TANGLED LOYALTIES | YOONMIN (...

By Verena4mre

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SEGUNDO LIBRO DE LA SAGA IMMERSED IN DARKNESS "Hombre malvado, malvado. Los tipos silenciosos son siempre los... More

NOTA IMPORTANTE
SINOPSIS
PRÓLOGO
CAPÍTULO 1
CAPÍTULO 2
CAPÍTULO 3
CAPÍTULO 4
CAPÍTULO 5
CAPÍTULO 6
CAPÍTULO 7
CAPÍTULO 8
CAPÍTULO 9
CAPÍTULO 11
CAPITULO 12
CAPÍTULO 13
CAPÍTULO 14
CAPÍTULO 15
CAPÍTULO 16
CAPÍTULO 17
CAPÍTULO 18
CAPÍTULO 19
CAPÍTULO 20
EPÍLOGO
EXTRA I: PAPÁ YOONGI
EXTRA II: MISTERIOSO
EXTRA III: LA PACIENCIA DE UN MAFIOSO
SAGA IMMERSED IN DARKNESS

CAPÍTULO 10

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By Verena4mre

Cuando salgo del edificio de la escuela alrededor del mediodía, Yoongi ya me está esperando junto a su monstruosa camioneta. Está apoyado en el capó con los brazos cruzados frente a su pecho, luciendo malvado y sexy con su atuendo completamente negro y sus lentes de aviador.

Su postura casual dice que no le importa nada en el mundo, pero no me dejo engañar, es consciente de todo lo que sucede a su alrededor. He notado cómo escanea su entorno cada vez que llega a algún lugar, sopesando todas las posibles amenazas en los alrededores. Es como si siempre estuviera esperando que alguien saltara de los arbustos y comenzara a disparar.

—¿Cómo estuvo la clase? —cuestiona cuando me acerco. No pretendo discutir el hecho de que la clase salió bien o que me pidieron que volviera la próxima semana. Yoongi me debe algo de anoche, y planeo tomarlo. Me detengo frente a él, ladeo la cabeza y lo miro con los ojos entrecerrados—. ¿Pasa algo, Jimin?

Asiento con la cabeza. Ciertamente sí.

Levanto mi mano frente a mí, curvo mi dedo, pidiéndole que se acerque. Yoongi baja la cabeza. Ojalá no llevara esas gafas de sol, porque incluso sin ellas, es difícil leerlo. Enfoco mi mirada en sus labios, todavía a un par de pulgadas de los míos, y veo que se curvan ligeramente hacia arriba. Su mano ahueca mi barbilla, y al momento siguiente, choca su boca contra la mía.

No es un beso suave, sino crudo y hambriento. Siempre está tan perfectamente controlado, pero las pocas veces que ha perdido la compostura me hacen preguntarme qué se esconde debajo. No puedo esperar el momento en que las riendas de su control se rompan por completo.

Suelta mi barbilla, sin embargo, no se aleja.

—¿Y ahora? ¿Sigue pasando algo?

Sonrío y niego con la cabeza. Está aprendiendo. Coloco mi mano en su rostro, pero en el momento en que mis dedos tocan la piel de su mejilla derecha, levanta la cabeza abruptamente y da un paso atrás.

—Deberíamos irnos si queremos evitar el tráfico —dice y me abre la puerta del pasajero.

Estamos a medio camino del apartamento cuando Yoongi saca su teléfono y llama a alguien. Está hablando ruso de nuevo, y las únicas palabras que entiendo son Ford Explorer. La persona del otro lado dice algo y luego Yoongi termina la llamada.

—Estamos tomando un pequeño desvío —agrega.

Mantenemos un ritmo constante, conduciendo durante unos veinte minutos. Muy pronto, dejamos atrás el ajetreo y el bullicio del tráfico de la ciudad y hay menos edificios frente a la autopista. Nos dirigimos a algún lugar fuera de la ciudad.

De repente, Yoongi pisa el acelerador.

Agarro la manija de la puerta y me aferro como si mi vida dependiera de ello. El velocímetro en el tablero comienza a subir, rápido, alcanzando casi cien millas por hora. Mi marido mira por el espejo retrovisor y gira bruscamente a la derecha, tomando un estrecho camino de tierra.

