TANGLED LOYALTIES | YOONMIN (...

By Verena4mre

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SEGUNDO LIBRO DE LA SAGA IMMERSED IN DARKNESS "Hombre malvado, malvado. Los tipos silenciosos son siempre los... More

NOTA IMPORTANTE
SINOPSIS
PRÓLOGO
CAPÍTULO 1
CAPÍTULO 2
CAPÍTULO 3
CAPÍTULO 4
CAPÍTULO 5
CAPÍTULO 6
CAPÍTULO 7
CAPÍTULO 8
CAPÍTULO 9
CAPÍTULO 10
CAPÍTULO 11
CAPITULO 12
CAPÍTULO 13
CAPÍTULO 15
CAPÍTULO 16
CAPÍTULO 17
CAPÍTULO 18
CAPÍTULO 19
CAPÍTULO 20
EPÍLOGO
EXTRA I: PAPÁ YOONGI
EXTRA II: MISTERIOSO
EXTRA III: LA PACIENCIA DE UN MAFIOSO
SAGA IMMERSED IN DARKNESS

CAPÍTULO 14

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By Verena4mre

Estoy apoyado en el mostrador de la cocina y buscando en mi teléfono actualizaciones sobre el trabajo cuando entra Jimin. Miro hacia arriba y mi respiración se detiene por un momento. Con un top negro que envuelve la parte superior de su cuerpo y luego el pantalón tan entallado que pareciera más una segunda piel que una capa de tela sedosa, y con el cabello recogido en una pequeña media coleta, parece que salió de las páginas de una revista de moda.

Me ve mirando, sonríe y se da la vuelta dos veces, al final levanta coquetamente su pie presumiendo sus botas Wyatt negras y acentuando sus piernas esbeltas, pero tonificadas. No puedo quitarle los ojos de encima.

—¿Qué opinas? —seña.

No soy capaz de pensar racionalmente, y lo único que tengo en mente actualmente es él, desnudo, en mi cama.

—Ty zazhgla ogon' v moyey dushe, solnyshko —sonríe, se me acerca y comienza a trazar la forma de un signo de interrogación en mi pecho con su dedo—. Significa: has encendido un fuego en mi alma, rayo de sol. Y si no nos vamos de inmediato, no nos iremos en absoluto.

Sus labios se ensanchan en una sonrisa, toma mi mano y me conduce hacia la puerta. Sigue sonriendo en el auto mientras salimos del garaje, y me pregunto qué podría estar en su mente cuando se inclina y me susurra al oído.

—No... traigo ropa... interior.

El auto se desvía, pero logro enderezarlo, esquivando apenas el pilar de concreto en el costado. Cuando lo tengo bajo control, me vuelvo hacia Jimin y lo encuentro recostado en su asiento, con una sonrisa satisfecha en su rostro.

* * *

Hay cuatro carpas grandes instaladas en el extenso césped bien cuidado. Al menos doscientos invitados se arremolinan alrededor de largas mesas cubiertas con tela blanca, charlando entre ellos y se ríen de lo que probablemente sean bromas tontas. La mayoría de ellos son coreanos. Recuerdo haber visto a algunos de ellos en la recepción de nuestra boda. También hay algunos políticos. Sin duda, un grupo interesante.

En medio del grupo más grande se encuentra una mujer pequeña y frágil, que lleva un vestido verde como el veneno y una extraña cosa puntiaguda en la parte superior de su cabello gris. Un hombre sumamente atractivo y joven, probablemente de unos veinticinco años, tiene su brazo envuelto alrededor de su cintura y le está susurrando algo al oído a la mujer.

Jimin me aprieta la mano y bajo la mirada hacia él para encontrarlo sonriendo ampliamente, señalando con la cabeza a la mujer con el vestido verde. Supongo que es la famosa Noona Bom.

Nos acercamos al grupo y tomo nota de cada persona que entra en mi campo de visión, catalogando cualquier cosa remotamente sospechosa. No me gustan las multitudes, y tampoco soy fan de los espacios abiertos. Ambos son un riesgo de seguridad.

