Nuvanna || El Señor De Los An...

By Sailor-Moon_1

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La Tierra Media, de esplendor inconmensurable, árboles con hojas color verde oscuro, otros con hojas verde ti... More

✦.:🍄🌱↝Antes de Leer↜🌱🍄:.✦
✦.:🍄🌱↝ Playlist ↜🌱🍄:.✦
✦.:🍄🌱
✦.:🍄🌱↝Introducción↜🌱🍄:.✦
✦.:🍄🌱↝Arco Primero↜🌱🍄:.✦
¹✦.:🌱→ Un lugar desconocido
²✦.:🌱→ Entre plantas y sol
³✦.:🌱→ Advertencias y últimas despedidas
⁴✦.:🌱→ La Compañía del Anillo
⁵✦.:🌱→ Presentaciones
⁶✦.:🌱→ El Anillo va hacia el Sur
⁷✦.:🌱→ Un largo viaje inicia
⁸✦.:🌱→ Rumbo a Caradhras
⁹✦.:🌱→ Nieve y más nieve
¹⁰✦.:🌱→ La llegada a las Minas de Moria
¹¹✦.:🌱→ Tentáculos Viscosos
¹²✦.:🌱→ La Tumba de Balin
¹³✦.:🌱→ El Puente de Khazad-dûm
¹⁵✦.:🌱→ La Belleza de Lothlórien
¹⁶✦.:🌱→ Descanso en los árboles
¹⁷✦.:🌱→ El Espejo de Galadriel
¹⁸✦.:🌱→ Adiós Lórien
¹⁹✦.:🌱→ La disolución de la Compañía
✦.:🍄🌱↝Arco Segundo↜🌱🍄:.✦
²⁰✦.:🌱→ El Comienzo de un nuevo viaje
²¹✦.:🌱→ Fangorn
²²✦.:🌱→ Rumbo a Meduseld
²³✦.:🌱→ El Rey del Castillo de Oro
²⁴✦.:🌱→ El abismo de Helm
²⁵✦.:🌱→ El Camino a Isengard
²⁶✦.:🌱→ Saruman, Pippin y el Palantir
✦.:🍄🌱↝Arco Tercero↜🌱🍄:.✦
²⁷✦.:🌱→ Minas Tirith
²⁸✦.:🌱→ Los Campos de Pelennor
²⁹✦.:🌱→ La última batalla
³⁰✦.:🌱→ La calma después de la tormenta
✦.:🍄🌱↝Epílogo↜🌱🍄:.✦
✦.:🍄🌱↝Agradecimientos↜🌱🍄:.✦

¹⁴✦.:🌱→ Llegada a Lothlórien

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By Sailor-Moon_1

Un llanto desgarrador afloró de Stella cuando por fin estuvieron a salvo, fuera de las Minas de Moria. Junto a ella podía escuchar a Sam y Frodo llorar, Pippin se acercó abrazándola. Sentada en el suelo, bajo el sol arañó el pasto con sus manos, sentía que algo iba a estallar dentro de ella, no podía soportar tanta tristeza.

Cerró sus ojos, y se aferro con más fuerza al pasto bajo sus manos, intentando aferrarse a la cordura que le quedaba. Su magia pareció descontrolarse una tenue neblina dorada pálida que surgía de sus manos avanzó sobre el pasto a su alrededor.

Aragorn abatido y acongojado, al igual que Legolas y el resto observaron preocupados como el pasto parecía crecer alrededor de ellos:

— Stella — dijo Aragorn acercándose a ella, quien lloraba desconsolada.

Legolas sentía que su corazón se estrujaba aún más cuando escuchaba sus quejidos, por alguna razón, a pesar de haber visto alguna que otra vez a mujeres, hombres y elfos llorar desconsolados sin provocar nada más que pena y tristeza en él, el verla llorar a ella era algo que no podía soportar:

— Stella — dijo suavemente acercándose el también.

Aragorn se arrodilló junto a ella, y la abrazó:

— Todo va a estar bien — dijo, Stella pareció calmarse, una inhalación entrecortada escapó de sus labios, y con ella más lágrimas, sus poderes se salieron de control.

— Debes detenerte, nos enterraras a todos en este pasto — dijo Aragorn, al cual ahora el pasto le llegaba un poco más arriba de las rodillas.

La chica tomó varios respiros profundos, Legolas puso una mano en su espalda y la ayudó a ponerse en pie. Tratando de no pensar en lo que había pasado Stella se acercó a Frodo y Sam, a quienes envolvió en un abrazo:

— Debemos avanzar — dijo con voz ronca, los hobbits asintieron cabizbajos.

...

