Un Inesperado Nosotros

By AndreaSmithh

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¿Y si es muy tarde para empezar de cero? Cuando Gia Davies se muda a Nueva York, está huyendo. Se ha dado cue... More

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By AndreaSmithh


🎶 Blank Space 🎶

"Love's a game, wanna play?"

Beth está encantada de venir cuando le escribo para la cena y a mí me llena de emoción saber que tendré por primera vez invitados en casa. Lleno la despensa con los ingredientes que faltan y decido que haré chili. Es una receta de confianza, que preparo muy a menudo, y con la que es difícil fallar.

Aunque, solo por si acaso, acepto cuando Adrien me propone cocinar él un pastel de carne. Lo termina pronto, pero yo todavía tengo que seguir revolviendo mi olla con chili a fuego lento. Para mí, el truco esencial es tiempo y paciencia.

Adrien mete unas botellas de vino y zumo a enfriar en la nevera. Lo observo por el rabillo del ojo y se acerca a mí por detrás. Noto su pecho rozarme la espalda y cómo se inclina sobre mi hombro para oler la comida. Ha probado esta receta tantas veces que casi puedo adivinar lo que esta a punto de preguntarme...

—¿Le has echado sal?

¡Bingo!

—Sí —respondo con cansancio.

Lo intento apartar con un codazo juguetón, pero él es más ágil y se queda en el sitio. Es decir: detrás de mí.

—Pero, ¿seguro que le has echado suficiente? —Insiste.

—No seas pesado, ¡he dicho que sí!

—Perdona que me preocupe, polilla, pero sueles usar muy poca a la hora de cocinar.

—O quizás es que tú usas demasiada —le recrimino y me giro para enfrentarlo.

Mala idea. Adrien no se ha movido ni un centímetro y ahora estamos cara a cara, apenas separados. Estoy acorralada entre él y la encimera y de pronto el ambiente comienza a cargarse.

Se inclina sobre mí, con una sonrisa traviesa en los labios, y pide:

—A ver, déjame probar y así sabremos si está soso o no.

—No, mi comida no se toca.

—Vamos, solo un poco.

Pone las manos en mi cadera para tratar de apartarme pero yo me resisto. Lo agarro por los hombros y forcejeamos, aunque no podría llamarse una pelea ya que los dos estamos riéndonos y ni siquiera utilizamos mucha fuerza.

—Eres demasiado estricta a la hora de cocinar, polilla.

—Y tú un entrometido —replico.

Al final consigo empujar a Adrien pero no me suelta. Acabamos dados la vuelta y es él quien termina atrapado entre la encimera y yo. Del impulso caigo contra su pecho y sus manos se deslizan hasta entrelazarse a mi espalda.

Trago saliva al notar cada parte de mi cuerpo aplastada contra el suyo. Nuestras piernas están enredadas y ahora básicamente me sostengo al apoyarme en su pecho y hombros. Me muerdo el labio y su sonrisa flaquea.

No puedo apartar mi mirada de la suya. ¿Irá a besarme de nuevo? ¿Lo haré yo?

—Tengo que seguir cocinando —susurro, aunque mi voz suena muy débil—. O la comida se pegará.

—Claro.

Pero no me suelta. En lugar de eso sus manos suben por mi espalda. Se cuelan debajo de la tela de la camiseta y se me pone la piel de gallina. El calor me inunda desde dentro y deseo que me toque más. Por todos lados.

—Adrien...

Su nombre escapa de mis labios como una petición, pero es en ese momento, justo cuando lo digo, que la magia se rompe. Él se aleja de mí.

Lo hace despacio. Primero vuelve a bajar a las manos y deja de tocar mi piel. Sube la cabeza y yo tengo que dar un paso atrás para darle su espacio. Me siento mareada por lo que acaba de suceder.

Por lo que no ha sucedido.

Y también dolida. Ha sido un rechazo. Estoy bastante segura.

—Seguiré con el chili —murmuro.

Veo cómo asiente y luego se aleja sin decir nada. Cuando desaparece en la habitación dejo salir el aire que estaba conteniendo. Después tomo el bote de la sal y añado un poco más a escondidas.

