Una flor sin pétalos

By G-Kuin

227K 18.2K 2.5K

Todos en algún momento de la vida, nos encontramos con alguien en nuestro camino. Una persona a quien no pued... More

Llegó el día. (Capítulo 1)
Idiota. (Capítulo 2)
Preparándome. (Capítulo 3)
Me llamo Jimin. (Capítulo 4)
¿Qué le pasa? (Capítulo 5)
Bajo el mismo techo. (Capítulo 6)
No soy su criada. (Capítulo 7)
La primera noche juntos. (Capítulo 8)
Págamelo después. (Capítulo 9)
Una confesión de Jimin. (Capítulo 10)
¿Interrumpo algo? (Capítulo 11)
Ahora lo sé. (Capítulo 12)
Él no es mío. (Capítulo 13)
Sólo una amiga. (Capítulo 14)
¿Verdad, o mentira? (Capítulo 15)
Házmelo saber. (Capítulo 16)
Miedo. (Capítulo 17)
¿Qué pasó aquí? (Capítulo 18)
¿Qué me está pasando? (Capítulo 19)
Las cosas van en serio. (Capítulo 20)
¿Café? no lo creo. (Capítulo 21)
¿Es una cita? (Capítulo 22)
Sé que está mal. (Capítulo 23)
Del odio al amor. (Capítulo 24)
Cúrame. (Capítulo 25)
Regreso a casa. (Capítulo 26)
¿Los Ángeles? (Capítulo 27)
Lo prometo. (Capítulo 28)
Así te quiero. (Capítulo 29)
Sin límites. (Capítulo 30)
Te amo. (Capítulo 31)
Juntos. (Capítulo 32)
Incapaz. (Capítulo 33)
Amor antibalas. (Capítulo 34)
Margaritas (Capítulo 35)
El momento en que te perdí. (Capítulo 36)
Por favor... (Capítulo 37)
Plumas. (Capítulo 38)
Morir de amor. (Capítulo 39)
¡PREGUNTA!
Amor de papel. (Capítulo 40)
Dejarlo ir. (Capítulo 41)
Nuevo camino. (Capítulo 42)
Realmente. (Capítulo 43)
Un hecho irremediable. (Capítulo 44)
Feliz cumpleaños. (Capítulo 45)
Esa mujer. (Capítulo 46)
Tú. (Capítulo 47)
Esperanza. (Capítulo 48)
Conflicto. (Capítulo 49)
Comercial ╮(─▽─)╭
Enferma. (Capítulo 50)
¡AVISO!
5 minutos. (Capítulo 51)
Mírame. (Capítulo 53)
Brindemos. (Capítulo 54)
Avanzar. (Capítulo 55)
Quizá. (Capítulo 56)
Deshojando al corazón. (Capítulo 57)
Ya no más. (Capítulo 58)
He vuelto.

Mil por hora. (Capítulo 52)

2.6K 243 39
By G-Kuin

Entramos, y escuché cerrarse la puerta mientras caminaba al escritorio.

Tomé valor.

—Toma asiento —le dije tranquila, mientras me sentaba en mi silla. La verdad estaba inquieta y nerviosa.

¿Qué tenía que decirme?

Ya había dicho bastante la misma noche anterior.

Jimin se sentó frente a mí, y colocó un sobre amarillo bastante arrugado encima del escritorio, no me había percatado que lo llevaba.

—¿Qué es eso? —pregunté, ladeando la cabeza.

—Ya verás...

—Ábrelo entonces —dije impaciente.

—No, aún no.

—¿Entonces? —fruncí el ceño.

—Escucha... Yo...

—¿Si?

Se pasó la mano por el pelo.

—Quiero terminar con esto de una buena vez —dijo sin rodeos, y me miró.

Me quedé mirándolo también, y apreté los labios.

¿Terminar? ¿Terminar con qué?

—Te escucho, entonces —aclaré mi garganta, tratando de sonar indiferente ante él.

Se puso un poco más cómodo en la silla, recargándose hacia atrás y abriendo las piernas. La típica y sexy pose de varón.

Lo observé atentamente.

Mierda, estaba guapísimo.

Llevaba jeans claros, camiseta negra y un saco informal al igual negro, con botas timberland.

