Cábala (AU Clexa)

By Maiteshd

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La cábala era realizada por un grupo de amigos de la infancia, ninguno de ellos imaginó que pronto crecería y... More

Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Epílogo

Capítulo 1

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By Maiteshd


CAPÍTULO UNO

El sol se colaba por la ventana de la habitación, golpeando justo sobre el rostro de la rubia que se encontraba durmiendo. El reloj marcaba las seis cincuenta y ocho de la mañana, se giró para cubrirse de la luz, pero dos minutos más tarde sonó la alarma del celular, suspirando y aún adormilada estiró su brazo y lo apagó. Clarke Griffin era una joven mujer de tez pálida, ojos azules y cabello rubio, a sus veinticinco años medía 1.65 metros. Se deshizo de sus sábanas y salió de la cama, tomó su ropa y se dirigió al baño para una ducha.

Su habitación era amplia, el respaldo de la cama daba justo contra el centro de una de las paredes, frente a esta había un mueble con el televisor, su música y películas preferidas, en la esquina de esta misma pared estaba la puerta hacia el baño. En la pared continua había un librero, a su lado un escritorio y la ventana que iluminaba la habitación, frente a esta el ropero y la puerta que daba a la habitación. A pesar del orden, hojas y lápices se encontraban distribuidos sobre el suelo de madera, dibujos colgaban de las paredes, la mayoría trataban de paisajes. Clarke era una excelente dibujante, y lo amaba.

Cuarenta y cinco minutos después, Clarke bajaba al comedor para desayunar con sus padres. Abigail Griffin era una mujer de tez blanca, cabello y ojos marrones, mientras que Jake Griffin era un hombre corpulento de tez clara, cabello castaño y ojos color avellana. Él se encontraba ya dispuesto a desayunar, la señora Griffin colocaba la última taza de café en el momento en que su hija aparecía por la puerta con una sonrisa.

-Buenos días.- Saludó mientras tomaba asiento en su habitual lugar.

-Buenos días.- Respondieron al unísono la pareja.

Abigail era una médica respetada, integrante de la junta comitiva del hospital en el que trabajaba, Jake era un ingeniero-arquitecto muy conocido, Clarke trabajaba en la misma empresa que su padre, de la cual él era uno de los socios fundadores. Cada año se aceptaba a un estudiante graduado en aquella carrera, pero ella no trabajaba allí sólo por ser la hija de uno de los socios, sino que se había ganado su puesto por el empeño y dedicación que le había dado a su trabajo, además de que había escalado posiciones en muy poco tiempo por ser una de las mejores arquitectas que tenía la empresa.

Hacía unos meses atrás, corría el rumor de un posible cambio en la empresa, pero no fue hasta esa misma semana que anunciaron que el socio del señor Griffin, el señor Blake, se retiraría dejándole su lugar a uno de sus sobrinos. Esa misma noche se llevaría a cabo un evento tanto de despedida como de bienvenida, por lo que toda la familia Griffin debía presentarse.

-¿Vamos juntos? – Preguntó Jake terminando su desayuno.

-Hoy no.- Respondía la rubia mientras se ponía de pie y levantaba su taza.- Voy a ayudar a Raven con unas cosas. –Junto con su madre limpiaron todo lo utilizado en ese momento.

-Bueno, pero no olvides que hoy llegará el nuevo socio, por favor te necesito en la empresa.

-No te preocupes, que ahí estaré. –Saludó a su madre, tomó sus cosas, su llave y salió de la casa rumbo al trabajo.

Sólo unos segundos de diferencia había entre su llegada y la de su padre, ambos tomaron juntos el ascensor y una vez llegaron a su piso correspondiente se dirigieron cada uno a su oficina. La oficina de Clarke era perfecta para ella, un escritorio con sus cosas del trabajo y alguna que otra cosa personal, como fotos, cuadros de edificios colgaban en sus paredes, edificios en los que ella había realizado planos y maquetas. Detrás de su escritorio una estantería, no sólo con libros sino con muchas planos enrollados. En el medio de su oficina un sofá con forma de semicírculo ocupaba el lugar, delante de este una mesita ratona de vidrio. Una vez allí se puso en marcha para hacer sus trabajos.

