Katie.

By Katsul_17

345K 27.7K 2.8K

Katie tiene veinte años, una vida de abusos demasiado difícil que cambia drásticamente de un día para el otro... More

Actualización.
1. - ¿Mike?
2. -Viaje.
3. -¿Amigos?
4. -Nueva casa.
5. -Chicos.
6. -Día uno.
7. -Gracias.
8. -Extraña pelirroja.
9. -Perdida.
10. -Charla paternal.
11. -¿La mala?
12. -Confianza.
13. -El mejor día de mi vida.
14. -Emoción.
15. -Instinto adolescente.
16. -Ataque.
17. -Historia.
18. -Recuerdos.
19. -Compras.
20. -Sin miedo.
21. -Vergüenza.
22. -Psicólogo.
23. -Nuevos sentimientos.
24. -Peligro.
25. -Fotografía.
26. -Pesadilla.
27. -Inseguridades.
28. -Abigail.
29. -Ganas.
30. -Incomodidad.
31. -Excitación.
32. -Negación.
33. -Madrugada.
34. -Preguntas.
35. -Imposible.
36. -Pánico.
37. -¿Hematoma?
38. Cambio de mentalidad.
39. Clases.
40. -Ignorar.
41. -Confesión.
42. Querer, deber y poder.
43. Confianza.
44. -Desconfianza.
45. -Cambios.
46. -No más debilidad.
47. -La verdad.
49. -Cumpleaños.
50. -Epílogo.

48. -Futuro.

4.7K 400 82
By Katsul_17

Esa misma noche después de cenar, Josh no había llegado y algunos comentarios fueron protagonistas sobre si estaría con Abby.

Conociéndolos a ambos como los conocíamos, no lo negábamos. Eran iguales en el sentido de "sin compromisos".

Subí a mi habitación, me duché y me puse un pijama demasiado corto, quizá, porque se me veía un poco el trasero, pero hoy la noche estaba muy primaveral y demasiado calurosa, tanto así, que tuve que dejar la ventana algo abierta.

Una vez que estuve en la cama, me puse a terminar algunas tareas atrasadas y hacer algunos trabajos ayudándome del ordenador portátil, así que estaba acostada boca abajo entre libros, hojas y bolígrafos.

A eso de las once y media terminé casi todo, al menos lo que necesitaba para mañana viernes, y me puse a recoger todo, metiendo cosas en mi bolso-mochila, la portátil en el escritorio y más cosas inútiles por el momento en los cajones.

Abby ya había dado señales de vida a través de un mensaje, o varios porque estaba spameando mi teléfono, así que empezamos a hablar un rato sin mucho detalle, diciéndome que, de hecho, sí estaba con Josh.

No pudimos tener una conversación extensa porque enseguida se despidió para irse a dormir, ya eran las doce y cuarto, pero yo sabía que mañana en clase me contaría todo mejor y con detalles, aunque no se los pidiera.

Me acosté, me tapé solo una pierna por costumbre y me di la vuelta hacia un lado para apagar la luz de la mesa de noche que tenía encendida, pero la puerta se abrió a mis espaldas.

Me giré con un suspiro cansado por si era Mike para darme las buenas noches, que lo hiciera rápido. Estaba cansada y con sueño.

—¿Néstor? —Pregunté viéndole cerrar la puerta muy despacio.

Se giró y me vio así vestida, con el pijama demasiado corto, destapada y acostada en la cama. Se volvió a girar, cerró con seguro y me miró sonriendo abiertamente mientras corría hacia la cama y se tiraba encima de mí.

—¡Hey! ¿Qué haces? —Susurré para que nadie pudiera oírme desde fuera.

—¿Qué crees que hago? —Me besó.

—No... Lo... Sé. —Hablé entre besos, intentando apartarlo un poco y reaccionar. No me esperaba que esto fuera a pasar ahora mismo.

—¿No quieres repetir lo de hace unos días? —Me miró a los ojos.

—Sí... Sí... Claro... —Sonrió ante mi tartamudeo. —Pero no me esperaba esto y menos ahora. Mike no ha venido a darme las buenas noches, puede venir y si te ve... —Me interrumpió.

—Michael se dejó dormir en el sofá y todos se fueron a sus habitaciones ya. —Se oyó orgulloso de eso.

Así fue cómo me entregué por segunda vez a Néstor y cómo seguimos haciéndolo durante mucho más tiempo.

Muchos fueron los momentos a solas, no solo en casa sino también a las afueras de esta, pero sobretodo por las noches, pues mientras todos dormían nosotros nos quedábamos despiertos disfrutando del cuerpo del otro.

Los días se me pasaban rápidamente: iba a clases durante las mañanas, pero por las tardes o fines de semana hacía diversas cosas con los chicos, con Abby, o con ambos a la vez.

No podía ser más feliz y sentirme normal de una merecida vez.

No volví a ir al psicólogo nunca más.

