LOBO CARMESÍ (JAYLOS)

By LilithHiwatari

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Da la casualidad de que Carlos si tuvo un mejor amigo, mucho antes de Jay y las chicas, solo era un niño cuan... More

Capítulo 1: El pequeño lobo.
La casita de paja
Capítulo 3: El cachorro perdido.
Capítulo 5: La hija del lobo feroz.
Capítulo 6: La capa carmesí.
Capítulo 7: El ladrón de la luz.
Capítulo 8: Tan simple como la verdad.
Capítulo 9: El niño que corría con lobos.
Capítulo 10: De madera ardiente.
Capítulo 11: El ayer y el hoy.
Capítulo 12: Destruyéndonos.
Capítulo 13: El final de una mentira.
Capítulo 14: Consecuencias.
Capítulo 15: La verdad dentro de mí.
Capítulo 16: El legado del lobo.
Capítulo 17: El lobo y el cazador.
Capítulo 18: Construyendo la confianza.
Capítulo 19: Soplare y soplare y tu casa derribare.
Nuestro inesperado final
Capítulo 20: el final de nuestra historia.
Capítulo 21: Huyendo.
Capítulo 22: Mi vida junto a ti.
Capítulo 23: Había una vez.
Capítulo 24 Extra: El lobo que se enamoró.

Capítulo 4: El gran lobo feroz.

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By LilithHiwatari


Capítulo 4: El gran lobo feroz.

"-¡No nos comerá el Lobo Feroz! - Cantaban los cerditos.

El lobo estaba realmente enfadado y hambriento, y ahora deseaba comerse a los Tres Cerditos más que nunca, y frente a la puerta bramó:

- ¡Soplaré y soplaré y la puerta derribaré! Y se puso a soplar tan fuerte como el viento de invierno

Sopló y sopló, pero la casita de ladrillos era muy resistente y no conseguía su propósito. Decidió trepar por la pared y entrar por la chimenea. Se deslizó hacia abajo... Y cayó en el caldero donde el cerdito mayor estaba hirviendo sopa de nabos. Escaldado y con el estómago vacío salió huyendo y escapó de allí dando unos terribles aullidos que se oyeron en todo el bosque. Se cuenta que nunca jamás quiso comer ningún cerdito.

Los cerditos no lo volvieron a ver. El mayor de ellos regañó a los otros dos por haber sido tan perezosos y poner en peligro sus propias vidas.

Y colorín colorado, este cuento se ha acabado." - Los tres cerditos y el lobo.

En sus tiempos de gloria él había sido muy temido, las personas temblaban al escuchar su nombre, durante años sembraba el terror a las aldeas a su paso, siendo ruin y despiadado, devorando a los débiles, masacrando a los valientes, el gran lobo feroz fue una gran calamidad para aquellos seres, o al menos lo fue hasta que 3 pequeños cerditos se burlaron de él.

La historia no conto los hechos como deberían, los libros solo escribieron en favor de los que lucían más débiles y aquellos maliciosos cerditos quedaron como las víctimas de una enorme bestia.

Después de su desastroso encuentro con aquellos cerditos y de que aquella noticia de cómo fue derrotado cubrió todos los reinos cercanos, no había lugar donde el lobo pudiera seguir viviendo, todos parecían haberle pedido el miedo, nadie le respetaba, pues si 3 pequeños e insignificantes cerditos pudieron contra el sin esfuerzo cualquiera era capaz de someter al que alguna vez fue el gran lobo feroz, él se encontraba totalmente amenazado.

Durante años se dedicó a vagar oculto en el bosque, como una bestia herida lamiendo su miseria en la soledad, durante años la vergüenza le impidió mostrar su rostro en público, ya era bastante malo que los otros lobos le segregaran por su extraña condición, ahora entre los hombres parecía no haber lugar para él, pues el gran lobo feroz no era como los otros lobos, él no era un simple animal incapaz de comunicarse, no él se erguía en dos patas y era capaz de hablar y razonar como la especie humana.

