Infame

Da marion09

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Mujeriego, rompecorazones, infame... A Brad su reputación lo condena y Eva está dispuesta a todo para que rec... Altro

INFAME
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33
Capítulo 34
Capítulo 35
Capítulo 36

Capítulo 25

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Da marion09

Brad se recostó en el sofá de la casa de Geraldine, mientras esperaba que esta dejara a su hija recién dormida en su habitación.

Había ido a visitarla después de muchos días sin verla y en medio de una crisis. Necesitaba una guía, y aunque quizás Geraldine no era la mejor consejera en ese tipo de asuntos, era su mejor amiga y una de las pocas personas en las que confiaba para hablarle sobre el mal que lo perseguía. Podría haberlo hablado con Amberly, pero su hermana ya tenía demasiado entre el bebé, el trabajo y los planes de la boda como para sumarse otra preocupación.

―Te ofrecería un trago, pero te ves tan mal que no creo que sea lo que necesitas ―la oyó decir después de un rato y abrió los ojos saliendo del estado de somnolencia en el que había entrado―. ¿Qué has estado haciendo?

―No he dormido bien anoche ―confesó―. No me he sentido bien en todo el día, ni siquiera he ido a trabajar.

La rubia arrugó la frente y se dejó caer en el sofá frente a él.

―Y ahora estás aquí... algo ha pasado con tu secretaria, ¿verdad?

Brad suspiró.

―Ya te dije que no es mi secretaria, pero sí. Eva y yo... no lo sé, no sé qué hacer con ella... con nosotros.

Geraldine apretó los labios disimulando una sonrisa.

―Deberías empezar a explicarme qué significa nosotros. ¿Eva y tú están saliendo?

―No exactamente, es complicado.

―Siempre es complicado ―agregó ella alzando una ceja―. Todas las relaciones lo son, sobre todo al inicio. Y nosotros no tenemos el mejor historial, es difícil confiar para quienes no nos conocen realmente.

―Lo sé, Eva me lo recuerda constantemente. Pero hay más y el problema es que no sé cómo averiguarlo si ella no me lo cuenta.

La rubia ladeó la cabeza.

―¿Lo dices en serio? ¿El sobrino del rey no sabe cómo averiguar algo sobre una persona? Llama a Arthur y tendrás las respuestas que necesitas en una hora.

Brad negó con la cabeza.

―Esa no es la forma correcta de iniciar una relación que se base en honestidad y confianza ―refunfuñó él―. Si quiero hacer las cosas bien, no puedo tomar el camino fácil. Eres pésima dando consejos, Dina. Esto mismo me lo podría haber dicho mi madre.

La joven soltó una carcajada.

―¿Es que esperabas que yo te diera un buen consejo? Vamos, Brad. Me conoces mejor que nadie.

―Y tú a mí , por eso estoy aquí ―rezongó.

―Tal vez deberías ser paciente, no podemos tener todo lo que queremos justo cuando lo queremos. Especialmente cuándo es algo que depende de lo que siente otra persona y no solo de nosotros.

―Si me siento y espero que algo cambie, puede que termine perdiéndolo todo ―insistió él sentándose erguido en el sillón―. Y además volverme loco.

Geraldine hizo una mueca.

―No dije que te quedes cruzado de brazos, Brad. Sigue intentando lo que sea que estás haciendo y no te rindas, pero ten paciencia porque puede que las cosas no se den de inmediato o de la forma que tú quieres.

Bradley apretó los labios.

―Pero cuánto más la presiono, más se aleja. Ese es el gran problema.

Geraldine se encogió de hombros.

―Sé un poco más sutil y no la presiones tanto. Seguro que si lo piensas un poco, puedes ingeniártelas. ¿No eres famoso por saber cómo llevarte a cualquier mujer a la cama? Pon en práctica tu ingenio.

A pesar de que de cierta forma se sentía ofendido, Brad dejó su protesta atrás y siguió el hilo de la conversación.

―Eso nunca representó un esfuerzo, mi problema ahora es muy diferente, casi lo opuesto.

Se ahorró de decirle que llevarse a Eva a la cama tampoco le resultaría muy difícil, ninguno de los dos podía mantener las manos lejos del otro cuando estaban cerca. No obstante, eso distaba mucho de ser lo que anhelaba. Para él, Eva no era cualquier mujer. Era especial. Era única.

―¿Crees que el problema aquí es solo Eva, Brad? ¿Qué hay de ti? Sé que todavía tienes muy presente lo de Tracy, ¿no has considerado que quizás eso también esté jugándote en contra?

