Z-Elección©

By JhorJo

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Desde 2015, la vacuna conocida como "La Milagrosa" ha sido la responsable de la catástrofe mundial que azota... More

BOOKTRAILER
PRÓLOGO
CAPÍTULO UNO
CAPÍTULO DOS
CAPÍTULO TRES
CAPÍTULO CUATRO
CAPÍTULO CINCO
CAPÍTULO SEIS
CAPÍTULO SIETE
CAPÍTULO OCHO
CAPÍTULO NUEVE
CAPÍTULO DIEZ
CAPÍTULO ONCE
CAPÍTULO DOCE
CAPÍTULO TRECE
CAPÍTULO CATORCE
CAPÍTULO QUINCE
CAPÍTULO DIECISÉIS
CAPÍTULO DIECISIETE
CAPÍTULO DIECIOCHO
CAPITULO DIECINUEVE
CAPÍTULO VEINTE
CAPÍTULO VEINTIUNO
CAPÍTULO VEINTITRÉS
CAPÍTULO VEINTICUATRO
CAPÍTULO VEINTICINCO
CAPÍTULO VEINTISÉIS
CAPÍTULO VEINTISIETE
CAPÍTULO VEINTIOCHO
CAPÍTULO VEINTINUEVE
CAPÍTULO TREINTA
CAPÍTULO TREINTA Y UNO
CAPÍTULO TREINTA Y DOS
CAPÍTULO TREINTA Y TRES
CAPÍTULO TREINTA Y CUATRO
CAPÍTULO TREINTA Y CINCO
CAPÍTULO TREINTA Y SEIS
CAPÍTULO TREINTA Y SIETE
CAPÍTULO TREINTA Y OCHO
CAPÍTULO TREINTA Y NUEVE
CAPÍTULO CUARENTA
¿Hay Z-Ecuela?

CAPÍTULO VEINTIDÓS

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By JhorJo

KATH GRIER

—¡Vicenzo! —Llamó a todo pulmón Zeon, subiendo como un loco los peldaños cilíndricos de la escalera— ¡Vicenzo!

          Tanto el señor Vicenzo como Zeon ya habían salido de las aguas negras, y ahora no los podíamos ver desde el pequeño agujero de la alcantarilla. Por ello esperábamos nuestro turno para hacer lo mismo.

—Pero, ¿qué le pasó al amigo? —esbozó Alan haciéndose el gracioso—. Creo que el olor a mierda de acá abajo lo volvió loco.

—Alan no. —Negó Vanessa moviendo su cabeza de lado a lado y con sus manos en la cintura—. No, sólo no.

          Alan no me desagradaba del todo, pero sus comentarios eran un cruce entre algo idiota con algo fuera de lugar. Vanessa cada vez que tenía la oportunidad de cortársela, lo hacía y para mí eso bastaba.

—Chicos, subamos. Este olor me está mareando —comentó Hanny descansando su mano en su enorme panza de embarazada—. Necesitaré un poco de ayuda para poder subir esa escalera.

—Yo te ayudo —dijo Frank saliendo de las sombras. Desde que lo mordió el Contemporáneo ha estado muy distante de todos—. Subiré primero y te daré la mano para que te ayudes un poco.

          Hanny asintió y le dio espacio para que subiera. Frank lo hizo y cuando estaba a más de cuatro peldaños estiró su mano y la mujer la recibió. Poco a poco fueron subiendo hasta que llegaron a la salida y Frank tuvo que tomar a la embarazada por ambos brazos y ayudarla a salir.

           Vanessa era la siguiente en subir.

—¡Wow! —Empezó Alan—. Lindas nalgas.

«Vaya idiota» dije en mi mente.

           Vanessa se detuvo, bajó nuevamente los peldaños que había subido con toda la calma del mundo, se giró frente a Alan y de un momento a otro un sonido de choque estalló en el silencio de las aguas servidas. La cachetada más merecida que había visto.

—¡A mí me respetas! —exclamó molesta Vanessa, la chica estaba roja de la furia.

          No podía aguantar la risa, pero lo estaba intentando. Vi a Zoe que estaba igual o más molesta que Vanessa y eso me dio un poco más de risa. Era eso o la cara que tenía Alan de perplejo, tomándose su mejilla izquierda justo donde la chica enfurecida había golpeado.

          Vanessa volvió a girarse y empezó a subir las escaleras nuevamente, pero ésta vez sujetando un poco la bata en la parte de abajo mientras lo hacía.

—No creo haber hecho nada malo —dijo Alan viendo a los que estábamos aún abajo.