No falta mucho para que lleguen Beth y Sophia. La cena ya está lista, la mesa puesta y yo me he cambiado a un vestido sencillo. Algo cómodo para estar en casa, aunque no tanto como el pijama.

Salgo al balcón para regar las plantas. Adrien se ha encargado durante los últimos días. Cuando termino dejo el bote donde he traído el agua a un lado y me giro hacia el balcón de Ronan. No está, pero puedo ver luz en el interior del apartamento.

Una idea repentina y descabellada me viene a la mente. Él nunca come bien y nosotros tenemos muchísima comida casera, tanta que nos va a sobrar. Le dije que le invitaría a una cena y, ¿qué mejor ocasión que esta? Al fin y al cabo, él también se ha convertido en mi amigo, aunque sea a través de mensajes.

Tomo el teléfono móvil y rápidamente tecleo lo siguiente:

GIA: ¡Hola, Ronan! Sé que es un poco precipitado, pero viene una amiga a cenar a casa. ¿Te apetecería unirte?

GIA: A menos que hayas cenado o estés ocupado, por supuesto.

RONAN: ¿Lo dices en serio?

GIA: Claro. Tenemos chili y pastel de carne, y creo que mi amiga iba a traer una ensalada.

RONAN: ¡Me salvas la vida! Nigiri ha vomitado una bola de pelo y mientras limpiaba el desastre y le daba mimos, se me ha quemado la pizza y me he quedado sin cena.

GIA: Entonces aquí te esperamos. ¡Trae un tupper si quieres!

RONAN: Te adoro. Voy en seguida.

Me quedo un buen rato sonriendo al teléfono, hasta que veo como la luz de la casa de Ronan se apaga y regreso al interior del apartamento. Adrien ya está en la sala. Se ha vestido con una nueva camiseta, esta vez azul cielo, que le queda todavía mejor. Está sentado en la mesa del comedor que nunca usamos pero que hemos preparado para la cena, tomando una copa de vino.

En cuanto me ve la baja de vuelta a la mesa y abre la boca para hablar, pero yo lo interrumpo antes.

—He invitado a una persona más a cenar, espero que no te importa.

Parece confundido y no tardo en darme cuenta del error. No debí haberlo hecho sin consultarle primero.

—No, claro que no. ¿A quién...?

—Es un amigo. El vecino del otro balcón.

Su expresión, de pronto, decae.

—Ah, sí. Ya sé quién dices.

—Se llama Ronan y es muy simpático. Ya verás, ¡te caerá muy bien!

Sueno bastante más emocionada, pero es porque realmente quiero que se caigan bien. Envío un mensaje a Beth para también avisarla de la nueva incorporación y coloco una silla y la cubertería que falta.

Ellas son las primeras en llegar. Sophia salta en seguida a mis brazos y la cargo al interior de la casa mientras me besa la mejilla con fuerza. Adrien se acerca tras colocar la ensalada que trae Beth y se presenta.

—Un placer conocerte, Gia me ha hablado mucho de ti.

Abro los ojos con horror mientras él se ríe, para luego mandarle miradas asesinas a mi amiga, que solo me guiña un ojo.

—Estoy seguro de que no habrá perdido oportunidad para quejarse de mí —responde Adrien y toma su chaqueta para colgarla en la entrada.

—Exactamente —miente ella.

Y creo que todos lo sabemos.

—¡Yo soy Sophi! —Grita la niña en mi brazos.

La dejo en el suelo y se acerca con la mano extendida a Adrien. Justo en ese momento vuelven a llamar a la puerta y cuando abro está Ronan. Es un chico alto, probablemente media cabeza más que Adrien. No me había fijado durante nuestras conversación de balcón a balcón. Lleva un jersey oscuro y se me escapa una pequeña sonrisa al notar algún pelo de gato sobre la tela.

También tiene un tupper en la mano.

—No me puedo creer que por fin nos desvirtualicemos —dice mientras me agarra por la cintura y me levanta del suelo en un gran abrazo—. Tía, pensé que este momento no llegaría jamás.

Se me escapa una carcajada y él me devuelve al suelo. Es tan alto que me ha levantado por lo menos medio metro.

