32. Cayendo por Ryan

1.8K 179 56
                                    


Esperé a que Ryan se durmiera, aunque hizo que fuera difícil para mí alejarme de su lado, y un sacrificio colosal el rechazar sus perversas invitaciones. Finalmente, la casa estaba en silencio absoluto. Salí de la habitación y tomé las llaves de su auto que estaban en la sala.

Estaba muy segura de que mis corazonadas estaban en lo cierto, y debía enfrentarlo. Subí al auto y antes de que pudiera ponerlo en marcha, unos toques en el cristal me sorprendieron, maldije por lo bajo cuando vi a Ryan.

—Voy por unas cervezas, ¿Quieres algo? —pregunté tratando de sonar casual.

Ryan sonrió—Esa es mi chica, sabía que lo descubrirías.

Rodé los ojos. —No vas a detenerme.

—No lo haré Braden. —abrió la puerta y subió a mi lado —, acabo de entender que a diferencia de lo que el clan cree, tu eres quien puede encontrar la debilidad de los Romanov. Tu no haces planes, solo actúas por tus instintos. Si tus intuiciones la unimos con mis estrategias, seremos imparables.

—Ya veo, quieres que dejemos a los demás fuera de esto...

—Hasta que tengamos algo concreto.

—Sabes que me encanta ir en contra de lo correcto.

Puse el auto en marcha mientras le explicaba la relación de esas palabras. Al llegar al muelle, Ryan me dio un arma, la cual escondí en la parte de atrás de mi pantalón. Ryan se quedaría en el auto, mientras yo buscaba a quien dejó el mensaje.

Mis pasos eran decididos, me dirigía al barco donde había estado con Samuel. Muy en el fondo esperaba que él no tuviera nada que ver, pero las esperanzas murieron cuando lo vi reclinado del barandal del barco. Llevaba el pelo despeinado como siempre, sus lentes de pasta gruesa y una camisa a cuadros. Aún estaba retirada del barco, no podía distinguir la expresión de su rostro.

Caminé más rápido, ni siquiera se me ocurrían las palabras apropiadas para insultarlo. Subí al barco y empujé la puerta con demasiada fuerza e ira. A pesar de todo, no esperaba esto de él. Samuel estaba de espalda, tenía un vaso con algún tipo de licor, lo que me extrañó aún más.

Algo más llamó mi atención, su postura era rígida, y no había notado que estaba más alto. Conocía la forma de su cuerpo, su espalda y brazos no eran tan definidos. Entonces me miró sobre su hombro y sin poder controlarlo, mi mano se fue a mi espalda donde estaba el arma.

—No es tan estúpida como imaginaba. Pensé que le tomaría más tiempo.

El juez tomó lo que quedaba en su vaso y se giró por completo. Su sonrisa era espeluznante, me hacía sentir acorralada, pero me crucé de brazos y lo miré desafiante. Si estaba ahí no me comportaría como una cobarde, tampoco decepcionaría a Ryan ahora que confió en mí.

—¿Vestirte como Sam? Eso es patético.

—Valió la pena ver tu cara de decepción al creer que él fue quien te citó—se quitó los lentes—, pero el rostro que nunca olvidaré es el de mi hijo viendo las fotos de la mujer que él ama entregándose a otro.

Cerré los ojos momentáneamente, no podía dejar que sus palabras me afectaran, era lo que el juez buscaba.

—¿Dónde está Samuel?

—Ves lo mucho que nos parecemos físicamente, créeme, que en la personalidad nos parecemos más de lo que quiere admitir.

—Ya dime qué quieres maldito, porque si querías una cita conmigo debiste buscar un sitio más original.

—Brillante su sentido del humor—apuntó con sarcasmo.

Se sentó en un sofá, estaba relajado como si solo charlara con una vieja amiga. Señaló el asiento junto a él invitándome a sentarme, a lo que respondí con un gruñido.

La locura de JulietaWhere stories live. Discover now