Cuanto era joven e ingenuo, mucho antes de ser el terror de los hombres, el lobo feroz tenía una manada, era numerosa con primos y hermanas, con tíos y tías a montones, él vivía en una amorosa casa a las orillas de un pueblo, el nació de una especie diferente una que parecía casi extinta, pues ahora no muchos como el eran vistos, hombres lobos les llamaron erróneamente, confundidos con brujos que podían tomar su apariencia, cuando era todo lo contrario.

El inicio de su especie fue se dio por casualidad, hace muchos años, un par de lobos masacro una villa, se dice que ahí vivía una poderosa bruja cuyo hijo pequeño cayó muerto, una maldición cayo entonces y aquellos lobos se transformaban en hombres dejándoles solo una noche al mes para ser ellos mismos otra vez, aquellos lobos tuvieron que vivir el resto de sus vidas anhelando sus pieles entre la misma gente que desconfiaba de ellos por sus agudos sentidos, no fue sino hasta después que un hada se apiado de ellos que intento ayudarles, les regreso sus pieles para que pudieran cambiar a voluntad y elegir como vivir.

Algunos de ellos sin dudarlo regresaron a los bosques felices de su decisión, pero otros, cuyas parejas eran humanas aceptaron y aprendieron a convivir con los hombres, al menos hasta que descubrieron su naturaleza y les masacraron por miedo, el lobo feroz nació de una de estas familias, vio cómo su familia fue quemada viva en su enorme casona, escucho a lo lejos los gritos de terror, el dolor de su manada, aquel lobo se vio traicionado por una cazadora que solo buscaba destruirle, él fue el único sobreviviente a aquella masacre pues su hermana y tío intentando tomar venganza murieron a manos de aquellos cazadores que les llevaron a la locura, aquel solitario y dolido lobo entonces se convirtió en el gran lobo feroz.

Pero entonces había dejado de ser temido y con el temor de ser cazado el huyo, los otros lobos le dieron la espalda por ser una criatura tan diferente a ellos, y los hombres no le temían, el realmente se encontraba solo, entonces aquello paso.

Maléfica se levantó de la muerte, al parecer a alguien se le ocurrió traer de entre los muertos a todos los villanos ya caídos para encerrarlos en una isla, pero la gran emperatriz del mal lucho con fuerza, ella junto a sus seguidores combatieron a aquellos que deseaban desterrarlos y el lobo feroz con gusto se unió a su causa.

O al menos al principio por qué en cuanto se percató que aquello era una guerra perdida el huyo, dejo las filas de Maléfica al comprender el gran error que cometía, al darse cuenta que su odio le estaba destruyendo como aquellos otros villanos, se ocultó nuevamente en el bosque y no salió de su forma lobo en mucho tiempo, no hasta que la vio.

Una pequeña niña perdida en el bosque con una enorme capa carmesí.

***************************

Le había enseñado todo lo que podía, todo lo necesario para vivir entre la gente sin parecer un salvaje, Evie realmente se sintió orgullosa cuando Lowell comenzaba a comer adecuadamente con los cubiertos sin derramar ni una sola gota fuera de su plato, bueno casi.

Fueron semanas.

Semanas de largas lecciones en las cuales intentaba enseñar a ese niño modales, semanas de escuchar a Mal refunfuñar antes de acompañarla, semas de negarle a Carlos las visitas a su amigo, semanas, largas semas que al fin rendían frutos.

Aquel día en específico tanto Evie como Mal habían llegado a la conclusión de que era hora de dejar que Lowell interactuara con la naturaleza, siendo un lobo después de todo estar encerrado por tanto tiempo debía ser una tortura, la misma Mal tuvo que admitir que no se sentiría gusto si estuviera en una blanca habitación durante días, como si fuera participe de algún experimento.

Por lo que en esos momentos las dos chicas, junto a Ben quien había insistido en estar presente, pues sería la primera vez de Lowell en un entorno completamente libre se habían reunido en los jardines de la clínica, los cuales colindaban junto a un pequeño bosque, en cuanto aquel pequeño chico poso sus pies descalzos sobre la fina hierba, porque aún se negaba a utilizar zapatos y sus sentidos se vieron abrumados por el aroma de la madera y hojas algo en él se encendió.