Hacia el sur las Montañas Nubladas se perdían de vista a la distancia. A menos de una milla y un poco por debajo de ellos, pues estaban aún a regular altura al costado oeste del valle, había una laguna. Era larga y ovalada, como una punta de lanza clavada profundamente en la garganta del norte; pero el extremo sur se extendía más allá de las sombras bajo el cielo soleado.

Sin embargo, las aguas eran oscuras: un azul profundo como el cielo claro de la noche visto desde un cuarto donde arde una lámpara. La superficie estaba tranquila, sin una arruga. Todo alrededor una hierba suave descendía por las laderas hasta la orilla lisa y uniforme.

—El Lago Espejo, ¡el profundo Kheled-zâram! —dijo Gimli— Recuerdo que él dijo: «¡Ojalá tengáis la alegría de verlo! ¡Pero no podremos demorarnos allí!» Mucho tendré que viajar antes de sentir alguna alegría. Soy yo quien ha de apresurarse y él quien ha de quedarse.

La Compañía descendió ahora por el camino que nacía en las puertas. Era abrupto y quebrado y se convertía casi en seguida en un sendero y corría serpenteando entre los brezos y retamas que crecían en las grietas de las piedras. Pero todavía podía verse que en otro tiempo un camino pavimentado y sinuoso había subido desde las tierras bajas del Reino de los Enanos. En algunos sitios había construcciones de piedra arruinadas junto al camino y montículos verdes coronados por esbeltos abedules, o abetos que suspiraban en el viento.

El camino corría ahora hacia el sur y descendía rápidamente, alejándose de los brazos del valle. Un poco por debajo del lago tropezaron con un manantial profundo, claro como el cristal; el agua fresca caía sobre un reborde y descendía centelleando y gorgoteando por un canal abrupto abierto en la piedra.

—Este es el manantial donde nace el Cauce de Plata —dijo Gimli—. ¡No bebáis! Es frío como el hielo.

—Pronto se transforma en un río rápido y se alimenta de muchas otras corrientes montañosas —dijo Aragorn—. Nuestro camino lo bordea durante muchas millas. Pues os llevaré por el camino que Gandalf eligió y mi primer deseo es llegar a los bosques donde el Cauce de Plata desemboca en el Río Grande y más allá.

Miraron adonde señalaba Aragorn y vieron ante ellos que la corriente descendía saltando por el valle y luego corría hacia las tierras más bajas perdiéndose en una niebla de oro. Stella poco observaba, avanzaba junto a Legolas un aire triste podía respirar a su alrededor, en un intento por distraer el elfo junto a ella puso una mano en su hombro, y señaló hacia adelante allí donde la vista no alcanzaba a ver:

—¡Allí están los bosques de Lothlórien! —dijo Legolas y se sintió mejor al ver que la chica le prestaba atención y miraba hacia donde señalaba — La más hermosa de las moradas de mi pueblo. No hay árboles como ésos. Pues en el otoño las hojas no caen, aunque amarillean. Sólo cuando llega la primavera y aparecen los nuevos brotes, caen las hojas, y para ese entonces las ramas ya están cargadas de flores amarillas; y el suelo del bosque es dorado y el techo es dorado y los pilares del bosque son de plata, pues la corteza de los árboles es lisa y gris. ¡Cómo se me alegraría el corazón si me encontrara bajo las enramadas de ese bosque y fuera primavera!

Al terminar de hablar Stella sonrió una sonrisa tenue, imaginando los bosques de Lothlórien tal y como Legolas los describía.

—A mí también se me alegraría el corazón, aunque fuera invierno —dijo Aragorn—. Pero el bosque está a muchas millas. ¡De prisa!


...

Durante un tiempo, Stella y Sam consiguieron seguir a los otros de cerca, pero Aragorn los llevaba a paso rápido y al cabo de un rato se arrastraban muy atrás. No habían probado bocado desde la mañana temprano. A Sam y a Stella las heridas les quemaban como un fuego y sentían que se les iba a la cabeza. A pesar del sol brillante el viento parecía helado luego de la tibia oscuridad de Moria.

Stella se estremeció al sentir un ráfaga de viento pasar junto a ella descubría que cada nuevo paso era más doloroso que el anterior y jadeó sin aliento. Legolas quien caminaba junto a ellos preocupado por la chica y también por el hobbit, se acercó cuando la vio tambalearse a un lado teniéndole su brazo para que se sujetara.

Alzando la voz, el elfo llamó entonces a Aragorn:

— ¡Aragorn! — llamó — No podemos avanzar más, Stella y Sam deben de ser tratados cuanto antes.

