Capítulo 22

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―¡Hola, tío! ―saludó Amber apenas Brad le abrió la puerta

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―¡Hola, tío! ―saludó Amber apenas Brad le abrió la puerta.

Su hermana tenía a su hijo durmiendo plácidamente en sus brazos y Alistar aguardaba detrás, cargado con dos bolsas grandes de cartón.

―Hola ―respondió Bradley, parpadeando todavía sorprendido―. ¿Qué... qué hacen aquí a esta hora?

―Venimos a visitarte, hemos traído la cena ―comentó Amber dando un paso hacia adelante y lo besó en la mejilla―. ¿Quieres sostener a Allen así ayudo a Alistar con las cosas?

Fue una pregunta retórica, porque no le dio tiempo a responder y prácticamente le colocó al bebé en los brazos apenas terminó de hablar.

―Estás solo, ¿verdad? ―inquirió Alistar viéndolo con los ojos entrecerrados―. Porque me está dando la impresión de que no somos bienvenidos.

Amber, que le estaba sacando una de las bolsas de la mano a su prometido, se giró hacia su hermano con una expresión de sorpresa.

―Oh, ¿hemos interrumpido algo?

Brad suspiró y bajó la voz al responderles.

―No estoy solo ―dijo con resignación―. Pero no es lo que imaginan.

Alistar empezó a reírse por lo bajo.

―Vaya con el celibato ¿eh? ―murmuró alzando las cejas.

Amberly trató de disimular la risa y la contuvo presionando los labios juntos aunque su sonrisa la delató.

―Podemos irnos si quieres, no nos vamos a ofender ―ofreció colocando una mano sobre su brazo.

Su cuñado hizo una mueca de contrariedad, pero Brad sabía que seguía burlándose de él.

―Solo ten en cuenta que se nos va a enfriar la comida en lo que regresemos a casa ―apuntó para provocarlo―. Si no es que ya no está fría con todo el tiempo que estamos pasando en este pasillo.

La rubia dejó escapar una risita.

―¡Alistar! ―lo regañó y miró a su hermano mientras negaba con la cabeza―. No lo escuches, yo prefiero irme a tener que encontrarme con alguna de tus amiguitas... sin ofender.

―No es lo que creen ―repitió él, incómodo―. Pasen, pero por lo que más quieran guárdense sus comentarios para otro momento.

Con su sobrino en brazos, dio media vuelta y empezó a caminar por delante de ellos para llegar antes hasta Eva.

―Mira quien ha venido a visitarme ―le dijo cuando estuvo dentro de su campo de visión.

La castaña se puso pálida al ver al bebé, reconociéndolo enseguida. Él dio un par de zancadas largas y enseguida estuvo junto a ella, aprovechando que su hermana y Alistar se habían quedado rezagados mientras cerraban la puerta y lo seguían cargando con todo lo que habían traído.

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