Casi por acto reflejo, Brad se puso de pie.

―Esto no tiene nada que ver con ella ―contestó sintiendo que se le removía algo dentro del pecho y le quemaba―. No sé porqué lo has sacado a colación. Yo estoy completamente abierto a una relación con Eva, lo que ocurre es que ella dice que no podemos estar juntos por un montón de razones que no quiere compartir.

Geraldine también se levantó.

―Lo he sacado a colación porque me parece importante. Casi no hemos hablado sobre el tema y ahora que vienes con esto, se me ocurrió que era un buen momento. Tiene mucho que ver con lo que está pasando con Eva. ¿Le has contado?

―¿A Eva? ―inquirió Brad y soltó una risita burlona ―. No, claro que no. Si apenas había empezado a lograr que confiara en mí, hablarle sobre Tracy, Megan y todo lo que pasó entre nosotros solamente haría que saliera huyendo con justa razón. Quiero que vea que tengo un corazón y que no soy el imbécil que todos creen.

―Abrir tu corazón y contarle algo tan importante no te hará ver cómo un imbécil ―musitó ella acercándose y colocando las manos sobre sus brazos―. Al contrario.

―Geraldine, no empiezas una relación contándole el peor error que cometiste en tu vida.

―No tienes que contarle toda la verdad de una sola vez.

―Ese es un pésimo consejo ―dijo una voz ajena a ellos y cuando los dos se giraron hacia el lugar de donde provenía, vieron que Charles, el esposo de Geraldine, acababa de entrar y se estaba quitando el abrigo mientras se acercaba―. Las verdades a medias son peor que una mentira. No sé de qué están hablando, pero aplica para todos los casos.

―No pensaba tomarlo ―refunfuñó Brad mirando mal a su prima ―. Estoy intentando ir por el buen camino.

Charles le dio un abrazo rápido y una palmada en la espalda. Si bien nunca habían sido mejores amigos, se conocían de toda la vida. Charles era todo lo contrario a ellos dos, correcto, serio y responsable, y aunque al comienzo le había costado aceptarlo, era el compañero perfecto para Geraldine.

―Las mentiras tampoco son nada buenas, Brad. Espero que no se malentienda lo que acabo de decir ―agregó el otro.

―O los secretos, y ella parece tener varios. Insisto con que deberías averiguar qué esconde antes de cualquier otra cosa ―protestó Dina cruzándose de brazos.

―¿Estamos hablando de la famosa secretaria?

Brad lo fulminó con la mirada.

―Asistente ―lo corrigió Dina con todo de burla―. A Bradley no le gusta que usemos esa palabra.

Charles asintió despacio y sin refutar.

―Si hay algo que averiguar podríamos llamar a...

El rubio lo interrumpió soltando un bufido.

―No vamos a llamar a nadie ―replicó apretando los dientes―. Ninguno de nosotros. No quiero investigarla, confío en ella. Lo que sea que tenga que decirme, lo hará por sí misma cuando logré ganarme su confianza.

―Ah, bueno si es así, me parece perfecto, Brad. Te aplaudo.

Geraldine miró a su esposo como si estuviera loco.

―¿Por qué tiene que ser solo él quien se gane su confianza cuando es ella quien tiene secretos? No es justo.

―Los dos los tienen ―argumentó Charles a favor de Brad―. Y alguien siempre tiene que ceder un poco más que el otro, ¿no? Sino todos estaríamos completamente estancados en cualquier tipo de relación, cariño.


Esa misma noche Brad regresó más frustrado y confundido que antes. Estuvo tentado a golpear la puerta del apartamento de Eva a la pasada, pero resistió el impulso sabiendo que no sería bienvenido y fue directamente al suyo a beberse una copa de vino como si eso fuese a ayudarle a pensar con más claridad.

Al día siguiente también se quedó acostado hasta tarde en la cama y faltó a trabajar sin previo aviso. Se estaba comportando como un niño, lo sabía. Así no ganaría puntos con Eva, pero tampoco sabía cómo enfrentarla y mantener la distancia que ella le pedía.

¿Por qué siempre le sucedía lo mismo? Cuando creía que estaba llegando a buen puerto con alguien, lo alejaban.

Quizás era el karma merecido por todos los corazones rotos que había ido dejando en el camino desde que era un adolescente. ¿Y cómo se eludía? No tenía la menor idea, aunque claro estaba que no sería bebiendo u holgazaneando en la cama toda la mañana.

