DINASTÍA

Oleh Elyn_Blais

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«SEGUNDO LIBRO DE LA SAGA TORMENTA Y OSCURIDAD» Máximo Kuznetsov el rey de la mafia Rusa y Rafaella Riccardi... Lebih Banyak

SINOPSIS
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
EXTRA: Memorias
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
EXTRA: Una ragazza e un ragazzo
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
EXTRA: El día llegó.
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33
Capítulo 34
Capítulo 35
Capítulo 36
Capítulo 37
Capítulo 38
Capítulo 39
Capítulo 40
Capítulo 41
Capítulo 42
Capítulo 43
Capítulo 44
Capítulo 45
Capítulo 46
Capítulo 47
Capítulo 48 - Rey de Reyes
EXTRA: Golpe de realidad
Capítulo 49
Capítulo 51
Capítulo 52
Capítulo Final
EXTRA: Cadenas invisibles

Capítulo 50

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Oleh Elyn_Blais

Rafaella.

He tenido que dejar solos a mis hijos porque ha surgido un asunto de emergencia que debo atender.

Mis hombres han llamado.

Llevo años enteros siguiéndole el rastro a Nicola Del Campo, noches de desvelo planeando mi venganza y esperando pacientemente a que llegue el momento perfecto para cobrarme las deudas a mi favor.

Hace unos días tuve la oportunidad de matarlo y justo ahora ha vuelto a suceder. Otra vez, la vida me ha brindado una ocasión perfecta.

Está sin seguridad, escondido en una mansión en Prima Porta.

Quiero tenerlo frente a frente.

Mi sed de venganza era incalculable.

El dolor sordo de los recuerdos me atacaba y aunque no caló en mi interior, no le restó importancia. Me lastimo físicamente y pagará.

Todos aquellos que tienen deudas conmigo tendrán que saldarlas.

Acaricio el lomo de Erebo que va sentado en el asiento de copiloto.

Hoy lo alimentare.

Comerá lo que su dueña le brinde. Posiblemente se dé un banquete con la otra pierna que le queda.

Llegó al lugar donde indican las coordenadas. Desciendo del auto echando hacia atrás mi gabardina negra que va a juego con todo mi outfit. Voy directo hacia el jefe de operaciones que viene a mi encuentro con metralleta en mano, una glock 45 y una navaja con fuerza.

-La seguridad se ha marchado con su mujer y su hija.

Reviso el arma memorizando la posición de las balas y la guardo en mi espalda baja, guardo la navaja en la cara interna del brazo izquierdo, mientras el me ayuda a ponerme el auricular en la oreja.

-¿Adentro hay alguien más?

-Solo le queda un hombre.

-Busca su posición y mátalo.-asiente, por su intercomunicador da la orden de que se ejecute lo que he dicho.

-Hackea el circuito de seguridad y borra todo.-ordeno, caminando con la metralleta en frente y Erebo al costado.

En el piso se escucha el replique de mis botas negras de cuero que me dan hasta la rodilla.

Ya está anocheciendo y tengo que moverme rápido para retornar antes de que Máximo regrese a la mansión.

Ingreso a la propiedad. La luz tenue que ilumina la casa la hace lucir hermosa, su jardín es amplio. Camino en silencio hacia el interior, reviso todas las habitaciones de la primera planta con erebo caminando sigiloso detrás de mí, parece que en cualquier momento atacara, eliminando a cualquier enemigo.

No encuentro a nadie así que subo al siguiente nivel.

Reviso unas cuantas habitaciones hasta que deslumbro la luz encendida en una que esta al final del pasillo.

Abro la puerta de una patada y lo encuentro.

Abre los ojos asustado e intenta hacer un movimiento pero le disparo en la mano antes de que logre su cometido.

Mi león suelta un rugido que por una brevedad de segundos nos paraliza.

-¡Quédate quieto o te vuelo la cabeza!-no me mira, toda su atención está puesta en el animal y en la sangre que recorre su brazo.

-¡¿Cómo mierda me encontraste puta?!-intenta ponerse de pie y en reacción suelto una ráfaga de disparos por encima de su cabeza.

-¡Esa fue mi última advertencia!-me acerco y saco la cuerda que traigo guardada en mi gabardina.

Lo encuello por la espalda y susurro en su oído.

-Siempre te he estado observando, desgraciado, nunca me fui.-lo amarro contra la silla y hago nudos fuertes y que no se podrán desatar fácilmente.

