|Unidos Venceremos I|
~Oscuro pasado~
Al parecer la base de los nuevos Vengadores se encontraba cerca o bien en Nueva York, pues el viaje en el Quinjet fue sumamente corto. En cuanto al incómodo escenario anterior yo no dije ninguna palabra desde que subí y lo mismo pasó con Tony.
La base era un lugar enorme en medio de la nada aunque se podía apreciar un verde paisaje a lo largo y ancho del lugar. Bajamos del Quinjet y en las puerta nos esperaban una sonriente Wanda Maximoff y un serio Capitán América de brazos cruzados, que sepa que yo estoy menos feliz de volver a verlo, con Falcón a su lado.
Y ahí estábamos Natasha, Tony, Visión y yo con los rostros más serios posibles, porque bueno, queríamos hacer una gran entrada. Nos paramos justo frente a ellos y después de unos segundos fue Natasha la que finalmente habló.
—Hola Steve —dijo a su manera— necesitamos su ayuda.
[•••]
—Creí que eso no era algo de mí incumbencia —habló cuando le terminamos de contar todo lo necesario. Rodé los ojos.
—¿Ven? Les dije que era un rencoroso.
—¡Vamos Rogers! Esto es más de lo que nos imaginamos —intervino Tony— necesitamos tu ayuda y la del equipo.
—Lo siento Tony, pero...
—Tu mismo viste a lo que nos enfrentamos y ni siquiera sabemos por dónde empezar para encontrarlo, te estoy pidiendo ayuda Steve, los necesitamos.
El capitán tomo un gran suspiro y con una mirada apenada nos observó a cada uno de nosotros que esperábamos su respuesta y después miró a su equipo señalando con la cabeza la parte de atrás para hablar en privado. Y así todos lo siguieron.
Omnisciente
—Aún no están totalmente listos para salir...
—Sin ofender Capitan —habló Rhodey— pero creo que ya he tenido el suficiente entrenamiento, fui soldado ¿recuerda? Y creo que puedo ayudar a mi amigo cuando me necesita.
—Rhodes, recuerde que yo estoy al mando de este equipo y si algo llegara a pasarle...
—Será bajo mi responsabilidad, creo que Tony haría lo mismo por mí.
—Además Pepper está en peligro, Steve —habló Wanda— tal vez no tenga la mejor relación con Stark, pero ella no merece tal destino. Después de Pietro no pienso dejar a nadie en peligro mientras pueda hacer algo para impedirlo.
Él asintió.
—Creo que hemos tomado una decisión.
•••
Los demás esperaban expectantes a su respuesta, Amelia se mostraba algo preocupada pues recordó todo aquello que le dijo al capitán cuando se ofrecía a ayudar y tenía ciertas dudas ya que no había sido del todo amable.
—¿Y bien?
—Con el equipo hemos decidido que los ayudaremos —contestó después de unos segundos— pero esto es un trabajo en equipo Starks quieran o no.
—Si si, como sea —contestó Amelia y para no ser tan agresiva agregó— gracias.
—¿Y cómo descubriremos su ubicación? —preguntó Wanda.
Los que sabían del tema se miraron los unos a los otros, sabían las habilidades de la chica y de lo que podía ser capaz, durante el viaje ellos habían tenido la loca idea de que Wanda Maximoff podría entrar a la mente de Amelia y ayudar a encontrar a Los Inmaculados, sin embargo sabían que eso podría ser peligroso tanto para Wanda como para Amelia.
—Cuando fuimos a la Mansión, el Profesor Xavier utilizó sus poderes para entrar a mi mente —habló Amelia— y gracias a eso una parte de mis recuerdos fueron desbloqueados y otros descubiertos...
—Tuvimos la idea de que tal vez podrías intentarlo, brujita —interrumpió Tony quien aunque estaba aún enojado y afectado por su discusión con Amelia sabía que todavía le afectaba hablar del tema de su pasado recién descubierto. Ella simplemente mantuvo la mirada sería agradeciendo internamente a Tony.
—No se, nunca he intentado hacer algo de esa magnitud, quiero decir, puedo leer los pensamientos de las personas, pero ¿entrar a la mente de alguien?
—Sabemos que no será fácil, pero podemos intentarlo...
—No tienes que hacerlo si no te sientes segura, Wanda.
—No, está bien Steve. Podemos intentarlo —contestó nerviosa pero decidida.
—Bien, lo haremos mañana así puedes prepararte. Por los demás debemos entrenar para cualquier cosa que se avecine —Rogers miró a Tony— ¿se quedarán en la base?
Él asintió.
—Sería lo más sensato. Debemos apresurarnos con la búsqueda.
