Capítulo 35

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Brad se sentía optimista, en tres semanas había conseguido un terapista especializado en trastornos alimentarios con la ayuda de Alistar, y luego de acudir a varias consultas él mismo sin decírselo a Eva, había logrado convencerla a ella de asisti...

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Brad se sentía optimista, en tres semanas había conseguido un terapista especializado en trastornos alimentarios con la ayuda de Alistar, y luego de acudir a varias consultas él mismo sin decírselo a Eva, había logrado convencerla a ella de asistir a una cita propia el día anterior.

Sabía que Eva seguía reticente y que solo había aceptado ir para complacerlo. Y aunque reconocía que esa no era la razón por la cual debería hacerlo, guardaba esperanzas de que en algún momento empezara a aceptar la ayuda de alguien más.

Poco a poco creía que volvía a ser ella misma una vez más, sin embargo, ahora que lo sabía y podía estar atento a los detalles, Brad veía su lucha cada vez que se sentaba frente a un plato de comida o cuando se miraba al espejo para arreglarse. Tenía una inseguridad extrema con su cuerpo del que él nunca se había percatado antes.

Ese día la había convencido de ir a almorzar con sus padres y sus hermanos. Sabía que la señora Morton invitaba a Eva todos los domingos y que ella la rechazaba siempre, pero ese fin de semana la había persuadido para aceptar en nombre de los dos. Tenía mucha curiosidad de cómo serían sus padres con ella y estaba ansioso por dejarle en claro a todos que su relación era seria, algo que también debería hacer ante su propia familia en algún momento.

No se asombró ante la enormidad y el lujo de la casa a la que llegaron porque sabía de antemano quienes eran los Morton, pero sí reparó en lo poco que parecía agradarle a Eva estar allí y sintió culpa por haberla presionado a asistir.

―Podemos irnos si no te sientes bien ―ofreció tomándole una mano y entrelazando los dedos con los de ella.

―Estoy bien, es solo que... es la primera vez que voy a presentarles a alguien. ¿Sabes?

Brad alzó una ceja.

―¿A alguien? ¿Así es como me vas a presentar? ¿Cómo tú alguien?

Su comentario la hizo reír.

―Tenía pensado utilizar tu nombre. ¿Cómo más quieres que te presente?

Brad dejó de caminar a pocos metros de la puerta y se colocó frente a ella, impidiéndole seguir moviéndose.

―Como lo que soy, por supuesto.

Eva lo miró a los ojos.

―¿Y qué eres, exactamente? ―inquirió en voz baja.

―Según mi entendimiento, tu novio, por supuesto ―replicó él, sin dudarlo―. ¿Qué soy para tí, Eva?

La joven abrió la boca y vaciló antes de responder.

―Bueno... no... no lo había pensado, la verdad.

―Pues que suerte que yo sí ―musitó él recuperando la sonrisa―. Nunca me gustaron mucho las etiquetas, pero contigo es diferente. No puedo pensar en tí de ninguna otra forma. ¿Tú qué me dices?

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