-¿Hola?- Respondió al escuchar su teléfono sonar.

-Préstame atención.- Se escuchó una voz del otro lado del auricular. La rubia se rió, su amiga sabía cuándo estaba concentrada en otra cosa que no fuese ella.

-Bien, tienes toda mi atención.- Soltó el lápiz que sostenía en su mano izquierda y se recostó sobre el respaldo de su silla de cuero.- ¿Qué sucede?

-Oh, nada- Intentó restarle importancia al asunto por el cual la había llamado.- Sólo que quien se dice llamar mi amiga me acaba de dejar plantada y...

-¡Oh! ¡Dios!- Clarke se puso de pie de un salto, y mientras acomodaba las cosas lo más rápido posible le respondía a su amiga.- ¡Lo siento! ¡Lo siento! Ya salgo para allá. ¡Perdón!

No tuvo tiempo de estacionar el auto en la entrada, Raven la estaba esperando afuera de la casa con los brazos cruzados intentando parecer lo más molesta posible. Subió al auto de la rubia, quien en cuanto la puerta se cerró retomó el camino. Raven Reyes era una mujer de tez oscura, cabello castaño oscuro y ojos marrones, y al igual que Clarke medía 1.65 metros. Desde chica, no sólo admiraba el trabajo de su padre sino que también lo ayudaba con lo que podía, por lo que cuando él falleció ella se hizo cargo de su taller, a su edad era una de las mejores mecánicas de la ciudad.

-Déjame compensarlo.- Rompió el silencio la rubia sin quitar la vista de enfrente.

-De acuerdo. –Raven rompió su postura y una sonrisa se formó en sus labios.- Pero yo seré quien escoja.

-No sé porque, pero siento que voy a arrepentirme.

Clarke conducía por las calles de la ciudad mientras conversaban animadamente, no tenía ni idea para qué iban a aquel lugar, sólo esperaba que no tuviera que cargar nada pesado ni grande, temía por el tapizado de su auto, aunque a ella esas cosas no le importaban demasiado. Media hora más tarde, aparcaba frente a un negocio de repuestos de autos, salieron del auto y entraron al lugar.

-Buenas Tardes. –Escucharon que una voz las saludaba. Se trataba de un hombre mayor, su barba blanca delataba su edad, acomodaba unos papeles sobre el mostrador, y al levantar la vista de aquellas hojas las vio.- ¡Oh! Señorita Reyes –La reconoció el hombre con una sonrisa.- Señorita Griffin –Saludó a la rubia.

-Buenas tardes Bob. –Respondieron al unísono.

-¿En qué puedo ayudarlas? –Preguntó atento a ambas mujeres.

-Te traje una lista de las cosas que necesito. –Raven sacó de su bolsillo un papel perfectamente doblado, y se lo pasó al hombre quien había tomado su libreta y un lápiz, y comenzó a anotar lo que estaba en el papel.

-Nunca ha pedido estas cosas. –El hombre comentó mientras terminaba de anotar la lista.

-Es para un auto viejo, arreglaré el auto que mi padre tenía.

-Si me lo permite, me parece una buena elección.- Bob la miró con una sonrisa mientras le devolvía el papel.- Le haré llegar las cosas a su casa.

Una vez que Raven terminó de arreglar las últimas cosas y de haberle pagado la mitad del costo total, ambas mujeres se despidieron del hombre y salieron del lugar retomando su camino. El tráfico había aumentado un poco, por lo que les tomaría más tiempo para regresar cada una a su trabajo.

-Siento que te atrasaras, sé que tenías la junta hoy. –Raven miró a su amiga de manera culposa.

-No te preocupes, papá entenderá. –Clarke se aferró al volante.

