Lian's Story

By LillyDiaz18

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(Basada en la película de Disney, The Lion King) "Supongo que esta es la parte donde escribo un mon... More

Dedicatoria
Prólogo
Prefacio
Capítulo 1:Kopa
Capítulo 2: El cañón
Capítulo 3: Ser valiente
Capítulo 4: Familia
Capítulo 5: Despedida
Capítulo 6: Duo
Capítulo 7: El árbol y el rayo
Capítulo 8: Destierro
Capítulo 9: La noche más larga
Capítulo 10: Forastera
Capítulo 11: Noche de estrellas
Capítulo 12: Club de solitarios
Capítulo 13: El león de melena negra
Capítulo 14: Recuerdos
Capítulo 15: Camino de vuelta
Capítulo 16: Recién llegado
Capítulo 17: Cementerio
Capítulo 18: Kiara y Kion
Capítulo 19: La vida en el reino
Capítulo 20: Algo nuevo
Capítulo 21: In-comodidad
Capítulo 22: Praderas
Capítulo 23: Un diente, un árbol y un cocodrilo
Capítulo 24: Caras viejas, caras nuevas
Capítulo 25: Niñera
Capítulo 26: Flores de baobab
Capítulo 27: La Guardia del León
Capítulo 28: Buscar y Encontrar
Capítulo 29: Ley del hielo
Capítulo 31: La charla sobre la piedra
Capítulo 32. El viaje de Mheetu
Capítulo 33: Inquebrantable
Capítulo 34: Ojos marrones
Capítulo 35: La cacería de búfalos
Capítulo 36: Confusión
Capítulo 37: Puntos suspensivos
Capítulo 38: Dejar ir
Capítulo 39: Tocar fondo
Capítulo 40: La selva y la bala
Capítulo 41: El acantilado y el rio
Epílogo: Nunca dicen adiós
Curiosidades
Galería de "Fan Arts"
Preguntas y Respuestas
Agradecimientos
Nominada (No es un capítulo)
Tag del Fanfic (no es capítulo)
😁 Nominación 😁
Otra nominación (para más views)
ESTRENO: Lian's Story 2

Capítulo 30: Visitas

228 20 30
By LillyDiaz18

Para el cuarto día, me sentía fatal. Pasar casi todo el tiempo en casa no era bueno para mí. Pero tampoco me apetecía salir sabiendo que no tenía nada que hacer afuera. Arafa y Danny eran agradables, y eran mi excusa para ver a Robert sin acercarme, pero no era suficiente.

Moría de ganas por hablar con él. Pero también moría de curiosidad por saber el resultado de mi pequeña jugarreta. Todo el tiempo reñía entre ese deseo por saber y el de rendirme ante el león. No importaba lo que estuviese haciendo, o dónde me encontrara, o con quien estuviera, esos sentimientos no se detenían.

Y rápidamente me quitaban la energía para todo.

Era temprano en la mañana y yo ya me sentía hastiada de todo. Apenas abrí los ojos y noté que la lucha interna seguía activa, di por sentado que sería otro día de mierda. Deje que la manada saliera de la guarida sin decir nada, yo permanecería tumbada en mi lugar hasta que me ganara el hambre... o cualquier otra necesidad natural. Para mi suerte nadie me molesto, y pude hundirme plenamente en mis pensamientos.

Cuatro días. Era demasiado tiempo sin Robert ¿No me extrañaría él también? ¿No tendría curiosidad de saber por qué de repente había dejado de hablarle? ¿Qué haría si nunca se acercaba a buscarme? ¿Debería esto ser razón para hablar con él? Y si, por el contrario, llegaba a buscarme ¿qué explicación le daría?

Decir un Oye, estaba experimentando contigo no se oía muy agradable.

- Lian - llamó la voz de Elanna a mis espaldas. - Preguntan por ti aquí afuera. ¿Quieres que diga que no estás?

Mi corazón dio un salto de sorpresa. Y con él, el resto de mi cuerpo. ¿Al fin había acabado la espera?

- ¿Es Robert?

- No sé cuál de todos tus amigos es Robert.

- Bien, ya voy.

Mi prima pareció extrañada, pero no hizo ningún comentario al respecto. Salí de la guarida mientras me acomodaba discretamente el pelaje. Antes de asomarme por los peldaños cuadre los hombros y me las arreglé para mantener una expresión pasiva. Relajé mi andar y baje con tranquilidad. No quería que notara que lo estaba esperando ni que estaba ansiosa por verlo.