-Yo no te mate perra, pero sabes que alguien más lo hará. Tienes enemigos mucho más grandes que yo.

Ya amarrado pateo la suya ubicándolo justo frente a mí, mientras yo me siento en el borde del escritorio.

-Más grandes que tu todos, pero nadie más grande que yo.

-Estados Unidos te matara a ti y al malnacido del Kuznetsov.

-A Estados Unidos lo tengo arrodillado ante mí.

-¡Algún día dejaras de reinar, perra desgraciada!

-Claro.-afirma.-Mis hijos reinaran después de nosotros.

-¡Tus malnacidos también lo harán!

La rabia me carcome por dentro haciendo que levante la pierna doblándole la cara de una patada. Por la comisura de sus labios brota un rastro de sangre.

-¡Malparido tú, gonorrea! ¡Te lavas la boca antes de nombrar a mis hijos!-me le voy encima tomándolo del cabello.-¡No hables de mis hijos!-de un movimiento clavo mi navaja en su muslo y arrastro el corte hasta la rodilla, provocando que sus gritos inunden su pordiosera oficina.

-¡Te voy a matar, maldita!

Levanto su navaja y de un solo corte levanto la primera capa de carne.

Lo desprendo de un tirón y se lo tiro a Erebo.

Grita y lo cacheteo para que se calle.

-No sabía que eras tan loca, hermanita.-escucho la voz de Franco por el auricular y un punto rojo se ubica detrás de la cabeza de Nicola.

-¿Qué haces aquí, Franco?

-No creerás que ibas a venir sola.-me rio cuando lo escucho.-Me ofendes al pensar eso.

-Mira el espectáculo que te daré, hermano.

-Estoy atento. Cuando ordenes le vuelo la cabeza.-asiento a sabiendas de que me observa.

Regreso a mi misión principal, darle de comer a mi cachorro.

Realizo otro corte en el lateral izquierdo, esta vez saco un poco más de carne, para que Erebo coma bien.

Vuelve a gritar u mi león ruge haciéndolo callar. Es impaciente como el dueño.

-Deberías tener claro que conmigo no se juega. A mí no se me toca, porque quien lo haga se arrepentirá toda la vida.

-Tu...-le cuesta hablar porque se está desangrando.-Tú y tu marido algún día morirán.

-Cuando seamos viejitos o cuando el destino así lo quiera, pero nadie nunca tendrá el gusto de decir que mataron a Rafaella Riccardi o Máximo Kuznetsov.

-La perra de tu abuela casi se lo carga.

-Pero me la cargue primero. Eso es un claro ejemplo de que somos intocables, pero no hablemos de mi familia. Hablemos de la tuya.

Su rostro se deforma.

-Con mi familia no te metas...

-Tu hija. ¿Sabes que ya la tengo fichada? La matare algún día, que no te quepa duda.

Intenta tomar un mechón de mi cabello pero me le aparto y levanto mi bota clavando mi tacón punta aguja en la carne abierta, siento como encuentro una parte dura, su hueso.

Se desmaya pero a cachetadas lo levanto, al momento de abrir los ojos mi león muerde la poca carne que le queda y de un tirón la arranca comiéndosela frente a sus ojos.

Sus gritos desgarradores me aturden, pero la satisfacción me recorre el cuerpo produciendo una descarga eléctrica que me pone a mil.

Sonrió victoriosa.

Se remueve intentando tomar su pierna y detener el sangrado que ya se ha encharcado debajo de la suela de mis hermosas botas Saint Laurent, mi león me mira atento con el hocico lleno de sangre, es tan abundante que gotea por su pelaje.

-Te tocara un baño, cachorrito.-le acaricio la cabeza.

A antes de que haga acopio de las últimas fuerzas que le quedan para gritar le clavo la navaja en el centro del cuello, desciendo abriendo su pecho y llegando hasta el abdomen viendo como se le salen los intestinos.

Si a algo hay que temerle es a las ansias de sangre que tiene la mafia italiana dirigida por los Riccardi, que somos los que no nos cuestionamos nada al momento de matar y dejamos nuestra marcas para que todo el mundo la vea y nos teman.

Abandono la casa y salgo a exterior donde me espera Franco con un rollo de papel desechable para limpiar la sangre que traigo. De inmediato uno de nuestros hombres me pone un banquillo que no se ni de dónde sacan y mi hermano me indica que me siente, mientras se pone de rodillas para tirar de mi mano y empezar a limpiarme uno por uno los dedos.

