9. Pequeña esperanza

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Julieta

Esto era lo que las personas veían en mí:

Una chica egoísta que iba por el mundo sin importarle nadie. Una bruja fría e insensible que no tenía respeto a nadie. Una loca impulsiva que dañaba todo lo que tocaba. Una inútil que no había logrado ninguna meta. La vivificación de problemas.

Esta era la realidad sobre mí:

Intenté ser una chica especial, pero fracasé en todo. No sabía pintar, no era una hermosa bailarina, a penas lograba caminar sin caerme, ningún deporte me gustaba, era un desastre para tocar cualquier instrumento, y nunca fui la mejor de la clase. Con el tiempo me cansé de intentar, y me conformé con ser una más.

No tuve una madre que me enseñara a ser dulce y educada. Mi padre fue el primer hombre que amé, y el primero que me enseñó a desconfiar de las relaciones. Me di cuenta que mis amigos solo me hacían compañía, pero su lealtad duraba hasta que dejaban de necesitarme.

Una vez pensé que si tenía un novio sería feliz, que tonta, él solo lo empeoró todo. Ahora que el tiempo había pasado, me di cuenta de que nunca lo amé, solo intentaba llenar de algo el vacío que sentía. Connor se llevó lo que me quedaba de felicidad. Con él solo comprobé que el amor era una mierda.

Mis padres, amigos, y el chico del que me enamoré, cada uno de ellos quebró un poco de mi corazón. Cuando ya no soportabas más golpes, solo te quedaba volverte frío y aprender a vivir sin sentimientos. Cambié los dulces por cigarros y las flores en el pelo por piercings en el cuerpo. Fui cayendo al precipicio, y me di cuenta cuando ya no podía salir. Pero en medio de la oscuridad, siempre había un pequeño destello a donde refugiarse. Ese era mi hermano. Quien nunca juzgó mis errores, me amó sin condición, y su amor era el más verdadero que conocía. Perderlo me aterraba, no soportaría una vida sin él. Parecían años desde la última vez que escuché su voz, y daría mi cuerpo y alma por que él estuviera conmigo

Me prometí que nadie iba a lastimarme. Escogí el sarcasmo y la indiferencia para alejar a las personas, si nadie me amaba, si yo no era capaz de amar entonces no me lastimarían.

Mi plan tenía un pequeño fallo. Yo no quería estar sola como le hacía creer a todos, deseaba tanto sentirme amada, ser la chica especial de alguien. Me sentía tan rota y vacía que estaba segura que nadie elegiría amarme. Hasta que llegó Sam. Su amor no me cambió la vida, pero me hizo sentir viva otra vez. Ahora tenía miedo de no encontrar ese amor de nuevo, de no volver a querer compartir mi vida con otra persona.

Pero no iba a detenerme, no me iba a quedar en el suelo y llorar. Estaba cansada de ser la que siempre perdía.

―Entonces Julieta―la voz de Margaret me sacó de mis pensamientos―, ¿Cómo te describirías de manera positiva?

Me recosté del respaldo del sofá.

―Como una chica normal y corriente―me limité a decir. No quería estar sentada con ella, pero después de todo era mi psicóloga y las secciones eran obligatorias.

―Mentirosa―me dijo con suavidad―, podrás ser cualquier cosa menos normal y corriente, y lo sabes. Si me permites describirte, usaría los adjetivos, valiente, vivaz y estoica.

―Y no olvides encantadora.

―Deja de ocultarte tras el sarcasmo y esa actitud de que nada te importa―tomó de su taza de té con sus ojos verdosos clavados en mí―. Bien cariño, ¿Qué te gustaría cambiar de ti?

―Mis tetas, son muy pequeñas―las apunté con mis dedos.

―Bien―dijo tomando una respiración profunda―, ¿Con qué personaje de la historia te identificas?

La locura de JulietaWhere stories live. Discover now