Los otros se detuvieron y Aragorn corrió de vuelta, llamando a Boromi

—¡Lo lamento, Stella, Sam! —exclamó, muy preocupado — Tantas cosas ocurrieron hoy y hubo tanta prisa, no podíamos detenernos hasta estar lejos de Moria y los orcos. No hicimos nada para aliviarlos, como era nuestro deber, debimos parar aunque todos los orcos de Moria vinieran detrás. ¡Vamos! Un poco más allá hay un sitio donde podríamos descansar un momento. Allí haré por ustedes lo que esté a mi alcance. — el dunedaín cargó entonces a Sam y se giró hacia Boromir y Legolas — Lleven ustedes a Stella — dijo y echó a marchar.

De un lado de Stella se posicionó Boromir y del otro Legolas, y cada uno pasó sus brazos por encima de los hombros de la jóven ayudándola a caminar hasta el lugar donde decidieron detenerse.

Poco después llegaron a otra corriente de agua que descendía del oeste y se unía burbujeando al tormentoso Cauce de Plata. Juntos saltaban por encima de unas piedras de color verde y caían espumosos en un barranco. Alrededor se elevaban unos abetos torcidos; las riberas eran escarpadas y cubiertas con helechos y matas de arándanos. En el extremo de la hondonada había un espacio abierto y llano que el río atravesaba murmurando sobre un lecho de piedras relucientes. Aquí descansaron.

Eran casi las tres de la tarde y estaban aún a unas pocas millas de las puertas. El sol descendía ya hacia el oeste. Mientras Gimli y los dos hobbits más jóvenes encendían un fuego con ramas y hojas de abeto y traían agua, Aragorn atendió a Sam y a Stella. La herida de Sam no era profunda, pero tenía mal aspecto y Aragorn la examinó con aire grave. Al cabo de un rato alzó los ojos aliviado.

—¡Buena suerte, Sam! —dijo —. Muchos han recibido heridas peores como prenda por haber abatido al primer orco. La herida no está envenenada, como ocurre demasiado a menudo con las provocadas por estas armas. Cicatrizará bien, una vez que la hayamos atendido. Báñala, cuando Gimli haya calentado un poco de agua. ¿Stella quedan algunas de las pócimas que trajiste? — preguntó a la chica.

— No, todas se destruyeron en Moria — dijo apesadumbrada

Aragorn entonces abrió un saquito y sacó unas hojas marchitas.

—Están secas y han perdido algunas de sus virtudes —dijo —, pero aún tengo aquí algunas de las hojas de athelas que junté cerca de la Cima de los Vientos. Machaca una en agua y lávate la herida y luego te vendaré. ¡Ahora te toca a ti, Stella!

La chica casi deja escapar un quejido cuando Aragorn retiró el torniquete improvisado. La herida tenía mal aspecto, medía quizá unos cuatro centímetros y parecía profunda, estaba rodeada de una capa blanca en los bordes y en el medio sangre y pus se encontraban. Aragorn no dijo nada, Stella sospechaba, por el aspecto de que no era nada muy ligero.

Stella buscó sus ojos, intentando descifrar que tan mal estaba, pues no tenía mucha experiencia en heridas.

— La herida está envenenada — dijo Aragorn luciendo abatido — Pon esto en tu boca Stella — dijo dándole un pedazo de tela — Va a doler un poco.

Como dijo Aragorn los pasos que se sucedieron para curar la herida dolieron, primero vertieron en ella agua tibia y limpia, luego con un pequeño cuchillo Aragorn raspó el lugar donde parecía haberse encarnado el veneno y pus, con esto la herida drenó y después con un pañuelo la limpiaron, finalmente untó un pasta hecha de athelas que machacaron.

— Es lo mejor que puedo hacer — dijo Aragorn terminando de colocar un torniquete un poco más arriba de la rodilla, no creía que el veneno hubiese caminando mucho y creía que esto se debía a la naturaleza Istari de la chica, pero mejor prevenir que lamentar.

— Gracias, me siento mejor, me duele menos — dijo Stella intentando pararse.

— Frodo, ¿tu estás bien? — dijo Aragorn — Una flecha llegó a darte si mal no recuerdo, déjame ver.

Fue entonces que descubrieron la cota de mithril que Bilbo le había obsequiado, Stella los observó conversando y un poco más animados, echaba de menos a Gandalf. Cerró sus ojos con fuerza, intentando desviar sus pensamientos. Observó entonces a Frodo, quien conversaba con Aragorn y el resto, se sentía aliviada de haber podido desviar la lanza de aquel orco del hobbit.

...