Lowell corrió de inmediato nada más sus pies pudieron hacerlo, lejos de la puerta, empujo a los guardias que aun cautelosos le seguían, escucho a alguien llamarle pero le ignoro en su euforia, el salto gustoso dejándose caer en cuatro patas para adentrarse en la espesura del bosque.

- ¡Lowell espera! – grito asustada Evie dispuesta a correr por el chico, ella realmente no se esperaba esa reacción, no quería pensar en todo el tiempo desperdiciado por un pequeño capricho.

- Evie no – le detuvo Mal de inmediato cruzándose de brazos sin expresión alguna, pero de igual manera ansiosa por el comportamiento del lobo.

- Mal tiene razón – el rey a su lado hablo al fin mientras sus hombres esperaban la orden para detener al joven que corría cada vez más – debe hacer esto por su cuenta – susurro mirando como aquel chico se detenía entonces al borde del bosque.

Él era libre, al fin podría correr y escapar o más lejos de ahí, buscar su propio hogar en el mundo y alejarse de aquellos que le llevarían con Carlos, claro que aun sentía un profundo odio por él, sin embargo luego de verlo nuevamente, de recordar el dolor en sus palabras y todo la ira simplemente se apagó, Carlos fue el chico que más dolor en el mundo le había causado pero deshonrar la memoria de su padre al derramar su sangre era mucho peor.

Después de todo él le acepto en su manada, si ahora desgarraba su garganta le haría muy triste, sin contar con el hecho de que le prometió a su padre nunca convertirse en monstruo, por lo tanto Carlos paso a segundo término, sobre todo ahora que era libre que podría correr y nunca regresar, podría ver nuevamente las estaciones del año en su máximo esplendor, cazaría ardillas y conejos para sentarse cerca del fuego y admirar las estrellas y entonces.... Entonces sería un fugitivo como su padre.

Lowell se detuvo de golpe justo al borde del bosque, sus piernas le sostuvieron mientras lentamente se erguía como un hombre, sus cabellos ahora amarrados en una trenza a causa de Evie se mantenían intactos, su bata blanca de hospital se levantó suavemente en dirección a los árboles, como si el viento mismo le dijera seguir, su mirada se posó entonces en aquel sendero, en la promesa de libertad que tanto ansiaba, en aquel que le llevaría a perseguir su sueño de conocerlo todo, cerró los ojos por un instante y aspiro con fuerza para darse valor.

Él podría seguir corriendo, huir y perderse, vivir una vida nómada entre los bosques sin un hogar propio, o podía regresar, cumplir su parte del trato y tener lo que tanto había ansiado cuando cachorro, su antigua casa, un hogar.

El dio media vuelta.

****************************

Lowell estaba realmente confundido ¿cómo era posible que su anterior forma de vestir estuviera mal?, era lo suficientemente practica y acogedora, puede que se trataran de trapos entre tejidos para cubrirle pero eso había sido suficiente en la isla, eso fue lo único que tenía desde que fueron desterrados, y ahora ya no era así, se había esforzado mucho para encajar en aquel mundo, para aprender todas y cada una de las lecciones que aquella princesa de dulce aroma había enseñado con tanta determinación, Lowell había sido literalmente torturado para mejorar su postura, Evie había amarrado una tabla a su espalda para evitar que se encorvara y no solo eso al parecer debía caminar en dos piernas todo el tiempo, siempre, correr en cuatro patas no era una opción al parecer.

El realmente había sido muy obediente, demasiado incluso había permitido a esa princesita tan cerca de su espacio, joder ni con su padre lo fue tanto y ahora esas chicas, no, esas humanas, esa ridícula princesa y la alfa le miraban obligándole a usar ese atuendo, aquello definitivamente era una tortura.

- Lowell quédate quieto – la princesa se acercaba con aquella prenda seguramente inventada por cazadores crueles – ven aquí ahora – y como era de esperarse el gruño mostrando sus afilado dientes.

- ¡Suficiente! – la voz de la chica mágica resonó por la habitación - si no lo usas no saldrás de aquí – y ahí estaba otra vez el intento de someterlo Lowell le miro enojado reprimiendo un gruñido.