Cuando llegue a la parte baja me lleve una sorpresa. No era Robert quien había venido, era el grupo de Oswald. El león venía acompañado de Edward, Yudhenic, Karen y Mahary. Debo admitir que me desilusionó bastante en un principio, pero sus sonrisas de alegría al verme llegar me hicieron sentir un poco mejor.

- ¡Lian! - saludó Karen.

- Qué bueno ver que estás bien. Estábamos preocupados - dijo Yudhenic.

- ¿Preocupados por qué?

- No te hemos visto en tres días - explicó Edward. - Creímos que te habías perdido otra vez y si yo estoy aquí, ¿quién va a encontrarte ahora?

Luego rio con esa extraña risa suya que parecía un gorgoreo.

- Apenas salgo de casa, no creo volver a perderme en un buen tiempo -sonreí.

- ¿Y por qué no? ¿Todo bien? - preguntó Mahryi. - ¿Por qué no has ido con la manada?

Solté un suspiro.

- Bueno, ya que vinieron hasta acá para verme supongo que deben tener mucha curiosidad - baje la mirada. Las palabras que estaba a punto de decir me sabían raras. - Estoy molesta con Robert.

- Pero ustedes son tan unidos - comento Karen.

Levante la mirada para verla. Todos tenían la misma cara de intriga.

- ¿Ven por qué no me agrada? - bufó Oswald.

- Es algo un poco más complejo - me rasqué la nuca.

- ¿Qué te hizo? - preguntó Edward.

- Tal vez se escuche tonto, pero... básicamente se trata de Efia y Gina - expliqué. - Desde que ellas aparecieron es como si... siempre dijo que éramos buenos amigos, y yo creí que era así, pero ellas... pareciera que ahora le agraden más. Y bueno, creo que lo mejor es alejarme por un tiempo, ya saben... quiero decir, si es cierto que somos tan buenos amigos entonces vendrá a buscarme, ¿no? Se preocuparía, así como ustedes, ¿no es cierto?

- Tal vez - dijo Yudhenic. - Se supone que debería. Pero, ¿no has pensado que...

- ... qué asco con esas dos? - masculló Oswald, terminando la frase. - No me extraña que las hayan echado de su manada.

- Lo sé, no entiendo por qué Louis las aceptó - siguió Karen.

- Porque debemos apoyarnos - dijo Yudhenic, juntando las cejas. - Esa es la idea de este grupo. Todos tienen derecho de unirse.

- Alguien más debería ser el líder - bufó Oswald.

- Si no fuera por Louis, tú no estarías aquí - su amiga arqueó las cejas como si quisiera retarlo.

- Si no fuera por Louis, Gina y Efia tampoco estarían aquí y Lian no estuviera molesta.

- No, no, está bien - aclaré. - Esas dos pueden hacer lo que quieran. El problema es con Robert, él es quien actúa extraño. Incluso Palmira se queja de eso: dice que ya ni siquiera le habla.

- Eso es verdad - asintió Mahary. - Hace mucho que no los veo juntos.

- Y ahora empieza a dejar de hablarme a mí también - seguí. - A veces cuando voy a visitarlo siento que sencillamente me ignora... y.... y siempre vamos a donde las hermanas quieren ir. Siempre soy yo quien está detrás de él, haciendo malabares con mi tiempo para poder vernos y la verdad... es como si él me estuviera reemplazando.

- Eso se siente horrible - comento Mahary.

- Es espantoso - baje la mirada. - Así que por eso no me han visto, estos días sólo he ido de pasada. Intento saber su reacción, si realmente somos los amigos que creí que somos. Pero ya es el cuarto día y no ha hecho nada.

- Ni lo hará - rio Oswald. - Siempre está con ese par de mantícoras.

Retraje las orejas. Era triste ver que realmente no me extrañaba mientras yo pasaba el día pensando en hablarle. Qué idiota.

- Yo digo que lo golpeemos - Karen sonrió con malicia. - Somos seis, no puede escapar.

- No podía escapar de uno sólo, es demasiado idiota - rio Oswald.

Y por primera vez no me molesto que lo ofendiera.

- Yo te recomendaría que hablaras con él, Lian - dijo Yudhenic, acercándose a mí. - Nadie puede adivinar lo que hay en la cabeza de los demás, y si no se lo dices, Robert nunca lo sabrá.

