27. Dulce Refugio

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¿Desde cuándo la noche se había vuelto tan fría?

Mis manos temblaban y mi piel estaba crispada, ¿Qué haría ahora?

Mi estado de nerviosismo aumentaba con cada segundo que pasaba. Me detuve en un semáforo y marqué por quinta vez a mi padre, pero él no me contestaba. No sabía qué hacer, por dónde empezar a buscar a Braden.

Sonidos incesantes del claxon de los autos de atrás me indicaron que ya el semáforo estaba en verde. Estaba conduciendo sin dirección, sin rumbo, sintiéndome perdido.

Una idea llegó a mí. No era la más brillante pero estaba desesperado. Quién mejor que Ryan para saber dónde buscarla, él la buscaría tan desesperadamente como yo. Me causaba un malestar de solo pensarlo, pero si era sincero conmigo mismo, Ryan amaba a Braden. Siempre lo supe, pero mi miedo era que ella finalmente lo supiera.

Cuando los conocí, ellos tenían una extraña relación. Braden sostenía odiarlo pero al final siempre terminaba a su lado. Pero lo suyo se rompió aquella noche que ella pensó que Ryan la había traicionado con Lucy, dando lugar a lo nuestro, una oportunidad que pensé que nunca llegaría.

Todo lo que sucedió en la vida de Braden, la llevó a estar más cerca de Ryan. Vivieron bajo el mismo techo, haciendo que su confianza en él se fortaleciera. Yo no sabía cómo luchar contra eso. Miré mi móvil, si involucraba a Ryan era darle una razón más para ser el héroe. Tenía que ser yo quien la salvara, pero no tenía la menor idea de qué hacer.

Cada momento que pasaba era seguramente una tortura para Braden, ese pensamiento me llevó a luchar contra mi lógica y actuar en contra de mis deseos. Llamé a Ryan.

―¿Qué sucede? ―contestó.

―Ryan necesito tu ayuda―titubeé―se han llevado a Braden.

―¿Dónde estás? ―preguntó.

―Ahora conduzco sin rumbo―dije sintiéndome torpe―, estoy en la calle boulevard.

―Estaré ahí.

Ryan colgó, su voz no reflejaba emoción alguna. Me aparqué y permanecí en el auto, pegué mi rostro al volante. Si tan solo mi padre atendiera el teléfono, el tenía el poder de ayudarme y estaba seguro de que lo haría.

No era un mal hombre, solo actuaba de una manera sabia en medio del caos. Mi padre sacó mi familia del agujero cuando todo estaba perdido. Por mi culpa.

Nunca encontraría la paz, la felicidad se esfumaba tan rápido como el agua entre los dedos. Cuando pensaba que podía tener lo que quería, se iba de mí.

Ni siquiera me di cuenta del auto plateado que se aparcó detrás del mío, pero si reconocí a Ryan desmontándose. Salí del auto y cerré la puerta de golpe.

―¿Cuándo entenderás que eres un peligro para ella?

Me tensé de inmediato y tomé una postura erguida, listo para estar a la defensiva.

―No tienes moral para decirme eso, si alguien debió alejarse hace tiempo fuiste tú.

―Estás tan ciego―dijo con enojo.

Negué con la cabeza―No llegaremos a nada de esta forma, si te llamé es porque tu puedes estar tan interesado como yo en encontrarla.

―Lo sabes―dijo con seguridad. ―¿No reconociste nada de quien se la llevó?

―Por la penumbra del lugar se me hizo difícil reconocer sus facciones.

Ryan se rascó la barbilla, sabía que bajo esa capa de tranquilidad y firmeza él estaba tan atemorizado como yo.

La locura de JulietaWhere stories live. Discover now