—No te pases, nos habíamos visto ya las caras de balcón a balcón.

—Sí, pero no es lo mismo.

En eso tiene razón. A la distancia no era capaz de notar el aura de buen rollo que transmite. Es increíble. No ha dejado de sonreír ni un solo segundo.

—Ronan, ellos son Beth, Sophia y Adrien. Chicos, él es Ronan. Es nuestro vecino.

—Y amigo —añade él.

Asiento y tomo su tupper para llevarlo a la cocina mientras los demás se acercan. Cuando regreso junto a ellos es Adrien quien le está estrechando la mano. Durante unos segundos Ronan hace una mueca de dolor.

—Vamos, os enseñaré la casa —propongo para romper el hielo—. Aunque os advierto que será un tour muy pequeño, es básicamente lo que veis.

Mientras Adrien se encarga de llevar la comida a la mesa, Ronan se acerca a mí y comenta en mi oído:

—Madre mía, Gia, ¿seguro que no es tu novio?

—Completamente. Solo somos amigos.

—Pues no sé cómo eres capaz de vivir aquí con él y no hacer nada. Está buenísimo.

Me río y sin querer le doy la razón, pero... es que la tiene.

Me siguen a través de la parte principal donde está el salón, el comedor y la cocina. Les indico la puerta del baño y luego la habitación. Esta parte me da un poco de vergüenza, en especial cuando Beth me lanza una mirada nada disimulada con las cejas alzadas.

—¿Una sola habitación? —Pregunta divertida.

Ronan también sonríe con diversión, pero es Sophia quien pone la guinda al pastel cuando dice:

—Dormís juntos como mi mamá y yo, ¿verdad?

—Eh... Sí, justo como eso —respondo mientras los otros se ríen sin poder ocultarlo.

Después regresamos con Adrien, que ya ha colocado toda la comida sobre la mesa. Beth ayuda a Sophia a sentarse y Ronan llega por detrás para mover mi silla y colocarla.

—Señorita —dice acompañado de un gesto con el brazo.

—Muy amable —le sonrío.

Después se sienta en la que hay al lado, y al girarme hacia Adrien lo encuentro totalmente serio y con los ojos clavados en mi amigo. Ladeo la cabeza y se vuelve hacia mí. Su expresión cambia con rapidez y toma una botella de vino.

—¿Alguien quiere que le sirva?

Primero llena mi copa, luego la de Beth y después la de Ronan. Es la única en la que derrama un poco fuera del vaso, manchando su servilleta.

La cena transcurre bastante bien y aunque al principio estoy algo nerviosa, las cosas no pueden ir mejor. Ronan cuenta anécdotas de Nigiri que hacen reír mucho a todos, en especial a Sophia, que pide a su madre un gato.

—El día que tengamos casa propia, ardillita —replica esta.

La niña termina antes que nosotros y aunque es muy educada, al final se aburre, así que se sienta frente a la mesita de la sala con un cuaderno de dibujos que le ha traído su madre y comienza a pintar. Cada poco tiempo viene a nuestra mesa para enseñarnos sus obras.

—Entonces vosotros dos... —comienza a decir Beth cuando ya estamos con el postre—. ¿Os conocéis de toda la vida?

Aunque trate de disimular sé lo que está haciendo. Quiere comprobar su teoría, la de que yo le gusto a Adrien. La lanzo una mirada fugaz pero ella me ignora.

—Podría decirse que sí —contesta él sin darse cuenta de nuestro intercambio—. Su hermano Gabriel es mi mejor amigo y llevo yendo a su casa a pasar las tardes desde que Gia era una niña pequeña.

A mi lado Ronan suspira soñador.

—Me estoy imaginando a una mini Gia. Seguro que eras una niña monísima.

—Sí, muy mona —susurra Adrien entre dientes. Parece molesto.

—En realidad quería estar todo el rato con ellos y no sabían como librarse de mí —explico a mis amigos—. Era un poco molesta, lo puedo admitir ahora que he crecido. Él no me soportaba.

—Eso es mentira —se defiende y lo miro con sorpresa—. A veces sí eras un poco incordio, pero la mayor parte del tiempo era divertido tenerte cerca.