—Bien, sabes dónde está tu habitación. Vengadores, a entrenar.
Dicho esto todos salieron del salón y fueron a sus respectivos lugares de entrenamiento, en el caso de Tony a su habitación, a excepción de Amelia quien no conocía el lugar y nadie le había dicho dónde estaban los dormitorios. Estaba aún distraída en sus pensamientos que cuando se dio cuenta todos se había ido y no pudo seguir a Tony para ubicarse. Salió del lugar e intentó buscar las habitaciones por si misma, pero era algo imposible, el lugar era inmenso y habían diversos pasillos que llevaban a diferentes partes. Se preguntaba cuánto tiempo les habría costado acostumbrarse y encontrar la ubicación exacta de cada cosa.
—¿Perdida? —habló una voz burlesca.
—Al parecer a alguien se le olvidó decirme dónde está mi habitación...
—Sígueme, yo te llevaré a ella.
—Que amable, Rogers —contestó sarcástica.
Caminaron y dieron muchas vueltas por los pasillos, Amelia intentó memorizar el camino, pero después de la tercera vuelta se rindió y lo único que le quedó fue rezar para que tenga un baño propio y no tener que salir y volver a perderse.
—Aquí estamos —dijo con una sonrisa de lado.
—No sé cómo se aprenden los caminos, todo es tan confuso que parece un laberinto.
—Supongo que nos acostumbramos, es nuestro hogar ahora.
—Eso es una tragedia.
—Te he visto distante con Tony, ni siquiera se han puesto de acuerdo para atacarme.
—La gente crece, paletas.
—Lo dudo de ustedes dos —rió— ¿qué ha pasado?
Amelia suspiró teniendo en cuenta que el capitán no le dejaría irse sin que le dijera.
—Hemos tenido una pelea, pero él se ha puesto en plan dramático. Sólo salí a visitar a un amigo.
—Se preocupa, por lo que pasó con la señorita Potts —ella bajó la mirada— está claro que teme que algo malo te suceda, nunca había visto a Tony preocuparse por una persona que no sea él mismo. Pepper y tú son la excepción, él te quiere. A su manera.
—Sí, supongo... —Steve tomó su mentón e hizo que levante la mirada— gracias.
Sonrió y él lo hizo de vuelta.
Amelia se quedó pensando, Steve Rogers no era tan mala persona, en realidad no era una mala persona en absoluto y tal vez por eso no le agradaba. Sin embargo, aquel momento hizo que tome cierto afecto hacia él y de pronto se sintió mal por lo que había dicho antes.
—Lo siento —él la miró confundido— por lo que he dicho hace un tiempo...
El capitán sonrió sarcástico.
—¿Amelia Stark disculpándose?
—No te acostumbres —rodó los ojos.
—¡Y ahí está! Me había preocupado —fingió y luego rió provocando lo mismo en ella— ¿quieres ir a entrenar?
—¿Quieres que te patee el trasero?
—¡Lenguaje!
Amelia rodó una vez más los ojos tratando de olvidar lo que había dicho y lo siguió hacia el campo de entrenamiento. Era un campo de realidad virtual, y fue lo más increíble que Amelia había visto en toda su vida.
Tal como había previsto le ganó la batalla al Capitán en cuatro de seis rondas. Él sabía pelear y era enorme, pero ella era más pequeña lo que la hacía más rápida y habilidosa, el ego de Rogers cayó por los suelos y se negaba a guiar a Amelia de nuevo a su dormitorio. Al final ella volvió a ganar y lo hizo, la habitación tenía su baño propio lo que fue algo que agradeció; tomó una refrescante ducha y se acostó en la cama, no era tan cómoda como la que tenía en la mansión, pero tenía lo suyo.
Pensaba en Tony, pensaba en Pepper y rezaba porque con la ayuda de Wanda pudieran descifrar el lugar donde la tenían.
[•••]
Wanda estaba hecha un mar de nervios, temía por la seguridad de Amelia ya que no sabía lo que están haciendo y no tenía la menor idea de cómo penetrar totalmente y rebuscar en la mente de alguien. Todos estaban entrenando a excepción del Capitán Rogers, Tony, Wanda y Amelia quienes se encontraban en una habitación privada preparándose.
Amelia estaba recostada boca arriba en la camilla mientras Wanda se encontraba sentada detrás de ella. Puso con cuidado sus manos en las sienes de la adolescente justo como le habían explicado y se concentró lo mayor posible.
Nada.
—No puedo hacer esto, no sé cómo hacerlo —se desesperó— enserio quiero ayudarles a encontrar a Pepper pero no puedo...
