Recuerdos de Cristal

By escritoraescondida3

7.2K 798 89

Una Reina sin memoria... Un Rey que asegura ser su esposo... Un tratado de paz... Un Reino en crisis... Y tan... More

Antes De
PERSONAJES
1|
2|
3|
4|
5|
6|
7|
8|
9|
10|
11|
12|
13|
14 |
15|
16|
18|
19|
20|
21 |
22|
23|
24|
25|
26|
27|
28|
29|
30|
31|
32|
33|
34|
35|
36|
37|
38|
39|
40|
41|
42|
43|
44|
45|
46|
47|
48|
49|
50| ¿Final?
Nota de Autora

17|

83 15 1
By escritoraescondida3

El camino del Rey - A las afueras de Krame

¿Estaba muerto?

Debía estarlo, pensó Olivia, al ver como el cuerpo del cochero se desparramaba sobre el asiento, como un títere cuando alguien le ha cortado los hilos. La sangre aún se arrastraba tibia sobre su piel y el olor a hierro invadía el aire, pero no había tiempo para reparar en ello. Los guardias que custodiaban los carruajes, desmontaron al escuchar el escándalo y Gavin, sin una pizca de temor en el cuerpo, caminó hacia el frente, dispuesto a enfrentarlos.

Eran seis contra uno, sin mencionar, que la Reina se sumaba con mayor facilidad a la lista de problemas que a la de soluciones. El sonido del acero de las espadas siendo desenvainadas, se siguió del de las botas de cuero impactando contra el suelo de barro, cada vez más cerca. Gavin sonrió al ver cómo el grupo de hombres lo rodeaba, sus ojos grises iban de un lado a otro, intentando prever cuál de ellos lo atacaría primero.

—Así que eres tú —le dijo un tipo calvo y barbado que tenía en frente, a poco más de un metro de distancia.

—¡Sorpresa! —respondió, haciendo acopio de una daga que colgaba de su cinturón.

Fue entonces cuando los guardias se lanzaron simultáneamente sobre él, tratando de abrumarlo con numerosos ataques. Olivia, que había salido corriendo a ocultarse entre la maleza, lo vio asumir una postura defensiva, adoptando una posición lateral, de manera que su espalda no quedara expuesta. Su daga, un arma con el mango de plata adornado por gemas y brillantes, se convirtió en su principal defensa.

Todo ocurrió demasiado rápido, los hombres del Rey, cubiertos por sus armaduras como si en lugar de personas fueran maquinas, atacaban una y otra vez, en su intento de perforar al Thauri con el filo de sus espadas.

Los golpes resonaban en el aire, al igual que el sonido metálico del acero contra el acero. Y aunque Gavin paraba los embates desviando las hojas de las espadas que buscaban herirlo; cada paso que daba hacia atrás, lo convertía en la presa de un baile mortal.

Sus sentidos se agudizaron, su respiración se volvió un esfuerzo calculado y cada parpadeo, un instante crucial para anticipar el siguiente movimiento enemigo. No obstante, la presión del enfrentamiento era inmensa, el sudor comenzó a perlarle la frente y antes de que pudiera detener el siguiente ataque, sintió el ardor provocado por una espada que le hizo un tajo en el hombro izquierdo.

—¡No! —chilló Olivia, que lo veía todo desde su escondite—. ¿Qué hago? —se preguntó, con la respiración inestable y el corazón comenzando a latir cada vez más rápido al interior de su pecho.

Ya comenzaba a arrepentirse de haber salido del Palacio.

Paseó los ojos a su alrededor, en busca de cualquier objeto que pudiera servirle como arma. Los cuatro carruajes agolpados en la carretera no tenían supervisión y los caballos se quedaron sin jinete, por lo que corcoveaban inquietos. Quizas podría soltarlos y eso causaría una distracción lo suficientemente grande para darle a Gavin una oportunidad. Se quitó los tacones y salió corriendo en su dirección.

Luego, comenzó a desatar las riendas del primer animal, pero la tarea resultó un poco más difícil de lo que hubiera imaginado dado que este se movía como si pretendiera sacudir una garrapata de su lomo.

—Shhh —escuchó sisear a alguien, no muy lejos.

Y eso, sumado al tintineo repetitivo de un artefacto metálico contra otro, la hizo fijar la vista en uno de los carruajes chirriantes. Abandonó lo que hacía con el nudo de las riendas aun intacto y guiada por el origen de aquel sonido, se detuvo justo en frente de una cortina de terciopelo negro. Apenas la rozó con los dedos, pero le bastó para saber que era costosa.

Primero guardias reales y ahora terciopelo. ¿Qué demonios transportaban en aquellas cajas de madera y por qué era tan importante?

