Capítulo 29

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Eva nunca había estado ante una disyuntiva semejante a la que se encontraba en ese momento

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Eva nunca había estado ante una disyuntiva semejante a la que se encontraba en ese momento. Por un lado estaba furiosa con Bradley por el reclamo de su identidad ―aunque también lo comprendía―, por otro, sentía un malestar en el pecho que no se le borraba desde que había presenciado la imagen de Victoria y él tan cerca el uno del otro, pero como si esto fuera poco, la invadía la tristeza y la culpa pensando en cómo estaría sintiéndose él luego de enterarse del plan que había llevado a cabo en su contra.

¿Cómo era que habían llegado a ese desastre? ¿Por qué tenía que haberse destapado todo al mismo tiempo?

Victoria podría ir olvidándose de ella. No podía creer que la hubiese delatado de esa forma, era una maldita rata traidora que no solo había intentado seducir a Bradley ―cosa que podría haber dejado pasar porque había ocurrido luego de que le asegurase que ya no había nada entre ellos― sino que además la había delatado de la forma más vil.

Ella se lo había contado creyendo que eran amigas, jamás habría imaginado que podría clavarle un puñal por la espalda.

¿Con qué objetivo lo había hecho? ¿Realmente había creído que era necesario difamarla de esa forma para meterse a la cama de Bradley por una noche? Claro estaba que su amistad no significaba nada para Victoria, ¿pero ni siquiera había pensado en el daño que le causaría a él?

―Suficiente ―se dijo a sí misma.

Victoria no merecía que le dedicara sus pensamientos ni siquiera por un segundo más. En lo que tenía que centrarse ahora era en qué hacer con respecto a Bradley. Tenía que disculparse por lo que había hecho, pero las disculpas no borraban el mal hecho.

Se levantó de la cama y tambaleó un poco por la puntada de dolor que sintió en la cabeza al salir de la cama y se detuvo para inspirar profundamente y así sofocar las náuseas que se le presentaron.

No debería haber bebido tanto, había decidido que era suficiente justo antes de enfrentar a Brad, pero después del encontronazo, había vuelto a atacar a barra como si el alcohol fuese a solucionar todos sus problemas.

¿Podría haberse comportado de modo más infantil? Se jactaba de ser una mujer inteligente, pero a veces actuaba como una idiota.

En fin, pensó, no importaba cuando renegara de ello, lo que ya estaba hecho no podía borrarse y ahora le correspondía encontrar una forma de seguir adelante, de enfrentar la verdad. Ya no podía intentar enfocarse solo en su trabajo y dejar el resto a un lado. Esa táctica no funcionaba para nadie.

Acababa de salir de la cocina luego de buscarse un vaso de agua y un analgésico cuando oyó el timbre en su puerta. Se le aceleró el corazón, el sonido provenía desde la puerta del apartamento, y no de la del edificio, lo que significaba que quien fuese que estaba llamando, estaba dentro del mismo.

Inhaló profundamente y se dispuso a llegar hasta la puerta, vacilando al momento de tomar el picaporte, pero al final lo hizo.

―Ah, eres tú ―soltó con un pinchazo de decepción y abrió la puerta un poco más para dejar pasar a su hermano.

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