La locura de Julieta

Galing kay Lisa-Polanco

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"-No te preocupes Julieta, todo después de un tiempo deja de doler o simplemente deja de importar. -O termin... Higit pa

Sinopsis
Prólogo
Nota de la tía Lisa
Un corazón roto
1. Sálvame
2. Muriendo.
3. Rencor
4. Trato hecho
5. Jugando con fuego
6. Visitas inesperadas
7. El león y la oveja
8. Mente atormentada
9. Pequeña esperanza
10. Uniendo el rompecabezas
11. El héroe de Lucy
12. Sueña, Julieta
13. Devuelta a su amor
14. Fiel al corazón
15. Reuniones y amenazas
16. Del odio al amor, hay una botella de ron
17. Vuelve a ser mía Julieta
19. Demasiados secretos
20. ¿Dónde está Alex?
21. Desgracia en la casa Henderson
22. Pedazos de un Corazón
23. Quien traiciona a quien.
24. Verdades sabor a vino
25. La verdad sale a la luz
26. La trampa de Julieta
27. Dulce Refugio
28. Cuenta regresiva
29. Declaración de guerra
30. Fotografía
31. Olas, vino, besos
32. Cayendo por Ryan
33. El próximo
34. Perla Negra

18. El Duque

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Galing kay Lisa-Polanco

Antes de disculparme por no actualizar y tampoco responder mensajes, quiero aclarar algunas cosas. 

Primero que nada, me molestan las amenazas tipo "Eliminaré la historia de mi lista si no actualiza", lo siento pero son libres de hacerlo, lamentable el caso pero no puedo ponerle una pistola a mi imaginación, ni a mis padres para que paguen internet o a mis jefes y maestros para que evadan mis responsabilidades. Amo esta historia, y yo más que nadie quisiera finalizarla de un tiro, en ella me desahogo y encuentro el refugio que muchas veces no encuentro AMO mi novela y no tengo la intención de eliminarla o tardarme en escribirla a propósito. 

En segundo lugar, NO ME ESTOY INVENTANDO UN TRIANGULO AMOROSO, ¡Por Dios! Si no recuerdan, Romeo, no soy tu Julieta empezó con Ryan y luego ella conoció a Sam. Ryan no es un personaje que ha salido ahora para rellenar trama como me han dicho. Tampoco vale las amenazas tipo "Si Braden no queda con fulano dejaré de leer", pues son libres de dejar la historia. Ya tengo un norte, se cómo terminará todo este desastre que llamo novela. No puedo hacer feliz a más de tres mil lectores, pero yo si seré feliz con el final que elija. 

En tercer lugar, ¿Que estoy usando mucho relleno?. En serio, ¿Qué libro han leído que resuelvan los conflictos al principio? TODO lo que escribo es con un propósito, no es por falta de inspiración o para llenar espacio. Me aturde cuando se quejan de que son bien cortos los capítulos y luego dicen que uso relleno. 

En cuarto lugar, Perdónenme. Siento este discurso pero tenía que desahogarme, he estado un poco decepcionada y por eso no me sentía dispuesta a compartir el capítulo. Se que no todos actúan de la manera que describí arriba y vuelvo a pedir disculpa si ofendí a alguien. 

No quiero que dejen de amar la novela, solo que comprendan un poco al escritor y le tengan paciencia. 

Saben que los amo un montón, y pronto haré el grupo de whats para que me torturen por ahí jajaja Besos <3

***

|| Samuel ||

Como en mis pesadillas, ella otra vez se iba.

Otra vez se esfumaba de mi mano.

Otra vez me dejaba en la oscuridad.

Otra vez me dejaba sin su amor.

|| Julieta ||

¿Cómo pude ser tan fuerte? ¿Cómo soporté estar cerca de él y no abrazarlo? ¿Cómo he sobrevivido sin él estos meses? ¿Cómo si quiera he pensado que lo podía superar?

Me moví entre las sábanas de la cama, gimiendo de angustia, de desesperación.

