Un Inesperado Nosotros

By AndreaSmithh

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¿Y si es muy tarde para empezar de cero? Cuando Gia Davies se muda a Nueva York, está huyendo. Se ha dado cue... More

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· C u a r e n t a · (FIN)

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By AndreaSmithh

🎶 Illicit affairs 🎶

"You taught me a secret language I can't speak

with anyone else"

—Muchas gracias por la comida. Eres la mejor vecina del mundo.

—Y tú el amigo más zalamero que tengo.

Ronan se sonroja mientras sostiene la bolsa llena de tuppers con comida que le he dado. Me escribió cuando regresé a casa por si me apetecía pasar el rato. Sospecho que sigue sin conocer a mucha gente en Nueva York además de sus compañeros de trabajo, y además hemos congeniado mucho.

Le invité a casa porque ya me había puesto el pijama y hemos estado charlando en el balcón mientras tomamos una taza de chocolate caliente. Después se me ocurrió darle algo de comida preparada que guardamos en la nevera, porque entre lo que cocinamos Adrien y yo siempre la tenemos llena y Ronan lo agradece.

—¿Zalamero? —Repite—. ¿Quién sigue usando esa palabra hoy en día?

Lo sigo hacia la puerta y niego con la cabeza.

—Tú sigue así y no te daré más tupper.

Se lleva los dedos a la boca y finge cerrarla con una cremallera invisible y luego tirar la llave. Ya ha anochecido y mañana tiene que madrugar, al igual que Adrien, aunque éste último todavía no ha vuelto a casa. Lo más probable es que estén enganchados a un juego de la consola.

—Nos vemos pronto, Gia —se despide Ronan una vez abre la puerta—. Ya me contarás si abres la caja de condones esta noche.

No debí contarle lo sucedido, lo sé. Pero estaba desesperada por culpa de la vergüenza y tenía que hablarlo con alguien.

—Gracias, pero no creo que lo haga.

—¡Estaré esperando tu mensaje! —Grita mientras se aleja hacia el ascensor.

Me río y muevo la mano una última vez como gesto de despedida. Después vuelvo a quedarme a solas en el piso. Sin embargo, cuando tomo el teléfono y lo reviso me encuentro un mensaje de Adrien de hace unos diez minutos.

ADRIEN: Salgo ahora de casa de tu hermano. Hemos estado jugando y se me ha ido la noción del tiempo 😅

He intentado distraerme este tiempo sin Ronan revisando redes sociales y viendo vídeos, pero al final mi cabeza ha regresado una y otra vez a Adrien, y a la inevitable conversación que tendremos cuando regrese.

Cuando llega al apartamento apenas han pasado quince minutos más. Estoy sentada frente a la barra de cocina, picando de una bolsa de patatas fritas.

—Hola —saluda con alegría.

Deja la chaqueta y los zapatos a la entrada y se acerca. Toma asiento en la silla que hay a mi lado y coge un par de patatas de la bolsa mientras yo bloqueo la pantalla del teléfono y lo poso a un lado.

—¿Lo pasasteis bien? —Pregunto.

—Tu hermano nos ha dado una paliza jugando. ¿Y tú qué tal?

La conversación parece totalmente normal, pero en nuestro tono puedes apreciar que los dos estamos tanteando el terreno. Vamos a hablar del tema, lo presiento.

—Ha venido Ronan y le he dado algo de comida para llevar —le cuento—. Ya sabes que normalmente se alimenta a pasta, arroz o comida a domicilio.

—Igual que tu hermano y Finn. La temporada que tú viviste con ellos fue la que mejor han comido.

—¿Qué tal está Finn? ¿Ha mejorado?

—Al final comió un yogur y parece que se le asentó el estómago. Tu hermano me ha prometido que se encargará de hacerle beber líquidos para que no se deshidrate.

Me alegro.

Meto la mano en la bolsa para tomar más patatas pero Adrien lo hace al mismo tiempo. Nuestros dedos se tocan y ambos las apartamos al mismo tiempo. Cuando lo miro sonríe y pregunta:

—Entonces, ¿has comprado condones?

—Gabriel me pidió parar en la farmacia a por las pastillas para el dolor de cabeza —siento la necesidad de explicarme—. No lo tenía planeado, pero cuando lo vi, yo...

—¿Los compraste por si acaso?

—Más o menos.

Adrien se queda callado y no soy capaz de leerle, así que decido directamente preguntarle.

—¿En qué piensas?

—Estaba sopesando si esto significa que no te arrepientes de lo de anoche.

El corazón me da un vuelco. Por fin ha llegado la conversación, pero no puedo evitar que la duda se siembre en mi interior. Tal como me dijo Beth, siempre me pongo en lo peor.

—¿Tú lo haces? Quiero decir, ¿te arrepientes?

