LYLA.
No podía quitar esos ojos verdes de mi mente. Esa sonrisa tan dulce y hermosa, la forma en que su rostro brillaba al jugar con mis pequeños. Ese hombre en quien pienso no es Chris, es él... Nicholas Lowey. Odio aceptarlo y esto es muy incorrecto pero estaba confundida, cuando estaba con él era diferente a cuando Chris. Sentía que con Nick podía hablar tranquilamente e incluso no decirnos nada.
Chris caminó hasta el sofá de blanco y negro donde estaba sentada. En sus manos tiene dos copas de champán, con una sonrisa picara y traviesa. La salida al cine se suspendió y Chris decidió traerme a su casa.
Puedo afirmar que es bonita y limpia, espaciosa y con tantos cuartos.
—¿Pensabas en mi? —arqueó una ceja, sentándose a mi lado.
No lo creo.
—¿Qué celebramos? —cambie de tema, tomando la copa entre mis dedos.
—Que estoy a tu lado, bella —se acercó a mi despacio para besar mis labios lentamente. Fui yo quien me separé de él a los segundos —, eres mi todo Lyla. No me imaginaria una vida sin ti y...quiero proponerte algo.
Mi corazón comenzó a acelerarse. No sabia que decir o como mirarlo, mis manos estaban a punto de temblar. No era para menos, mi “hombre” me quiere proponer algo, ni siquiera sé si deba emocionarme.
—No sé que quieres decir, Chris.
—Quiero que vivamos juntos. —lo soltó de pronto,para después beber de su copa.
¿Qué? ¿que, qué? Él no lo está diciendo. ¡Dios mío! ¿qué debo responder?
Buscaba las palabras ideales que decir. No soy una niña, soy una mujer completa y hecha, con dos niños. Ya no sólo soy yo, son ellos...Thiago y Tommy por quienes debo pensar. No puedo remplazar a su papá, lo sé al igual que ellos necesitan a una figura paterna sin embargo no es fácil. Tommy y Chris no se llevan como antes y el que convivan juntos haría que “choquen” sus personalidades.
—Lyla.
Llamó algo diferente. Como si supiera lo que pienso, en que de seguro es una locura y no aceptaría. Intenté con todas mis fuerzas sonreír aunque salio fue una mueca, di un suspiro.
—Llevame a casa, por favor. Necesitó pensarlo Chris.
—¡No tienes porqué pensarlo! —levantó su voz dejandome atónita —. No bella, mira, te lo pongo fácil. Tú y los niños se vienen a vivir conmigo, mi casa es tu casa y tengo las habitaciones para los niños y no tendrás que pagar tanto dinero y, no vivirás con él.
Sabia a que o mas bien quien, se refería. Nicholas Lowey es tipo una amenaza para Christoper, realmente ellos no se caían bien. Locura, si Chris piensa en que yo tendría algo con Nicholas Lowey.
—¿Hablas de Nicholas? —dejé la copa de champán en la mesa de vidrio y acto seguido él hizo lo mismo.
—¡Sí! ¡por él! ¿acaso no notas como te mira? ¡qué se cree ese idiota! —de un golpe se levantó del sofá, encolerizado. Me levanto despacio para calmarlo —. Nadie puede ver la mujer de Christoper Duch, nadie. —apretó sus dientes.
Reí confundida. Con los sentimientos sueltos, sin saber que hacer ahora. Primero dice que Nicholas Lowey esta enamorado de mi, lo cual es falso y luego me reclama como suya. ¿Qué le sucede a los hombres hoy en día? A veces quisiera poder entenderlos así sea un cuarto.
—¿Disculpa? ¡ya va! —trato de calmarme para seguir hablando —, no Christoper. No soy tuya.
No hay algo en el mundo que odie mas a que me reclamen como suya. Thomas Parker lo hacia todos los días, ya no puedo permitirme ser de alguien completamente. Él decía que yo nunca me iría por ser de “él” que no podía siquiera salir sin su permiso.
—¿Acaso te gusta ese niñito rebelde? —señaló a la puerta, no sé porque.
—Llevame a mi hogar. Mis hijos me necesitan.
—Te llamaré a un taxi. —comentó frío sacando el celular de su bolsillo.
Mientras Chris llamaba a un taxi pensé en un fin de cosas, en lo idiota y egoísta que es. No puede tratarme así, no soy cualquiera.
Mi cara arde de rabia mientras mi pie golpea el suelo algo impaciente.
—¿Ya viene?
—Sí. Anda de una para afuera, no sea que no llegues a tiempo para darle besitos a tu niño rebelde —y con eso me dio la espalda.
—¡No Chris! ¿sabes? Piensa lo que quieras. Yo me voy,llámame cuando dejes tus estúpidos celos, ¿okey?
Sin esperar respuesta le di la espalda, dejando a ese hombre hechando humos de furia.