«Sam»

El miedo era tan grande que solo pensaba en salir corriendo de su presencia. Aún no superaba el hecho de que él estaba cerca de mí, y al mismo tiempo se sentía tan lejos.

Me levanté incapaz de seguir tumbada en la cama y entré al baño, abrí el grifo y lavé mi rostro como si el agua pudiera llevarse toda la pena que sentía.

Escuché unos toques en la puerta. Me sequé la cara y dejé la toalla en su lugar. Zack entró a la habitación, él tampoco había podido pegar un ojo. Se sentó en un extremo de la cama y dio unas palmadas para que me sentara junto a él.

Sin decir palabra alguna, me acosté junto a él. Zack me atrajo hacia él y me envolvió en sus brazos, terminé con el rostro encerrado en su pecho mientras él acariciaba mi cabeza.

Minutos después, ambos nos quedamos dormidos.

*~*~*

―Quedaría mejor con un poco de nuez.

Thomas abrió los cajones en la cocina, mientras yo encendía el horno.

―Es alérgico―abrí el grifo y lavé mis manos, sacando toda la harina de ellas.

Thomas tomó una toalla y limpió la mesa donde preparamos la mezcla de las galletas. Él era muy hábil en la cocina y mientras trabajábamos juntos en casa de Ryan, me di cuenta de que amaba la repostería. Thomas era una persona divertida, siempre y cuando yo no estuviera cerca.

―Tremenda cosa debiste haberle hecho para que me pidieras ayuda―dijo. Se detuvo frente al refrigerador y observó los dibujos de Alex colgados―. ¿De donde sacó al niño?

―No lo sé―me acerqué a observar también. Los dibujos eran de autos y uno solo de personas, imaginé que eran Ryan, Helena y Alex―. Y es como si con la mirada te prohibiera hacerle preguntas.

―Él parece tan racional―Thomas soltó un suspiro dramático―, no entiendo cómo se fijó en una loca como tú.

―La vida está llena de misterios―le di la espalda―. Rostros vemos, pero la historia detrás de ellos no sabemos.

Sentí una punzada en el estómago. No solo lo decía por Ryan, sino por todo. Por mi hermano, por Zack, por Margaret y por Samuel. Todo el mundo guardaba secretos, hasta las personas que parecían ser buenas.

Sobre la mesa estaba la libreta donde Zack y yo habíamos estado tomando notas la noche anterior. No avanzamos mucho, ya que ambos éramos demasiado cercanos a Sam como para relacionarlo con su padre. Nos sentíamos como traidores al tratar de juzgarlo por los hechos de su padre. Decidimos no seguir especulando sobre él, dejé un mensaje en el contestador de la casa de Ryan diciéndole que estaba con Zack y me fui a dormir.

Hoy cuando desperté, tomé la decisión de ir a la cita con Sam, él era el único que podía ponerle fin a estas dudas, pero esperaría unos días antes de buscarlo. Zack me dejó en casa de Margaret muy temprano, no les comenté nada sobre Sam creyendo que no estaban enterada, pero ella y la morena me contaron que Ryan las llamó de inmediato y que Margaret envió a los gemelos a evitar que Ryan apareciera en la casa de los Henderson y le prendiera fuego a la casa, como él había amenazado.

Le hice unos cuantos arreglos a la verdad antes de contarles. Les dije que vi a Sam, salí detrás de él y salimos a tener una conversación lejos de Ryan, después que hablamos sobre nosotros, decidimos mantener la distancia.

Después de hablar un buen rato con las mujeres, Margaret le marcó a Ryan para decirle que iba para su casa. No me extrañó que él no estuviera, imaginaba lo enojado que él estaba, así que llamé a Thomas para que me ayudara a prepararle algo que le gustara.

Esperaba que Ryan apareciera en cualquier momento, pero la puerta no se abría, el teléfono no sonaba y yo empezaba a sentirme culpable.

―¿Entonces tu noviecito está aquí? ―la voz de Thomas me sacó de mis pensamientos. Su voz tenía una pizca de humor y asombro―. Que interesante... Esto ya parece una telenovela.

