Nuvanna || El Señor De Los An...

By Sailor-Moon_1

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La Tierra Media, de esplendor inconmensurable, árboles con hojas color verde oscuro, otros con hojas verde ti... More

✦.:🍄🌱↝Antes de Leer↜🌱🍄:.✦
✦.:🍄🌱↝ Playlist ↜🌱🍄:.✦
✦.:🍄🌱
✦.:🍄🌱↝Introducción↜🌱🍄:.✦
✦.:🍄🌱↝Arco Primero↜🌱🍄:.✦
¹✦.:🌱→ Un lugar desconocido
²✦.:🌱→ Entre plantas y sol
³✦.:🌱→ Advertencias y últimas despedidas
⁴✦.:🌱→ La Compañía del Anillo
⁵✦.:🌱→ Presentaciones
⁶✦.:🌱→ El Anillo va hacia el Sur
⁷✦.:🌱→ Un largo viaje inicia
⁸✦.:🌱→ Rumbo a Caradhras
⁹✦.:🌱→ Nieve y más nieve
¹⁰✦.:🌱→ La llegada a las Minas de Moria
¹¹✦.:🌱→ Tentáculos Viscosos
¹²✦.:🌱→ La Tumba de Balin
¹³✦.:🌱→ El Puente de Khazad-dûm
¹⁴✦.:🌱→ Llegada a Lothlórien
¹⁵✦.:🌱→ La Belleza de Lothlórien
¹⁶✦.:🌱→ Descanso en los árboles
¹⁷✦.:🌱→ El Espejo de Galadriel
¹⁸✦.:🌱→ Adiós Lórien
¹⁹✦.:🌱→ La disolución de la Compañía
✦.:🍄🌱↝Arco Segundo↜🌱🍄:.✦
²⁰✦.:🌱→ El Comienzo de un nuevo viaje
²²✦.:🌱→ Rumbo a Meduseld
²³✦.:🌱→ El Rey del Castillo de Oro
²⁴✦.:🌱→ El abismo de Helm
²⁵✦.:🌱→ El Camino a Isengard
²⁶✦.:🌱→ Saruman, Pippin y el Palantir
✦.:🍄🌱↝Arco Tercero↜🌱🍄:.✦
²⁷✦.:🌱→ Minas Tirith
²⁸✦.:🌱→ Los Campos de Pelennor
²⁹✦.:🌱→ La última batalla
³⁰✦.:🌱→ La calma después de la tormenta
✦.:🍄🌱↝Epílogo↜🌱🍄:.✦
✦.:🍄🌱↝Agradecimientos↜🌱🍄:.✦

²¹✦.:🌱→ Fangorn

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By Sailor-Moon_1

Esa noche acamparon poco más allá del campo de batalla bajo un árbol frondoso: parecía ser un sauce y tenía aún las hojas finas y ocres del año anterior, como manos secas que mostraban los largos dedos; murmuraban tristemente en el viento de la noche.

Gimli tuvo un escalofrío. Habían traído sólo una manta para cada uno.

—Encendamos un fuego —dijo— El peligro ya no me importa. Que los orcos vengan apretados como falenas de verano alrededor de una vela. Si esos desgraciados hobbits se han perdido en el bosque quizás este fuego los atraiga.

—Y quizás atraiga también a otras cosas que no serían ni orcos ni hobbits — dijo Stella — Estamos cerca de las montañas del traidor Saruman.

— También en los lindes mismos de Fangorn y dicen que es peligroso tocar los árboles de este bosque.— dijo Aragorn

— Es cierto, pero los árboles de Fangorn son muy inteligentes y amables con quienes lo son con ellos — dijo Stella observando los árboles que parecieron mover sus hojas en acuerdo, cosa que espantó un poco a Gimli.

— Los Rohirrim hicieron una gran hoguera aquí ayer mismo —dijo Gimli — y derribaron árboles para el fuego, como puede verse. Y sin embargo pasaron aquí la noche sin que nada los molestara, una vez concluido el trabajo.