—Para nada —responde con sinceridad.

—Entonces... —bajo la mirada a la mesa y me centro en la bolsa de patatas como si fuese realmente interesante—, ¿quieres que vuelva a pasar?

De pronto Adrien toma los bordes de mi silla y la hace girar hasta que estamos los dos sentados de frente. Se inclina sobre mí sin soltarla y con una sonrisa traviesa, pregunta:

—¿Qué me estás proponiendo, polilla?

Las mejillas me arden. A veces con Adrien me siento como si volviera a tener quince años y este fuera mi primer amor. Porque él me hace sentir segura y en confianza, pero también noto mariposas en el estómago y mucha emoción.

Su mirada sostiene la mía y sé que no es momento de apartarla.

—Podríamos comenzar con volver a besarnos —susurro.

—Eso me encantaría —responde también en voz baja.

—A mí también.

Esta vez soy yo quien da el paso y termino de romper la distancia entre nuestros labios. Noto como sonríe contra mi boca durante unos segundos más antes de profundizar el beso, y aunque no es el primero que nos damos me sigue pareciendo increíble que algo así esté sucediendo.

Envuelvo los brazos alrededor de su cuello y presiono para atraerlo más cerca. Porque lo necesito así, pegado a mí. Adrien reacciona y se levanta de la silla. Sus manos se posan en mis muslos desnudos y mueve mis piernas hasta que lo rodeo con ellas. Suben un poco más, y llega al dobladillo de los pantalones cortos de pijama. Después se meten por debajo.

Me estremezco bajo su tacto cuando llegan por encima de la ropa interior. Adrien me agarra del trasero y tira de mi cuerpo más cerca al suyo. Jadeo en su boca al sentir la parte en que nos unimos y él mordisquea mi labio inferior. Después abandona el beso para bajar por mi mandíbula y llegar a mi cuello.

Cierro los ojos y dejo caer un poco la cabeza mientras siento su respiración en mi oreja. El corazón se me acelera y clavo las uñas en lo alto de su espalda.

—Con cuidado, polilla —susurra, sacando las manos del interior de los pantalones y metiéndolas bajo mi camiseta.

Su tono es bajo y grave y me parece tremendamente atrayente. Sus dedos se clavan en mi cintura, sobre la piel desnuda, y suben por mi espalda. Noto la presión de sus dedos mientras me aprieta contra él, pero sin llegar a clavar las uñas. Me arqueo de forma involuntaria y aprieto las piernas a su alrededor.

Adrien contiene la respiración por unos segundos y vuelve a besarme. Sus manos regresan a mi trasero y de pronto me levanta en volandas de la silla. Me sujeto a él con los brazos y piernas mientras me lleva a través del apartamento hasta llegar a la habitación.

Se sienta sobre el colchón, a los pies de la cama, conmigo en su regazo. Deja de besarme por unos segundos y aparta el pelo de mi cara para poder mirarme mejor. Me acaricia las mejillas y baja mi rostro al suyo, juntando nuestras frentes.

—¿Cuánto deseas esto, Gia?

Me muerdo el labio inferior. Nuestras respiraciones están aceleradas y se juntan. Puedo notar su pecho moverse al compás del mío. Así que tomo la iniciativa y me aparto para poder mostrarle hasta qué punto quiero seguir con esto.

Cuando me saco la camiseta el pijama sus ojos se oscurecen. Baja la mirada unos segundos a mi pecho desnudo, y esta vez soy yo quien le toca las mejillas.

—¿Cuánto lo deseas tú? —Pregunto en su lugar.

—Más que nada en el mundo.

Sonrío por lo tópico de esas palabras, pero hay necesidad en su voz. Segundos después vuelve a besarme. Me encanta cómo lo hace, pero vuelve a alejar los labios para llevarlos por mi mandíbula, mi cuello, y luego más abajo. Me agarra por la cintura mientras su boca llega a mi pecho y juega con mi pezón.

El calor sigue aumentando a nuestro alrededor y casi sin darme cuenta comienzo a moverme sobre él, provocando una placentera fricción entre nosotros. Hasta que Adrien parece cansarse del juego y nos hace girar, quedando por encima de mí. Me lanza una mirada llena de deseo y regresa a mi pecho desnudo.

Pero esta vez baja un poco más. Llega a mi ombligo y sus besos se esparcen justo por encima del dobladillo de los pantalones. Lo engancha con los dedos y tira hacia abajo, llevándose la ropa interior consigo.

Aprieto los labios mientras sus besos siguen por mi muslo derecho, llegando hasta la rodilla a medida que retira la ropa. Después lleva los labios a la otra pierna y hace el recorrido inverso, ascendiendo por mi rodilla, mi muslo, la cadera, el estómago, el pecho...

Me está besando el cuerpo entero.