Miro hacia atrás al Ford Explorer negro que toma el mismo giro y acelera detrás de nosotros. Yoongi sigue conduciendo, manteniendo la distancia durante veinte minutos más, luego gira por otro camino de tierra que conduce a una fábrica visible en la distancia. Su teléfono suena una vez, luego se detiene.

—Toma mi teléfono —ordena—. Envía un mensaje a Dong Hae. Es el número al que acabo de llamar.

Acepto el móvil, busco la llamada en el registro y abro una ventana de mensaje.

—Escribe: Necesito a uno de ellos con vida.

Me tenso, mis dedos se congelan sobre el teclado por un segundo, luego escribo el mensaje y lo envío.

—Ahora, escúchame con atención —dice, mirando de nuevo al espejo retrovisor—. Me estacionaré frente a la fábrica. Te encierras, te tiras al suelo y no sales del auto. No importa lo que pase. ¿Entendiste?

Asiento con la cabeza y trato de controlar el pánico acumulándose en mi pecho.

—Si las cosas van mal, enciendes el coche y te vas. Ve al centro, estaciona en algún lugar lleno de gente y espera. Alguien vendrá a recogerte lo antes posible. El vehículo tiene rastreo por GPS.

¿Y dejarlo en medio de la nada? ¿Está loco? ¿Cómo volverá?

—¿Entiendes lo que estoy diciendo, solnyshko?

No planeo dejarlo, pero no es el mejor momento para tener esa discusión, así que asiento.

—Bien.

El coche rechina hasta detenerse frente a la entrada de la fábrica. Yoongi se quita las gafas de sol, busca debajo de su asiento y saca una pistola.

—Enciérrate.

Salta y cierra la puerta de golpe detrás de él, y luego se va.

Entro corriendo en la fábrica abandonada, amartillo el arma y me detengo junto a la ventana rota, la cual me da una vista directa de la carretera y la puerta de entrada.

El vehículo siguiéndonos atraviesa la verja un momento después y se detiene a unas cinco yardas de mi auto. Nadie sale por un par de minutos. Probablemente estén debatiendo qué hacer. Eventualmente, una de las puertas traseras se abre y un hombre sale, sosteniendo un arma. Apunta a la ventana trasera de mi auto y dispara. No pasa nada, así que lo intenta tres veces más.

«Es un carro blindado, idiota».

Lanzo una mirada rápida hacia la verja. ¿Dónde diablos está Dong Hae? Si empiezo a disparar, podrían salir corriendo de aquí y los perderemos.

La otra puerta trasera se abre y sale un hombre calvo de unos cuarenta años que lleva una escopeta. ¡Mierda! No estoy seguro de cuántas rondas puede aguantar el cristal, pero no planeo arriesgar la vida de Jimin. Apunto a la cabeza del tipo calvo, visible por encima de la puerta del auto, y disparo. Su cabeza se sacude hacia atrás y se derrumba en el suelo en el mismo momento en que mato al segundo tipo. Hay unos segundos de silencio, luego se abren las dos puertas delanteras. Me agacho antes de que el conductor y otro tipo abran fuego en mi dirección.

Pedazos de vidrio de la ventana comienza a llover sobre mí. Una de las piezas más grandes se incrusta en mi espalda, a la altura de mi hombro. Me estiro y lo saco, cortándome la mano en el proceso.

Se escucha el rugido de un motor y, por un segundo, creo que Dong Hae finalmente ha llegado. Sin embargo, el sonido está demasiado cerca. Un segundo después se oye un ruido aplastante y cesan los disparos. Miro por la ventana y niego con la cabeza. Mi pequeño esposo sofisticado acaba de embestir el vehículo de los perseguidores.

Salgo corriendo del edificio y me dirijo hacia los tiradores, quienes yacen en el suelo. Sus puertas deben haber estado abiertas cuando Jimin los golpeó. Parece que el conductor está más o menos ileso y ya está alcanzando el arma en el suelo a unos pies de él. Le disparo en la cabeza antes de que llegue, recojo el arma y rodeo el auto. El último tipo está agachado en el suelo, vomitando. Basado en la cantidad de sangre en la parte posterior de su cabeza, la golpeó bastante fuerte. Pateo su arma lejos de él cuando escucho el sonido de otro carro acercándose. Cinco segundos después, Dong Hae se estaciona detrás de mí y salta.