— Eran muchos y no prestaron atención a Fangorn.— dijo Stella

— Nuestro camino puede que nos lleve al corazón del bosque — continuó Aragorn

— Solo, eviten cortar ramas vivas. — dijo ella.

Cuando el enano hubo obtenido una pequeña llamarada brillante, los cuatro compañeros se sentaron alrededor, ocultando la luz con las formas encapuchadas. Las ramas largas del árbol sobre ellos, un suace, parecían mecerse con el viento casi tocando el pelo de la mujer quien se dio la vuelta y colocó una mano en el tronco de este:

— Tiene frío, ¡mirad! — dijo ella señalando hacia arriba y vieron como las ramas del árbol se frotaban como dos manos buscando calor sobre sus cabezas.

De pronto hubo un silencio entre ellos, pues el bosque oscuro y desconocido, tan al alcance de la mano, era ahora como una gran presencia meditativa, animada por secretos propósitos. Al cabo de un rato, Legolas habló otra vez:

—Celeborn nos advirtió que no nos internásemos demasiado en Fangorn —dijo — ¿Sabes tú por qué, Aragorn? ¿Qué son esos cuentos del bosque de que hablaba Boromir?

—He oído muchas historias en Gondor y en otras partes —dijo Aragorn—, pero si no fuese por las palabras de Celeborn yo diría que son meras fábulas que los hombres inventan cuando los recuerdos empiezan a borrarse. Yo había pensado preguntarte si tú sabías la verdad. Y si un Elfo de los Bosques no lo sabe, ¿qué podrá responder un hombre?

— Un hombre y un elfo quizá nada, pero olvidan que tenemos a una Istari con nosotros — dijo Gimli, los tres dirigieron su atención a Stella quien parecía mirar distraidamente una rama del árbol que se había extendido lo suficiente como para mecerse junto a ella.

— Conozco los secretos de Fangorn, si Radagast me escuchara enviaría a Hwesta a picotear mi cabeza por contarles en tan amenas condiciones — dijo la chica con una sonrisa misteriosa — Lo que puedo contarles es con mis conocimientos de haber visitado antes Fangorn con Radagast y sobre lo que sé de la historia de este mundo.

— La historia, parece ser muy detallada — dijo Gimli.

— Lo es, por eso es tan famosa de donde vengo. Una historia intrincada y detallada... de la que ya apenas recuerdo poco — dijo haciendo una pausa y cuando volvió a hablar lo hizo en un susurro apresurado— Fangorn esconde a los ents, seres parecidos a árboles, pero más inteligentes y con posibilidad de desplazarse. Bárbol y los ents son quienes aquí habitan

— ¡Que mi paso no perturbe a ninguno de los moradores de Fangorn! — dijo Gimli cuando Stella terminó de hablar.

—¡Los ents! —exclamó Aragorn— ¿Entonces son ciertas las viejas leyendas sobre los habitantes de los bosques profundos y los pastores de árboles? ¿Hay todavía ents en el mundo? Pensé que eran sólo un recuerdo de los días antiguos, o quizás apenas una leyenda de Rohan.

—¡Una leyenda de Rohan! —exclamó Legolas— No, todo elfo de las Tierras Ásperas ha cantado canciones sobre el viejo Onodrin y la pena que lo acosaba. Aunque aun entre nosotros son sólo apenas un recuerdo. Si me encontrara a alguno que anda todavía por este mundo, en verdad me sentiría joven de nuevo. Pero Bárbol no es más que una traducción de Fangorn a la Lengua Común; sin embargo hablas de él como si fuera una persona. ¿Quién es este Bárbol?

— Bárbol es Fangorn, el guardián del bosque; es el más viejo de los ents, la criatura más vieja de la Tierra Media, o eso creo — contestó Stella.

El silencio se hizo mientras pensaban en lo que la chica les había contado, tiraron a suerte los turnos de guardia y la primera velada le tocó a Gimli. Los otros se tendieron en el suelo. Casi en seguida se quedaron dormidos.