Así que a pesar de no haber ido a la oficina durante dos días seguidos, intuyendo que había perdido muchos puntos a los ojos de ella, Bradley subió al gimnasio en el horario en el que sabía que era muy probable cruzarse con Eva.

Tomó las escaleras como siempre y sonrió al oír su voz mientras iba acercándose a la puerta, pero al percatarse de que eso significaba que no estaba sola, frunció el ceño.

¿Con quién estaba? Eran pocos los vecinos del edificio que iban al gimnasio y mucho menos a esa hora.

Cuando entró, a la primera que vio fue a ella haciendo sus ejercicios con mancuernas frente al espejo y luego al imbécil del vecino del primer piso, David Hall, corriendo en la cinta.

Genial, lo que le faltaba para terminar su día del mejor humor.

―Buenas noches ―pronunció para hacerse notar.

David alzó la mano y le sonrió de forma tan amigable que Brad lo odio un poco más solo por ello.

―¡Hola!

Eva lo miró a través del reflejo del espejo.

―Buenas noches ―murmuró sin un ápice de simpatía y volvió a centrarse en lo que estaba haciendo.

Cómo no tenía tantas ganas de entrenar como de hablar con ella y al tener un intruso allí eso era algo que no podía hacer, Brad se tragó su malhumor y su repentina oleada de celos y se sentó en el banco de pesas.

Fingió concentrarse en lo que estaba haciendo, pero su oído canino se encendió cuando oyó que David empezaba a hablarle ―no a él, sino a ella―.

―Connor me mataría si me oyera, pero creo que necesitas salir más y divertirte un poco ―dijo David como si estuviera continuando una conversación ya empezada.

¿Connor? ¿Quién era Connor?

―No sé si estoy de humor como para divertirme mucho, pero te conozco lo suficiente como para saber que tienes algo en mente. ¿Qué es? Suéltalo.

David soltó una risita y su voz no se vio ni un poco agitada mientras seguía corriendo en la cinta.

―Mi cumpleaños es el sábado, como deberías recordar. Vamos a salir a tomar unas copas por la noche. Creo que iremos a Epic, deberías llevar a alguna amiga guapa para que distraiga a Connor un poco así no lo tienes respirándote en la nuca todo el tiempo y te diviertes un poco.

Eva soltó una risita y Brad apretó los dedos con fuerza alrededor de la barra. Le molestaba no saber de quién hablaban y lo enfurecía aún más que fuera otro quien la hiciera reír cuando a él apenas lo miraba.

―Lo pensaré ―respondió Eva después de un rato.

―Si vas, te invitaré todos los tragos que quieras ―agregó David.

Brad no podía ver el rostro de Eva desde su posición, pero sí pudo apreciar que se giraba hacia el otro hombre un segundo y volvía a reír.

―Hasta que encuentres alguna chica guapa y te olvides que estoy allí, pero te tomo la palabra.

David bajó la velocidad de su trote y dejó de correr cuando la cinta se apagó.

―No creo que sea fácil encontrar una mujer más guapa que tú, pero de todas formas no voy a faltar a mi palabra, lo prometo.

Cuando se bajó del aparato y se acercó a Eva mucho más de lo que a Brad le parecía adecuado.

―Si llevo a una amiga, ¿también te encargarías de sus tragos? Si me dices que sí, lograré convencerla de inmediato.

David movió la cabeza con un asentimiento.

―Por supuesto. Pero tú no te olvides que es mi cumpleaños y me encantan los regalos.

―Tranquilo, David. Nunca he oído quejas sobre los regalos que te he hecho ―replicó ella y en un arranque violento de celos, Brad soltó la barra con fuerza dejándola caer sobre su soporte y provocando un estruendo que llamó la atención del resto.

―Ey, ¿estás bien? ―inquirió David dando un paso hacia él.

Brad se sentó y alzó una mano para detenerlo.

―Perfecto ―replicó apretando la mandíbula.

El otro hombre asintió y Brad evitó mirar a Eva cuando se levantó.

―Me voy, hablamos luego y me confirmas ―le dijo David a Eva apuntándole con un dedo mientras se alejaba―. Cuento contigo. ¡Adiós, Bradley!

El aludido no le devolvió el saludo y apenas se marchó, Eva volvió a ponerse de frente al espejo y siguió con sus ejercicios.

Brad se movió para estar más cerca de ella, aunque sabía que lo mejor habría sido permanecer lejos hasta calmarse.

