por milésima vez mientras caminamos por el pasillo en dirección a la salida más cercana.

Al final el esfuerzo por crear la mentira perfecta es en vano. La señora Miller tenía las manos bastante ocupadas con todos los estudiantes del club de cocina que se intoxicaron con alguna comida. Me atendió tan rápido que ni tiempo para quejarme del dolor tuve.

—No lo harás. No quiero que tomen represalias contra ti.

—Lo haré. Por su culpa Lahey te hizo esto.

Hago un mohín. No puedo dejar de pensar en que pude haber hecho algo más efectivo para evitar que Isaac perdiera el control de esa forma.

—¿Podemos hablar de otra cosa? —le pido desanimada.

—Bien. Otro tema... ¡Oh! Boyd conocía a Kyle. Estuvieron juntos en el entrenamiento militar junior.

—Jum. No sabía que Boyd estuviera interesado en la milicia.

—Ni yo. Pero supongo que nunca nos tomamos realmente el tiempo de conocerlo.

—En eso tienes razón —le concedo en un suspiro.

Me siento mal por Boyd. Siempre fue un chico solitario y aceptó la mordida de Derek pensando que eso le daría una mejor vida, pero desde que se convirtió en hombre lobo las cosas solo han ido para peor. Desde su desaparición, la pista de hielo quebró pues sus padres usaron todo su dinero y esfuerzos para encontrarlo. Además, su mejor amiga murió y si no hay cazadores detrás suyo entonces es una manada de alfas psicóticos.

—Lo que me recuerda. —La voz de mi novio me saca de mis pensamientos—. Como Kyle no era vírgen, sigo sin entender por qué lo sacrificaron.

—Quizás estás adelantándote al asumir que se trata de —trago en seco—, sacrificios. —La palabra sale en un murmullo, tan débil que inclusive yo apenas soy capaz de oírme.

—¿Qué quieres decir?

—Quiero decir, que como víctima real de un ritual para obtener juventud eterna, es mi deseo más grande que dejes de hablar de todo este asunto de los vírgenes y te enfoques en, no sé, observar aves o jugar con tu X-Box.

Su expresión cambia al instante. Al mismo tiempo, Heather, Tom, Emily y Kyle aparecen al costado del pasillo. Me apresuro a llegar a la puerta azulada y empujarla con mi brazo bueno. Stiles no tarda en alcanzarme.

—Lo siento. No es mi intención hablar del tema para hacerte sentir mal ni traerte malos recuerdos. Es solo que algo está pasando y...

—Tal vez sea un asesino en serie —lo interrumpo. Bajo la cabeza para no ver a los fantasmas (o alucinaciones) que me siguen.

—¿Sabías que hay un templo en Calcuta dónde sacrificaban a un niño por día? —Ahogo un suspiro—. Eso es un bebé muerto a diario. ¡A diario, Mer! Hey, ¿quieres saber qué día es hoy? Es el día del bebé muerto. No, espera, ¡todos los días es día del bebé muerto! ¡Sí! —Le observo brincar, exclamar y fingir emoción para agregarle su usual entusiasmo y dramatismo a las cosas.

—¿Cuál es tu punto?

—Mi punto es que la gente antigua adoraba los tríos. —Elevo la mirada hacia él, confundida—. Así que quizás primero son tres vírgenes y luego, no lo sé, tres personas que tienen perritos.

Me detengo en seco.

—¿Perritos?

—Kyle tenía un perrito. —Achico los ojos, sin entender a dónde va esto. Él suspira y coloca las manos en su cadera antes de continuar—: Tienes que deshacerte de la bola de pelos.

—¡No me desharé de Castiel!

—¿Ni siquiera te lo plantearías?

—Desde luego que no. Y deja de intentar encontrar un patrón basándote en un solo dato.

—¿Entonces dices que debo esperar a que muera alguien más? ¿Solo sentarme y verlos morir? ¿Esperar a que se marchiten y mueran frente a mí?

—¿Que se marchiten? —repito confundida.

—Ya sabes a lo que me refiero. —Lo miro curiosa—. Morir de una forma horrible y desagradable al ser estrangulado, decapitado y degollado. —Hace el ademán sobre su cuello.

Suspiro y le miro a los ojos.

—Esos chicos, Heather —enuncio, viendo por el rabillo del ojo al fantasma de la aludida acercándose a mí—, fueron estrangulados con un garrote. Eso es algo que cualquier psicópata podría hacer. Es una horrible forma de morir y quizás más común de lo que nos imaginamos. Así que tal vez lo mejor sería que alguien que sepa lidiar con este tipo de cosas se encargue de resolverlo, de encontrar al culpable.

—¿Te refieres a alguien como mi papá?

—Me refiero al sheriff de Beacon Hills.

—Ese es mi papá —musita.

Yo asiento.

—Deja que él se haga cargo de esto, ¿sí? —le suplico antes de pararme de puntitas para poder darle un fugaz beso en los labios.

Al alejarme en dirección a mi siguiente clase, mi fuero interno inicia un cántico ya muy bien practicado de las palabras "no es real" cuando al creciente grupo de fantasmas que me atormenta se le une un hombre robusto, calvo y vestido con su uniforme de gala de la milicia. Y también el profesor Harris.















[Editado: Febrero 29 del 2024].

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