—Gimli —dijo Stella, soñolienta — No lo olvides: cortar una rama o una ramita de un árbol vivo de Fangorn es peligroso. No te alejes buscando madera muerta. ¡Antes deja que el fuego se apague! ¡Llámame si me necesitas!

Dicho esto se recostó al árbol, cerca de Legolas, quién intuía sobre los problemas de sueño de la chica y el por qué de estos. Cuando ella evitaba dormir Legolas la acompañaba, a veces conversaban en susurros hasta que ella dormitaba por un rato junto a él y volvía a despertar en menos de una hora sobresaltada. Ese día, Stella estaba tan cansada y a gusto junto al elfo, quien provocaba en ella una sensación de tranquilidad y seguridad placentera, que quedó dormida casi al instante.

Gimli los observó dormir, al poco rato Legolas y Stella se hallaban recostados uno al otro, las manos hermosas del elfo y de la mujer se entrelazaban. El enano sonrió al verlos.

El árbol susurraba. No se oía ningún otro sonido. De pronto Gimli alzó la cabeza y allí al borde mismo del resplandor del fuego, vio la figura encorvada de un anciano, un hombre apoyado en un bastón y envuelto en una capa amplia; un sombrero de ala ancha le ocultaba los ojos. Gimli dio un salto, demasiado sorprendido para gritar, aunque pensó en seguida que Saruman los había atrapado. Stella al sentir la presencia se levantó despertando a Legolas en el proceso, y este a Aragorn.

El anciano no habló ni hizo ningún ademán. Pero Stella reconoció la energía que de él se desprendía, era distinta pero en el fondo le era conocida, un escalofrío la recorrió al descubrir a quien tenían delante, se posicionó firme ante él y le lanzó una mirada amenazadora, si quería hacerles daño, Saruman tendría que pasar sobre ella.

—Bueno, abuelo, ¿qué podemos hacer por ti? —dijo Aragorn, poniéndose de pie.

— Aragorn, no — dijo Stella en voz queda y severa, el Montaraz y el resto se pusieron en guardia.

Stella dio un paso adelante, pero Saruman ya no estaba allí. No había ninguna huella de él en las cercanías y no se atrevieron a ir muy lejos. La luna se había puesto y la noche era muy oscura.

— ¿Era Saruman? — le preguntó Gimli a ella.

— Sin lugar a dudas. — contestó la joven, tensa y con nuevas preocupaciones

La noche pasó lentamente. Legolas reemplazó a Aragorn y Stella reemplazó a Legolas y las guardias concluyeron. Pero no ocurrió nada. Saruman no volvió a aparecer y los caballos no regresaron.




...

—¡Aquí al fin hay algo nuevo! — dijo Aragorn. Alzó una hoja rota y la mostró, una hoja grande y pálida de desvaído color dorado, ya casi pardo— He aquí una hoja de mallorn de Lorien, con unas pequeñas migas encima y unas pocas migas más en la hierba. ¡Y mirad! ¡Unos trozos de cuerda cerca!

—¡Y he aquí el cuchillo que cortó la cuerda! —dijo Gimli y extrajo de entre unas hierbas, donde la había hundido algún pie pesado, una hoja corta y mellada.

Al lado estaba la empuñadura.

— Es un arma de orco —dijo tomándola con precaución y observando con disgusto el mango labrado; tenía la forma de una horrible cabeza de ojos bizcos y boca torcida.