- Hey chicas, Lowell es hora de irnos – nuevamente salvado por cualquier deidad que estuviera de su parte Lowell no tuvo que luchar contra aquel dominio más tiempo, pues la oportuna entrada del buen rey desvió la atención, la cual aprovecho para correr a ponerse detrás el rey, había aprendido que este joven parecía ser el alfa de todos en aquel lugar, tal vez el domaría a la chica que apestaba tan extraño.

- Ben no – chillo Evie escandalizada al ver entrar a su amigo a la habitación, mas aquel joven se quedó paralizado al sentir como aquel lobo se escondía detrás de él aferrándose a su espalda totalmente en ropa interior.

- Dije que no voy a usarlo – gruño amenazadoramente aun detrás del monarca paralizado que poco a poco se volvía rojo de la vergüenza.

- Lowell quieres alejarte de Ben antes de que le dé una apoplejía – Mal ordeno causando únicamente que este se aferrara a su brazo con más fuerza.

Mal estaba molesta, había notado como aquella niña evitaba todo contacto con cualquier persona, como enloquecía si alguien en especial hombre le tocaba y ahora ahí estaba tocando y escondiéndose voluntariamente detrás de Ben, de su Ben ella simplemente no iba permitirlo, lo que Mal no entendía es que Lowell había analizados sus opciones comparado ambas amenazas, por que hacerla usar aquella prenda era una amenaza para ella y decidió entonces que aquel alfa era mucho menos peligroso a las dos chicas, eso y que ella sabía perfectamente como fingir inocencia y total vulnerabilidad, sus enormes ojos de cachorro nunca fallaron contra su padre y él era el lobo más rudo que había conocido.

- No – volvió a gruñir nuevamente no soltando su escudo humano.

- Por lucifer Lowell eres una chica y toda chica usa un sostén solo póntelo – suspiro Evie frustrada empujando dicha prenda hacia el lobo que se mantenía aun detrás de Ben.

- So...solo póntelo - al fin aquel rey parecía salir de su mutismo – úsalo por favor – Ben cerro los ojos alejando cuidadosamente las manos de la chica que lo sostenían con fuerza contra si en un intento de no mirar su pecho desnudo y aquellos jodidos lunares estratégicamente puestos– voy a salir ahora.

Y antes de que pudiera volver a aferrarse a él Ben salió de la habitación cerrando con fuerza la puerta, donde los guardias, aquellos encargados de vigilarle le daban un mirada confusa al notar el rubor en su rostro, Ben realmente quería eliminar el recuerdo de aquel desnudo pecho de sus memorias, el solo pensar en ello le hacía sentir sucio, pues el realmente creía que traicionaba a su novia.

En la habitación tras haber desaparecido el escudo humano de Lowell la guerra nuevamente se desarrolló, varios forcejeos más y un montón de maldiciones, por parte de Mal y golpes, gracias a Lowell, aquel lobo al fin había accedido, a la fuerza, usar el bendito sostén, claro que en cuanto el hermoso vestido con holanes fue mostrado frente a ella, descubrieron porque era la hija del gran lobo feroz, así que la ropa que incluía vestidos hermosas de chica quedo totalmente descartado sin nada más a la mano a las chicas no les quedó más remedio que llamar a Jay, ya que al parecer Ben había desaparecido totalmente y no contestaba el bendito celular, ellas no lo sabían pero aquel joven rey estaba casi golpeando su cabeza contra un árbol como penitencia por engañar a su novia con el pensamiento.

Así que varios minutos después Jay llegó con una sudadera y unos pantalones de deporte completamente limpios para prestar a su nuevo "amigo" a él aun no le agradaba este nuevo chico pero si las chicas decían que ya no habían nada de qué preocuparse cooperaria con tal de terminar con eso, además Evie se encargaba de hacer la mayoría de su ropa definitivamente ella lo mataría si no sacrificaba aquellos deportivos viejos para ella.