- Apena me habla cuando están ellas, ¿cómo voy a tener una plática seria con él? - torcí los labios.

- No lo sé, espera a que esté sólo o buscarlo tú.

- Siempre lo busco yo - fruncí las cejas. - Sólo quiero por una vez saber si él me considera de verdad su amiga. Si tengo alguna clase de... importancia. Luego hablaré con él.

- Bueno, si eso quieres...

- No durará para siempre, sólo tengo curiosidad - aclaré.

- Yo sigo opinando que lo golpeemos - insistió Karen.

- Chicos, el sol ya está en punto - avisó Edward. - Debemos buscar a la partida de caza.

Por inercia todos levantamos la mirada al cielo. El sol estaba justo sobre nuestras cabezas indicando el medio día.

- Hoy es turno de nosotros - explicó Yudhenic. - ¿Quieres venir?

- No quiero arriesgarme a ver a Robert aún - dije. - Si me necesitan, estaré adentro pensando en otras cosas que tampoco quiero hacer.

- Te veremos luego entonces - dijo Karen, antes de dar la vuelta y alejarse.

- Adiós, Lian - se despidieron los demás.

- Adiós, chicos. Gracias por preocuparse.

Los observé alejarse por la sabana hasta que los perdí de vista. Luego subí los peldaños de regreso para tumbarme de nuevo en mi espacio de la guarida. Pronto mi familia regresaría y no tendría oportunidad de deprimirme.

*        *        *        *        *

Llegué a la parte más alta de la colina en unos pocos segundos. Me encantaba la sensación de quemazón en los músculos después de una buena carrera. Aliviaba en cierta medida la molestia de mi situación sentimental, y además, ¿a quién engañaba? No podía permanecer mucho tiempo sin hacer nada.

Decidí salir de casa en ese momento del día por dos razones: la primera era que Robert siempre permanecía cerca de la guarida cuando el sol empezaba a bajar, por lo que era poco probable encontrármelo por ahí; la segunda era que los atardeceres eran majestuosos, y hacía mucho que no contemplaba uno en solitario. Apenas asomé la cabeza fuera de la guarida empecé a correr hacia el crepúsculo como si este me llamara.

Aquella colina donde me había detenido estaba bastante lejos de casa. Tanto que estaba casi sobre la línea del límite Noroeste, justo en el área final del Cementerio de Elefantes. Desde mi posición podía ver una buena parte de él, tan lúgubre como la primera vez que puse un pie en ese lugar. Aún me daban ciertos escalofríos al verlo.

Recordé cuando, de regreso a casa, tuvimos que atravesarlo. Era una de mis mejores anécdotas cuando me reencontré con mi familia, pero en ese momento parecía teñida por un velo de tristeza gracias a la presencia de Robert en ella. ¿Por qué los mejores momentos se vuelven luego los más dolorosos de recordar?

Bajé de la colina para acercarme más a la periferia. El olor de la orina de Simba se fortalecía con cada paso que daba. Estar tan al borde era peligroso, sobre todo al tener tan próximo el territorio de las hienas, pero después del incidente con Janja ya no me importaba demasiado un encontronazo. En realidad, en ese momento, nada me importaba demasiado.

¿Había hecho yo algo malo para que Robert prefiriera pasar más tiempo con las hermana? Entendía que ya no estaba con él tanto tiempo como antes, pero si buscaba compañía aún tenía a Palmira. ¿Por qué también se había olvidado de ella? La chica llevaba más tiempo que yo siendo su amiga, y aun así las cosas estaban como estaban.

¿Algún día nuestra relación volvería a ser lo que era antes? ¿En verdad era todo esto a causa de las hermanas? ¿O el león nos hubiese botado de cualquier forma?

Danny dijo una vez que, antes de Palmira, Robert y ella eran mucho más unidos. ¿Sería acaso una especie de ciclo? ¿Cuando hacia nuevos amigos se deshacía de los anteriores? ¿Qué significaba yo para él entonces?

Esa última pregunta me dejo la mente en blanco.

¿Y si todo había sido en realidad una mala interpretación mía? No pedía que sus sentimientos fueran de la misma naturaleza que los míos, eso sería un abuso, pero, ¿ni siquiera como amiga valía algo para él?

