La adrenalina viaja por todo mi torrente sanguíneo, inundando todo mi cuerpo con su presencia, mis manos hormiguean y siento los latidos de mi corazón en los oídos. Reconozco la escena, cada noche desde mi llegada a Dallas he soñado con ella, pero esta vez es real, tan palpable que la emoción hace presión en mi pecho.
Él acorta la distancia entre ambos y sonríe mientras toma mi mano, baja la mirada a nuestros dedos ahora entrelazados, hace un recorrido por todo mi brazo, mi hombro y mi clavícula, posando su mirada en mis labios y luego subiéndola a mis ojos, campanas suenan armoniosamente a los lejos, cierro mis ojos, esperando sentir el dulce tacto de sus labios, siento su respiración mezclándose con la mía, me inclino hacia adelante y mis emociones estallan por todo mi cuerpo inundando mis pensamientos, sólo deseando transmitirlos todos en un profundo beso...
Pero el se aleja y las campanas se intensifican cada vez más, abro mis ojos intentando descubrir que pasa a mi alrededor, pero me encuentro inmersa en la oscuridad de mi habitación.
Rebusco bajo la almohada hasta encontrar mi celular, este irradia una molesta luz que me obliga a achicar los ojos, en la pantalla se encuentra anunciado un nuevo mensaje de Lucy
—Nena, ¿Estás despierta? Muero de aburrimiento y mi mal de insomnio no me ayuda en nada— con unas inmensas ganas de matarla guardo nuevamente mi celular, puede que está chica sea casi mi hermana pero eso no disminuía mis ganas de asesinarla, aunque sólo fuera por el hecho de que la decepción se apoderada de mis sentidos, pensé que era real, que por fin había encontrado al chico que se adueña de mis noches y controla a su merced mis sueños, pero no era nada más que eso, un simple sueño.