- Suficiente vámonos – gruño Lowell abriendo la puerta de inmediato, solo minutos después de que aquel árabe entregara la ropa a Evie de la cual al parecer quería escapar, pues en sus manos tenía unos zapatos – no los necesito – hablo nuevamente intentando escapar o al menos esa fue la impresión que le dio a Jay que reaccionando por instinto le cerró el paso atrapándola – mierda – frunció la nariz aquella chica tras golpear contra el pecho de Jay quien de inmediato la tomo por los hombros sujetándole - ¡Tu! – gruño amenazadoramente, estrechando sus ojos como pequeñas rendijas totalmente enojada – suéltame ahora mismo o voy a – volvió a gruñir forcejeándose casi logrando su cometido pues Jay se distrajo por un momento al encontrarse frente a la joven, al mirar aquello enormes ojos dorados.

- Está bien Jay - Mal tranquilizo al árabe que había apretado su garre en la chica – ella no va a escapar.

- ¿Ella? – Jay paso de la confusión a la sorpresa en un segundo volviendo su atención de inmediato a la chica en sus brazos – sabía que había algo raro contigo – termino soltándole de inmediato y alejándose de su espacio personal, Lowell ahora le miraba indignada ante su comentario frunciendo su nariz causando una mueca adorable, Jay comenzó a reír ante aquella visión pues realmente aquella joven era demasiado pequeña y totalmente delgada, sus ropas parecían ser enormes en ella, sus cabellos atrapados en una enorme trenza aun dejaban sueltos mechones que caían en su rostro resaltando su encanto y cuando llego a sus pies, los dedos descalzos de ella moviéndose con nerviosismo fue el detonante para soltar aquella carcajada - ¿Dónde rayos están tus zapatos? – pregunto luego de calmar su enorme carcajada.

- Ella se niega a usarlos – murmuro Evie mostrando los dichosos zapatos en sus manos.

- No puedes ir a la escuela así debes usarlos – Jay se recompuso de sus risas para cruzarse de brazos frente a la joven que buscaba al parecer una salida – te quedaras aquí de lo contrario – le amenazo y Lowell realmente quería salta a su garganta, una nueva guerra de miradas empezaba, una que buscaba dominación.

- Al fin están listas – nuevamente Ben pareció llegar en el mejor momento, o peor como quieran verlo – ¿qué pasa con tus zapatos? –Ben miro a la chica que simplemente dejo caer sus hombros derrotados y procedió a quitarle los zapatos a la princesa y ponérselos.

Cuatro intentos fallidos, muchas quejas y casi dos caídas porque "¿enserio Evie tenas que traer los zapatos de tacón?" después aquellos chicos se dirigían a Auradon en la limosina, donde Lowell no dejaba de mirar con añoranza el bosque por la ventana, Evie a su lado iba explicándole nuevas ideas para su guardarropa nuevo dejando de lado los vestidos, Mal nuevamente miraba a Ben murmurando en secreto que aquel lobo no estaba listo para esto y Jay, él no podía apartar la mirada de aquella chica, observó cómo sus manos se retorcían con nerviosismo en su regazo, como sus facciones cambiaban al pasar por la ciudad y cuando su mirada penetrante fue demasiado se topó con aquellos orbes de oro líquido por un segundo robándole el aliento confundido.

Entonces Evie llamo su atención nuevamente y aquella conexión se perdió, si Jay no hubiera dejado de mirarla hubiera notado como aquella chica levantaba su brazo para aspirar con fuerza el aroma en la sudadera que ahora llevaba prestada.

************************************

Carlos estaba molesto el no estuvo presente cuando trajeron a Lowell y al parecer ahora no podía verlo, ni siquiera sabía con quien compartía habitación, él no sabía nada de nada, entonces la semana de exámenes cayó sobre ellos siendo aún peor, así que ahí estaba sentando en la mesa de estudios, esperando entender aquellas ridículas fórmulas para pasar su examen de química mientras trataba de sacarse de la mente a Lowell el cual no había visto por qué tenía clases privadas para ponerse al corriéndote o algo así, él podría ayudarle pero claro que no, nadie pensó en él, no, todos mantenían a Carlos alejado del lobo, entonces levanto por un segundo la mirada y lo vio, el cabello inconfundible de Lowell, aquélla melena de rizos rojos.