Localicé la marca de orina y me quedé parada justo frente a ella, observando el panorama. Del otro lado la sábana continuaba igual. La línea divisora marcada por los leones poco le importaba a la naturaleza. Me quedé observando las afueras de nuestras tierras mientras seguía en mis cavilaciones.

Todo eso me generaba un terrible sentimiento. Sentía como si algo me faltara, era como un hueco en el pecho. Tanto se semejaba a esto último que, si ponía un brazo sobre este y presionaba con fuerza, el sentimiento desaparecía lentamente. Por primera vez en un largo tiempo pensé en lo mucho que necesitaba un abrazo.

Pero, ¿de quién iba a recibirlo?

No quería que nadie en casa se enterara de mi patética situación, mis amigos parecían no comprender la importancia de todo esto y Palmira... bueno, Palmira no era la mejor dando consuelo.

Hacía tanto que no me sentía tan sola como en ese momento.

El sol se había ocultado casi por completo cuando decidí que era tiempo de regresar a la Roca. Caminé sobre la línea limítrofe del reino, como tentando a mi suerte al estar tan cerca de poner un pie fuera y quedar oficialmente desprotegida. Si cualquier otro león me veía, estaría en todo su derecho de atacar. Por un momento deseé que alguien apareciera y pudiera contarle de esto. Seguro que no querría escuchar las estupideces de una desconocida, pero anhelaba tanto la opinión de alguien más.

La atmósfera pronto se tiñó de los colores fríos de la noche, y yo todavía no comenzaba mi camino de regreso. No estaba segura de la razón, pero algo había en ese lugar que me obligaba a permanecer ahí. Tal vez era la oscuridad que me daba una mayor sensación de aislamiento, o quizá las bonitas flores rojas que crecían en los árboles próximos. O tal vez era ese olor que...

Ese olor...

Era el mismo aroma que detectamos en el territorio de Janja. Era olor a humano.

Me detuve en seco al reconocerlo. No sabía cuánto tiempo llevaba el rastro, pero seguro no había pasado mucho. El que estuviera justo en el borde de nuestros terrenos indicaba que estaba mucho más cerca que la ocasión anterior. ¿Sería que nos había descubierto la vez que Robert cayó en su trampa? ¿Había dado con la pista del león?

Seguí el rastro para ver a donde me conducía. Parecía que caminaba en zigzag sobre la marca de Simba, así que entraba y salía de nuestro territorio. En algún punto dio un giro definitivo y se adentró en el terreno vecino. Con la nariz pegada al suelo y los nervios a flor de piel, seguí el aroma. Este continuaba en línea recta varios metros, alejándose del reino. ¿O era que lo estaba siguiendo al revés y en realidad se había acercado?

Pensé en buscar a Robert y advertirle, pero no tenía pruebas de que el cazador estuviese aun merodeando. Además seguía debatiendo sobre él, por muy egoísta que eso pudiera escucharse en tal situación.

Alguien sacudió la hierba seca que me rodeaba. Levanté la cabeza de un golpe y escruté la oscuridad. La sangre se me fue a los pies cuando descubrí la silueta de dos leones machos peligrosamente cerca de mí. Ni su aroma ni su complexión me eran familiares, y todo lo que pude hacer fue agazapare entre los pastos esperando no haber sido descubierta.

Mierda, ojalá no me hubiera alejado tanto.

La marca de mi hermano había quedado demasiado atrás como para intentar justificarme. Si alguno de ellos me veía en su territorio, podía darme por muerta. Ya me había quedado suficientemente claro que la ley de la Selva era bastante diferente a la ley de mi hogar. Afuera eran salvajes.

Escuché las dos series de pasos acercarse más. No hablaban, y eso me ponía más ansiosa aún. Sus respiraciones ruidosas y jadeantes me indicaron que estaban olfateando algo. ¿Sería mi rastro o el rastro del cazador?

- ¿Estás seguro? No la veo - susurro uno de ellos. Sí, tenía que ser mi rastro. - Ve por allá y avísame si la encuentras.

El león que permaneció en silencio se alejó trotando, pero el otro continuó sobre la misma dirección. Maldición, ¿por qué había decidido hacer semejante idiotez? Imprudente y estúpida como siempre.

El desconocido aplastó con sus patas la hierba, haciéndola crujir. Mi respiración se aceleró. Tal vez, si atacaba primero, lograría despistarlo y tendría algo de tiempo para escapar. Pero no sabía dónde estaba el otro macho, sus pasos ya no se escuchaban.