La abuela de Jimin se gira y, en el momento en que nos ve, se ríe de alegría como una niña pequeña y luego se apresura hacia nosotros. Su joven compañero la sigue.

—¡Jimin! ¡Llegas tarde! —besa a Jimin en ambas mejillas y luego se vuelve hacia mí—. Veo que trajiste a tu esposo. Elegante. Es algo más alto que tú. En forma —se inclina ligeramente, mirándome—. Elegiste bien, tesoro.

No solo loca sino también ciega, aparentemente. Asiento con la cabeza.

—Me alegro de que lo apruebe, señora Park.

—Oh, Dios, no. Solo llámame Noona. Sra. Park suena como el nombre de una anciana y me divorcié hace dos meses, de todos modos —indica y hace un gesto de ahuyentar al joven que está parado a su lado—. Ve a buscar algo de comer, Sunwoo. Te encontraré más tarde —el chico asiente y se va sin dudar—. Lo contraté específicamente para hoy. Los jóvenes son caros, pero valdrá la pena. Hee Soon se va a volver loco —sonríe ampliamente, y no estoy seguro si no está un poco loca.

Jimin saca su teléfono, escribe y se lo da a Bom, quien mira la pantalla y luego a Jimin.

—Por supuesto. ¿Por qué, tienes algo en contra de los gigolós? Es un trabajo honesto. Oh, ahí está Hwang Hyunjin. Es una pena que ya esté casado. Un espécimen macho tan fino —ella entrecierra los ojos—. ¿Es Minhyuk el que está con él? Escuché que se divorció de su esposo el mes pasado, así que está abierta la temporada. Tengo que irme.

Miro a Jimin, quien niega con la cabeza mientras ve a su abuela correr hacia el hombre, presumiblemente Minhyuk.

—Solo está bromeando —Jimin seña—. Vamos a buscar un lugar para sentarnos.

Elegimos una de las mesas milagrosamente libres al costado y observamos a la multitud en silencio. El mesero trae nuestras bebidas, y Jimin alcanza mi vaso, moviéndolo de mi lado derecho hacia el izquierdo. No creo que lo haya hecho conscientemente, ya que parece demasiado concentrado en elegir un canapé del plato frente a nosotros. Debe haber notado que no mantengo las bebidas en mi lado ciego.

Es extraño cómo a él no parece importarle que su esposo solo tenga un ojo.

Sé muy bien lo mal que está mi ojo derecho, así que todavía espero que retroceda cuando se despierta en mis brazos y me mira, pero solo sonríe y se vuelve a dormir por unos minutos más. Mi Jimin no es una persona mañanera.

Hay muchos hombres alrededor, y mi esposo se ve especialmente atractivo con su atuendo de hoy. Y sin nada debajo.

Agarro su silla y lo acerco a mí.

—Nene —me inclino para susurrarle al oído—, ven y siéntate en mi regazo.

Miro a Yoongi, levanto una ceja, luego me pongo de pie y me paro entre sus piernas. Se toca el muslo izquierdo y me mira fijamente, como si me desafiara. Yoongi nunca hace nada sin una razón, y tengo curiosidad por saber qué tiene en mente, así que me giro y me siento en su pierna.

—Mucha gente. Tu Noona es popular —dice.

Su mano encuentra la cremallera y botón de mi pantalón, y al siguiente segundo, hay un toque de un dedo en mi cadera, antes de que viaje lentamente más abajo sobre el lado interno de mi muslo. Permanece allí por un momento, luego comienza a subir de nuevo. Está loco. Parpadeo y giro la cabeza para mirarlo.

—¿Ocurre algo? —inquiere, su rostro la encarnación de la calma e inocencia, como si no tuviera su mano enterrada entre mis piernas.

Tomo el costado del mantel, coloco el trozo de tela sobre su mano y antebrazo, y miro hacia atrás, hacia el tumulto de invitados.

Dos pueden jugar este juego.