Cuando Mike, sin creerse mi excusa, había llamado para solicitar otra cita, el Sr. Jones le había dicho que no necesitaba seguir yendo.

Eso nos asombró a ambos, aunque yo lo interioricé con un "te lo dije".

A él le sorprendió porque "le había dicho la verdad" y a mí me sorprendió, precisamente, porque no me esperaba que fuera verdad.

Luego lo pensé mejor y lo vi lógico, el Sr. Jones se dio cuenta de que me podría ir de la lengua y contarle a Mike o a alguien más lo que me había intentado hacer, su reputación caería en picado y eso no le interesaba en absoluto.

Por lo que sabía y había leído sobre él era un hombre correcto y serio en cuanto a trabajo, aunque yo lo odié desde el primer momento, y no supe porqué conmigo había intentado lo que intentó.

¿Por ayudar?

Realmente me daba igual porque no volví a verlo ni a saber de su arrogante persona.

Tampoco volví a ver ni a saber nada de John, quien después de aquel incidente en el parque hacía muchos meses ya, a la semana de yo estar aquí, no volvió por los alrededores.

Cuando me di cuenta, ya había terminado la escuela de adultos con notas inmejorables a pesar de haber llegado a mitad de curso y el verano había terminado con él a la velocidad de un parpadeo que no vi venir.

Durante esos meses había viajado con los chicos a otras ciudades y estados, había ido a la playa con Abby, Evan y más amigos de ellos que me presentaron, tanto chicas como chicos, e incluso había ido a ferias, parques de atracciones, discotecas y fiestas, emborrachándome por primera y muchas más veces.

También me había sacado el carnet de conducir y tenía un pequeño coche de segunda mano que le había pedido a Mike si conseguía aprobar. No quería lujos. Luego, junto a los chicos, me lo había regalado cuando pasé el examen práctico y oficialmente obtuve mi permiso.

Era demasiado pequeño, pero estaba bien porque servía para llevarnos a mi mejor amiga y a mí a todos lados, hasta a trabajar, pues conseguimos un empleo en una tienda de ropa del centro comercial donde estábamos de dependientas para sacarnos un dinero.

No quería depender de Mike, ni de los chicos, ni de su dinero.

Quería ser independiente, valerme por mí misma y aprender de mis errores sola, aunque un empujón no venía mal en el último caso, cuando me corregían por algo mal hecho.

No podía quejarme de nada por primera vez en mis veinte años.

Mi vida era perfecta en la mayoría de los sentidos, si no en todos. Al principio desconfié de que todo fuera tan bien, pero me acabé acostumbrando con el pasar del tiempo.

Tenía una gran mejor amiga, Abby, con la que hacía de todo. Íbamos juntas a todos lados, trabajábamos juntas, nos comprábamos algunas prendas de ropa iguales, salíamos, bebíamos, bailábamos, llorábamos, reíamos, pero sobretodo nos divertíamos como las jóvenes que éramos.

Tenía una gran familia, los chicos, y tenía una gran figura paterna, Mike. Los seis estábamos más unidos que nunca. Me apoyaban en todo, estaban siempre para mí y me regañaban de vez en cuando, como cuando me veían media alegre por culpa del alcohol al llegar de alguna fiesta, pero era normal que lo hicieran.

En el tema amoroso, no indagaba mucho porque no había mucho que contar. No tenía nada estable ni estaba atada a nadie.

Disfrutaba del sexo con Néstor y, sí, confesaba que también lo disfrutaba con Ian.

Eran muy diferentes y se sentía diferente, pero me encantaban ambos. A veces me apetecía algo más suave, así que iba a buscar Ian, aunque veces quería algo más salvaje e iba a buscar a Néstor. Eso era así.

La única persona que sabía de eso era Abby, pues ni entre ellos lo sabían, o al menos no de mi parte, porque no veía necesario decírselo.

Yo era una persona libre que hacía lo que quería, igual que ellos, no debía explicaciones a nadie y nadie me las debía a mí.

Las semanas seguían pasado, fue el cumpleaños de Ian, de Mike, de Matt y de Josh, muy seguido de Abby, así que lo acabamos celebrando todos juntos invitando a mucha gente.

A parte, también hicimos algo íntimo en la piscina y barbacoa de casa solo para nosotros siete, sin escándalo, sin tanto alcohol, sin barullo y más tranquilo, hablando relajadamente, contando historias, jugando a la pelota o a algún juego de mesa, como las cartas.

Cuando pasó septiembre, ni Abby ni yo nos matriculamos en ningún centro para seguir los estudios que queríamos para nuestros futuros, pues preferimos tomarnos un año fuera de centros escolares, tareas y demás.

Ella tenía de motivo que tenía que cuidar a su madre porque su padre no podía por el trabajo y la mujer había enfermado, aunque no era grave.

Mi motivo era por una aventurera idea que tenía en mente, pero que aún no había desarrollado ni contado a nadie.

Entonces, cuando me quise dar cuenta, ya estábamos a mediados del mes de noviembre y faltaban unos quince días, más o menos, para mi ansiado veintiún cumpleaños.