-No tienes que hacer esto.-le digo.-Puedo hacerlo sola.

-No dejare que te manches de su sangre otra vez. Suficiente ya has tenido.

-¿Quién te dijo que está aquí?

-¿Quién te dijo que apagues tu rastreador?

-Porque me viste desaparecer del mapa viniste tras de mí.

-Siempre estoy detrás, así que no es problema encontrarte. Además, es tu marido el que no sabe que tienes una operación montada desde hace años, no yo.

-Él quiere matarlo pero yo tenía que hacerlo.

-Nadie te quitara el mérito, mia stella.

-Que lo cuelguen en el centro de la plaza San Pedro para rendirme los honores que merezco.

Levanta mi bota en el aire y comienza a limpiar mis suelas. Lo hace con tanta dedicación que no puedo dejar de observarlo.

-No es necesario, Franco.

-No mancharas le piso de tu Bugatti con sangre podrida. ¿Te lastimo mucho, hermana?

-¿Quién?

-El Del Campo.

-Puros golpes físicos. No fue nada.-le restó importancia.

Suficiente tiene con sus culpas pasadas y sé que aunque le he dicho muchas veces que ya lo he perdonado, él no se ha perdonado a sí mismo.

-¿Te dolieron los golpes?

-Más me dolió cuando te fuiste a vivir a Ámsterdam. Así que no.

-Tenía que estudiar.

-Lo sé. Ese fue el único motivo porque lo acepte.

-Nunca debí haberme ido. Me arrepiento de haberlo hecho.

-No podemos devolvernos al pasado y corregirlo.

-Exacto. Solo nos queda afrontar.

-¿Ahora eres feliz, Rafaella?

-Más feliz que nunca. No sabes.-siento como la felicidad se expande por mi pecho.-Cuando me levanto y veo a Máximo a mi lado me siento de una manera que no te puedo explicar, los latidos de mi corazón se aceleran y lo único que deseo es tocarlo. Y mis hijos, no sabes lo que son mis hijos, me encanta mirarlos y hacerlos sonreír, a los tres les gustan las cosquillas, aunque a Máximo no tanto cuando lo hago en público, pero cuando lo hago en nuestra habitación se ríe a carcajadas aunque se haga el loco y grite que lo suelte.-me detengo.-Hable demás...¿Verdad?

Se ríe.

-Eres muy feliz entonces, no sabía que al Kuznetsov le gustaban las cosquillas.

-No le digas, Franco.-me pongo seria.-No te perdonaría si revelas nuestro más grande secreto. El solo se ríe conmigo y con nuestros hijos. Somos su debilidad.

-No diré nada, pero me alegro por ti, mia stella. Siempre he deseado para ti toda la felicidad del mundo, incluso por encima de la mia.

Termina con la charla y con el aseo y me apresuro en lavarle el hocico al león, lo hago yo misma porque nadie se le puede acercar, a cualquiera que hace el amago de hacerlo le gruñe amenazante.

Me despido y subo en mi auto regresando a casa pero me detengo cuando el teléfono empieza a sonar.

-¿Has visto la hora?-le pregunto a Verónica cunado respondo.

-Te envié un mensaje diciendo que el cenador Andrew quiere contactarse contigo.

-Te dije que no tengo nada que hablar con él.

-Pero no ha parado de llamar.

-¿Tiene tu número personal?

-No sé cómo lo habrá conseguido pero me está volviendo loca.

-Qué hombre para intenso.-concluyo.-Pásame la llamada.

Tarda unos segundos y escucho al senador hablar vía telefónica.

-Señora Riccardi.-saluda.

-Senador, Andrew.

-Hemos intentado comunicarnos con usted desde hace varios días, incluso hemos hecho lo imposible para comunicarnos con su esposo pero el señor Kuznetsov no está abierto al dialogo.-frunzo el ceño cuando hace alusión a Máximo.

-¿Para qué quiere comunicarse con mi esposo?

-Señora Riccardi, su padre y yo nos conocemos desde hace bastante tiempo, sé cómo funciona esto y se cómo se mueve su mundo. Rusia no ha dejado de atacarnos, hasta el día de hoy sus tanques militares rondan lo que quedó de la casa blanca. Dígale a su esposo que pare con esta guerra, señora Riccardi, la Organización gubernamental trabajará para usted. EE. UU los ofendió y ahora se rinde ante ustedes.