—Me pregunto —musita en voz baja mientras su dedo alcanza mi miembro desnudo y lo aprisiona—. ¿Les parecerá apropiada la forma en que estamos sentados? —Respiro hondo y abro un poco las piernas, agradecido de que la mesa nos oculte—. ¿Sabes?, he notado al menos veinte hombres desvistiéndote con sus ojos desde que llegamos aquí —susurra, y de repente, sus largos dedos bajan sobre mi intimidad y aprieta mis bolas—. No me gusta eso, Jimin.

Mientras su mano sube y baja abarcándome desde la base hasta la punta, mi respiración se torna más rápida y se vuelve más difícil mantener mi rostro inexpresivo. No puedo creer que esté sentado frente a doscientas personas con la mano de Yoongi sobre de mí o lo malditamente bien que me hace sentir.

Oh, Dios, un mesero con una bandeja llena de postres viene en nuestra dirección. Agarro el antebrazo de Yoongi y empiezo a tirar de su brazo, pero me ignora por completo y acaricia mi glande con su pulgar.

—Soy un hombre muy celoso —su dedo hace una mayor presión con movimientos circulares, haciendo que me muerda el labio para reprimir un gemido—. No lidio bien con otros hombres comiéndose a mi esposo con los ojos —la presión que se acumula entre mis piernas se dispara—. Nadie tiene permitido mirarte, Jimin. Solo yo —aplica un poco más de fuerza con el resto de su mano, tira un par de veces más de mi, luego masajea mis testículos.

El camarero se acerca, pero en lugar de detenerse, Yoongi acelera el ritmo con el que ha vuelto a masturbarme. Justo cuando creo que voy a perder los estribos, sus movimientos se vuelven monstruosamente rápidos y llego al clímax sobre su mano.

Todavía siento las réplicas cuando el mesero llega a nuestra mesa.

—No, gracias —dice Yoongi con indiferencia y me mira—. ¿Quieres algo?

Sacudo rápidamente la cabeza. En el momento en que el mesero nos da la espalda, tomo mi copa de vino y la vacío de un trago. No puedo creer que haya hecho eso. Aquí.

—Deberíamos ir a fiestas más a menudo —agrega Yoongi y toma una servilleta de la mesa. Maniobrando con habilidad dentro de mi pantalón, comienza a limpiarme.

—Estás loco —seño.

Yoongi solo se encoge de hombros y asiente hacia la entrada.

—Tu familia está aquí.

Observo al grupo entrar en el área. Su padre es el primero, con la madre de Jimin del brazo. Ambos están impecablemente vestidos, y lo único que destaca es un vendaje alrededor de su mano derecha. El abrecartas obviamente hizo un daño significativo ya que han pasado tres semanas.

Cuando Hee Soon nos nota, sus pasos vacilan por un segundo y me lanza una mirada que podría quemar el césped bajo mis pies. Levanto mi vaso en su dirección, disfrutando de la mirada de enojo que se extiende por su rostro.

La hermana mayor de Jimin, So Ra, sigue a sus padres con la espalda recta y la cabeza erguida como si fuera la dueña del lugar. Wooyoung es el último, caminando de la mano de otro chico de su edad. Se están riendo, susurrando y comiéndose con los ojos a Sunwoo, quien está apoyado en uno de los pilares al lado de la pista de baile.

—Tu hermanito está comiéndose con los ojos a la cita de tu abuela —comento. Los ojos de Jimin se agrandan y salta de mi regazo, agarrando mi antebrazo—. Esperaré aquí. No sería prudente que me acercara a tu padre —paso mi mano por su brazo y entrelazo nuestros dedos, luego miro sus ojos color whisky. Todavía me desconcierta lo mucho que disfruto tocarlo—. Puedo decidir que tampoco necesita su otra mano.

Resopla y arruga la nariz.

—Vuelvo enseguida.

Veo a Jimin apresurarse hacia su hermano, señando con las manos incluso antes de llegar a Wooyoung. Sus movimientos son agudos y agitados. Es tan lindo cuando está enojado.

—Él es realmente algo, ¿no es así? —Noona Bom dice mientras toma asiento en la silla de Jimin a mi lado.

—Sí.

Wooyoung está susurrando algo y veo a Jimin golpearse la frente, luego le hace señas a su hermano, luciendo muy molesto. Parece que Wooyoung también quiere contratar a Sunwoo para su cumpleaños.

