Capítulo 18

3K 550 38
                                    

Bradley no podía dejar de pensar en lo bien que se había sentido al sentarse a cenar con Eva en el sillón de su apartamento

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

Bradley no podía dejar de pensar en lo bien que se había sentido al sentarse a cenar con Eva en el sillón de su apartamento. La última vez que se había permitido relajarse así con alguien que no fuese de su familia y realmente disfrutado del momento había sido con Tracy, e incluso entonces siempre había estado un poco preocupado por ella y su humor tan frágil e impredecible.

Con Eva no tenía que preocuparse por ese tipo de cosas, porque aunque siempre estaba a la defensiva, era alguien por quien no debía temer ―sino más bien temerle―. Era un placer discutir con ella por cualquier tontería, sabía que aunque siempre lucharía por ganarle, nunca lloraría si perdía. Esa era una de las cosas que más le atraía de ella, su fuerza. Eva no estaba en constante peligro de romperse en mil pedazos, además, así de honesta como era y sin miedo a decir lo que pensaba, sabía que no le mentiría en lo que realmente importaba, aunque era probable que se resistiera a reconocer sus sentimientos hacia él por un buen tiempo.

Brad era consciente de que no estaba bien hacer comparaciones, que Eva y Tracy eran dos personas completamente distintas y que nada tenían que ver la una con la otra. Sin embargo, el recuerdo de Tracy lo atormentaba día y noche, estaba presente en todo momento y en cada decisión que tomaba.


Esa mañana se levantó mucho más temprano de lo normal, decidido a cumplir con su objetivo del día. Se bañó y se vistió esmerándose por verse más presentable que de costumbre y bajó con prisa al vestíbulo del edificio para esperar a Eva. Tenía un objetivo y estaba dispuesto a todo para conseguirlo, incluso a ser paciente.

Esta vez la esperó de pie frente al elevador y sonrió cuando ella apareció tan solo dos minutos después.

―Buenos días ―dijo ante su expresión de asombro, en el mismo momento que decidió que la esperaría todas las mañanas hasta que dejara de sorprenderse y comenzara a esperarlo.

―Buenos días ―respondió Eva, muy seria―. ¿Qué pasó? ¿Te has caído de la cama esta mañana?

Brad soltó una risita y empezó a caminar a su lado.

―Algo así, es que la idea de que me invites otro café como el de ayer era demasiado tentadora como para dejarla pasar ―comentó sosteniendo la puerta abierta para ella―. Nadie me había invitado un café antes, me has dejado muy entusiasmado.

―¿Y qué te hizo pensar que voy a invitarte otro café?

―¿No me estoy portando lo suficientemente bien como para merecerlo?

Eva abrió la boca para responderle, pero terminó riendo y negando con la cabeza.

―No estás bien, Bradley.

―No, no lo estoy ―compuso él pegando un brazo al suyo mientras caminaban―. Pero al menos te he hecho reír antes de las ocho de la mañana, eso tiene que valer algo.

La castaña lo contempló de soslayo sin abandonar su expresión risueña.

―¿Un café, tal vez?

―Un café con un croissant, creo.

InfameWhere stories live. Discover now