Presa de la curiosidad y sin pensárselo dos veces, tiró de la cortina hacia un lado y quedó anonadada por la imagen que apareció ante sus ojos. Barrotes de acero, madera vieja que comenzaba a pudrirse, paja en lugar de asientos y uno, dos, tres... ¿Cinco rostros que la miraban con miedo? ¿O era con rabia?

—¡Atras!

El grito que emergió de la garganta de aquel niño, apenas un infante de seis o siete años, la estremeció por completo. Parpadeó, observándolos a todos, incapaz de pronunciar palabra.

—¡Si se acerca... Se lo juro —jadeó, apretando los dientes y los puños, aunque Olivia habría jurado que apretó también el corazón, para no acobardarse—. ¡La asesinare!

¿Asesinar? ¿A caso sabia él lo que era eso?

Sus palabras, lejos de sonar como una amenaza, fueron la suplica desesperada de alguien que estaba perdido, pero se negaba a aceptarlo.

Olivia levantó ambas manos en el aire como señal de paz.

—Tranquilo —comenzó diciendo—. Todo va a estar bien, yo no...

—¡Olivia abajo! —la voz de Gavin la tomó desprevenida.

Claro que no tanto, como su cuerpo siendo arrojado por los aires con una fuerza sobrenatural, que la hizo volar por lo menos unos dos metros, antes de que aterrizara en un golpe seco, como un costal de paja, sobre la tierra árida.

Un gruñido de dolor se escapó de sus labios incluso antes de que lograra abrir los ojos y procesar algo de lo que estaba pasando. Respiró profundo, intentó atrapar el aire, pero le costaba expandir la caja torácica porque el golpe se lo habían propinado en el costado derecho.

Vio el cielo que comenzaba a oscurecerse como señal de que el sol se estaba ocultando y permaneció muy quieta en un intento de apaciguar el dolor que la recorría como una corriente de energía. ¿Era sangre lo que sentía en la boca? Se preguntó, al saborear el hierro y la sal que danzaban sobre su lengua.

Hasta entonces divisó el rostro de Gavin, que la miraba desde arriba, pálido como un fantasma a causa de la preocupación.

—Via ¿Me escuchas? —preguntó, acuclillándose a su lado—. Por favor, Olivia, dime algo.

Sus manos le acunaron el rostro, manchando sin querer, sus mejillas de sangre. Una sangre que no le pertenecía.

—Ey —se forzó a sonreír, débilmente—. Estas bien, no dejaste que te patearan el trasero.

—No —él negó con la cabeza—. Eso solo tú puedes hacerlo —dijo, sintiendo como su corazón volvía a latir a un ritmo normal y permitiendo que un atisbo de sonrisa se asomara en sus labios.

Olivia le tendió la mano para que la ayudara a incorporarse con cuidado, sin embargo, fue inevitable que el lancinante dolor que sentía al moverse, apareciera. Ya erguida por completo en su posición, consiguió ver un grupo de al menos veinte niños de pie a su alrededor. Todos lucían harapos viejos o en su defecto, remendados, tenían el rostro sucio por los días de viaje y parecían muertos de miedo.

—Parker —llamó Gavin, haciendo un ademan con la mano para que se acercara a ellos un muchachito de unos trece años, que al igual que el resto de los varones presentes, tenía la cabeza rapada.

Este obedeció de inmediato, aunque lo hizo arrastrando los pies y con los ojos siempre clavados en el suelo.

—¿Sí? —preguntó, al detenerse.

—Sabes lo que debes hacer.

La Reina notó sus manos ensangrentadas y una herida aun fresca que destacaba en su palma derecha. Entonces pudo comenzar a imaginar quién la había atacado.

—Lo lamento —soltó Parker, incapaz de mirarla a los ojos—. Yo no... Creí que usted también estaba con ellos.

—Majestad —carraspeó Gavin, reprendiéndolo con la mirada—. Siempre debes dirigirte a la Reina como su Majestad.

—Perdoneme, majestad, solo intentaba...

—Sobrevivir —lo interrumpió Olivia, con su sonrisa más cálida. No quería que la lastima que sentía en ese momento se reflejara en su rostro—. Sé que solo intentabas sobrevivir. No hay nada que perdonar.

—Bien chicos, denme un momento para hablar con la Reina y luego seguiremos nuestro camino ¿Vale? —preguntó Gavin, paseando los ojos grises sobre todo el grupo de infantes.

Olivia los vio alejarse tras recibir aquella orden y se pasó ambas manos por el rostro, todavía perpleja, antes de mirar a Gavin en busca de respuestas.