Una sonrisa diabólica se extiende mi mis labios.

-Llamare cuando tenga las cosas resueltas. Prepárese cenador porque sera usted quien asuma la presidencia de la república. Si me falla, ya sabe lo que pasará.

-Estoy a sus órdenes y espero su llamada. Pido clemencia por nuestra gente.

-Que tenga buena noche.

-Lo mismo...-corto porque no necesito escuchar más.

Rusia no ha parado los ataques eso es porque el Kuznetsov ha ordenado que no se cese en la destrucción.

Regreso a mi casa y me quito las botas. No pienso pisar mi casa con botas que podrían aún tener sangre.

Camino descalza hasta el interior encontrando todo vacío. Subo las escaleras, yendo a la habitación de mis hijos que ya duermen uno al lado de otro con los leones en la alfombra.

Ambos animales levantan la cabeza y les lanzó un beso para que vuelvan a dormir.

Voy hacia mi habitación y no hay rastro de Máximo pero si de una porción de torta en el velador. El postre me atrae pero más lo hace el hombre de espalda ancha que fuma parado en el balcón.

-Hola.-hablo vacilante.

-¿A dónde fuiste?-no voltea a mirarme y me acerco por su espalda, envolviéndolo con mis brazos.

-Tenía algo que hacer.

-¿Algo más importante que nosotros? Te dije que volvería lo más pronto posible.

-¿Estás enojado conmigo?-frunzo el ceño. Aunque no me pueda ver el rostro, sí que ha oído la dureza en mi voz porque se gira de inmediato.

-Te has largado sin avisar, sin seguridad y con mi león.

-¿Creí que habías dicho que también era mío?

-Ese no es el punto, Rafaella.

-¿Y cuál es el punto de tanto enfado? Si me he ido ha sido por algo importante.

Se cruza de brazo, levantando las cejas.

Está furioso. Su mandíbula está tensa.

-Estoy esperando a que me cuentes que es eso tan importante.

Ruedo los ojos.

-Si te pones así no te cuento nada.-hago un puchero con los labios y bufa derrotado.

-Aún estoy esperando.

-He alimentado a tu león.

-Lo alimentan todos los días.-alega.

-Se ha comido la pierna que le faltaba a Nicola.

Su mirada se ensombrece.

-¿Lo has matado?

-No esperes menos de mí, cariño. A mí el que me la hace me la paga. Incluido tu.-digo provocando que sonría con orgullo y se humedezca los labios.

-Puedes cobrarte mis deudas con folladas o con millones, tú decides. Estoy dispuesto a pagar.

Me guiña un ojo juguetón y yo me muerdo el labio inferior para provocarlo.

-Ha llamado un senador a suplicar que repliegues a tu ejército.-hablo mientras voy por mi torta y regreso con él, que ya está sentado en uno de los sillones que tenemos en nuestro balcón.

Me siento en sus piernas con plato en mano.

-Cuando todo quede destruido me detendré.-lo escucho mientras como una cuchara.

Está torta me encanta. Mi favorita de la vida.

-Necesito un estado para gobernar, amor. Él es el elegido, sabe cómo se mueve esto y eso me basta.-le comparto dándole en la boca.

-¿El será el nuevo presidente?-pregunta cuando termina de masticar.

-Aún no había decidido quien iba a tomar el lugar de Marc pero ahora que lo pienso, creo que es el indicado.-sigo comiendo.

-Dile que clame paz a nivel mundial y entonces replegare todas mis tropas.

-Se lo haré saber.

-¿Tienes cosas que hacer mañana?-interroga.

-En la mañana tengo que ir a la empresa, revisar algunos documentos, firmar un nuevo contrato para proveer armas a Italia y a otro país. Por la tarde estoy libre.

Mueve la cabeza asintiendo.

-Mañana tengo que ir a Rusia pero volveré para ir a la playa, necesito surfear.

-Coordinare todo para almorzar con los terremotos y esperar a que regreses.

Charlamos de unas cuantas cosas más y luego me meto bañar con él.

...

Al otro día me despierto y ya no está, asumo que lo que tiene que hacer es de suma emergencia porque el odia con pasión las mañanas.

Me dirijo a la habitación de mis hijos a levantarlos pero no estás. Voy al primer piso y los encuentro jugando con los leones y mi perro.

Nos sentamos a desayunar, los dos toman su leche mientras yo degustó mi café colombiano.

El más delicioso del mundo.