-¿Nerviosa?

-Algo.- Tomó aire y luego lo soltó lentamente.

-Tu trabajo no está en riesgo, si eso es lo que te preocupa. –Intentó tranquilizarla la castaña.

-Sólo quiero que me valoren por mi trabajo, y no por ser hija de un socio. –Clarke hablaba preocupada y nerviosa, su amiga lo había notado.

-Todo estará bien. –Raven intentaba calmarla y esperaba que realmente funcionara.

Clarke estaba entrando por la puerta, hacia los despachos, justo en el momento en que la asistente del socio de su padre llegaba a su encuentro. Le avisó que su padre la estaba buscando y que en cuanto llegara debería ir a la sala de reunión. Cuando llegó ante la puerta golpeó con cuidado, escuchó que alguien le daba permiso y entró, cerró la puerta detrás de ella.

-Buenas tardes. –Saludó y esperaba poder disculparse pero la interrumpieron.

-Buenas tardes.- Respondieron dos hombres al unísono. El mayor estaba casi calvo, su cabello blanco había comenzado a caerse, de ojos claros y tez clara, a diferencia del otro hombre, él estaba teniendo un crecimiento en su barriga. El otro hombre, de la misma edad que su padre, tenía el cabello y ojos negros.

-Paul, te presento a Clarke, una de las arquitectas –Presentó el que sería el antiguo socio de su padre.

-Clarke.- Tendió su mano hacía la rubia.

-Señor Blake, es un gusto.-Estrechó la mano de aquel hombre.

-Puedes llamarme Paul, después de todo trabajaremos juntos. –Sonrió Paul sinceramente.

-¿Si?- Lo había dicho en forma de susurro, pero por la sonrisa de los tres hombres allí se dio cuenta que la habían escuchado.

-Mi tío me mantuvo al tanto de la empresa.- Comenzó diciendo el más joven. El Señor Griffin soló miraba a su hija.-Y una de las cosas que me dejó en claro, es que tú te ganaste el puesto por tu trabajo y no por ser hija de Jake. –Al nombrar al hombre Clarke observó a su padre, quien estaba tranquilo con lo que se estaba hablando, haciendo que Clarke sintiera más confianza.- También tengo entendido que estás realizando más de un proyecto.

-Sí, no soy la única.- Respondió Clarke ya más animada. Lo sentía como una entrevista de trabajo.- Pero tenía entendido que es temporal. –Lo cierto era que tener dos proyectos a la vez, aunque sólo había sido por tres semanas, la estaba degastando, y esperaba que pronto contrataran a alguien.

-Estuvimos hablando con tu padre, y a partir del lunes no tendrás que ocuparte más. –Ladeó la cabeza una vez y volvió a hablar.- Aunque quizás tengas que poner al tanto de ese proyecto a quien lo lleve a cabo.

-Claro, no hay problema. –Respondió la rubia con una sonrisa en su rostro. Tendría menos trabajo y volvería a tener tiempo para sus cosas, y para Raven, quien le había dicho en más de una ocasión que estaba trabajando demasiado.

El resto de la reunión fue muy amena, tranquila, entre los tres le comentaron al señor Blake los proyectos que tenían en vigencia, aquellos que estaban por terminar de cerrar el trato y los que estaban por inaugurar. Pero habían acordado que la semana siguiente le mostrarían todo más detallado.

Una vez llegada la tarde, Clarke regresó a su casa, allí se puso su ropa de ejercicio y después de encontrarse con Raven ambas fueron a correr al parque, el cual quedaba sólo a tres calles de la casa de la rubia. Desde hacía unos cuatro años que se ejercitaban juntas, la misma rutina de siempre sólo que cada año aumentaba más. Primero unas series de ejercicios, unas vueltas al parque y terminaban corriendo hacia la casa de Clarke. Si bien ninguna necesitaba hacerlo, era una manera de estar activas y no perder el estado físico.