          Cuando iba a seguir hablando, Zoe lo interrumpió:

—Das asco —en su tono había un poco de desaprobación. Bueno, yo diría que mucho.

—Chico, es mejor que subas ya —demandó mi padre, dirigiéndose a Alan.

          Sin hablar, Alan obedeció y empezó a escalar para salir.

****

         Hugo y Kath subieron sin decir ni una sola palabra. Aunque ellos también se habían reído mientras mi padre comentó lo que estaba pensando sobre lo ocurrido con Alan y Vanessa.

—Sube —le dije a Zoe.

—¿También quieres una bofetada? —Escupió—. ¿Por qué crees que me quedé de última?

—Ethan sube —dijo mi padre antes de salir de la alcantarilla.

         Asentí. André no se había quedado tranquilo desde que el grito de Vanessa lo asustara, y me hacía difícil mi escalada.

—Wow —dijo Zoe entre risitas—. Lindas nalgas. —Imitó a Alan.

          Me estremecí y casi perdí el equilibrio. Tuve que sujetar a André con fuerza porque pensaba que se me iba a caer.

—Con cuidado, con cuidado. —La escuché decir.

—¿Dónde queda la igualdad? —Reí—. Con que por eso te querías quedar de última...

—¡No! —Se sonrojó—. No, no no. —La risa nerviosa que delataba una mentira apareció—. Estoy bromeando.

—Con calma, con calma. —La imité.

          Con la tenue luz que entraba del agujero de la alcantarilla pude ver en sus mejillas el rubor hacerse fuerte.

—Vamos sube. —Le dije cuando apenas llegaba a la salida.

****

          Una vez que todos estuvimos fuera de las aguas servidas, nos dimos cuenta que ya casi estaba anocheciendo, deberían ser como las cinco o seis de la tarde. El cielo ya estaba de un color naranja con tonos de rojo en los bordes. Apartando eso, el suelo tenía una capa fresca de nieve blanca, se notaba a simple vista que estábamos lejos del centro de la ciudad. Aunque al llevar mi vista al horizonte, donde chocaba con unos grandes edificios pude notar dos cosas:

          Una de ellas eran helicópteros de las Fuerzas Armadas de Canadá, los reconocí por la hoja de arce que estaba estampada en uno de los lados, los cadetes que estaban en su interior estaban disparando con frenesí a los alrededores del centro. Otra cosa que note, fue humo y fuego. La ciudad estaba en un caos total.

—¿Hacia dónde se fueron Vicenzo y Zeon? —preguntó Hugo temblando del frío, girando su cuello por todos lados buscando a esas dos personas.

—Míralos por allá. —Señaló Hanny.

          Ambos hombres estaban en una caminata apresurada, quizá la nieve le quemaba los pies, porque yo estaba sintiendo eso en ese preciso instante. O ambos estaban desertando, pero por el lenguaje corporal de Zeon no creo que sea por eso.

—Vayamos a un lugar más cálido y busquemos algo de ropa abrigada —sugirió Vanessa y Kath asintió diciendo:

—Mi habitación está cerca de acá, si quieres podemos ir y te pruebas algunas de mis prendas a ver si te queda —soltó la chica pelirroja.

—Bien, vamos —dijo Vanessa caminando hacia ella.

          Zoe se apresuró a hablar y casi que les salta encima a las dos chicas que ya estaban a punto de desprenderse a caminar:

—Voy con ustedes —Medio caminó, medio corrió hasta ponerse al lado de Kath.

          Mi papá estaba viéndolas, luego nos miraba a Hugo, Frank, Alan y a mí. Luego a Hanny, por último su vista se fue hasta los caminadores que ya se encontraban un poco lejos de nuestro punto de salida y empezó:

—Hey, hey esperen. —Subió sus manos como si frente a él estuviese un animal enfurecido—. No se pueden separar, tienen que llevar las curas a otra sede de la ECC.

—Señor, tenemos frío, estamos prácticamente desnudas y por si fuera poco tenemos a un sádico aquí.

          Alan resopló.

—Si quieren también pueden venir, pero lo que no tengo es ropa para ustedes. Bueno, que si un bóxer o una camiseta, pero del resto nada —comentó Kath, y yo estuve de acuerdo. No quería separarme de Zoe.

****

          Mi padre fue el único que no fue con nosotros, en cambio dio una carrera hasta los hombres que se encontraba con una discusión poco prometedora. Así que Kath le dijo exactamente donde quedaba su vecindad y cómo llegar hasta allá por si lograba convencer a los hombres de permanecer juntos.