Miré la cara burlona de Thomas.

―¿Sabes que he tenido problema con su padre?

―No lo culpo, yo tampoco quisiera que mis hijos salieran con personas como tú.

―Hablo en serio―gruñí.

―Yo también―respondió―, pero dime al punto que quieres llegar.

―¿Dirías que estoy loca si te digo que por un momento tuve miedo de Sam y quise alejarme de él?

Salí de la cocina sin ver la expresión de su rostro. Thomas me siguió y se sentó en el sofá.

―Diría que estás siendo sensata―contestó―. Yo siendo tú, me mantendría a cierta distancia de toda la familia Henderson. No digo que tu príncipe sea malo o bueno, pero su papá es un viejo extraño, y una manzana podrida daña a las demás.

Busqué la libreta y se la mostré a Thomas, se quedó unos segundos en silencio y después me miró.

―¿Todo esto son cosas que no sabes sobre él? ―asentí―. ¿Cómo te enamoraste de alguien que no conocías realmente?

―Ese no es el punto.

―Sé que no te gustará escuchar esto, pero, Zoe es la que puede responder a todas estas preguntas.

―Ni loca... ―dije como si me hubiese mandado a tirarme de un puente.

―Espero que descubras todo, y luego cuentas―dobló la página de la libreta.

―Eres un chismoso.

―¿Quién es El Duque?

―No tiene importancia―le quité la libreta de las manos―, es un apodo que le dijeron a Ryan anoche, en el Topacio.

―Repite―Thomas abrió la boca con asombro―¿Estaban en Topacio? ¿Por qué le dicen "El Duque"?

Escuché el sonido de un motor de un auto, me asomé por la ventana pero no se trataba del auto de Ryan. Volví a mirar a Thomas.

―A mí no me preguntes, de Ryan no sé nada.

―Tú no sabes nada de nadie―se puso de pie―¿Dónde está la habitación de él?

―Ni loca entraré―lo apunté con el dedo.

―Tú no, pero yo sí.

Thomas empezó a caminar por el pasillo donde estaban las habitaciones. Miré detrás de nosotros con remordimiento, pero abrí la puerta de Ryan. Thomas tenía razón, no podía vivir en la incertidumbre todo el tiempo. Entramos a la habitación y observamos el espacio del "Duque".

Observé la mesita al lado de la cama, solo había un libro y una foto, no me sorprendió que fuera de su hijo. Nunca había conocido a alguien con una personalidad tan volátil como Ryan. Podía ser cruel y rudo, pero eso solo hasta que estaba cerca de su hijo, entonces se convertía en alguien paciente y cariñoso. Sentí mi corazón abatirse al pensar en lo infeliz que había sido al perder a su esposa. Después de conocerlo un poco más, me arrepentía de muchas palabras que dije para herirlo.

La manera en la que se arriesgaba por mi hermano y por mí sin recibir nada a cambio, me hacía sentir que le debía en un principio, pero ahora era como si hubiera una conexión entre nosotros. Una especia de amistad, si podía decirle así.

Detuve a Thomas que se disponía a abrir un cajón, lo miré y le dije que saliéramos de la habitación. Me acusó de cobarde. Pero yo prefería que Ryan me contara su vida si él quería.

Cuando la alarma del horno silbó, saqué la bandeja de las galletas y Thomas las empacó en una pequeña caja. Se despidió de mí con un insulto, antes de que saliera caminé hacia él y le di un breve abrazo dándole las gracias. Fue un momento incómodo del cual ninguno hizo comentario.

Mi cuerpo y mi mente se sentían agotados, me recosté en el sofá. Deseaba cerrar los ojos y no pensar en él o cualquier momento doloroso, pero ahí estaban los recuerdos, brillantes dentro de mi mente. Dentro de mi somnolencia imaginé que unos dedos suaves acariciaban mi mejilla, se deslizaban por la comisura de mis labios y bajaban hasta mi barbilla, luego hacían el mismo camino de regreso.