El león más próximo estaba tan cerca que podía ver sus facciones por encima de la hierba. Las condiciones de luz no eran las mejores, pero pude notar que era un macho de mediana edad, de piel dorada, melena parda desarreglada y dueño unos ojos que permanecían clavados en la tierra buscando huellas mías.

Tal vez no tendría otra oportunidad.

No pensé mucho antes de saltarle encima. Estábamos tan cerca que no pudo librarse de mí, y le asesté un buen golpe en la parte superior de la cabeza.

El desconocido rugió y me devolvió el golpe con tal fuerza que, de alguna forma, consiguió hacerme caer al suelo. Se abalanzo sobre mí con las garras el frente, y apenas tuve tiempo de alejarlo de mí con la pierna. Una patada en el hocico bastó para apartarlo, y giré sobre mí para volver a ponerme en pie. Estaba a punto de escapar cuando lo vi alzar una garra para golpearme. Si llegaba a darme la vuelta esas cuatro garras me dejarían una linda cicatriz en la espalda.

Me apoyé sobre mis cuartos traseros para bloquear todos sus ataques. Golpeaba tremendamente fuerte, y en varias ocasiones estuvo a punto de hacerme perder el equilibrio. Tuve que apoyar la espalda contra un tronco cercano para no caer. Ni siquiera me daba tiempo de atacar.

- ¡Detente! - gritó alguien, y el macho obedeció.

Aproveché su distracción para derribarlo, y el león cedió. Apoyé las manos sobre su tórax y dejé caer mi peso sobre ellas para asegurarme que no volvería a levantarse. Era mi turno. Abrí la boca para morderlo.

- ¡Lian, espera! Viene conmigo - gritó la voz de nuevo, y una serie de pasos torpes y apresurados llegaron hasta mi lado.

Estando en tierras desconocidas, fuera del Reino, el que alguien supiera mi nombre me resultó tan extraño como aterrador. Me quedé quieta, analizando mis opciones ahora que me tenían rodeada.

- Sé que no es el mejor saludo pero, ¿podrías por favor dejar de aplastar a mi amigo?

- Sí, eso sería muy agradable - se quejó el otro.

Sin apartarme de mi atacante, levanté la mirada para encontrarme con el segundo león que me estaba rastreando. Era mucho más joven que el que tenía debajo de mí, de pelaje claro, melena en crecimiento y unos nerviosos ojos verduscos que brillaban de temor y alegría. Tardé un momento en asimilar todo.

- ¿Mheetu?

El chico sonrió.

- Hola, Lian.

Un escalofrío me recorrió por completo.

Oh, dioses...

- Eres tú, ¡de verdad eres tú! - me olvidé del idiota al que mantenía preso y salté hacia Mheetu para abrazarlo.

- Te prometí que regresaría, ¿o no? - rio.

Si supieras todo lo que ha pasado desde que te fuiste.

La muerte de Kopa, el destierro de Zira, los días fuera del reino, Robert... abrazada a él parecía que el hueco en mi pecho había desaparecido. Era ese abrazo el que estaba buscando, y tal fue la emoción de encontrarlo que no pude evitar derramar un par de lágrimas.

Mheetu me escuchó intentar contenerlas.

- No creí que me extrañarías tanto - bromeó. - ¡Hey! Está bien. Si tan triste te pone verme, puedo volver a irme.

Me aparte de él para limpiarme las lágrimas. Qué vergonzoso era eso. Era una suerte que todo estuviese tan oscuro.

- Lo siento - dije. - Es sólo que... no puedo creer que estés aquí. ¡Ni siquiera te había reconocido!

Y era que se veía tan diferente al Mheetu que recordaba. Había ganado altura y musculatura, la melena le había crecido hasta cubrir sus hombros y ahora se le unía a la altura del pecho - aunque dejaba su cuello al descubierto -, su voz se escuchaba más parecida a la de un adulto que a la de un cachorro y los mechones de su mentón habían crecido y ahora se curveaban hacia atrás. Incluso su olor había cambiado por uno más similar al de la resina de los árboles. Pronto dejaría de ser un adolescente.

- Sí, eso fue algo bastante obvio - masculló el otro macho, quien ya estaba de pie.

- Lian, te presento a Ni - dijo Mheetu. - Ni, ella es Lian.