—No es muy lejos de aquí —esbozó la chica con cabellos como la sangre—. Los Contemporáneos nunca se pasean por estos lados, así que estamos seguros o algo así...

          De pronto escuché una explosión proveniente de la ciudad y mi cuello giró en busca de ella. Al hacerlo vi uno de los edificios más altos del centro caer. En uno de los pisos más altos vi una bola de fuego con hélices caer también, al instante supe que se trataba de uno de los helicópteros de la Fuerza Armada de Canadá.

          Observé en el aire unas figuras pequeñas sujetas de un paracaídas, sin duda alguna eran los cadetes tripulantes de ese helicóptero. No creo que hayan sobrevivido ya que la altura no era la apropiada para hacer la práctica del paracaidismo, y si las imágenes del monitor de mi padre eran ciertas. Al llegar al suelo dichos cadetes, en cuestión de segundos serían devorados por los miles de Contemporáneos.

—Tengo miedo de todo esto. —La voz de Hugo se escuchaba preocupada y por un momento pensé que iba a lanzarse a llorar—. Tengo miedo a morir.

—No vas a morir Hugito. —Lo calmó Hanny rodeando su brazo moreno por el cuello del pequeño niño—. Mírate, estás vivo. Eres un guerrero.

—Pero yo quiero a mi familia —Sus regordetes cachetes estaban rojos y sus mejillas llenas de lágrimas que amenazaban con salir como cascada—. He estado llorando sin que nadie me viera. —Sollozó—. Mis tres hermanos y mis padres estaban en el anfiteatro. No creo que hayan salido de allí. —Pudo terminar.

—Oye pequeñín... —Se hizo voz Frank, sus vendas estaban sucias y llenas de sangre. Estaba preocupado por él—. A veces la vida nos coloca desafíos que pensamos nunca superar, pero esos desafíos nos hacen más fuertes. Yo creo que tú has superado muchos a tu corta edad, ¡y mírate! Como dijo Hanny, "eres todo un guerrero" A lo mejor tu familia no pudo salir de allí con vida, pero tú sí y vas a salvar muchas vidas si logramos llevar las curas. Yo creo que eso será suficiente para compensar todas las calamidades que hayas sufrido.

          Ese era el Frank que había conocido, el Frank pensador, el Frank humanitario.

—Yo también perdí a mis padres. —Le regaló una sonrisa sin felicidad—. Algo malo siempre traerá algo bueno. Sin tristeza, no hay felicidad. Ya verás que vas a ser muy feliz.

—Y... ¿Tú no eres feliz? —preguntó el pequeño Hugo.

—Estoy en busca de la felicidad, pero por lo que veo ella tendrá que esperar. Aunque nunca me daré por vencido —declaró Frank.

          Hugo había dejado de llorar, pero se había quedado callado creo yo que tratando de asimilar todo lo que le dijo Frank. Yo también lo estaba interpretando, y tenía toda la razón del mundo: Hay que buscar la felicidad, no esperar que ella venga a ti.

****

          Llegamos a un barrio poco conocido de Ottawa. Era una vecindad, un conjunto de habitaciones donde había diferentes familias conviviendo juntas. Pero en ese instante parecía estar desolada y abandonada. La noche estaba en nuestras narices. Me estaba preguntando por mi padre, Vicenzo y Zeon que no sabía dónde estaban y menos si habían llegado a un acuerdo.

          La vecindad no era tan fea, aunque si le faltaba un poco de mantenimiento a la fachada y agregarle aceite a las bisagras de las puertas para que no rechinasen. La habitación de Kath estaba en el segundo piso de esa vecindad, su cuerto era el número doce.

—Entren —dijo amablemente.

          Me sorprendí al ver que no tenía llave pasada. Los robos estaban incrementando considerablemente los últimos años y poco a poco la confianza que sentían los habitantes de Ottawa entre unos a otros, se fue perdiendo y las casas fueron incrementando su seguridad. Tanto por los vivos como por los muertos.

—Disculpen el desorden —esbozó entrando la chica pelirroja. Detrás de ella iba Zoe y Vanessa. Luego seguimos los demás.

          El cuarto donde dormía Kath, no sólo era pequeño, sino que también hacía función de cocina. En una mesa pequeña tenía una hornilla a gas y encima de ella un sartén con restos de huevo en ella. Apartando eso, su cuarto era oscuro, quise encender las luces pero no funcionaron.

—No he pagado la luz, disculpen —comentó apenada.

—No te preocupes. —Era lo único que podía decirle a esa chica humilde—. Con que nos des un espacio donde calentarnos es suficiente.