Suspiró antes de comenzar a hablar.

—Estoy harto, ¿sabes? —volvió a suspirar, ahora un poco más profundo—. Demasiado harto de todo esto... Todo anda mal, las cosas no me salen bien, no duermo mucho últimamente y creo que incluso he bajado de peso.

Me quedé en silencio.

¿Por qué me decía esas cosas?

¿A qué quería llegar con todo eso?

—Am... debes cuidarte, Jimin —fue lo único que se me ocurrió decir.

Pero la verdad, por dentro estaba más que preocupada por "mi bebé".

Tenía tantas ganas de abrazarlo y cuidarlo hasta que se quedara dormido, como lo hacía en el pasado.

—Lo sé, debo ser como antes.

—Sí, has cambiado... —torcí los labios.

—¿Ah sí? —me miró curioso.

—Sí, y no creo que de una buena manera... —ya no era el mismo de antes, y eso dolía un poco.

—¿Y eso te molesta?

—Pues, detesto que las personas cambien... —miré hacia otro lado.

Suspiró.

—Bueno, tuve que ver cómo te enamorabas de alguien más, dime si tú no cambiarías después de eso —dijo serio.

Se me secó la garganta.

No supe qué mierda responder ante eso.

Él sabía a la perfección, cómo hacerme perder la cabeza, cómo confundirme y desconcertarme. 

Me aclaré la garganta, e intente actuar normal y tranquila, aunque por dentro mi pequeña subconsciente estuviera muriendo por tanta lluvia de emociones.

—¿Y? ¿A qué viene todo esto? —pregunté, intentando cambiar el tema. Comenzaba a sentirme desesperada.

Se quedó callado, recargando un codo en la silla, y llevando su dedo pulgar a sus labios.

No dejaba de mirarme y yo estaba maldiciendo al universo por tratar de seguir resistiéndole la mirada.

—Pues, que tú tienes la culpa de todo —sentenció.

Abrí los ojos.

—¿Qué? ¿Yo? —hice un gesto.

—Sí, tú. No has hecho más que arruinar mi vida, ¿lo sabías? Todo lo malo que me ha pasado ha sido gracias a ti.

Me quedé callada, parpadeando varias veces. Estaba desconcertada, perpleja.

¿Qué?

¿Hablaba en serio?

—¿Eso es lo que querías decirme? ¿A eso viniste? ¿A tirarme mierda después de que tú fuiste quien me arruinó la vida a mí? —elevé un poco la voz. Sólo un poco.

Comencé a enfadarme. Me sentía frustrada.

—Los dos nos jodimos a ambos... —dijo mirando hacia otro lado.

Me puse de pie bruscamente, caminando hasta la puerta, y la abrí.

—Tus 5 minutos se terminaron. Retírate —sentencié yo.

¿Era idiota? ¿Cómo se atrevía?

Se quedó callado, y tardo un poco en levantarse, parecía estar debatiendo consigo mismo, pero lo hizo. Se puso de pie y caminó hacia la puerta. Tenía la mirada seria.

—Y no quiero que vuelvas aquí nunca más, ¿entendiste? —dije fría y golpeadamente.

Realmente me había hecho enojar.

Entonces se detuvo, justo antes de salir.

—¿No entendiste? ¡Que te vayas! —exclamé.

—No, no entendí —dijo sin mirarme.

—¿Qué? —fruncí el ceño.

Y entonces, me tomó de la muñeca, jalándome bruscamente para alejarme de la salida.

Cerró la puerta de golpe y le puso seguro.

Me tomó por los hombros y aventó ligeramente mi espalda contra la pared, atrapándome con ambos brazos colocándolos a cada costado de mí. Poniendo nuestros cuerpos a centímetros y mirándome de una manera violenta.

Su brusquedad, la verdad me encantaba.

—¿Q-Qué te pasa? —tartamudee, intentando alejarme de él.

Mi corazón se aceleró a mil por hora.

—Nunca dije que había terminado de hablar —dijo serio.

Me quedé quieta, mirándolo hacia arriba.

No recordaba lo alto que era, y lo pequeña que era yo a su lado.

Le llegaba a duras penas a la barbilla.