—Oye, apenas fue el primer intento —alentó Steve— eres muy poderosa, Wanda. Concéntrate.
Ella asintió y lo intentó una vez más, casi lo lograba, pero sintió una fuerza que la empujaba afuera lo que le provocó un pequeño dolor de cabeza.
—¿Estás bien?
—Si, sólo...eso fue extraño. Fue como si me expulsara fuera de tu mente.
—Amelia, ¿hay alguna forma de que puedas retener el escudo?
—No lo sé, no sé cómo funciona. Intentémoslo de nuevo —Wanda asintió estando de acuerdo.
Esta vez Amelia se concentró en sus pensamientos intentando ponerlo todo en blanco mientras Wanda intentaba entrar por tercera vez. De pronto la joven sintió como algo se disipó y entonces, ambas estaban dentro.
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Otra vez era aquel extraño símbolo impregnado en la pared de enfrente. Era una habitación oscura con una parpadeante luz amarilla que apenas iluminaba parte de la habitación. Ella se encontraba acostada y sudorosa con ambas manos atadas fuertemente a los costados. Respiraba, pero sus ojos decían lo contrario, no tenían vida. Se escucharon un par de pasos firmes viniendo desde afuera y una mujer rubia entró con aquella sonrisa espeluznante y una jeringa con dos pequeños frascos en la mano; el primero lo llenó de su sangre y el segundo frasco ya contenía un líquido espeso y casi negro.
Llenó la jeringa de aquella sustancia y se acercó a ella con la misma sonrisa, antes de insertar la aguja en su vena se acercó a su oído y susurró.
—Esto dolerá mucho.
Y un grito espeluznante se escuchó cuando vertió aquel líquido en la sangre de Amelia.
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Enseguida de eso, ambas vieron una segunda escena.
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Era la misma Amelia, esta vez estaban ella y otras chicas en una especie de sala de entrenamiento, el piso era de madera y las paredes forradas de grandes espejos.
—Espero que cada uno de ustedes haya entrenado perfectamente a sus elegidas —habló la mujer— esta es la prueba final. Quien derrote a su oponente pasará a la siguiente fase y cada vez estará más cerca de ser miembro oficial de Diamante.
Tomó su tiempo para analizar cada uno de los rostros de las chicas presentes y se detuvo un segundo más en la cara de la chica azabache de ojos azules.
—Amelia y Alexsandar serán las primeras — habló y ambas chicas pasaron al frente, una contra otra se dieron la mano y esperaron la señal— empiecen.
La pelea estaba bastante pareja hasta que Amelia logró hacerle una llave y la chica pelirroja se rompió la pierna, no podía levantarse. La mujer observó la escena con la cabeza ligeramente de lado y después vio a Amelia quien tenía la mirada triunfante pues había ganado.
—Muy bien, Amelia —esta le miró con una pequeña sonrisa de agradecimiento— acábala.
Ella la miró confundida al igual que la chica del piso. La rubia mujer le tendió un arma y Amelia dudaba en agarrarla.
—He dicho que la acabes —Amelia miró a sus entrenadores y el asiático asintió levemente la cabeza y ella tomó el arma.
Alexsandar la miraba asustada y ella le devolvía una fría mirada apuntándole a la cabeza con la pistola. Volvió a ver a sus entrenadores y después se fijó en el rostro expectante de la mujer.
Quitó el seguro.
Alexsandar la miraba cada vez más asustada.
—Amel...
Disparó.
El cuerpo inerte de la joven pelirroja se veía cada vez más empañado en sangre. La mujer sonrió de satisfacción y salió del lugar no sin antes felicitarla.
Amelia se quedó viendo aquel cuerpo sin vida, la había matado. Había matado por primera vez, y había asesinado a su mejor amiga.
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De lo anterior Amelia tenía vagos recuerdos, aún recordaba a aquella chica y todo lo que compartía con ella.
Hicieron un salto en el tiempo o así fue como Wanda y Amelia lo sintieron.
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La noche era lluviosa y el barro se pegaba con cada paso en las botas de Amelia. La casi vacía mochila que traía era lo único que pudo sacar de ahí; era el gran día de su huida y por fin saldría de ahí. Amelia recordaba aquello pero no escapaba de un orfanato, estaba escapando de la base de los Inmaculados.>>
Wanda estaba cansada y ambas tenían una pequeña migraña, evitando comentar aquello con Alexsandar, tenían lo que necesitaban. Amelia ahora recordaba esas calles, el frío, hambre y miedo que había sentido durante días; así como recordó también el camino que siguió cuando escapó del lugar.
Estaban cada vez más cerca de ellos, más cerca de Pepper y más cerca de la verdad.