Parpadeo varias veces seguidas. Jamás hubiese esperado escuchar esa respuesta. Adrien me guiña un ojo ante mi cara de asombro y siento inmediatamente que mis mejillas se encienden.

Beth carraspea y preguntando:

—¿Cómo es que habéis terminado compartiendo piso?

—El horrible mercado inmobiliario en Nueva York y lo difícil que es encontrar apartamento —explico con un suspiro.

—Yo creo que es una suerte que hayáis terminado viviendo aquí —interviene Ronan, con los ojos puestos en Adrien—. Ahora tengo muy buenas vistas.

Después me mira y me guiña un ojo. Adrien se atraganta con su copa de vino y toma la servilleta de la mesa para no mancharlo todo. Estoy bastante segura de que está hablando de él.

Me levanto de la silla mientras Beth se ríe.

—Tengo una cosa para Sophia, ahora vuelvo.

Entro en la habitación para sacar el libro que la ha comprado y me acerco a ella. En seguida deja de pintar y mira lo que le traigo en la mano.

—Vi este cuento el otro día y me acorde de ti —explico—. Es un regalo.

—¿Para mí?

—Sí, para ti. ¿Quieres que lo leamos juntas?

Sophia aplaude feliz y me hace un hueco a su lado. Colocamos el cuento sobre la mesita, encima de sus dibujos, y comienzo a leérselo. Cuando terminamos pide volver a empezar, pero esta vez lo quiere leer ella.

Me giro hacia donde están los adultos y me encuentro a los tres mirándome. A Beth le brillan los ojos y Adrien tiene una expresión que no sabría descifrar, pero la sonrisa tira de la comisura de los labios.

—Gia, ¿cómo se lee esta palabra? —Reclama mi atención Sophia.

Y regreso con ella para ayudarla cada vez que me lo pide.

Para cuando llega el momento de despedirse Sophia se ha quedado dormida en el sofá releyendo por cuarta vez el libro. Adrien ha ayudado a Beth a bajarla a un taxi en brazos mientras Ronan y yo recogemos todo. Ha sobrado muchísima comida así que al final no solo lleno su tupper, sino que le doy otro más. Siento la urgente necesidad de cuidar de este chico que, aunque me saque más de una cabeza de altura y sea un par de años mayor que yo, no es capaz de alimentarse bien a sí mismo.

—Me acabas de ahorrar la comida de por lo menos cuatro días, Gia. Muchísimas gracias.

—No seas exagerado, no es para tanto —me río—. Pero si alguna vez necesitas algo dime, ¿vale? Aquí cocinamos prácticamente todos los días.

—¿Adrien también sabe cocinar?

Lo pregunta porque sabe que el chili, que es lo que más le ha gustado, lo preparé yo.

—Sí, de hecho él hizo el pastel de carne.

—Guapo, sexy y cocinitas —suspira con aire soñador—. ¿Qué más se puede pedir?

Sacudo con la cabeza con una sonrisa porque Ronan no ha dejado de lanzar mensajes sobre lo atractivo que le parece Adrien, aunque el chico no ha parecido darse cuenta.

—Lástima que esté loco por ti —añade.

—Anda, no te imagines cosas raras —le reprendo mientras nos acercamos a la puerta, él cargado con sus tupper de comida—. Solo somos amigos.

—Que comparten apartamento y cama. Este chico ha aceptado hacer una cena con tus amigos, en la que ha participado y por lo que me cuentas, también ha cocinado. Mi último ex ni siquiera quería conocer a mis amigos.

—El mío ni siquiera quería que los tuviera —se me escapa decir.

—Vaya, entonces me alegro mucho de que no estés más con él. Parece una red flag andante.

Estoy asintiendo cuando la puerta se abre y Adrien reaparece. Sé que está cansado porque tiene las ojeras mucho más marcadas que esta mañana. Los diferentes turnos y todas las horas de trabajo le están pasando factura. Si yo estuviese tan agotada como él, no sé si tendría humor de hacer una cena con amigos, mucho menos si no son míos. Querría estar tranquila en mi casa y descansar.

Miro a Ronan y por unos segundos pienso que quizás tiene razón. Adrien se esfuerza mucho.