- ¿Qué es lo que trae puesto?- pregunto extrañado Carlos al ver la forma en que Lowell iba vestido, pues aquellas ropas siempre andrajosas fueron sustituidos por un largo blusón rojo el cual parecía tener un enorme escote pues Carlos podía ver el inicio de aquel sostén negro cubierto por la tela justo al borde de los muslos donde un diminuto short negro se aferraba a sus caderas, un par de medias negras agujereadas cubrían sus piernas y aquellos botines negros terminaban el conjunto.

- ¿Luce bien verdad?... – Evie a su lado se miraba orgullosa por su nueva obra - lo diseñe yo misma le dije que usara el vestido pero no me hizo caso – termino aquel ultimo comentario, el cual parecía ser ignorado por Carlos que no dejaba de observa a aquella chica caminar con un montón de libros en sus brazos.

- Me gusta el detalle del lobo – comento Mal levantando la mirada de sus notas, aquellos apuntes que estudiaba, señalando el obvio lobo aullando pintado en la espalda de la chica dentro de una luna llena.

- Lo sé un pequeño tributo a su padre ya que Carlos quiere realmente arreglar las cosas creí que podría ayudar - continuo Evie jugando con un mechón de cabello mientras Mal le miraba levantando una ceja – tu sabes para que se sienta incluida, como una de nosotros.

- Es ropa de chica – Carlos aun no salía del shock pues ahí en medio del campus caminando ignorando a todos se encontraba Lowell en dirección a una muy alejada mesa enfundado en la ropa más femenina qué alguna vez le vio usar.

- Claro que es ropa de chica – aquella princesa sin corona rodo los ojos ante su comentario mientras todos miraban directamente a la chica que pasaba ignorando sus deberes.

- Lowell es un chico – insistió sin dejar de ver como desaparecía de su vista, pues finalmente aquella se encontraba lejos.

- No Carlos, es una chica – afirmo Evie sonriendo burlonamente.

- Eso no puede ser.

- Tengo el expediente si quieres verlo el lobo feroz tenía una hija, además los doctores lo confirmaron es una chica – Ben amablemente se unió a la conversación en la que al parecer sus amigos preferían perder el tiempo a estudiar para esos exámenes.

- Espera ¿no lo sabias? – Mal realmente parecía confundida, ella creyó que si alguien conocía a Lowell era precisamente Carlos.

- Claro que no – se defendió el joven haciendo un puchero tierno.

- Pero si pareces estar enamorado de ella – Jay murmuro confundido, el realmente no había dejado de ver a la chica pasar, realmente aun la tenía en mente, tratando de recordar las palabras que ella había dicho cuando la conoció, en el momento en el que la sostuvo mientras intentaba alejarla de la garganta de Carlos.

- Creí que era un chico

- ¿Eres gay? – Ahora Jay parecía aún más confundido, sus cejas se alzaron hasta más allá de su gorro sorprendido por aquello, Carlos a su vez parecía herido por aquella reacción.

- ¿Enserio eso es lo que te sorprende Jay? – y si Mal parecía poner en palabras lo que todos en aquella mesa trataban de decir con sus miradas hacia el árabe.

- Carlos creía que Lowell, la niña del que estaba enamorado desde pequeño es un chico y solo te preocupa saber si es gay – Evie amablemente continuo un poco curiosa por saber la razón por la que Jay parecía resaltar este punto.

- Solo me sorprendió – murmuro - digo no hay ningún problema amigo – palmeo suavemente la espalda del chico a su lado para demostrar su apoyo.

- Es una chica – repitió Carlos recordando el punto principal de su conversación e ignorando profundamente el dolor que paso por su pecho al ver la reacción de Jay.

- Si así es – asintió Ben sonriendo al notar como el pequeño parecía más y más incómodo ante la idea.

- Una chica – murmuro abriendo cómicamente los ojos, pues recordó los momentos vergonzosos de su infancia, el baño que le dio alguna vez, los abrazos y el marcado por parte de la chica y sobre todo aquel contacto tan íntimo entre ellos.

- Con pechos y todo, los eh visto son muy suaves – Y finalmente Evie rompió con sus recuerdos.