Esos dedos se enterraron en mi cabello y lo peinaban paulatinamente, se movían por mi cabeza como si quisieran borrar los recuerdos que me atormentaban. Luego sentí un beso en mi frente, unos labios que permanecieron plasmados ahí por unos segundos.

Quise llorar, no de tristeza, ni de felicidad. No sabía que era esa sensación tan extraña, como de paz. Entonces todo volvió a la calma y al fin pude dormir tranquila.

Me incorporé en el mueble tan deprisa que mi cabeza dio vueltas por unos segundos. Miré a mí alrededor con el corazón acelerado, aquel sueño había sido muy real, pero no recordaba haber visto ningún rostro. Todo fue tan etéreo.

Escuché un ruido en la cocina y me levanté de inmediato. Cuando estaba a punto de entrar choqué con una pared, solo que esa pared era blanda y me sujetó por un hombro. Levanté la vista y me encontré con los ojos aleonados de Ryan. Eran inexpresivos. En su frente se dibujaba una pequeña línea y su cabello estaba mojado.

―Añadiré el sonambulismo a la lista de cosas raras que haces.

Me esquivó y se dirigió a la sala dejando el olor a jabón detrás de él.

―¿Has llegado hace tiempo? ―pregunté con incomodidad. El pensamiento de que el sueño que tuve no fue tan solo un sueño cruzó como un rayo por mi cabeza.

Él se encogió de hombros y se dirigió a su habitación.

―Estás poco comunicativo―caminé tras él.

―¿Qué debería decir? ―me miró con una curiosidad fingida.

Yo ya estaba preparada para su actitud indiferente. Volví a la cocina y tomé las galletas mientras mandaba a la mierda mi orgullo. Al llegar, ya él había entrado a su habitación.

―Sobre anoche... ―empecé a decir.

―¿Cuántos años tienes? ―estaba sentado sobre su cama con la mirada en su móvil.

―Dieciocho―fruncí el ceño.

―Eres mayor de edad―dijo con el tono que le explicaba a su hijo la tarea―, puedes hacer lo que quieras. No tienes que darle explicaciones a alguien a quien no le importa.

Me mordí el labio inferior y asentí. Dejé la caja de galletas en su cama, y di media vuelta para marcharme.

―Braden...―me llamó.

―¿Qué? ―miré por encima de mi hombro.

―Nunca guardaría información importante en un sitio tan cliché como un cajón.

El corazón bajó a mi estómago, tragué y miré las puntas de mis zapatillas. No hice el esfuerzo de negarlo, estaba segura que era inútil y me vería muy estúpida.

Ryan se puso de pie y se acercó a mí, pero me cruzó por el lado y se detuvo en el pasillo. Miró hacia el techo, dio un salto y sujetó una pequeña cuerda que no me había percatado de que estuviese ahí.

Al halar con fuerza, una pequeña puertecilla se abrió en el techo. Ryan se estiró y suetó la puertecilla que poco a poco se iba alargando hasta que se convirtió en una escalera pequeña. Ryan me miró y apuntó al agujero que había en el techo. Negué de inmediato con la cabeza sintiendo un estremecimiento en mi espalda.

―No hay cucarachas―dijo advirtiendo mi miedo.

Él empezó a subir, su cuerpo se veía más grande de lo normal junto a la delgada escalera. Cuando estuvo arriba, yo empecé a subir.

―Cuidado con el último peldaño.

Subí a lo que parecía un ático muy pequeño, apenas podía sentarme y Ryan debía bajar su cabeza a pesar de estar sentado. Estaba un poco oscuro, solo unos rayos del sol se filtraban por la ventana al fondo. Había montones de cajas y pilas de libros, adornos antiguos y algunos retratos.

―No toqué tus pertenencias―me defendí de inmediato.

―Pretendía contarte algunas cosas de mi vida anoche―carraspeó. Yo esquivé su mirada―, podemos continuar hoy.

―No es necesario...