          Kath al escucharme, tomó un yesquero que estaba al lado de la hornilla y con dos intentos pudo encenderla, colocándola a llama alta.

—Espero que esta cosa nos caliente —murmuró—. Buscaré lo que les prometí.

          La chica se levantó de su cama, una cama individual, que se veía estaba con los resortes vencidos. Me imaginaba lo doloroso que era dormir en esa cama.

—Siéntense. —Agregó abriendo un closet lleno de ropa tirada—. Están en su ¿casa? Si es que se puede llamar así.

—Gracias —dijo Hanny, dirigiéndose directo a la cama. Se veía agotada, pero me miró y me dijo—. Tráelo —me hizo una seña, creo que se refería a André.

          La obedecí y se lo entregué, ella lo acostó a su lado y Zoe y Vanessa se sentaron del otro extremo para que no se cayera.

—Toma linda —esbozó Kath sacando su cara del closet—. Creo que esto te puede servir. —Dio un suéter rosa con un estampado de flores a Vanessa, la más urgida en conseguir ropa, y con eso también agregó un pantalón de tela gruesa.

          Sacó una chaqueta como las que usan los policías y se la dio a Zoe junto a un jumper de pantalón. Ella escogió para Hanny una blusa, creo que era lo más grande que tenía, pero no pudo conseguir nada para colocarse abajo.

—Hay un baño afuera, podemos cambiarnos allí —dijo la chica viendo a las demás—. Tomen, esto es para ustedes, no tengo mucho que ofrecerles.

          Era unos calzoncillos y dos bóxers, de diferentes tallas. Además de una camisa con un bordado en la parte del pectoral izquierdo de un logo conocido un: "AX" También nos ofreció una sudadera pequeña, que sin duda sería para Hugo por el tamaño.

          Creo que esta ropa masculina perteneció a alguien de su familia, y me estaba preguntando dónde estaban. Porque no creía que vivieran todos en este pequeño espacio.

****

          Los varones nos vestimos en la habitación, mientras que las chicas en busca de más privacidad salieron al bañó público que había en la Vecindad. El bóxer que me coloqué parecía estar sucio, me dio mucho asco, pero es mejor algo que nada. Hugo tuvo que amarrar una de las esquinas de un calzoncillo para que no se le cayera, al igual que Alan. La camisa con el bordado era algo grande, y decidimos que haríamos una especie de cobija para André.

          André no se dejaba "poner" la camisa, estaba inquieto y en unos intervalos lloraba, en otros gritaba y en otros se hacía pipí en la cama. Hablando de orinar, desde que caminamos por la nieve me estaba muriendo por ir al baño, me preguntaba cómo era posible no orinar y hacer del dos por cuatro semanas. Devonne tenía lo suyo.

          A la final, tomamos una pashmina del closet de Kath y lo enrollamos en ella, después lo abrigamos con la camisa y por último le colocamos una manta azul encima. Ese bebé no sufriría más frío.

—Huelo a mierda —comentó Alan sentándose en la cama de Kath.

—¿Será porque estábamos en ella? —inquirí.

—No, estoy apestando como no tienes una idea. —Levantó sus brazos y pude ver el vello de su axila—. Creo que la axila derecha y la izquierda están compitiendo por quién huele peor.

          Admito que yo también olía horrible, y no sólo yo. Al estar al ladod e Frank pude olerlo también y no olía a perfume del caro ni por poco. No nos habíamos bañado en unas cuatro semanas.

          Reí al comentario de Alan, porque era verdad todos apestábamos.

****

          Las chicas entraron a los minutos. Hanny arregló el desastre que habíamos hecho con André, lo dejó mil millones de veces mejor.

—Oye, ¿tu hermano era delgado y luego aumentó de peso? —preguntó Alan ajustándose su calzoncillo.

—No, yo no tengo hermanos —dijo Kath mirando a Alan.

—¿Tu padre?

—Tampoco, yo no tengo familia. Soy huérfana —explicó Kath.

—Oh vaya. —Suspiró fuerte Alan—. Disculpa, creo que necesito aprender a cerrar la boca.

—No, no te preocupes —esbozó la chica tratando de aligerar el ambiente que se había creado—. Yo nunca los conocí. Fui adoptada a los ocho años por una pareja drogadicta que se la pasaban más en la calle que en la casa.

          La miré, no estaba mintiendo. Su mirada era totalmente sincera.

—¿Qué pasó con ellos, tus padre adoptivos? —preguntó Zoe, peinando su cabello.