—Veo que ya tiene todo bajo control, jefe —sonríe como un idiota.

—¿Dónde demonios estabas?

—Tomé un giro equivocado. Lo siento, jefe.

Maldigo y señalo los otros tres cuerpos.

—Revísalos. Después llama para una limpieza —me giro hacia el tipo vomitando—. Agarra a ese de ahí y llévalo al almacén del este. Lo interrogaré mañana. Si es necesario, llama al médico para que lo vea. Lo necesito vivo.

Me doy la vuelta y me dirijo hacia mi auto.

¿Qué es lo primero que dice mi marido cuando abre la puerta después de que le salvé la vida?

—Rompiste mis luces traseras.

Levanto las cejas, resoplo y me muevo al asiento del pasajero. Yoongi entra, y cuando se estira para encender el auto, noto la sangre en su mano derecha.

Tomo una bocanada de aire y coloco mi mano sobre la suya. Suelta las llaves y me deja inspeccionar su palma. Hay suciedad mezclada con la sangre. No puedo ver de dónde está sangrando, y no quiero arriesgarme a empeorarlo tratando de quitarle la suciedad. Tomo el dobladillo de mi camiseta, rasgo un trozo del material y luego lo envuelvo cuidadosamente alrededor de su mano. Cuando miro hacia arriba, lo encuentro observándome. Me señalo a mí mismo, luego al volante.

—Es solo un rasguño, Jimin. Puedo conducir —dice y arranca el auto.

Yoongi pasa todo el viaje de regreso a su casa hablando con alguien por el altavoz. No estoy seguro de quién es, pero la voz me resulta familiar, probablemente su Pakhan. No tengo idea de lo que se dice porque toda la conversación ocurre en ruso, así que me recuesto en mi asiento y cierro los ojos.

Me han disparado. De nuevo. En menos de un mes. ¿Se convertirá esto en la norma para mí ahora? Estar casado en la Bratva parece ser mucho más peligroso para la vida de lo que esperaba. Entonces, ¿por qué diablos no estoy más conmocionado por este hecho?

Abro los ojos un poco y observo a mi esposo. Hay algo increíblemente sexy en la forma en que Yoongi habla ruso, suena menos cauteloso. No sé si es porque está usando su idioma nativo o porque es cercano a Petrov. ¿Alguna vez estará tan relajado conmigo?

Yoongi estaciona el auto en el garaje subterráneo y, cuando se inclina para abrir la puerta, veo una mancha roja en el asiento de cuero beige. Está herido. ¿Por qué no ha dicho nada? ¡Maldita sea! Lo sigo con la mirada y veo una mancha húmeda en su camisa, cerca de su omóplato izquierdo. ¿Qué carajo le pasa? Salto de mi asiento, azoto la puerta del carro y lo miro.

—¿Otra vez enojado conmigo?

Señalo su hombro y lanzo mis manos al aire. ¡Claro que estoy enojado!

—No es nada, Jimin. Relájate.

¿Relajarme? ¿Está sangrando por todas partes y quiere que me relaje? Me doy la vuelta y empiezo a marchar hacia el ascensor.

Cuando entramos al apartamento, voy directamente a la cocina, abro el cajón inferior donde guardé el botiquín de primeros auxilios la vez anterior y empiezo a sacar los suministros. Yoongi me observa desde la puerta, mientras alineo todo en el mostrador de la cocina y luego me lavo las manos. Una vez que termino, me vuelvo hacia él y espero.

Yoongi permanece parado en el mismo lugar, mirándome fijamente, y juro que, si no viene aquí en este segundo, lo voy a arrastrar yo mismo. Finalmente, se mueve y va directo al fregadero. Después de quitarse el vendaje improvisado y lavar la sangre, pone su mano sobre el mostrador frente a mí, con la palma hacia arriba.

Tres de sus dedos han sido cortados, probablemente con vidrio, pero es bastante superficial. Limpio los cortes, aplico un poco de crema antibiótica y pongo una bandita en cada uno. Cierro la caja, señalo su hombro, indicándole con el dedo que se dé la vuelta.