- Lamento haberte atacado - retraje las orejas. - Estamos fuera del reino y creí que eran enemigos.

- Descuida, me agradan las mujeres con carácter - cuadró los hombros.

- ¿Qué haces fuera del reino a esta hora? - Mheetu frunció el ceño ligeramente.

- Te oyes como mi madre - reí, pero luego no supe que responder. Solté una verdad a medias: - Olfateé algo extraño y quise investigar. Creo que eran ustedes.

- ¿Estabas tan lejos de la Roca?

Me encogí de hombros. No quería hablar del cazador en ese momento.

- Sí, pero... ¡oye! Tenemos que ir ahora mismo a decirle a todos que estas de nuevo en casa - di la vuelta y regresé sobre mis pasos con Ni y Mheetu siguiéndome. - ¿Tienen hambre? Creo que aún queda algo de la caza de esta tarde. Nala estará muy feliz de volver a verte.

- De vernos a ambos, de hecho. Ni dice que la conoció hace tiempo.

- ¿En serio? - pasamos la marca de Simba. Estábamos de nuevo en terreno seguro. - No sabía que Nala tenía amigos fuera del reino.

- Esa es una historia larga - dijo el mayor.

- Bueno, el camino hasta la Roca del Rey también lo es.

Pasamos el resto del trayecto escuchando la historia de cómo Ni había salvado a la pequeña Nala de unas hambrientas hienas cuando Scar aún dominaba nuestras tierras. Ni no había vuelto al reino después de eso, pero el encontrar a Mheetu y enterarse de la relación que tenia con mi amiga despertó su curiosidad por saber qué había sido de esas tierras y de aquella pequeña cachorra. Cuando llegamos a casa Nala nos dio su propia versión (después de estallar en emoción al ver a ambos machos) sobre como Chumvi la había retado a hablarle a Ni, un joven forastero que estaba de paso por el reino, y como este la había salvado de un grupo de hienas formando así una amistad que duró el tiempo que Ni estuvo de paso.

Sarafina bañó en lengüetazos a Mheetu apenas lo vio, y los cachorros no paraban de hacer preguntas a su "nuevo" tío y aquel león extranjero cuyos brazos estaban marcados con cicatrices de todo tipo. Bunga estaba particularmente interesado en saber la historia que había detrás de cada una de ellas y Ni, quien resultó ser menos gruñón de lo que juzgué en un principio dado su aspecto, no se hizo del rogar. 

Habló sobre sus experiencias como solitario durante sus primeros años, los mejores y los peores encuentros con otros leones, y la vez que fue embestido por un búfalo. No creí del todo la mitad de sus historias, pero no quise irrumpir con mi escepticismo la atmósfera que la manada había creado en torno a él. Después de todo, ciertas o no, sus historias eran entretenidas. Fue la velada más agradable que había vivido en varios meses, tanto que incluso me hizo olvidarme del asunto con Robert.

Una visita inesperada de la persona correcta es la mejor medicina en momentos difíciles.

__________________

Bueno, como pudieron notar, decidí que es mejor "personalizar" los videos que vaya utilizando para la música. Me dí cuenta que algunas de las pistas usadas para los primeros capítulos fueron eliminadas y se perdieron, de modo que, para evitar que esto siga pasando, voy a editar videos como los de este capítulo y con ellos reemplazaré los que ya estaban (todos excepto composiciones originales de los canales de YouTube y los covers, para respetar a los autores). De momento ya están aplicados en este capítulo, en el Prefacio, en el Capítulo 1:Kopa, y el Capítulo 2: El cañón. Y si la Nación del Copyright no ataca, iré modificando el resto. Una disculpa por la calidad y por el sonido cheche al principio (adivinen quién no pudo descargar After Effects en su PC y tuvo que recurrir a Movie Maker que deja los videos todos hediondos y no permite agregarle un movimiento bonito al logo :c).

Y bueno... ahí está el pinshi Mheetu, Bako!! :v

La verdad empezaba a extrañarlo, y las preguntas de Bako me llevaron a tomar una decisión: recorté un par de cosillas que consideré muy de relleno y con el sobrante armé un solo capítulo, por lo que este chico y Ni aparecieron dos capítulos antes de lo esperado.... aunque todavía no sé si esto es bueno porque quité paja de la historia, o es malo porque ahora tiene dos capítulos menos 🤔 jaja salu2


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