16. Del odio al amor, hay una botella de ron

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Julieta 

Miré a mi hermano dormirse por tercera vez en lo que yo llevaba sentada en su habitación. Aun se encontraba muy débil, había dicho su doctor. Me alegraba que él siguiera siendo el JJ de siempre, su condición no le impidió interrogarme sobre los chicos, gruñirme por mi vocabulario y hablar sin parar sobre Ryan. Me hizo contarle los detalles del enfrentamiento, aunque omití la parte de la muerte de nuestros padres. Tampoco le comenté que ayer los Detroit se reunieron para darle fin a esta tormenta. Aún no quería que se enterara de que Dolly en realidad era una Detroit, o que Rosset estaba vivo.

JJ susurró algo que no logré entender, poco a poco abrió los ojos y miró a su alrededor. Parecía preocupado, casi asustado.

―Estoy aquí―me puse de pie―¿Te pasa algo?

―Eleonor―dijo.

Me mordí el labio inferior, no podía decirle que ella se había olvidado de nosotros, que no la volví a ver.

―¿Ella está bien? ―insistió.

―Sí.

―¿No me mientes?

Negué con la cabeza. ―Ella se marchó antes de que todo esto empezara y no la he vuelto a ver.

―Muy inteligente.

―JJ yo lo siento, ella debió quererte mucho pero...

―No digas nada―cerró los ojos unos segundos―. Yo le pedí que se alejara de mí. La amo tanto que no quiero que pase su vida con un desastre como yo.

―No digas eso. Eres el mejor hombre que existe.

―Pero no para ella Braden―sonrió con nostalgia―Dejemos este tema.

Una enfermera entró a la habitación para verificar que todo estuviera bien, no lo dejaban sin supervisión por mucho tiempo.

Suspiré, apenada. Yo era una hipócrita, porque era lo mismo que le había hecho a Sam. Quizás Ryan tenía razón la vez que me dijo, que las personas dañadas no podíamos amar, solo herir. No imaginaba a Sam junto a mí estos días, atormentado por los demonios que me pertenecían. Seguro me hubiera odiado por decir que su padre era un villano. Si Sam estuviera conmigo, hubiera tenido que elegir entre su papá y yo, y tenía miedo de su elección.

Yo jamás le hubiera dado a elegir entre su familia y yo, porque el amor de la familia era el único que permanecía. Yo elegiría a mi hermano sobre cualquier persona, sin dudarlo.

El respingo de la enfermera me sacó de mis pensamientos. La miré, su cara estaba roja y su boca entreabierta mientras mi hermano sonreía.

―¿Acaba de agarrarme...? ―la enfermera lo miraba con asombro.

―Quería saber si no había perdido la movilidad de mis dedos―JJ se miró la mano que no estaba entablillada―. Todo está bien.

La enfermera le dedicó una mirada de enfado y salió de la habitación deprisa.

―¡Le agarraste el trasero! ―chillé.

―Ya luego vendrá por más―soltó un largo suspiro―Tengo comezón en partes muy profundas, hermanita.

―Nunca dejarás de ser puto―moví la cabeza con desaprobación, pero al final no pude evitar reírme.

Media hora después, me hicieron salir de la habitación para darle descanso. Le prometí que regresaría al día siguiente, y le hice jurar que no andaría de manos flojas con las enfermeras. Margaret me llamó a su oficina y me convenció para que la acompañara a resolver unos asuntos.

La locura de JulietaWhere stories live. Discover now