9. Inmaculados

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|Inmaculados|


[¿Está seguro de que eso podría ayudar?

Solo tráiganmela, estoy seguro de que resolveremos el caso. Cerebro me ayuda a ampliar mis capacidades podría ser posible que incluso localicemos a los atacantes—]

Amelia golpeaba el saco de boxeo con nada más que unas simples cintillas cubriendo sus nudillos, los cuales dolían, y estaba segura de que comenzarían a sangrar en cualquier segundo; pero no podía detenerse, cada vez golpeaba más fuerte aquel costal relleno de arena.

Pepper estaba preocupada por ella, llevaba en el gimnasio de entrenamiento cerca de tres horas haciendo lo mismo. Una llamada de la oficina central de policías le había anunciado que el hombre que disparó a Henry había despertado. Al principio dudó en si decírselo o no a Amelia pues ella misma había sido la causante del tiempo inconsciente del hombre. Al final decidió que debía saberlo, de todas formas, ella misma se enteraría tarde o temprano y las consecuencias serían las mismas, o aún peores.

—¿Amelia? —entró al aula de entrenamiento. La joven había golpeado tan fuerte el saco que se balanceo mucho tiempo hacia atrás y cuando volteó a quien la llamaba este reboto justo en su cabeza haciéndole caer al piso con un fuerte golpe en la frente—¡Amelia! —corrió Pepper hacia ella.

—Estoy bien Pepper, lo siento.

—¿Por qué te disculpas? —preguntó extrañada— ¡Mírate los nudillos! Te has lastimado lo suficiente por hoy, vamos.

A duras penas la pelinegra se levantó junto a ella y se dirigieron a la sala de estar vacía. Pepper volvió hacia ella con el botiquín de primeros auxilios en la mano, remojó un pedazo de algodón con una gran cantidad de alcohol y en cuanto este tuvo contacto con los nudillos lastimados de Amelia esta se estremeció.

Había sido una caída de apenas medio metro, pero fue lo suficiente para dejar una gran herida en la rodilla pues al aterrizar fue lo primero que tocó el suelo lleno de pequeñas piedras del tamaño de una nuez. La pequeña no pudo evitar llorar y aquellos ojos azules tomaron un brillo consecuente de las gruesas lágrimas que caían por su mejilla.

Tranquila cariño, ya nos vamos a casasonrió su madre en un intento de tranquilizarla tengo que limpiarte la herida, te prometo que no doleráañadió al notar el rostro atemorizado de la niña.

Le había mentido, aquella promesa fue falsa pues sí que le había dolido, aunque un helado de chocolate siempre fue la mejor cura para estos casos.

¡JORDAN!se escuchó el grito en forma de aullido y todo se volvió negro.

—¡Amelia! —el gritó espantado de Pepper pronunciando su nombre hizo que reaccionara y tras la mirada de preocupación de la mujer le dedicó una ligera sonrisa asegurando de que estaba bien.

—¿Dónde esta Tony? —cambió de tema a lo que Pepper se encogió de hombros aún con el ceño fruncido.

—Debe estar abajo arreglando alguna armadura

—Fui hace un rato y ahí no había nadie —negó Amelia.

—Bueno, seguro está ocupado con cualquier otra cosa, aunque no recuerdo escucharlo llegar anoche...—ambas quedaron en silencio y Pepper pensó por un momento lo peor, pero se negaba a creerlo, Tony no haría eso, él había cambiado. Para olvidar el tema la de cabello rojizo decidió hablarle a Amelia sobre el hombre —Me ha llegado una llamada —al ver que no hubo reacción de su parte continuó—era de la policía, dijeron que el último atacante ha despertado.

La Nueva Vengadora: AmeliaWhere stories live. Discover now