—Una cena espectacular, guapo —dice el chico y le palmea el brazo con fuerza—. Tenemos que volver a repetirla.

—Eh... Claro.

—Dile a Gia que te pase mi teléfono, ¿vale? Y así hablamos.

Luego le guiña un ojo y abandona el apartamento mientras silba feliz con sus tupper de comida casera. Cuando cierro la puerta Adrien se vuelve hacia mí totalmente confundido.

—¿Me acaba de guiñar un ojo?

—Diría que sí —confieso con una sonrisa burlona—. Lleva insinuando que le gustas toda la cena.

Regreso al comedor y tomo las copas que quedan para llevarlas a la cocina. Adrien me sigue por detrás.

—Creía que era al revés, que estaba intentando ligar contigo.

—¿Y qué narices te haría pensar eso?

Dejo las copas en el fregadero y me vuelvo hacia él. Repaso en mi cabeza todas las interacciones de la noche. Ronan ha sido muy amable conmigo, pero solo eso.

—Bueno, dijo que se alegraba de las nuevas vistas y te guiñó un ojo.

—¡Hablaba de ti!

Y sin poder evitarlo me echo a reír. Adrien no podría parecer más sorprendido y, en cierta parte, incluso incrédulo.

Apoyo la espalda contra la encimera y coloco una mano sobre su hombro sin perder la sonrisa.

—Vas rompiendo corazones y ni te das cuenta, Adrien Hall.

Por fin logro que las comisuras de sus labios también tiran hacia arriba. Posa una mano sobre lo mía y se acerca un poco más, atrapándome contra la encimera. Siento a mi corazón aletear por la cercanía y su contacto, pero trato de apaciguarlo. No quiero hacerme ilusiones.

—Y yo pensando que quizás vosotros dos teníais algo... —murmura.

—¿Qué sucede, Adrien? —Me burlo—. ¿Estabas celoso?

Sin embargo no estoy preparada para su respuesta.

—Puede.

Aparta su mano de la mía y coloca los brazos a ambos lados de mi cuerpo, atrapándome totalmente contra la encimera. El aire se queda trabado en mis pulmones y su voz hace eco en mi cabeza. Cuando Adrien se inclina más sobre mí y nuestras caderas se juntan el calor empieza a invadirme.

Me muerdo el labio inferior y sus ojos se fijan en él. Lo mira demasiado tiempo como para ignorarlo. Todo este juego va a terminar conmigo. Necesito salir de dudas, así que pregunto:

—¿Vas a besarme?

—Tranquila, polilla. Eres la hermana pequeña de mi mejor amigo. Nunca te tocaría...

—¿Nunca? —Le interrumpo.

—Nunca lo haría sin tu permiso —completa por fin.

—Ya lo hiciste una vez.

—Y te perdí perdón. Me equivoqué y no volverá a pasar.

—Te arrepientes —afirmo.

Adrien guarda silencio y eso confirma mis sospechas. Siento un peso en el pecho, la tristeza, invadirme el resto del cuerpo.

—Piensas que fue un error —completo.

—¿Tú no lo crees?

No contesto, pero él sabe interpretar mi respuesta. Toma aire y cierra los ojos. Le cuesta mantener esta conversación.

—Eres la mejor amiga de mi hermano, polilla. Ya me siento fatal por ocultarle que vivimos juntos. Imagina cómo se pondría si descubriera...

Guarda silencio y sus palabras se pierden.

—Si descubriera, ¿qué? —Presiono con el pulso acelerado—. ¿Que me besaste?

El corazón me va a explotar. Cuando Adrien abre los ojos su pupila se ha expandido volviéndolos casi oscuros por completo.

Entonces contesta:

—Si descubriera que estoy loco por su hermana pequeña.

AHHHHHHHHHHHHHHH!!!! (y así estaba yo cuando finalicé este capítulo jajaja)

¡Mañana es mi primera presentación de "UIN"! Para las personas que pueden venir, ¡nos vemos a las 19.00h en librería Gil de Santander!

Y la semana que viene será mi primera vez en Sant Jordi, ¡estoy muy nerviosa! El 23 vuelo a Barcelona y el 25 firmo en Valencia ❤️

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