Me está besando entera.

Llega de nuevo a mis labios. Su cuerpo cubre el mío pero se hace a un lado mientras con sus piernas separa las mías.

—Así te quería, polilla —susurra contra el lóbulo de mi oreja—. Desnuda para mí.

Siento sus dedos acariciarme el estómago y cierro los ojos cuando bajan un poco más, hasta llegar a mi intimidad. Adrien me acaricia sin dejar de besarme el cuello, la mejilla, los labios, la barbilla. Sabe donde tocar y siento que cada vez estoy más mojada. Él también se da cuenta y llegado el momento tantea mi entrada con un dedo.

Levanto las caderas dándole permiso y lo introduce despacio mientras con el pulgar me acaricia el clítoris. No tarda en meter uno más y el calor comienza a ser intenso. Bombea con ellos y tengo que cerrar los ojos.

En la habitación solo se escuchan mis jadeos, hasta que las sensaciones son tan fuertes que el nudo en mi interior se deshace. Exploto en un orgasmo que Adrien calla con un beso y me deshago en su boca.

Estoy agotada cuando se aparta, pero sé que no hemos terminado todavía. No hemos llegado hasta aquí para nada.

—Están en mi mesita —le digo.

Y no hacen falta más explicaciones. Se levanta de la cama para saca el paquete de preservativos y toma uno de ellos. Todavía está vestido así que yo también me pongo de rodillas sobre el colchón. Se ha quitad la camiseta mientras lo hago, así que tomo la cinturilla de sus pantalones y comienzo a desatar el botón.

Alza las cejas con picardía pero no dice nada mientras bajo la cremallera y los deslizo por sus piernas. Al final termina por ser él quien se desviste, y está más que preparado para lo que viene ahora.

Rasga el envoltorio y se lo coloca. Después vuelve a tumbarme sobre el colchón y se sube sobre mí. Abro las piernas para que se coloque y nuestras intimidades no tardan en encontrarse. Coloca los brazos a ambos lados de mi rostro y roza su nariz con la mía.

Aunque estoy húmeda por el reciente orgasmo, se desliza muy lentamente en mi interior. Siento cómo me abro a medida que se abre camino hasta que está completamente dentro. Se toma unos segundos para dejar que me acomode a la sensación y me besa.

También despacio comienza a moverse. El colchón protesta pero no nos importa. Ya puede ponerse a chillar.

Quiero acariciar su piel, así recorro su cintura y cadera con los dedos. Se estremece sobre mí y el ritmo aumenta, haciendo que el nudo de nervios vuelva a crearse en mi interior.

—Gia —susurra mi nombre.

Y me encanta.

Llevo las manos a su espalda para seguir con las caricias, pero los movimientos avivan mi deseo y acabo por volver a clavar las uñas en su piel. Adrien gruñe y me toma de las muñecas. Después las sube por encima de mi cabeza, clavándolas en la almohada.

—Te dije que con cuidado, polilla —me riñe.

Jadeo porque sus movimientos se han acelerado y esta situación me está volviendo loca. El cabecero también comienza a golpearse contra la pared.

Me sujeta las muñecas con una sola mano mientras con la otra se apoya en la cama. Cada vez sus embestidas son más fuertes.

—¿Te gusta así? —Pregunta.

Asiento con la cabeza porque no me salen las palabras. Me tiemblan las piernas y sé que estoy a punto de volver a llegar al orgasmo.

Adrien mueve el brazo que tiene apoyado en el colchón y lo mete debajo de mi cintura. Me levanta el cuerpo, sujetándolo más al suyo, y acompañándolo en cada movimiento. Gime contra mi boca y yo ya no puedo más. Vuelvo a explotar mientras los dedos de mis pies se curvan, mi interior se contrae y su boca absorbe cada segundo del momento con un beso.

Segundos después él también se deja ir, liberándolo con dos estocadas más, lentas y profundas.

Pero cuando termina no se levanta y se va. No desaparece de mi lado, como estaba acostumbrada a que sucediera en el pasado con mi ex.

Adrien busca mi mirada con la suya, me sonríe con los labios y con los ojos. Me besa otra vez y todo es perfecto.

Todo lo es, hasta que susurra:

—Te quiero.

Necesito spicy, lo siento. A veces me da la sensación de que debería haber escrito más, pero otras no lo sé porque no quiero cansar 🙈

No es una novela erótica así que tampoco quiero que haya mucho y ahogue la trama. Ya os leo vuestros comentarios.

PD. Todavía me cuesta escribir estas escenas de una forma más "bruta", por así decirlo jajajaja intento buscar a veces palabras que describan partes del cuerpo o hechos que van sucediendo jajajaja perdón. Poco a poco voy liberándome de la vergüenza y espero mejorar cada día un poquito más ❤️

Andrea.

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