- ¡¡Evie!! – grito indignado al escucharle sonrojándose de inmediato al recordar que el efectivamente también había tocado su pecho, cuando eran niños pero aun así, el toco el pecho desnudo de una niña.

- No sabía usar un sujetador – se excusó la princesita sonriente recibiendo una mirada desaprobadora de Mal.

- Una chica – suspiro finalmente dejando caer su cabeza contra sus libros de texto asimilándolo finalmente.

A su alrededor Jay comenzó al reír al ver su reacción revolviendo sus cabellos con suavidad para intentar confortarle, Evie regreso a sus estudios, mientras Mal ignorando su libro comenzó otra platica con Ben, en otro lugar de la escuela donde una chica muy molesta discutía con todos sus libros cansada por no entender absolutamente nada se arrepentía por aceptar la ayuda de la princesa de los bosques.

**************************

Él lo había olfateado, era el aroma inconfundible de aquel cachorro que su amado Lowell solía visitar, aquel aroma dulce a chocolate, tierra mojada, y a otra cosa que no podía clasificar, porque debajo de todo aquel humo y acido el suave aroma del niño era realmente bueno, entendía el por qué su perrito parecía tan apegado al niño, entendía el anhelo de aquel aroma que le hacía tan reconfortable, el mismo tenía que reprimir las ganas de correr a frotarse contra el pequeño.

Pero nuevamente el lobo le observo de lejos, lo asecho desde las sombras como hacía con cualquiera que osara entrar a su territorio a aquella parte del bosque donde su nido resguardaba a Lowell, aquel niño parecía perdido, sus mejillas mojadas por las lágrimas y las rodillas raspadas en un claro indicio de lo que buscaba, comodidad, el confort de aquel paquete, resoplo resignado al darse cuenta que él había provocado aquello, después de todo lo había aceptado le dio la bienvenida en su pequeña manada y ahora debía hacerse responsable.

Con gran cuidado y extremada paciencia se acercó al pequeño, había escuchado por parte de Lowell, aquel cachorro no paraba de hablar de su nuevo amigo, le hablaba sobre todo lo que hacían cada día, conocía de memoria todas y cada una de las expresiones del pequeño, el aroma que desprendía cuando su madre le llamaba, la emoción al hablar de ciencia y piezas viejas que encontraban en el depósito, conocía sin haberlo tratado lo suficiente a aquel niño como a su propio hijo o al menos eso creía el, así que con mucho cuidado de no asustarle, recordaba vagamente que Lowell le hablo de lo asustado que era aquel niño al verlo por primera vez, no queriendo repetir aquello ya que su nido se llenó con el aroma del miedo por días decidió actuar tan sumisamente como podía.

Lo ojos del niño se agrandaron reteniendo sus sollozos al verlo aparecer entre los decrépitos árboles, el miedo en el aire pronto se hizo se presente y un par de pasos fueron retrocediendo, en segundos aquel niño paso del dolor al pánico, así que el bajo sus orejas dejándose caer en el suelo como un cachorro olfateó con su nariz suavemente y se acercó gateando contra la tierra sin despegar su vientre de este pareciendo lo más pequeño que podía, cuando Carlos noto aquel movimiento se congelo de inmediato, el solo había visto al gran lobo feroz una vez en su vida y había estado completamente aterrado y sin embargo ahora justo después de que su madre le diera una inusual paliza por haber olvidado algo tan insignificante como limpiar los pisos la noche anterior aquel gran lobo se acercaba a él como un perro completamente dócil.

Los perros eran malos, viciosos animales capaces de arrancar su piel y devorar sus entrañas, Carlos casi podía escuchar la voz de su madre en su cabeza, el realmente iba a empezar a correr para volver a ella solo para alejarse de aquella gran bestia, pero entonces el dolor en su pierna se intensifico causando un gemido de sus labios, las orejas del lobo se alzaron al escuchar aquel gemido levantándole de golpe para de inmediato acercarse al dolido cachorro olvidando su plan inicial, el olor a sangre inundo el aire a su alrededor y un gran sentimiento de protección se hizo presente en aquel animal.