Me acerque al auto amarillo para adentrarme a este. Un hombre algo mayor y delgado se mostraba como conductor.
—Aquí está,Morgan. Gracias —escuché a Chris hablar con el conductor y observe de reojo como le pagaba al señor.
Ni siquiera se limitó a mirarme y por mi parte tampoco lo hice. Un nudo se formó en mi garganta, mi rostro se siente caliente de rabia al tiempo en que quiero llorar.
El conductor muy amable comenzó a charlas de cosas triviales, respondía con un simple “sí” “lo dudo” “no” hasta llegar a casa.
Al entrar a casa algo noté extraño. La casa en completo silencio y limpia. Pasee por la cocina,sala,comedor hasta subir a las habitaciones. La voz de mi hijo Tommy se escuchaba en su habitación, en conjunto a la de Nicholas. Entre sin pedir permiso, puesto es la habitación de mi hijo.
—Me encantaría irnos de viaje, seria cool. Pero nosotros cuatro, sin Christoper.
—Quizá la playa, o una montaña. Pero no creo que a tu madre le agrade la idea de irse sin él y, yo tengo una novia. Me mataría si me voy de viaje y no la llevo —escuché una risilla de parte de Nick.
—¡Mami!
Tommy estaba en el suelo sentado junto a Nicholas mientras jugaban en el Play Station viejo de mi hijo mayor.
Tom, como a veces me gustaba llamarlo pero a él no le gustaba mucho, salto hasta mi para darme un abrazo.
—¿Te has portado bien? —besé ambas de sus mejillas —, ¿y Thiago?
—Thiago se quedó dormido. —respondió Nicholas por Tommy.
—Dios mio, es tarde y de seguro no cenó nada. Lamento en serio llegar tarde pero las horas pasaron volando y...
—Preparé lasaña, deja de lamentarte tanto. Guardé un poco por si gustabas.
Me encanta la lasaña. Mamá y papá preparaban lasaña todos los domingos, era mi día favorito. Venían mis tíos y primos para sacar mesas y almorzar a lo grande. A veces extraño a mi familia pero nada cambiará lo que hice, y dejé a mi familia por Thomas.
—Me encantaría. —sonreí, él aparto su vista de mi para revólver el cabello de mi niño.
—Creo que iré a dormir. Buenas noches, mocoso.
—Hasta mañana.
Tommy abrazó a Nicholas dejandome boquiabierta.
Nick salió y yo arrope y di las buenas noches a mi hijo.
—¿Qué fue eso? —pregunté entrando en la cocina. Nicholas bebía un poco de leche.
—¿El qué?
—Tommy te abrazó como si fueras...
—Mañana te reirás cuando Thiago me llame papá. Creo que tenemos dos hijos en común. —sonrió como un tonto,quedé algo confundida.
—Me perdí por unas horas y, ¿ya eres su padre? Wow.
—Me han tomado mucho cariño —se encoje de hombros —. Quiero que pruebes mi lasaña, bueno con ayuda de los niños.
—A ver, dejame probarlo.
Me dirigí hasta la mesa de vidrio. Él movió la silla para sentarme y agradecí con unas sonrisa, Nick puso un plato de lasaña frente a mi y se sentó a mi lado mostrando sus dientes blancos con orgullo.
Con mi cubierto y cuchillo piqué un poco para llevarlo a mi boca,luego otro bocado mas lento y disfrutando su sabor. Es algo delicioso que me deja con ganas de comer más.
Cerré mis ojos recordando los domingos en familia. Desee ser una adolescente de nuevo.
—¿Y? ¿bien?
—Me encanta. Dios mio, había olvidado lo que es probar una lasaña tan deliciosa —dije con mi boca llena de comida —. Estoy hablando con la boca llena de comida —bebí de mi agua.
—De chico me enseñaron a hacer comida. Mi abuelo decía que al crecer debía ser alguien que no dependa de nadie y preparar comida a mi mujer. Es increíble, Mía no sabe preparar comida muy bien que digamos.
Reí por debajo —Entonces harás comida tú. Cuando llegaban los domingos a las doce, mi madre y padre preparaban una deliciosa lasaña para toda la familia. Reíamos y cantábamos, al llegar las tres la abuela preparaba galletas de chocolates donde todos compartíamos con ellos. —suspire, un sentimiento hizo presión en mi pecho —. Me hubiera gustado que Tommy y Thiago conocieran a su familia materna.
—Entonces...¿los chicos no conocen a sus abuelos?
—No. Me fui de casa con Thomas, hice una tontería por amor pero me alegro haberlo hecho.
—Y entonces escapaste. —dijo para sí.
—Lo hice por ellos.
Él se quedó pensando durante segundos para aclarar su garganta y con una sonrisa traviesa agregó: —Vayamos de vacaciones, Lyla.