―Mi padre es un Duque, de Richmond, en Gran Bretaña. Antes de alcanzar el titulo conoció a mi madre, iban a casarse cuando se enteraron que estaba embarazada de mí pero él prefirió ascender y mi madre desapareció en este país―Ryan hizo un movimiento con su mano como restándole importancia a lo que contaba―De ahí el ridículo apodo. Los chicos que estaban conmigo anoche son mis hermanos. Vienen a visitarme para mi cumpleaños.

Ryan alcanzó un álbum de fotografías y lo puso en mis manos.

―¿Podrías comprar medio país si quisieras? ―abrí el álbum. La primera foto era la de una señora menuda, con los mismos ojos de Ryan.

―Me conformé solo con Topacio―lo miré con la boca entreabierta. Él simplemente continuó hablando―. Nunca fui el chico malo. Nunca hacía vandalismo, pero estaba lleno de odio y rencor hacia mi padre y la familia que nunca se interesó por recuperarme. Entonces conocí a Helena... Sabes, muchos creen que solo en los libros el amor puede cambiar vidas, pero cuando encuentras a la persona indicada te das cuenta que esa clase de amor es real.

Sam pasó por mi mente, pero se fue tan rápido como llegó. Me concentraba en el relato de Ryan, cómo sus ojos se habían perdido en los recuerdos.

―Por ella hice cosas que jamás pensé que haría, aprendí a amar y Dios me regaló una vida que cuidar.

―Alex―deduje. Él asintió.

―Cuando Helena estaba en la universidad tenía una compañera de cuarto, salió embarazada y el padre de la criatura se esfumó. Helena siempre se hacía amiga de personas locas o con problemas.

―Uff por esos e enamoró de ti―me mordí la lengua cuando se me escaparon las palabras.

Para mi sorpresa, Ryan sonrió.

―Después que la criatura nació la chica intentó ser una buena madre pero le resultaba difícil. Dos meses después que Helena me obligó prácticamente a casarme con ella, pues también me obligó a adoptar al mocoso gritón―Ryan rió, reviviendo ese momento―. Cuando ella ponía esos ojos de cachorrito triste, yo caminaba por el fuego si lo pedía.

Pasé la página del álbum, mirando aquellas memorias de la Familia Wesley. Eran tan jóvenes y felices.

―¿Y cómo pudieron adoptar? ―pregunté―¿No estaban muy jóvenes?

―¿Crees que Helena solo me chantajeaba a mí? Movió cielo y tierra por el niño, y como era amiga de la madre biológica, pues fue más fácil.

―Eres un buen padre y veo que un buen esposo―le entregué el álbum cuando llegué a la última página.

―No al principio. Odiaba que mi hijo se robara toda la atención de mi esposa, solo cuando su primera palabra fue papá, lo amé más que a nada.

Ryan se estiró para tomar algo que estaba detrás de mí. El lugar era tan estrecho que parecía que él iba a caer encima de mí, estaba tan cerca que sentí su respiración rozar mi rostro y su aroma invadir mi nariz.

―Una tela de araña―dijo sacudiéndose las manos.

Clavé la mirada en mis manos.

―¿Aún duele haberla perdido?

―Siemrpe dolerá. Cuando pierdes al amor de tu vida, puedes cerrar la herida pero siempre quedará la cicatriz.

Levantó su mano y la colocó en mi rostro. Su toque fue demasiado suave, demasiado reconfortante. Cerré los ojos y entonces lo supe. Fueron sus dedos los del sueño. Abrí los ojos y miró los suyos, brillaban con intensidad. Ryan dejó caer su mano.

―Pero cuando crees que ya no podrás ser feliz otra vez, la vida te da otra oportunidad. Conoces a alguien que vuelve luz tu oscuridad y sabes que vale la pena luchar por ella.

Mi garganta estaba seca, el ático se hacía más pequeño a cada segundo.

―Braden yo... ―humedeció sus labios―Lamento haberte abrumado con mis sentimientos. Lamento las manipulaciones y chantajes que te he hecho. No estaba acostumbrado a ser rechazado con tanta fuerza y me desesperé. Prometo que ya no será igual, quiero que seas feliz de todo corazón y si eso significa que mis sentimientos no estén de por medio, así será. Te doy mi palabra.