Alguien le había lastimado, alguien había osado herir a un cachorro de su manada y aquel lobo sentía la gran necesidad de correr de nuevo por la isla para rasgar en pedazos al causante de aquel dolor, pero en aquel momento Carlos le necesitaba, el pequeño niño se tambaleo al intentar sostenerse de su pierna mala por lo que de inmediato le sostuvo con su cabeza, cuando Carlos noto aquel calor reconfortante en su costado ignoro por completo aquel hocico que se habría paso en sus piernas buscando la herida en un intento de curar aquel dolor.

Carlos no tuvo miedo alguno entonces, envolvió su brazos contra la cabeza de la feroz bestia a la cual debía temer y empezó a llorar nuevamente, soltó lamentos y preguntas a azar, queriendo saber el porqué de sus heridas ¿el por qué su madre le trataba así?, pregunto si había algo malo en él, si era por eso que su madre no le quería, y el gran lobo quiso nuevamente desgarrar a alguien por herirlo.

Cuando el llanto de aquel niño fue disminuyendo, cuando todo el dolor en su corazón se había tranquilizado lo suficiente aquel gran lobo lamio su cara para limpiar aquellos rastros de lágrimas haciéndole reír, le guio entonces con mucho cuidado a su madriguera, Carlos se aferró todo el tiempo al cuello de aquella gran bestia hasta la cueva donde una gran pila de mantas le esperaban, aquellas no estaban lo suficientemente limpias, la mayoría eran pedazos de ropas al azar que Carlos realmente se preguntaba cómo consiguió, otras eran pieles, las más pequeñas de alimañas pequeños que estaba seguro Vivian en esos bosques y sin embargo Carlos se sintió seguro como aquella otra noche, cuando Lowell apareció la sonrisa en Carlos fue aún mayor, el rostro del pequeño lobo se ilumino ante la presencia del niño arrojándose de inmediato a él.

Aquellos dos lobos se frotaron sin cesar impregnando con su aroma al niño que olía a sangre y desesperanza, ellos le daban la bienvenida a su familia.

Aquel día fue la segunda vez que Carlos vio al gran lobo feroz, esa tarde tuvo la mejor siesta de todas, entre un gran y peludo abrigo negro y Lowell quien se aferró a su pecho por su cintura y enredo sus piernas juntas como protegiéndole, Carlos nunca se sintió más amado, Lowell sentía que al fin estaban completos y el gran lobo feroz, él se limitó a observar a los dos pequeños cachorros que estaba dispuesto a cuidar y proteger de ahora en adelante.

La tercera vez que ellos se encontraron Carlos era nuevamente en dolor y aquel gran lobo feroz no dudo en atacar a sus dos agresores.

El no dejaría que dañaran a su manada.

La cuarta vez el lobo pudo ver en los ojos de Carlos el miedo y desesperación pero sobre todo mucho arrepentimiento.

Notas:

Chicas necesito su ayuda alguien sabe dónde descargar el libro de descendientes "secretos de Auradon" pliss necesito información sobre sus clases y esas cosas.

Lowell llama a Evie la princesa de los bosques por su aroma y bueno porque es una princesa, ella se lo recalco muchas veces.

Lowell es una chica a que no se lo esperaban, o tal vez sí, pero pronto explicaremos porque actúa como un chico y su nombre que es de chico.

¿Alguien de aquí ve historias horribles?, no, pues bien este programa en lo personal me encanta, lo veo no importa que ya me sepa lo que van a decir hay una parte en donde cuentan los cuentos clásicos pero representados en épocas históricas, hay uno de los tres cerditos, en esta versión cuando los dos hermanos van a la casa del cerdito mayor para salvarse del lobo este no los escucha porque ellos viven en los tiempo georgianos y en esta época había un ridículo impuesto por las ventanas y estas estaban cubiertas con ladrillos, así que él nunca abre la puerta y el lobo los devora, fin a que esta genial jejeje.

¿Y bien el lobo feroz tiene un nombre? Ni idea

¿Debería ponerle uno? Tal vez

¿Cómo debería llamarse? Acepta sugerencias.

¿Me merezco una galleta? Definitivamente.

¿Qué pasara si no me dan galletas? Lowell rasgara la garganta de Carlos con sus dientes muajajajajaja.


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