Escucho el sonido de un motor y me pongo en pie.

Abro un compartimiento que tengo de una pared escondida y saco una pistola que me guardo en la espalda baja. Máximo se fue por la mañana y no han avisado que alguien de mi familia venga de visita.

Salgo al jardín y lo primero que veo es a Pierre Kuznetsov.

¿Qué mierda hace ese perro en mi casa?

Saco el arma y apunto directo a su frente mientras me acerco. El hace lo mismo, apuntándome.

-¿Quién te dejo entrar, perro desgraciado?

-Baja el arma, perra.

-Bájala tú, perro.-refuto su petición.

«Parecemos niños chiquitos».

-¡Tía Rafaella!-escucho la voz de Erick y guardo la pistola tan rápido como puedo.

«Es muy pequeño para traumarlo».

-Cariño.-me pongo de cuclillas para recibirlo cuando viene corriendo hacia mí.

-Mi papi dice que mi tío le pidió que viniera a visitarlos. Quiero ver a mis primitos. Los he extrañado mucho.

¿Qué, que hizo Máximo?

Sonrió emocionada. Él le pidió a su hermano que lo trajera solo porque nuestros hijos lo querían ver.

Amo a ese hombre.

Dios, el me hace tan feliz.

-Mis hijos también te han extrañado mucho.-me pongo de pie y lo tomo de la mano ingresando a la sala.

Mis hijos grita emocionados su nombre y vienen corriendo hacia él.

La abejita le da un beso en la mejilla mientras lo abraza y Damiano le da la mano pero Erick lo rodea por los hombros atrayéndolo hacia su costado. Por una brevedad de segundo veo un intento de sonrisa en el rostro de mi hijo.

Se nota mucho la diferencia de edad entre ellos. Se llevan aproximadamente tres años.

En el caso de Sergio, no es mucha la diferencia pero se quieren con locura, al momento en que se ven ya no se quieren despedir.

Damiano siempre lo tiene presente y mi sobrino también a él. Son como hermanos. La abejita es otro tema, ella es muy celosa y no le gusta que su hermano se aleje de ella para jugar con su primo.

Le indico a Elena que ponga otro plato en la mesa para Erick.

-¿Podrías invitarle un plato de comida a mi papi, tía?-pregunta el pequeño.

En mi rostro se forma la sonrisa más falsa que he emitido en mi vida y asiento.

-Sí, cariño.-miro a Elena.-Échale veneno a su plato, por favor.-digo entre dientes.

Elena abre los ojos asustada y Pierre me fulmina con la mirada.

Mientras esperamos la comida Erick me cuenta que su madre ha regresado de su largo viaje y que se quedará para siempre.

-Le dije a mi hermano que te agradeciera por lo que hiciste.-me ahogo con mi café al escucharlo.

-¿Me agradeces?

-Sin ti no lo hubiese logrado. Eres increíblemente manipuladora.

-Lo soy.-sonrió orgullosa.

Terminamos con el desayuno y dejo a Gregori a cargo del cuidado de mis hijos para poder irme a ver a mi padre tranquila y luego pasar por mi empresa.

Ingreso a la mansión de mis padres y voy directo a la oficina del hombre que me vio crecer.

-Tanto tiempo sin verlo, señor Riccardi.

-Eso mismo digo, te vas a Rusia y te olvidas de todo.

-Eso suena a reproche.-cuestiono.

-Lo es.

-Sabes que fui porque la abuela de Máximo murió.

-Estoy al tanto.

-Fue muy triste, el señor Adriano se muestra fuerte pero debe ser doloroso.

-Ese viejo es un maldito.

-Es un buen hombre.

-No quiero hablar del enemigo.

-No son el enemigo.-me pongo sería, se acerca a besarme en la frente.

-No te enojes, principessa.-me-me abraza.-Supongo que es difícil ¿En la despedida le llevaron girasoles?

-Si.-asiento moviendo la cabeza.-¿Cómo sabes que le gustaban los girasoles?

-Uno debe saber todo sobre el enemigo.

-Papi.-refunfuño.

-Ya. Ya. Lo tengo claro.

Le cuento sobre la propuesta del presidente que he elegido y le parece bien. Así que no dudo más.

Al salir de la casa voy a mi empresa. Apenas llegó ya me está esperando Verónica con documentos sobre la mesa.

-Tienes que firmar aquí.-señala.-Y aquí.

-¿Algo más?

-¿El negocio con los turcos lo cerraremos?