—No. Yo me encargaré de eso.

¿Y cómo planea tratar él mismo la herida en su espalda? Ladeo la cabeza hacia un lado y le digo las palabras moviendo los labios:

—El... hombro.

Me ignora y alcanza el spray antiséptico. Oh, por el amor de Dios, es tan malditamente terco. Coloco mi mano sobre la suya y presiono mi otra mano contra su pecho. Lentamente, trazo las letras en su pecho con la punta de mi dedo.

P-O-R F-A-V-O-R

Mira mi dedo, luego me mira a los ojos y hay una expresión en su rostro... No puedo definirla del todo, pero parece vulnerable.

—Está bien —dice, y agarrándome por la cintura, me levanta para sentarme en la encimera.

Por unos momentos se queda allí de pie, con las manos agarrando el borde del mostrador a cada lado de mí, su cuerpo inclinado hacia adelante y su mandíbula en una línea firme. Nuestras caras están tan cerca que puedo sentir su aliento en mi piel mientras el café oscuro de su ojo me mira de cerca.

—No es una vista agradable, Jimin —agrega Yoongi con voz tranquila, con el rostro serio—. Si no puedes soportarlo, solo dilo.

No tengo ningún problema con la sangre. Ya lo sabe. Me estoy perdiendo algo.

Yoongi me da la espalda y comienza a desabrocharse la camisa. Una sensación de pavor se acumula en mi estómago, recuerdo su brazo de la única vez que lo vi. Siempre usa mangas largas, y la otra noche cuando puse mis manos en su espalda, sentí rugosidad en su piel. Aunque estaba demasiado oscuro para ver algo. Su vacilación no es sobre la herida en absoluto. No quiere que le vea la espalda.

Yoongi termina de desabrocharse la camisa, se la quita y la tira al suelo. Observo su espalda mientras las lágrimas comienzan a acumularse en las esquinas de mis ojos, y ninguna cantidad de autocontrol puede evitar que caigan.

Largas, ligeramente levantadas, pero descoloridas con marcas que se entrecruzan en su torso. Viejas heridas. Tantas... tantas de ellas. Hay algunos parches de piel intacta, sin embargo, aparte de eso, toda su espalda es un tapiz de tejido cicatricial.

Cierro los ojos por un segundo y seco las lágrimas con mi mano. Cuando miro de nuevo, Yoongi sigue de pie en la misma posición, de espaldas a mí, mirando al frente y dejándome observar. Respiro hondo, alcanzo la compresa y el spray antiséptico y dirijo mi atención a la incisión en su omóplato izquierdo. No es muy profundo y probablemente no necesitará puntos de sutura.

Limpio el corte con una gasa esterilizada varias veces, cubro la herida con crema antibiótica y luego coloco vendajes de mariposa para mantener la piel unida. Cuando he terminado, pongo una capa de gasa sobre la lesión y la aseguro con unos cuantos trozos de cinta médica. Tomo otro respiro para prepararme para el dolor que vendrá y coloco mi mano en la parte superior de su brazo.

—Date la vuelta, Yoongi —mi voz es tan débil, apenas un susurro, no obstante, se siente como si estuviera gritando porque mi garganta duele como si alguien estuviera restregando papel de lija sobre mis cuerdas vocales.

Yoongi se vuelve hacia mí y el movimiento es tan rápido y repentino que me estremezco. Me mira como si me hubiera crecido otra cabeza. Muevo mi mirada hacia su pecho. Aquí no hay marcas de látigo, pero hay quemaduras en el costado y el estómago, así como numerosas cicatrices de cortes con cuchillo, como las de sus brazos. Por Dios, ¿cómo está vivo?

Miro su rostro serio, levanto las manos y las entierro en su cabello. Sin apartar mis ojos de su mirada, engancho un dedo bajo el cordón de su parche y espero. No dice una palabra, solo rechina los dientes y asiente. Con un gesto afirmo en respuesta y le quito el parche.