Dos horas después, Clarke estaba lista para una relajante ducha y prepararse para la fiesta de esa noche. Allí conocería al resto de la familia Blake, y seguramente a nuevos compañeros de trabajo, pues su padre le había informado que los hijos Blake trabajarían en la empresa, por lo que aquello la tenía nerviosa y algo intrigada.

La rubia bajaba por las escaleras justo en el momento en que su madre la llamaba. Clarke llevaba un vestido rojo sin mangas hasta la rodilla, dejaba ver un pequeño escote, y unos zapatos negros, dejándola a la misma altura, una cadena de oro colgaba de su cuello con el dije en forma de "C", se la había regalado su abuela materna el día que se había graduado. Su madre llevaba un vestido negro con mangas cortas, zapatos con un poco de taco haciendo juego, su cartera negra estaba ya en su mano, y unos pendientes plateados del mismo juego que su pulsera y collar. El señor Griffin, quien aparecía detrás de Abigail, llevaba un esmoquin oscuro.

-Cariño, ¿No te parece que ese vestido es un poco escotado? –Jake Griffin siempre había sido muy protector con su hija, y su madre siempre había dicho "pobre de la persona que saliera con ella".

-Déjala.- Se apresuró a decir Abigail con una sonrisa, depositó un beso en la mejilla de su esposo y los tres salieron de la casa rumbo a la fiesta.

El evento se realizaría en uno de los salones de un hotel muy conocido e importante de la ciudad, allí la mayoría de las empresas brindaban los eventos, también se hacían distintas conferencias. Una decoradora de interiores había sido contratada para esa noche, para que se encargue de la decoración y también de la comida. Esa noche, no sólo se despediría a uno de los mayores accionistas de la empresa, sino que también se le daría la bienvenida a un nuevo socio.

-¡Harper! –Clarke se había acercado a una joven de su misma edad, cabello rubio y ojos marrones, llevaba un vestido largo color blanco hasta debajo de la rodilla. La aludida se giró y una sonrisa se dibujó en su rostro al ver que se trataba de su amiga.

-¡Clarke! –La abrazó en cuanto estuvieron una frente a la otra. Eran amigas desde chicas, junto con Raven las tres habían sido inseparables. -¿Cuándo regresaste? –Preguntaba intrigada Clarke.

-Esta mañana. –Y una sonrisa se dibujó en su rostro.- Tengo mucho que contarles.

-Hija. –Clarke no pudo preguntarle nada a su amiga, porque justo en ese momento se acercaba su madre.- Hola Harper. –Saludó a la otra rubia.

-Buenas noches, señora Griffin. –La mirada acusadora de Abigail hizo que la joven sonriera. –Lo siento. –Se apresuró a decir.

-Tu padre te busca.

-Claro. –Ambas mujeres, madre e hija, se dirigieron hacia donde se encontraba el señor Griffin, quien estaba conversando muy animadamente con el señor Blake, a quien Clarke había conocido esa misma mañana.- Ya lo conocí. –Le susurró a su madre, quien no tuvo tiempo de responderle a su hija porque justo en ese momento llegaban frente a los dos hombres.

-Clarke. –Saludó sonriente el señor Blake, mientras le hacía señas a su esposa para que se acercara. Una mujer delgada de la misma estatura que su madre, cabello castaño oscuro y ojos color avellana se acercó con una sonrisa hacia ellos, vestía un elegante vestido de color blanco.- Ella es mi esposa Aurora.

Lastres mujeres se saludaron cordialmente mientras observaban como dos personas se acercaban hacia ellos. Una joven de cabello castaño oscuro y ojos pardos verdosos, vestía un hermoso vestido de color azul, se acercaba junto a un hombre de traje. Él era unos pocos años mayor que ella, mismo color de cabello,la única diferencia que sus ojos eran marrones. Quienes fueron presentados como los hijos de aquella pareja, Octavia y Bellamy Blake eran dos de los hermanos que se integrarían en la empresa junto a su padre. 

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