—Pues bien, ¡he aquí el enigma más raro que hayamos encontrado hasta ahora! —dijo Legolas— Un prisionero atado consigue eludir a los orcos y a jinetes que los rodean. Luego se detiene, aún al descubierto, y corta las ataduras con un cuchillo de orco. ¿Pero cómo y por qué? Pues si tenía las piernas atadas, ¿cómo pudo caminar? Y si tenía los brazos atados, ¿cómo pudo utilizar el cuchillo? Y si ni las piernas ni los brazos estaban atados, ¿por qué cortó las cuerdas? Contento de haber mostrado tamaña habilidad, ¡se sienta a comer tranquilamente un poco de pan de viaje! Esto al menos basta para saber que se trataba de un hobbit, aun sin la hoja de mallorn. Luego de esto, supongo, trocó los brazos en alas y se alejó cantando hacia los árboles. Tiene que ser fácil encontrarlo, ¡sólo falta que nosotros también tengamos alas!

Stella dejó escapar una risa ante el final de la conjetura de Legolas, lo que se ganó una mirada burlona del elfo.

—Es cosa de brujos, obviamente —dijo Gimli—  ¿Qué dices tú, Aragorn, de la interpretación de Legolas? ¿Puedes mejorarla?

—Quizá —dijo Aragorn, sonriendo—. Hay otros signos al alcance de la mano que no habéis tenido en cuenta. Estoy de acuerdo en que el prisionero era un hobbit y que tenía los pies o las manos libres antes de llegar aquí. Supongo que eran las manos, pues el enigma se aclara un poco entonces y también porque de acuerdo con las huellas fue traído aquí por un orco. Se ha vertido sangre en este sitio, sangre de orco. Hay marcas profundas de cascos todo alrededor y signos de que se llevaron a la rastra una cosa pesada. Los jinetes mataron a un orco y luego lo arrastraron hasta las hogueras. Pero no vieron al hobbit: no estaba «al descubierto», pues era de noche y llevaba todavía el manto élfico. Estaba agotado y con hambre y no es raro que después de librarse de las ataduras con el cuchillo del enemigo caído, haya descansado y comido un poco antes de irse sigilosamente. Pero es un alivio saber que tenía un poco de lembas en el bolsillo, aunque haya escapado sin armas ni provisiones; esto es quizá típico de un hobbit. Hablo en singular, aunque espero que Merry y Pippin hayan estado aquí juntos, tal y como Stella nos aseguró.

—¿Y cómo supones que alguno de nuestros amigos llegó a tener una mano libre? — preguntó Gimli

—No sé cómo ocurrió —respondió Aragorn.

— Yo tampoco recuerdo mucho de esta parte, pero es claro, que los llevaban a Isengard, probablemente Saruman creyó que solo había un hobbit, el portador del anillo, y les ordeno que capturaran al hobbit, al encontrarse con más de uno, los tomaron a ambos y huyeron, no sin antes intentar llevarme con ellos, por suerte ustedes aparecieron a tiempo. — dijo Stella contando su propia conjetura.

— Podríamos imaginar otras cosas. Pero nuestra tarea es ahora dar con ellos y ayudarlos antes de volver a Rohan. No permitamos que Fangorn nos desanime, pues la necesidad tiene que haberlo llevado a ese sitio oscuro.

—No sé qué me desanima más, si Fangorn o la idea de recorrer a pie el largo camino hasta Rohan —dijo Gimli.

—Pues bien, vayamos al bosque —dijo Aragorn.

Stella no les había  contado mucho más que el simple hecho de que Merry y Pippin estarían bien, si todo sucedía de acuerdo a la historia original. No encontró apropiado decir más, pues no recordaba nada de la historia apenas, ya no recordaba detalles o conversaciones como solía hacer cuando llegó a la Tierra Media. No saber más y poderse adelantar a los hechos la frustraba, temía que lo peor sucediera...


...


Aragorn no tardó mucho en encontrar nuevas huellas. En un lugar cerca del Entaguas tropezó con el rastro de unas pisadas: marcas de hobbits, pero demasiado débiles para sacar alguna conclusión. Luego otra vez junto al tronco de un árbol grande en el linde del bosque descubrieron otras marcas. El terreno era allí desnudo y seco y no revelaba mucho.

—Un hobbit al menos se detuvo aquí un rato y miró atrás, antes de penetrar en el bosque —dijo Aragorn.