—¿Qué es todo esto? —había terror en cada una de sus palabras—. ¿A dónde los llevaban y por qué?

—Hay un circo —le contó, con un deje de rabia en la voz—. Un espectáculo tan exclusivo como denigrante por el que los mas altos nobles de la capital están dispuestos a pagar cantidades ridículas.

—¿Qué?

El asco revoloteó al interior de su estomago.

—Vamos, debemos irnos antes de llamar la atención de más guardias —dijo, poniéndose en pie.

¡Los guardias! Recordó ella, analizándolo con la mirada. Hasta ese momento notó que el Thauri se encontraba cubierto de sangre casi de pies a cabeza.

Reino de Kantria - Palacio Maksimov

Si continuaba haciendo cosas así, Avaluna iba a perder la cabeza, meditó Olivia, al ver la expresión con la que la doncella la estaba mirando desde que la vio llegar llena de barro y sangre, acompañada por Gavin Murray.

Claro qué, cualquiera se habría asustado al ver el aspecto del muchacho y las heridas que le cubrían la piel del hombro y otras partes. Y nadie, por supuesto,  se imaginaría a qué se debían. Pues el Thauri había sido muy serio cuando le advirtió a la Reina, que aquella aventura era un secreto entre los dos.

Las vidas de los niños rescatados dependían de ello. Y al parecer la de Avaluna también, puesto que no solo se encargó de ocultar la ausencia de Olivia durante todo el día, pese a no saber dónde esta se encontraba, sino que además, hizo que todas las criadas se retiraran de los aposentos y la metió a escondidas al baño, para que pudiera arreglarse antes de que alguien la viera.

—¡Ay, no tan fuerte! —se quejó, cuando sintió la agreste esponja con la que Avaluna la estaba lavando, entrando en contacto con la piel de su costado derecho.

Allí, esa noche, hasta una caricia le habría causado dolor.

—Pues no —contestó la joven, molesta—. A ver si la próxima se acuerda del dolor y se lo piensa dos veces, antes de ir a meterse en problemas.

—Parece que ya olvidaste esas aventuras de las que tanto me has hablado. ¿Dónde se quedó la Avaluna divertida, esa que conocí cuando desperté? —la miró a los ojos, con genuina curiosidad.

Pero la doncella ignoró su pregunta y la jaló de un brazo para poder seguir ayudándola a limpiarse.

Olivia cerró los ojos por un momento, hundida en el agua de la tina. Quería disfrutar mientras esta todavía se encontrara caliente, a ver si los músculos agarrotados se le relajaban un poco.
Toda la habitación olía a lavanda y vainilla y habían pequeños pétalos de flores flotando a su alrededor.  No obstante, su momento de dicha, duró más bien poco, pues un puño tocó a la puerta, interrumpiéndolas.

—Su majestad se encuentra tomando un baño, no está disponible —contestó Avaluna, sin distraerse de sus actividades.

Olivia necesitaba que también le lavaran el cabello, porque en él le habían quedado ramas secas, hojas y otras cuantas pruebas de su paseo por los campos.

—Soy yo. Solo será un momento —habló Aspen, del otro lado de la puerta.

—¿Qué? No —La Reina abrió los ojos de golpe—. No quiero verlo —masculló para que solo la escuchara su doncella.

—Pues debe decírselo usted misma. Le diré que espere en la habitación un momento y...

—No. Mi agua se enfriara si tengo que salir para hablar con él —se quejó, como una niña—. A menos que... —una sonrisita traviesa se formó en sus labios—. Dile que pase.

Avaluna dudo por un momento, sintiendo el impulso de recordarle a su amiga, que no era adecuado que el Rey la viera hasta no estar lista. Pero recordaba su advertencia sobre lo que pasaría si llegaba a contradecirla de nuevo. Así que se tragó su opinión antes de caminar hasta la puerta del baño y girar el pomo dorado.

Continue Reading

You'll Also Like

5.8K 928 28
La historia de Arabella y Jake continúa... Ya no están juntos y el tiempo ha pasado. Ambos continuando con sus vidas. ¿Quieres descubrir cómo sigue s...
557 58 3
Primera parte de la BILOGÍA ENTRE SERPIENTES Estoy rota. Vacía. Sola. Entre serpientes sedientas de sangre. Mi sangre. Para ellos significó una pé...
10.9K 1.7K 41
- En donde Jimin Francisco se muda a Caracas y conoce a Yoongi Alejandro, un chamo super obstinado quien lo hace dudar de su sexualidad al instante. ...
1K 114 28
"S A G A:THE MONSTER'S" L I B R O 1. (COMPLETA) "Y el monstruo se enamoró de su perdición,de aqu...