—No lo sé, deben estar por las calles drogándose con los Contemporáneos. —Rió—. Yo me fui de la casa a los trece años, no soporté estar con ellos. Me hicieron madurar muy rápido...

—¿Nunca conociste a tus verdaderos padres? —inquirió Frank, uniéndose a la conversación.

—No, ni quiero. —Se hizo una cola de caballo mientras proseguía a hablar—. Si ellos me hubiesen querido jamás me hubiesen dejado en ese orfanato. Yo siempre digo que nací de la tierra. No tengo padres ni nada, yo soy hija del mundo.

—Te las has visto muy duras, ¿no es así? —Siguió Frank—. ¿Cómo conseguías comida? —agregó, al parecer Frank se había visto en Kath.

—La señora Dolly. —Asintió—. Sí, ella... Ella me encontró rondando las calles, me ayudó por unos años. Me daba comida, me dio asilo en su casa, me conseguía ropa, y además me enseñó a leer y escribir ¡Algo que los drogadictos nunca se molestaron en hacerlo! Ella me trataba como la hija que nunca tuvo.

          Yo pensaba que mi vida era la completa mierda, pero al parecer muchas de las personas con las que estaba habían estado en su propio infierno.

          Kath quiso continuar, pero su voz le hizo jugar una mala pasada.

—Ehh... —Alargó.

—¿Murió, no es así? —Ataqué con esa pregunta. Ella asintió lentamente.

—Era una madre para mí... —Sollozó—. Mi mundo era una mierda, pero luego de su muerte se volvió algo insoportable.

—Te entiendo a la perfección —comentó Frank sentándose a su lado.

—No se imaginan por lo que he pasado desde la muerte de mi "buba" así es como le decía —lloró con ganas, a los minutos pudo seguir—. Ella murió cuando tenía quince años. Un día salió a buscar comida para las dos, pero nunca regresó... Desde ese día salía a la calle con la esperanza de encontrarla, aunque sea convertida en Contemporánea.

          Su historia me había afectado un poco, y eso que no había terminado de hablar.

—A los tres meses, luego de que ya no encontrara nada en la alacena para comer. Tuve que salir a las calles, y no necesariamente a robar.

          Sus lágrimas corrían por su rostro como si una tormenta estuviera allí.

—Yo... Yo... —Tembló—. Yo tuve que... pro-prostituirme

          Se lanzó a la cama de espaldas llorando desconsoladamente. Vanessa y Zoe lo hacían también, las manos de Kath estaban acariciando a André mientras continuaba hablando.

—Era una niña, pero mi mente era la de una persona mayor. —Suspiró—. Las amigas de mi madre adoptiva siempre llegaban a la casa donde nos quedábamos, lucían poca ropa, con botas altas y los labios pintados de rojo carmesí. Yo le preguntaba a mi madre porqué ellas vestían así, a lo que me respondía con un simple "Quieren dinero" No lo entendía del todo. Llegaban con mucho dinero a mi casa y ayudaban a mi madre con el tema de la comida.

—La drogadicta de mi madre adoptiva empezó a vestirse igual y a salir con más frecuencia de la casa. Mi padre no le daba importancia, ya que siempre estaba en las nubes con sus estupefacientes. Yo veía en ocasiones a mi madre llegar con tipos diferentes a mi padre, los metía en su habitación y duraban horas allí. Aunque luego de eso mi madre tenía mucho dinero —Kath se escuchaba ida, pero cuerda.

—Tenía hambre, ya no tenía donde quedarme porque la casa donde vivía con Dolly fue tomada por un hombre y que era "su esposo" jamás lo había visto en la vida. Así que tuve que volver a deambular por las calles peligrosas. Recordé a las amigas de mi madre, y a ella misma. Y empecé con eso de la prostitución aún siendo menor de edad. Juro que sólo lo hice por necesidad, porque no me gusta llevar esa ropa y menos hablar con hombres desconocidos. —Sus sollozos estaban empeorando—. Pero gracias a eso, hoy estoy aquí con ustedes. Pude alquilar esta habitación, comprar comida o intercambiar cosas por ella, a veces me daba mis lujos. Pero siempre me sentía muerta por dentro

          Tenía un nudo en la garganta ver a esa pobre chica contar su historia. Al parecer todos estábamos así, porque todos estábamos prestando la máxima atención.

—Digo que gracias a esto estoy aquí porque yo no iba a la ECC por la cura. —Se limpió la cara—. Yo iba en busca de clientes.

          Caras vemos, corazones no sabemos. Para mí, esta chica se había ganado toda mi confianza.

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