—Entonces... termina lo que tengas que decir, y vete de una buena vez —tragué saliva.

No iba a retroceder de nuevo. El momento era ahí, y tenía que afrontarlo. Mi respiración comenzó a hacerse notoria, al igual que la de él.

Sabía que hasta él estaba nervioso también, aunque tratara de disimularlo.

—¿Realmente crees, que lo único que le hiciste a mi vida fue arruinarla? —su mirada era penetrante.

—Eso es lo que dijiste... ¿Por qué habrías de mentirme con eso?...

—Sí, es verdad, me arruinaste, me jodiste la vida.

—Oh —agaché la mirada, aún acorralada por su hombría.

—Pero, no sólo eso...

—¿Entonces?...

Tomó mi barbilla suavemente para hacerme levantar la mirada hacia él, y se acercó un poco más, haciendo que mi corazón se acelerara el doble.

—Tú... —se rió levemente, una risita frustrada—. Una de entre miles y miles de mujeres con las que me he topado. Tú, sólo tú, únicamente tú... ha sabido cómo joderme y volver a sanarme al mismo tiempo. Lo sé, suena absurdo e inexplicable estúpido, pero es verdad.

Me quedé en silencio, mirando sus ojos oscuros.

—Entonces, lo que dijiste ayer...

—Sí, es verdad —me interrumpió—. Por supuesto que es verdad...

Apretó los puños contra la pared, y parecía desesperado.

—Mierda, Giselle... Me haces falta, me haces falta como no tienes una puta idea...

Y sin permiso, sus brazos ya estaban rodeando mi cintura, atrapándome en un fuerte abrazo.

Incluso creí que iba a romperme.

Me quedé quieta, con los brazos a los lados, y con los ojos bien abiertos de par en par. Sentí que mi corazón se saldría de mi pecho en cualquier instante.

Entonces, fui subiendo poco a poco, lentamente mis brazos, tocando su esbelta espalda. Lo recorrí con mis manos extendidas, hasta que mis brazos también lo atraparon a él.

Lo estrujé junto a mí, y sentí que él me devolvió la misma fuerza con la que yo lo hice.

Era un idiota. Un maldito idiota que amaba sin remedio.

—También...tú me haces falta... —susurré.

Mierda, por fin lo había dicho.

Se separó un poco para verme a la cara.

—¿De verdad? —tomó mis mejillas con ambas manos, y había incluso brillo en sus ojos.

—Sí, Jimin. Me haces falta maldita sea... —se me quebró un poco la voz.

Se quedó callado, y volvió a abrazarme un poco más impaciente que antes.

—Déjalo —dijo.

—¿Qué? —no sabía a qué se refería.

—Por favor, déjalo.

—¿Qué cosa? ¿El empleo? Jimin, por favor no sigas con es...

—A Suga —me interrumpió.

Me quedé callada, esta vez más impresionada por lo que había dicho.

—Por favor, no resisto más... déjalo, déjalo y vuelve conmigo, por favor —me estrujó, mientras me suplicaba con el alma.

—Jimin...

—Por favor, no tienes idea de cómo me sofoca verte con él...

Me soltó y volvió a hacerme recargarme en la pared, acorralándome de nuevo. Su respiración era más notoria.

—El día que los vi aquí, en esta misma oficina... realmente puedo decirte que sentí el mismo infierno en mi estomago. Saber que te besa, que te abraza, que te toca... —recorrió suavemente mi brazo con su mano, y se me erizó la piel.

—... Es una puta agonía —continuó.

—Jimin, yo...

—Por favor, termina con él.

—Jimin, ¿tienes idea de lo que estás pidiéndome?

— Sí, la tengo.

—Pues no, Jimin, esto no es tan fácil... ¿Crees que con venir a decirme cosas así, vas hacerme renunciar a todo lo que he logrado hasta ahora? Fuiste tú quien se marchó, fuiste tú quien me dejó... Fuiste tú, quien terminó con esto hace ya mucho tiempo...

No decía nada, sólo me veía.

—Sí, me haces falta, lo acepto. Te hago falta, lo haz dicho... Nos hacemos falta, ambos lo sabemos, pero me pides demasiado... —intenté salir de su fortaleza.