Para su sorpresa, Eva le habló primero.

―Creí que estabas enfermo ―le dijo viéndolo a través del reflejo del espejo―. Pero veo que estás perfecto como has dicho hace un momento.

―¿Estabas preocupada por mi? ―preguntó Brad acercándose a ella y olvidando por completo qué iba a hacer antes de ello.

―¿Tú qué crees? Pero lo pensé mejor y me imaginé que era más probable que hubieses vuelto a tus viejas costumbres, por eso no quise molestarte.

Brad se quedó de piedra.

―Lo dices como si fuera yo el que dijo que no quería tener nada que ver contigo ―señaló.

Eva suspiró.

―No te estoy atacando, Bradley. ¿Pero ves que tengo razón? Tener una relación con alguien con quien trabajas, lo complica todo. ¿Todo será así de ahora en más?

―Bueno, para que te quedes tranquila, voy a regresar mañana ―respondió ignorando la mitad de las cosas que acababa de decirle―. Y seré puntual y todo.

Asintiendo despacio, Eva bajó las mancuernas que tenía en las manos.

―Perfecto.

A diferencia de lo que le había ocurrido desde que se conocieron hasta hacía unos meses atrás, donde todo lo que hacía Eva le molestaba o lo enfurecía, ahora le resultaba muy difícil enojarse con ella por más que un par de minutos.

Se quedó contemplándola por un momento y terminó sonriendo.

―¿Me has extrañado estos días? Seguro que la oficina no ha sido lo mismo sin mí.

La castaña lo miró muy seria e intentó pasar a su lado sin contestarle, pero antes de que pudiera alejarse, Brad le tomó una mano para detenerla.

―No... no ―pronunció ella quedándose muy quieta y mirando sus manos unidas―. No vamos a hacer esto de nuevo, no vamos a caer dentro de un círculo vicioso que solo nos hará daño. Suéltame.

Brad mantuvo los ojos en su rostro.

―Lo que a mí me hace daño es verte flirtear con otro hombre delante de mis narices.

Eva arrugó la frente y alzó la cabeza para mirarlo.

―Yo no... ―articuló e hizo una pausa en la que pareció entender a qué se refería él―. No estaba flirteando con David. Somos amigos desde hace mucho tiempo, nada más.

¿De verdad? Quiso preguntar él. ¿Qué significaba mucho tiempo? ¿Desde que se había mudado al edificio o desde antes de eso?

No obstante, volvió a tragarse su curiosidad y se centró en lo que estaban debatiendo en ese instante y lo que más le importaba.

―Él no sonaba como un amigo, pero si tú lo dices, te creo ―susurró acercándose a ella un poco más de manera sutil―. Confío en ti.

―Lo último que deseo es hacerte daño, nunca lo haría a propósito ―musitó Eva volviendo a evitar sus ojos y deslizando la vista hacia sus manos una vez más.

―También me lastima que quieras estar lejos de mi. Dime qué tengo que hacer para que confíes en mí y me cuentes lo que te preocupa.

―Tal vez debería contártelo para que veas que no quieres estar conmigo, que soy demasiado complicada, pero ni siquiera puedo hablar de ello.

―Puedo manejar lo complicado, sea lo que sea ―insistió―. Yo tampoco soy perfecto como bien sabes, Eva.

Ella le dedicó una sonrisa triste.

―Estás mejor sin mí, a veces hasta yo también estaría mejor sin mí.

Brad se quedó viéndola con el ceño fruncido y sintió que se le formaba un nudo en la garganta por escucharla hablar así. No era la primera vez que oía algo similar, aunque antes había sido de los labios de una persona diferente y eso lo preocupaba todavía más.

―No vuelvas a repetir eso ―ordenó alzando una mano y colocándola sobre su mejilla.

―Será mejor que baje a darme un baño y descansar un poco. Mañana nos espera mucho trabajo, deberías hacer lo mismo.

Brad no sabía si lo correcto era dejar el tema de lado por el momento o seguir insistiendo, pero dado que le daba miedo presionarla, decidió seguirle la corriente aunque sabía que lo único que conseguiría sería volver a frustrarse por no llegar a ningún lado.

―Sí, lo haré en cuanto termine aquí.

Eva asintió.

―Perfecto, te veo mañana, buenas noches.

¡Volví!

Si todo va bien, retomamos con los capítulos semanales ♥

A veces la vida se complica y no puedo escribir tanto como me gustaria.

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