—Ustedes dos son una pareja extraña, mi muchacho —expresa Bom—. Siempre esperé que terminara con uno de los bailarines de su compañía, o tal vez un artista. Alguien... relajado. Pensé que necesitaría a alguien menos... duro —no comento, porque estoy seguro de que no se equivoca—. Me casé seis veces, ¿sabes? —continúa—. Todo el mundo piensa que estoy un poco loca de la cabeza... la loca Bom que cambia a sus maridos como si fueran calcetines, pero solo estaba tratando de encontrar a un hombre que me mirara de la forma en que Vitallo, mi primer esposo, me miraba.

—¿Y cómo sería eso? —pregunto.

—Como miras a mi Jimin. Como si fueras capaz de poner tu cuerpo sobre un campo de carbón en llamas, para que él pudiera cruzarlo sin quemarse los pies.

Valoro a la mujer en silencio. Noona no está tan loca como la gente piensa, y es mucho más atenta de lo que creía.

—Jimin es diferente a tu alrededor, ¿sabes? —prosigue—. Solo hubo dos novios antes de ti. Nunca le gustaron las citas, incluso cuando tenía la edad de Wooyoung. Sin embargo, los chicos siempre se sentían atraídos por él a pesar de ser un chico. So Ra lo odiaba por eso.

—Es su hermana, ¿cómo puede odiarlo?

—Nunca subestimes el poder de la vanidad de una mujer. Empeoró después de Jongin. Oh, So Ra realmente perdió los estribos. Tuvo sus ojos en él durante años, era un buen partido, el hijo del magnate inmobiliario, pero Jongin solo tuvo ojos para Jimin. Él y Jimin se juntaron y ni siquiera un mes después le dijo a Hee Soon que quería casarse con él.

Una ira profunda comienza a acumularse dentro de mí solo con la mera idea de que Jimin esté casado con otra persona.

—Jimin respondió que no y rompió con él —Bom se encoge de hombros—. No lo entendí entonces, parecían una buena pareja. Sin embargo, ahora lo entiendo.

Me giro hacia ella y ladeo la cabeza.

—¿Qué exactamente?

—Todavía te queda un ojo, pero de todos modos estás ciego como un murciélago —Noona suspira y niega con la cabeza.

Veo a Jimin señando algo a Wooyoung. Cuando besa a su hermano y se da vuelta para caminar en nuestra dirección, un hombre se le acerca y comienza a decirle algo. Tiene veintitantos años, es rubio y, por la forma en que le habla, se conocen muy bien.

—Hablando del rey de Roma —Bom chasquea la lengua a mi lado—. El mismísimo Kim Jongin. Realmente nunca superó el rechazo de Jimin y...

No escucho el resto, porque en el momento en que veo que el imbécil pone su mano en la parte superior del brazo de Jimin, me levanto de un salto y me dirijo hacia él mientras una rabia asesina comienza a consumirme.

Logro convencer a Wooyoung de que no puede contratar al gigoló de Noona para su próximo cumpleaños y doy vuelta para caminar a nuestra mesa cuando Jongin aparece frente a mí. No acabamos en los mejores términos, aunque personalmente no tengo nada contra él, así que me detengo por un momento, con la intención de ser cortés.

—¿Es ese? ¿Es ese el monstruo con el que te casaron? —se pone en mi cara—. ¿Es cierto que te compró de tu padre, como dice la gente? —estoy tan sorprendido por sus palabras que solo puedo mirarlo fijamente—. So Ra me dijo que te mantiene como un prisionero en su casa —¿qué demonios? Voy a matarla—. ¿Es cierto que te está golpeando, Jimin?

No puedo escuchar más esta mierda, así que me doy la vuelta para irme y veo a mi esposo venir hacia nosotros con asesinato escrito en toda su cara.

Yoongi pasa a mi lado, envuelve su mano alrededor del cuello de Jongin, y tira de él lo suficientemente cerca como para que estén nariz con nariz.

—¡Cómo te atreves a tocar a mi esposo! —escupe entre dientes.