—Escúchame —tomó mis delgados brazos, apretándome con fuerza e impidiendo que saliera— ¿De verdad podrás estar bien sin mí?

—Estuve sin ti ya mucho tiempo —dije fría.

—¿Y es fácil? ¿Es sencillo estar sin mí? —seguía apretándome.

—Jimin, por favor, no te creas el rey del universo...

—Respóndeme entonces —no dejaba de mirarme, y comenzaba a ponerme nerviosa.

—No tengo por qué respond...

—¿De verdad estarás bien sin mi presencia? —me interrumpió, acercándose más.

—Detente... —mi voz temblaba. Sé que se dio cuenta de mis nervios.

—Dime, ¿podrás estar bien sin mi compañía, sin mis abrazos... o sin que te vuelva a tocar? —me acarició el brazo con su mano, y se me erizó la piel.

—Jimin, basta... —intenté empujarlo, pero no lo moví ni un centímetro.

—Responde. ¿No te hago la suficiente falta? —bajó sus manos hasta mis caderas, y me atrajo bruscamente hacia él.

Gemí.

—J-Jimin, detente... —quería negarme, de verdad quería detenerlo, pero frente a él, me era imposible poner resistencia.

—Respóndeme —subió su mano hasta mi pecho.

Tomó el primer botón de mi entallada blusa, y lo desabrochó fácilmente, haciéndome dar un salto. Siguió con el segundo, con el tercero, y se quedó en el cuarto.

Aún así se lograba ver mi sostén negro de encaje, y mis pronunciados pechos.

Tomó una de mis piernas y la subió a su cadera, subiéndome al mismo tiempo la falda.

—Jimin... —mis mejillas hervían.

Comenzó a recorrerme la piel desnuda con la yema de sus dedos, metiendo la mano por debajo de mi falda, mientras me sostenía a la vez por la cintura.

—Dime, ¿necesitas sentirme de nuevo, para darte cuenta de que no puedes vivir sin mí? —dijo con la voz ronca, mientras tenía toda la intención de desnudarme.

—B-basta... —sentía que ya comenzaba a jadear.

Sentía mi pulso por todo mi cuerpo, como si hubiera corrido mil kilómetros en un segundo.

Caminó un poco, aún sosteniendo mi pierna en su cadera y su otro brazo en mi cintura. Mi espalda chocó contra el concreto frío y arquee mi postura.

Entonces se acercó aún más, metiéndose entre mis piernas con la única intención de hacerme sentir lo duro que ya estaba.

Gemí.

—Mi cuerpo, mis caricias, mis besos... —se acercó a centímetros de mi boca—. Mi piel, mis labios y mis orgasmos son tuyos, reclámalos en este instante —ordenó.

Su voz era gruesa y ronca, tenía los dientes apretados y respiraba agitado al igual que yo. No dejaba de mirar mi boca que estaba a la mínima distancia de la suya.

Su agitado aliento chocaba contra el mío.

Clavé mi mirada en sus ojos, después en sus labios, y así una y otra vez. Con las mejillas más coloradas que nunca, el pulso a mil por hora, la sangre quemándome por dentro, y la maldita necesidad de arrancarle la ropa.

.


Continue Reading

You'll Also Like

80.7K 4.8K 19
Chiara se muda a Madrid en busca de nuevas oportunidades para lanzar su carrera como artista. Violeta se dedica al periodismo musical, trabajando en...
151K 11.4K 16
ㅤ ㅤ ➥ 𝖫𝗈 𝗊𝗎𝖾 𝖾𝗅 𝘁𝗶𝗲𝗺𝗽𝗼 𝗌𝖾 𝗅𝗅𝖾𝗏𝗈́ 〔 🐾 〕 ── ; Cuando los cachorros se vieron frente a lo...
93.6K 5.8K 40
Porque Avery Leclerc siente que nadie va a volver a amarla tanto como Max Verstappen, hasta que Lando Norris le demuestra lo contrario. o Porque Lan...
190K 29.9K 19
Park Jimin, un padre soltero. Por culpa de una estafa termina viviendo con un completo extraño. Min Yoongi, un hombre solitario que guarda un triste...