¿Alguna vez te has sentido perdido? ¿Cómo si tu cerebro diera órdenes que tu cuerpo no quiere obedecer? ¿Cómo si sintieras una opresión en el pecho pero las lágrimas se negaran a brotar?

Las palabras se habían ido, sentía una horrible sensación en el pecho. Crucé mis brazos en el pecho.

―Solo quiero pedirte una cosa―dijo casi en un susurro.

―¿Qué? ―pregunté casi asustada.

―Quiero tu amistad. Se que la confianza no se pide, pero quiero que empieces a confiar en mí. No importa cuanto me desesperes, quiero estar cuando tu me necesites.

Conocía a Ryan como para saber que se sentía incomodo, él no solía ser expresivo pero cuando dejaba escapar sus sentimientos, podía derretir cualquier corazón.

Asentí.

Sin pensarlo, enrredé mis brazos en su cuello.

―Está bien para mí. Quiero esta amistad. No importa que tan bestia seas de vez en cuando, estaré para ti.

―Si podemos obviar esta clase de cosas. Para eso tienes al rubio―me apartó de él―. Es suficiente.

Ryan se movió hacia la escalera y empezó a bajar.

―¿Puedo quedarme un poco más? ―pregunté.

―Solo no grites si ves araña, tengo jaqueca.

―Gracias Duque.

Sonreí cuando él me fulminó con la mirada. Esto era el inicio de una rara y peligrosa amistad.

~ *~* ~

|| Sam ||

―¿Cómo que se fue?

Mi padre permanecía con la cabeza baja en su escritorio, firmaba algunos papeles mientras yo le contaba lo que sucedió con Braden.

―Pero le dije que tuviéramos una cita.

Él levantó la vista. Sus ojos oscuros se clavaron en mí. Soltó su lapicero y entrelazó sus manos.

―Felicidades, ¿Ahora qué procede?

―No la conoces papá, ella es desconfiada, tengo que mostrarle que soy el mismo de siempre―moví mis piernas con nerviosismo―. Además estoy seguro que ese hombre le dijo que me vio con Zoe.

Se puso de pie y se paró frente al estante de cristal que tenía en su oficina, donde las fotografías de nuestra familia permanecían. Tragué. Hacía eso cuando estaba apunto de lanzarme una bala al pecho, sobre Chris.

―Tenemos dos problemas. Ryan.

Asentí.

―Sin duda, le ha llenado la cabeza de mentiras sobre nosotros.

Me miró por encima del hombro. ―Hay que quitarlo del cmaino.

―En eso estoy de acuerdo―pensé en Braden y cómo se había apegado a Ryan, aunque me doliera decirlo, ella sufriría por él―. Pero no atentarás contra su vida ¿Verdad?

―No soy un asesino hijo. Mi honor y mi calidad como juez me hacen apartar esas ideas.

―Puedes hacer que se vaya del país.

―Tengo mis métodos, conozco la vida de esos perros.

Papá se acercó a un cuadro que colgaba de la pared y lo movió para dejar a la vista una bóveda. Introdujo los códigos y extrajo un sobre blanco. Me lo extendió. Dentro de él había fotos de Ryan, documentos, y datos. Como si fuera un expediente. Entre los papeles tomó una fotografía de un niño, el hijo de Ryan. Apretó el interlocutor y llamó a su secretaria. Ella entró casi de inmediato.

―Vanessa, por favor, dale esto al señor Anton Björn―ordenó papá.

Anton Björn, el nombre me parecía conocido. Entonces sentí un estremecimiento.

―¿A Perro?

Papá asintió.

―Pero es un criminal.

―Todo lo somos de cierta forma―me miró fijamente y supe a qué se refería.

―El otro problema que tenemos, lo manejaremos después.

―¿Cuál? ―Pregunté.

―Zoe―contestó.

Miedo, fue todo lo que sentí en ese momento.

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