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Mientras la tensión en los pasillos del Palacio parecía ir en aumento porque el juicio contra Antonia y Michaelson se celebraría al dia siguiente, los Thauri se encontraban todos en el salón de la Reina, bebiendo hasta la inconsciencia, e incluso al pequeño Parker, le habían permitido tomar un poco.

Alicia volvió a llenar su copa de cristal hasta donde el vino estuvo a punto de derramarse. Ya casi no recordaba cuando fue la ultima vez que estuvieron todos así, reunidos en paz, riendo y disfrutando de nada más que su compañía y anécdotas.

—Deja un poco para los demás —bromeó Olivia, estirando la mano para quitarle la copa.

No obstante, la guerrera se movió hacia un lado con rapidez y aunque derramó un poco de vino en el suelo, logró escapársele, provocando que una serie de risas se elevaran en el aire.

—De todas formas, tú no debes beber mucho —habló Avaluna, sentada junto a ella.

—Deja de hablar con mi madrina sobre mí o puede que se me olvide que somos mejores amigas —le advirtió la Reina con seriedad.

Alicia volvió a acercarse, interesada en el tema.

—¿De qué están hablando?

—De nada —Olivia quería zanjar el tema.

Pues no estaba interesada en alimentar rumores y a pocos metros de ellas se ubicaban los jinetes de sangre, disfrutando también de la música y el banquete. Will estaba con ellos, aunque solo en cuerpo, ya que su mente parecía estar muy lejos desde hacía ya varios días.

—Vamos, sabes que no sé lo diré a nadie. ¿Qué pasa? —insistió Alicia.

Avaluna fijó los ojos en Olivia, aguantándose las ganas de decir lo que le había contado Lady Olimpia. Pero guardando en el fondo, la esperanza de que fuera cierto.

Un bebé era una bendición, mucho más uno concebido por los Reyes, ya que no solo sería la prueba de que el tratado de paz estaba sellado, sino que también podría hacer que Olivia y Aspen se reconciliaran.

—Basta —gruñó la menor de las Saint Honor, levantándose de la silla en la que estaba para poder abandonar del salón en busca de un poco de aire.

Afuera, la oscuridad se cernía sobre el extenso jardín del palacio, mientras el viento nocturno soplaba fresco. Alicia vio a su hermana detener el paso en medio del pasillo, con la mirada perdida en la lejanía.

—¿Estás pensando en el juicio? —preguntó, acercándosele.

—No —Olivia negó con la cabeza—. Sé que al final, de una u otra forma habrá justicia.

—¿Entonces? ¿Por qué te ves tan intranquila?

—No es nada.

—Via, soy tu hermana mayor. Tienes que ser sincera conmigo, aún si eres la Reina —le recordó, con una mirada severa.

—Mmmm —ella torció la boca en una mueca—. Es que no te va a gustar.

—Ponme a prueba. No creo que pueda ser peor que cuando aceptaste participar en el concurso para ser Reina —aseguró, elevando las cejas.

El recuerdo de aquel día pasó por la mente de Olivia como un relámpago. Todavía podía ver a su padre con la cara roja de lo furioso que estaba, cuando Alicia se negó a competir por el puesto de esposa de Aspen.

<<Lo haré yo>> había dicho, para complacerlo <<Me casaré con el Rey >>

El viejo Alistair aceptó de inmediato. Después de todo, no era un gran admirador de la relación que su hija menor tenía con Gavin Murray. Siempre lo consideró una distracción; pues tenía el presentimiento de que en cualquier momento, él haría que Olivia tuviera que escoger entre el poder y el amor.

Recuerdos de CristalOnde histórias criam vida. Descubra agora