-Sí, no veo porque no hacerlo.

-Quieren un arma que no tenemos.

-Pues se la diseño y se la fabricó en una semana, ¿Cuál es el problema?

-Ninguna, pensé que no estabas dispuesta a hacerlo.

-Es un reto para mí misma. La haré mejor de lo que esperan. Fabricare una puta maravilla.

-Trae el contrato con los turcos y envíales el documento para que lo remitan firmado.

-Entendido, ahorita te lo traigo.

Sale y me quedo revisando los pormenores de los documentos.

-Tu suegro está afuera.-ingresa y pega la espalda a la puerta con temor.

-¿Ha dicho a qué viene?

-Dice que quiere hablar contigo. ¿Quieres que llame a seguridad?

-No es peligroso. Hazlo pasar.

-¿Estás segura?

-Sí, dile que pase.

Vuelve a salir y después de unos minutos es Fabio el que ingresa.

-Buenos días, Rafaella.-saluda acercándose.

Me pongo en pie para dejar un beso en su mejilla.

-No sabía que vendrías.

-No es una visita de negocios así que supuse que no debía pedir cita.

-Eres bienvenido en mi casa, lo sabes.

-Es domingo, Máximo debe estar ahí.

-Fue a Rusia está mañana.

-¿Ah, sí?-pregunta extrañado.-Seguro Adriano lo ha mandado a llamar.

-Supongo que ha sido así.

-Vengo por otro asunto.

-Coméntame.

-En unos días es el cumpleaños de Máximo y quería que por favor vengas a Rusia con el.

-Celebraremos su cumpleaños en casa, Fabio. No iremos a Rusia.

-En todo caso, ¿Puedo ir a tu casa ese día?

-No creo que sea buena idea.

-Son muchos años los que Máximo me ha impedido acercarme en celebraciones importantes. Tal vez no sea buena idea pero no importunare, solo tengo que entregarle algo y me iré.

-Fabio...-no quiero rechazarlo de manera brusca.

A mi esposo no le gustará en lo absoluto que él se presente el día de su cumpleaños.

Suficiente tengo con hablar invitado a Renzo y a Pierre. AL segundo solo por su hijo.

-Solo serán unos minutos, le entregaré algo y me iré, lo prometo.

-¿No será una bomba, verdad?

-Es algo especial.

-Bien.-acepto.-Solo un segundo.

-En navidad...

-Tampoco pidas tanto que yo no soy Santa Claus.

Se ríe fuerte.

-Entonces, me conformo con estar en su cumpleaños.

-Estaba bromeando.-me rio.-Eres bienvenido en noche buena, aparte, si no te invito tu padre jodera y a Máximo no le gusta que su abuelo no esté feliz.

-El viejo es pesado.

-Papá dice lo mismo, pero me lleva flores siempre que me ve, así que para mí es un ángel.

Un destello de algo extraño se refleja en su mirada...No sé si sea buen idea juntarlos a todos en noche buena.

Lo último que me faltaría es que se maten.

El odio es fuerte entre estos.

Es la primera vez que dudo tanto de algo. Es como juntar, al gato, al perro y al ratón. Nunca sabes si saldrá bien.

Se despide y se marcha. Yo salgo detrás regresando a mi casa y reuniéndome con mis hijos.

Juntos esperamos a su padre que llega pasadas unas horas.

Nos montamos en una camioneta todo terreno y nos vamos a nuestra casa de playa que en la parte trasera aparenta ser una casa de bosque.

Mi hijo surfea con su padre, Máximo lo sube sobre sus hombros mientras corren olas juntos. Damiano está más que feliz porque justo por esto aprendió a nadar, porque le encanta estar en el agua.

La abejita arma castillos de arena conmigo y sobre cada torre ponemos una princesa de Disney acompañadas de algún carro de F1 de la colección de mi hijo.

Cuando llega el turno de Bianca se va con el padre en busca de una buena ola. Máximo la lleva sentada en la tabla mientras cada rato besa su mejilla y ella lo sujeta con fuerza de la cabeza para que no deje de hacerlo.

Mi hija está loca de amor por el padre.

A horas de la noche regresamos a casa con nuestros hijos dormidos y nosotros más que agotados.







Hola, Tormentas!! Tenemos un muerto que nos alegra la noche.

Quedan pocos caps, asi que se nos acerca la recta final.

Ceméntenme si les gusto la lectura.

Besos🖤 

-Elyn.






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