—Entonces vayamos nosotros también —dijo Gimli— Pero el aspecto de este Fangorn no me agrada y nos han advertido contra él. Mejor sería que la persecución nos hubiera llevado a otro sitio.

— ¡Tonterías! — dijo Stella — Fangorn no es maligno, si hay algún mal esta lejos, si algo hay es vigilancia y cólera, lo siento desde ayer, algo parece estar perturbando a este viejo bosque.

— Concuerdo con Stella — dijo Legolas, se había detenido en los límites del bosque, inclinándose hacia adelante como si escuchara y espiando las sombras con los ojos muy abiertos

—Bueno, no hay razón para que estén enojados conmigo —dijo Gimli — No les hice daño.

—Lo mismo da —dijo Legolas— De todos modos le han hecho daño. Hay algo que está ocurriendo ahí dentro, o que está por ocurrir.

— ¿No sientes la tensión? — le preguntó Stella al elfo, quien asintió:

— Me quita el aliento.

—Yo siento que el aire es pesado —dijo el enano— Este bosque es menos denso que el Bosque Negro, pero parece mohoso y decrépito.

—Es viejo, muy viejo —dijo el elfo — Tan viejo que casi me siento joven otra vez, como no he vuelto a sentirme desde que viajo con niños como vosotros.

— ¿Niños? — dijo Aragorn mientras caminaba delante, el tono sarcástico podía notarse en su voz — ¿Entonces estas cortejando a una niña? — preguntó burlón dándose la vuelta para lanzarle una mirada divertida a su amigo.

Una carcajada de Gimli resonó en el bosque, seguida por la risa de Stella.

— Yo, no quise decir eso — dijo Legolas frustrado ante la broma, pero con una pequeña sonrisa en su rostro.

Luego de esto los cuatro cazadores se metieron en el bosque de Fangorn. Stella, Legolas y Gimli dejaron que Aragorn fuese adelante, buscando una pista. No había mucho que ver. El suelo del bosque estaba seco y cubierto con montones de hojas, pero imaginando que los fugitivos no se alejarían del agua, Aragorn retornaba a menudo a la orilla del río.

Fue así como llegó al sitio donde Merry y Pippin habían estado bebiendo y se habían lavado los pies. Allí, muy claras, se veían las huellas de dos hobbits, uno más pequeño que el otro.

—Buenas noticias al fin —concluyó Aragorn— Pero las marcas son de dos días atrás. Y parece que en este punto los hobbits dejaron la orilla del agua.

—¿Qué haremos ahora entonces? —dijo Gimli— No podemos perseguirlos todo a lo largo de Fangorn. No tenemos bastantes provisiones. Si no los encontramos pronto, no podremos ayudarlos mucho, excepto sentarnos con ellos y mostrarles nuestra amistad y morirnos juntos de hambre.

—Si en verdad eso es todo lo que podemos hacer, tenemos que hacerlo —dijo Stella, Aragorn asintió de acuerdo.

—  Sigamos. — dijo el Montaraz.

Llegaron al fin al extremo abrupto de la colina de Bárbol y observaron la pared de piedra con aquellos toscos escalones que llevaban a la elevada saliente. Unos rayos de sol caían a través de las nubes rápidas y el bosque parecía ahora menos gris y triste.

—¡Subamos para mirar un poco alrededor! —dijo Legolas — Todavía me falta el aliento. Me gustaría saborear un rato un aire más libre.

Los compañeros treparon. Aragorn iba detrás subiendo lentamente, mirando de cerca los escalones y las cornisas.

—Podría asegurar que los hobbits subieron por aquí —dijo— pero hay otras huellas, huellas muy extrañas que no entiendo. Me pregunto si desde esta cornisa podríamos ver algo que nos ayudara a saber a dónde han ido.

Se enderezó y miró alrededor, pero no vio nada de provecho. La cornisa daba al sur y al este, pero la perspectiva era amplia sólo en el este. Allí se veían las copas de los árboles que descendían en filas apretadas hacia la llanura por donde habían venido.