Todavía tiene ambos ojos, pero mientras que su ojo izquierdo es oscuro y de un café prácticamente negro, el iris del derecho es mucho más pálido y borroso. Hay algunas cicatrices fuertes en la piel que lo rodea y en el párpado, como si alguien hubiera intentado quitarle el ojo.

—Me queda alrededor del 5 por ciento de vista en mi ojo derecho —explica con voz distante—, pero interfiere con la vista en mi ojo izquierdo, haciendo que todo sea borroso. Uso el parche todo el tiempo, excepto cuando duermo, hago ejercicio o me ducho.

«Oh, Yoongi... ¿Qué te pasó?»

Me pregunto si alguna vez me lo dirá. Conmigo sentado en alto gano los centímetros faltantes e incluso unos pocos más así que, estamos casi cara a cara, por lo que me inclino hacia adelante hasta que nuestras narices se tocan y pongo las palmas de las manos a cada lado de su rostro, sintiendo las ásperas crestas que estropean su piel.

—Dios, Jimin —cierra los ojos y toca su frente con la mía—. ¿Cómo puedes soportar mirarme?

Extiendo mi mano para quitar un mechón de su cabello que ha caído sobre su rostro y paso el dorso de mi palma por su mejilla derecha. El dolor que experimentó sosteniendo esto debe haber sido insoportable. La más larga de las cicatrices divide su ceja derecha en dos partes, y paso mi dedo a lo largo de ella, luego hacia abajo por su nariz, hasta llegar a su boca.

—Creo... —mi garganta grita de dolor, mientras el susurro agrietado sale de mis labios, pero continúo de todos modos—. Que eres... guapo.

Tomo su rostro con mis palmas y le doy un beso en los labios. Luego otro. Estoy obsesionado con sus labios.

—Estás loco, solnyshko.

No, no loco. Simplemente enamorado de él.

No me importan las cicatrices o su ojo. Para mí, es el hombre más guapo que he conocido. Lentamente, deslizo mis manos por su pecho y abdominales hasta que llego a la cinturilla de sus pantalones y empiezo a desabrocharlos. Yoongi deja escapar un sonido parecido a un gruñido, me agarra por la cintura y me lleva a su dormitorio.

—Quítate la ropa —ordena mientras me deposita en la cama.

Me quito la camiseta y los jeans en un tiempo récord, mientras él engancha los dedos en la cinturilla de las bragas que tuve que usar ese día y las desliza por mis piernas.

—Eres... —coloca un beso en mi tobillo—. Tan jodidamente hermoso —otro beso, este en el interior de mi muslo.

Lo observo mientras se agacha, entierra su cara entre mis piernas y lame mi longitud completamente.

—No soy muy digno de mirar —otra lamida—, pero me aseguraré de que nunca pienses en ningún otro hombre, Jimin.

Mete un dedo dentro de mí y comienza a chuparme desde la punta hasta la base. Es demasiado, pero al mismo tiempo, quiero más. Agrega otro dedo y, oh, Dios, creo que voy a combustionar. Sus dedos estiran mis paredes, su lengua rodea mi glande, y arqueo la espalda desde la cama mientras una ola de placer sacude mi cuerpo. Yoongi retira su boca de mi miembro y, de repente, siento la punta de su pene en mi entrada, aunque no me penetra de inmediato. En cambio, su gran cuerpo se cierne sobre el mío, su mano agarrando la parte de atrás de mi cuello mientras me mira con ojos disparejos.

—¡Mío! —gruñe cuando comienza a deslizar su pene dentro de mí tan lentamente que siento que voy a perder la cabeza—. Si veo a un hombre tocarte, lo mataré, Jimin —coloca su palma en mi mejilla y se empuja dentro de mí, luego se retira.

Tomo una respiración profunda y mis ojos se vuelven hacia mi cabeza. Yoongi levanta mis piernas y las apoya sobre sus hombros, lo que le permite adentrarse más en mí. Golpea ese punto de nuevo, y puedo sentir que me acerco al clímax.

Cuando levanta mis caderas de la cama y empuja hacia mí, los temblores comienzan a sacudir mi cuerpo. Las estrellas blancas explotan detrás de mis párpados mientras aguanto mi orgasmo, a la par que Yoongi continúa golpeándome, destruyéndome de la mejor manera posible.

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