Gimo por dentro y me agacho bajo el brazo de Yoongi para insertarme entre ellos, colocando mis palmas sobre el pecho de mi esposo y sacudiendo mi cabeza. Yoongi me mira, luego a Jongin, y empieza a apretarle el cuello. Lo va a estrangular. Trato de tirar del brazo de mi marido, pero él aprieta su agarre mientras Jongin intenta apartar sus dedos y lucha por respirar. Todo el mundo nos mira. Mierda. Mierda. ¡Mierda! Me pongo de puntillas y engancho mis manos alrededor del cuello de Yoongi.

—Yoongi —susurro, con la esperanza de que escuchar mi voz lo saque de su ira—. Por favor.

Me observa y me sostiene la mirada durante unos segundos, luego vuelve a ver hacia Jongin.

—¡Si te veo cerca de mi esposo de nuevo! —grita y lo suelta—. ¡Estás muerto!

Como era de esperar, Jongin gira sobre sus talones y sale corriendo, tosiendo. Siempre fue un cobarde. Estoy tan enojado con él, y si veo a So Ra, voy a estrangularla en el acto por difundir esas mentiras.

—¿Qué quería? —pregunta Yoongi.

No estoy seguro si debería decirle. Ya parece medio loco y, aunque me está hablando, sigue a Jongin con la mirada, como si planeara ir tras él. La multitud que nos rodea se ha quedado completamente en silencio, y todos miran en nuestra dirección, susurrando entre ellos. Por Dios, ¿podría la gente estar pensando lo mismo que dijo Jongin? Coloco mi palma en la mejilla de Yoongi para atraer su atención hacia mí.

—Solo preguntó sobre algunos chismes. Olvídalo.

Yoongi lanza una mirada a las personas que nos observan fijamente, algunas de ellas incluso a distancia de escucha, que están visiblemente ansiosas por oír nuestra conversación.

Me mira.

—¿Qué chismes? —seña.

Eres tan sexy cuando señas, esposo —sonrío.

—No cambies de tema. Sé que ustedes dos estaban comprometidos.

Oh, Noona Bom y su bocota.

—Nunca estuvimos comprometidos. Quería casarse conmigo. Dije que no.

—Te tocó —Yoongi está señando tan rápido que apenas puedo seguirlo—. Si vuelve a tocarte, voy a acabar con él.

—Nunca volverá a cometer ese error —toco su pecho antes de continuar—. Solo hay un hombre que quiero que me toque. No hay necesidad de estar celoso.

Veo que la comisura de sus labios se levanta un poco. Eso es bueno.

—¿Es eso cierto?

—Sí.

Deberíamos poner fin a los rumores idiotas de que Yoongi me retiene en contra de mi voluntad. De inmediato.

Levanto las cejas, agarro un puño de su camisa, mis tacones eliminan casi por completo los centímetros que nos diferencian y levanto la barbilla. Yoongi me mira. Todavía está enojado. Lo veo en su ojo y en la forma en que aprieta los dientes. Suspiro y coloco mis palmas a ambos lados de su rostro. Mi hermoso y oscuro esposo. ¿No puede ver lo loco que estoy por él?

—Bésame —pronuncio.

Sus fosas nasales se ensanchan, y al momento siguiente, choca sus labios contra los míos. Alguien jadea detrás de mí, pero simplemente paso mis brazos alrededor del cuello de Yoongi y bloqueo todo, y a todos los demás. Dejen que los hijos de puta miren, les daremos mejor material para la fábrica de rumores.

—Consigan una habitación, ustedes dos —bromea Noona Bom, pasando junto a nosotros.

Sonrío contra los labios de Yoongi.

—Buen consejo —se inclina, me toma en sus brazos y me lleva lejos de la multitud.

Cuando alcanzamos la puerta, miro por encima de su hombro y encuentro a la mayoría de los invitados observando cómo nos alejamos. La cara de So Ra está entre ellos, horrorizada. Sonrío y la saludo con la mano.

Al momento que llegamos al auto, Yoongi abre la puerta del pasajero, me coloca en el asiento y luego solo me mira. Basado en su agarre de nudillos blancos en la puerta, todavía está furioso. Su brazo tiembla con la fuerza de la sujeción, y casi puedo imaginar el metal crujiendo bajo su mano.