Quería que llegara ese día porque después de eso podría ser completamente independiente, ya que Mike y yo tuvimos que ir a un centro psiquiátrico para que me hicieran un chequeo de salud mental y me dijeron que estaba 'libre', que ya no necesitaba un cuidador.

Una parte de mí no quería que llegara ese día. Una gran parte. Eso significaría que podría llevar a cabo mi plan, ese que llevaba pensando durante tanto y tanto tiempo, perfeccionando el mínimo detalle, buscando, rastreando.

Empezaría de cero.

Extrañaría tanto a mis chicos, a Mike, a Abby y su familia que me acogieron con tanto amor, a Evan y Carl que se habían vuelto unos grandes amigos y compañeros de fiestas, a unos cuantos amigos más... A todos, y eso me dejaba dudando de si realmente quería cambiar todo por una loca aventura.

No era una loca aventura, era lo que siempre había querido desde hacía años y quería cumplirlo. Era mi sueño, pero ahora que mi vida estaba enderezada y completamente bien, ¿valdría la pena arriesgarlo todo por algo incierto y aleatorio?

Si las cosas no salían bien o como yo esperaba, siempre podría volver.

O eso suponía.

Despejé dudas de mi cabeza mientras conducía hasta casa después de haber salido de trabajar y después de haber dejado a Abby en su casa, pero tenía que contarle todo lo que pensaba a alguien.

Pensé en volver sobre mis pasos hasta casa de mi mejor amiga, pero ella estaría cuidando de su madre y no iba a molestar el tiempo que ambas estaban juntas contándose sus cosas, así que un nombre se vino a mi cabeza.

Llegué a casa, dejé el coche entre dos de los chicos y me bajé riéndome de ver mi viejo y feo vehículo rodeado por los cinco de ellos, reluciendo de limpio y preciosos, todo lo contrario a lo que yo tenía, pero mientras me sirviera estaba bien.

—¡Ya estoy en casa! —Exclamé cerrando la puerta.

Me quité los guantes y el gorro de lana dejándolos en un cajón de la mesa de la entrada para después quitarme la chaqueta y dejarla colgada en el perchero junto a algunas más de los chicos.

—¡Justo a tiempo, enana! —Matt estaba poniendo un plato de comida en la mesa del comedor donde estaban todos sentados preparados para cenar.

Me senté con ellos y comenzamos a hablar de nuestro día desde por la mañana, pues últimamente nos veíamos muy poco por unos motivos u otros, pasándose rápido la hora de la cena.

Subí a mi habitación, me duché y me senté a esperar la respuesta del mensaje que había mandado, recibiendo como contestación unos golpes en la puerta de mi dormitorio, lo que me hizo sonreír. Era instantáneo.

—¡Adelante! —Permití.

—¿Qué pasa, preciosa mía? —Ian entró y cerró con rapidez.

Independientemente de lo que hubiera entre nosotros dos, como Néstor, yo todavía estaba bajo la supervisión de Mike durante un par de semanas más y él los mataría a ambos si alguna vez se enteraba de las cosas que fui capaz de hacer con ellos.

Desgraciadamente, por separado.

—Ven, sienta, tengo que contarte algo. —Palmeé un hueco libre a mi lado en la cama.

—Te escucho. —Se sentó, puso una mano sobre el colchón y se recostó hacia atrás, pero mirándome.

—¿Recuerdas que hace unos meses, casi cuando llegué, te dije que podrías ser un buen psicólogo? —Se rió.

—Sí... Claro, me acuerdo. —Sonreí yo.

—Pues, cariño, necesito que hagas de psicólogo una vez más. —Asintió sonriendo.

—Adelante. —Su mano fue hasta mi mejilla y la acaricio, dándome los ánimos para contarle mi plan.

Suspiré y comencé a decirle todo lo que necesitaba para desahogarme, todo lo que quería hacer y todo lo que tenía planeado para dentro de dos semanas, solo unos días después de mi cumpleaños número veintiuno.

Continue Reading

You'll Also Like

8M 316K 43
Lara, una chica irreverente es enviada a un remoto lugar en México. Si de por sí es horrible estar aquí lejos de la tecnología y de las cosas que con...
260K 9.9K 83
PORFAVOR DEJENME IR JURO QUE NO DIGO NADA,ES MÁS ME VOY DEL PAIS,DESAPARESCO O NO LO SÉEE, PERO PORFAVOR DEJENME IR!!! -Los 4 jovenes bajan la mirad...
24.7K 1.4K 23
Esta historia relata como una niña pequeña, con el paso del tiempo, desarrolla sentimientos por la única persona que siempre ha estado a su lado: su...
334K 19.1K 39
Soy Suya. Soy De Su Propiedad. Soy Su Locura. Soy Su Lujuria. Soy Su Pasión. Soy Su Tormento. Pero Sobre Todo... Soy Su Salvación. Soy Venus Williams...