— ¡Miren! — dijo Legolas a Stella y Gimli.

—¿Mirar qué? —preguntó Gimli.

—Allí en los árboles. — dijo el elfo, Stella hizo silencio al verlo.

—¿Dónde? No tengo ojos de elfo. — se quejó Gimli

—¡Cuidado, habla más bajo! —dijo Legolas apuntando — Allá abajo en el bosque, en el camino por donde hemos venido. ¿No lo ves, pasando de árbol en árbol?

—¡Lo veo, ahora lo veo! —siseó Gimli— ¡Mira, Aragorn! ¿No te lo advertí? Todo en andrajos grises y sucios: por eso no pude verlo al principio.

Aragorn miró y vio una figura inclinada que se movía lentamente. No estaba muy lejos. Parecía un viejo mendigo, que caminaba con dificultad, apoyándose en una vara tosca. Iba cabizbajo y no miraba hacia ellos. En otras tierras lo hubieran saludado con palabras amables: pero ahora, al menos los tres hombres lo miraban en silencio, inmóviles, dominados todos por una rara expectativa; algo se acercaba trayendo un secreto poder, o una amenaza.

— Ese no es Saruman — murmuró Stella mirando al viejo.

Su corazón latía con rapidez de emoción y anticipación, ¿sería realmente Gandalf? Una cosa era segura, Saruman no era.  Stella se acercó al viejo rápidamente,  y cuando estuvo a unos pasos se detuvo, el resto de sus acompañantes estaban un par de metros atrás . Legolas tenía preparado el arco, era quien más cerca de ella se hallaba pues al verla avanzar decidida hacia el peligro desconocido no pudo evitar ir tras ella para garantizar que estuviese lo más segura posible.

— ¿Cuál es vuestro nombre? — preguntó Stella mirando al viejo detenidamente, si su casi inexistente ahora, memoria del libro no le fallaba, este debía de ser Gandalf, pero el aura mágica que irradiaba de él no se parecía en nada a la de Gandalf, era más poderosa, casi abrumadora. Como si Gandalf el Gris fuese apenas un viejo y olvidado recuerdo.

— Pensé que ya lo habrías adivinado, Saeianna — dijo el viejo susurrando la última parte para que solo Stella escuchara, hizo una pausa y volvió a dirigirse a ella — Has recordado el nombre que te fue dado y ahora estás completa.

Entonces se dió cuenta, era Gandalf, una brisa los golpeó y el manto gris se entreabrió y los compañeros vieron, ahora sin ninguna duda, que debajo estaba vestido todo de blanco

— ¡Saruman! — gritó Gimli alzando el hacha, pero la mano alzada de Stella en la distancia lo detuvo.

— Sólo quiero hablar — dijo el viejo con voz rasposa — ¡Feliz encuentro este! ¿Y qué podéis estar haciendo en estas regiones? Un elfo, un hombre, un enano y.... una Istari. Todos vestidos a la manera élfica. Detrás de todo esto hay sin duda alguna historia que valdría la pena. Cosas semejantes no se ven aquí a menudo.

— Perdona no haberte reconocido antes, Gandalf

Después de unos segundos donde todos permanecieron en silencio, Stella habló con una voz entrecortada:

— ¡Has vuelto! — dijo abrazándo al Istari.

— Así lo han querido los Valar — dijo él en respuesta — Es un placer verte de nuevo querida niña.
















⋆.ೃ࿔*:・⸙
¡Hola a todos!

¡¡Hemos llegado a las 1000 lecturas!!

¡¡Gracias por leer y apoyar mi fanfic, son los mejores!!

Espero estén disfrutando, me esforzaré aun más en la historia, para que continúen leyendo, sus votos y lecturas me motivan mucho a seguir escribiendo.

Si quieren pueden dejar un comentario abajo sobre qué es lo que más les gusta de la historia y que creen que pueda mejorar.

¡Gracias por leer!
¡Los adoro!
💚








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