—¿Cuántos hombres te han pedido que te cases con ellos hasta ahora? —cuestiona con los dientes apretados.

Muerdo mi labio inferior, preguntándome cómo responder. Si tomo su pregunta literalmente, entonces ninguno, pero si quiere decir cuántos hombres le pidieron a mi padre mi mano en matrimonio en los últimos dos años, no le gustará la respuesta.

Como hijo gay de un capo, se me consideraba todo un partido, por increíble que pudiera parecer, aunque quizá el ser un doncel me daba puntos extras. Por supuesto que me rehusé cada vez, a la mitad de ellos ni siquiera los he conocido, y la mayoría de ellos eran socios comerciales de mi padre. A él no le agradó que rechazara sistemáticamente a cada uno de sus socios, sin embargo, Wooyoung aún era menor de edad entonces, por lo que no podía usarlo como chantaje.

Lentamente, levanto mi mano derecha con tres dedos hacia arriba y el ojo de Yoongi se abre como plato. Me muerdo el labio con más fuerza, luego agrego mi otra mano, los cinco dedos bien abiertos.

—¿Ocho? —Inhala y cierra el ojo.

Me inclino hacia adelante, envuelvo mi mano alrededor de su brazo y deposito un beso en sus labios apretados. Se ve tan sexy cuando está enojado.

—Asegúrate de nunca cometer el error de decirme alguno de sus nombres —dice contra mis labios, luego agarra la parte de atrás de mi cuello y devora mi boca con furia, y siento que me endurezco de nuevo.

Duro, un poco húmedo y listo.

Deslizo mi mano por su pecho hasta llegar a su entrepierna y sentir su erección dura debajo de la tela de sus pantalones. Sonriendo contra sus labios, lo acaricio suavemente, disfrutando el sonido estrangulado que sale de su boca.

Mis dedos encuentran el botón superior de sus pantalones y, sin romper el beso, lo desabrocho y bajo la cremallera. El estacionamiento está vacío, todos siguen en la fiesta, pero por si acaso, lanzo una mirada rápida por encima del hombro de Yoongi antes de sacar su miembro. Sus labios se detienen contra los míos, pero cuando me muevo hacia adelante en el asiento y engancho mis piernas alrededor de él, gruñe.

Sus manos aterrizan en el interior de mis muslos, luego se mueven lentamente por mis piernas y alrededor para agarrar mi trasero y tirar de mí hacia él unas pulgadas, movimiento que aprovecha para bajar mi pantalón tanto como la posición nos lo permite y cuando estoy libre siento la punta de su pene en mi entrada. Si alguien me hubiera dicho hace solo un mes que estaría teniendo sexo en medio de un estacionamiento, a menos de cincuenta pies de doscientas personas, los habría considerado locos. Supongo que no me conocía muy bien en ese entonces.

Tomando el labio inferior de Yoongi entre mis dientes, envuelvo mis manos en torno a su cuello y aprieto mis piernas alrededor de él todo lo que puedo con el impedimento del pantalón. Un gemido escapa de mi boca cuando su dura longitud empuja dentro de mí, estirándome de la mejor manera posible. Llenándome por completo. Estoy seguro de que si no tuviéramos sexo con frecuencia esto no sería tan fácil. Coloco otro beso en su boca, agarro el costado del asiento y me recuesto sin apartar mis ojos de su mirada.

¿Qué pasa si alguien viene?

Sí, probablemente crearía un escándalo de proporciones épicas, no obstante, solo me hace querer esto más.

Sonrío y pataleo para sacar mi pie del pantalón, cuesta, pero cuando lo logro, al fin abro más las piernas. Yoongi no parece ni un poco perturbado ante la posibilidad de que alguien nos descubra mientras se retira y luego se entierra dentro de mí con tal fuerza que todo el aliento deja mis pulmones. Gimo y tiro mi cabeza hacia atrás, agarrando el asiento con todas mis fuerzas mientras él golpea dentro de mí una y otra vez.

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