Luego de comer, la Compañía se preparó para partir. Apagaron el fuego y borraron todas las huellas. Trepando fuera de la hondonada volvieron al camino. No habían andado mucho cuando el sol se puso detrás de las alturas del oeste y unas grandes sombras descendieron por las faldas de los montes. La noche les velaba los pies y una niebla se alzó en las tierras bajas. Lejos en el este la luz pálida del anochecer se extendía sobre unos territorios indistintos de bosques y llanuras.

Stella caminaba a la cabeza con Aragorn, sintiéndose casi renovada después de limpiar y curar su herida. Ella iba prestando atención al viento, los árboles y a los sonidos a su alrededor. Por segunda vez desde que había caído el crepúsculo escuchó el sonido de pisadas apresuradas y bruscas.

"Cómo me encantaría tener a Hwesta aquí."— pensó Stella, si el cuervo estuviese ahí podría localizar más fácilmente a Gollum y aprenderlo.

El ulular de una lechuza se escuchó cerca, Stella palpó sus poderes, haciéndolos aflorar lo más discretamente posible, buscando a la lechuza, para su suerte se encontraba a en unos árboles frente a ellos.

—¿Qué pasa? — escuchó Stella que preguntó el enano a Frodo.

—No sé —respondió Frodo— Creí oír el sonido de unos pasos y creí ver una luz... como ojos. Me ocurrió muchas veces, desde que salimos de Moria.

— Aragorn — murmuró Stella llamando la atención del dunedaín — Es Gollum — dijo bajando aún más la voz.

— No podemos detenernos a aprenderlo — respondió este.

El buho ululó en dirección a ella, y con una simple orden murmurada "Rad- hon" la criatura hecho a volar.

Stella no estaba segura si lo mejor era aprender a Gollum, pues la criatura cumplía un papel importante al guiar a Frodo y Sam a través de Mordor, si bien los había traicionado luego pero los había guiado lo suficiente como para llegar al lugar que necesitaban. Por ahora planeaba detener a la criatura, retrasarla, pues temía las cosas siguieran un rumbo distinto y el anillo en manos de Gollum sería una catástrofe.

Pronto la lechuza regresó ululando, a través de los ojos del animal Stella pudo localizar a Gollum. Se centró entonces en su poder y haciendo que los árboles levantarán sus raíces las envolvieran alrededor de la criatura, apresandolo con éxito.


...

El viento frío de la noche sopló valle arriba. Ante ellos se levantaba una ancha sombra gris y había un continuo rumor de hojas, como álamos en el viento.

—¡Lothlórien! —exclamó Legolas— ¡Lothlórien! Hemos llegado a los límites del Bosque de Oro. ¡Lástima que sea invierno!

Los árboles se elevaban hacia el cielo de la noche y se arqueaban sobre el camino y el arroyo que corría de pronto bajo las ramas extendidas. A la luz pálida de las estrellas los troncos eran grises y las hojas temblorosas un débil resplandor amarillo rojizo.

—¡Lothlórien! —dijo Aragorn— ¡Qué felicidad oír de nuevo el viento en los árboles! Nos encontramos aún a unas cinco leguas de las puertas, pero no podemos ir más lejos. Esperemos que la virtud de los elfos nos ampare esta noche de los peligros que vienen detrás.

—Si hay elfos todavía aquí en este mundo que se ensombrece —dijo Gimli.

—Ninguno de los míos ha vuelto a estas tierras desde hace tiempo —dijo Legolas—, aunque se dice que Lórien no ha sido abandonado del todo, pues habría aquí un poder que protege a la región contra el mal. Sin embargo, esos habitantes se dejan ver raramente y quizá viven ahora en lo más profundo del bosque, lejos de las fronteras septentrionales.

—Viven en verdad en lo más profundo del bosque —dijo Aragorn y suspiró como recordando algo—. Esta noche tendremos que arreglárnoslas solos. Iremos un poco más allá, hasta que los árboles nos rodeen, y luego dejaremos la senda y buscaremos donde dormir.

Dio un paso adelante, pero Boromir parecía irresoluto y no lo siguió.

—¿No hay otro camino? —dijo

—¿Qué otro camino querrías tú? — saltó Stella, Aragorn colocó una mano sobre su hombro intentando que no se exaltara más.

—Un camino simple, aunque nos llevara a través de setos de espadas —dijo Boromir—. Esta Compañía ha sido conducida por caminos extraños y hasta ahora con mala fortuna. Contra mi voluntad pasamos bajo las sombras de Moria y hacia nuestra perdición. Y ahora tenemos que entrar en el Bosque de Oro, dices. Pero de estas tierras peligrosas hemos oído hablar en Gondor y se dice que de todos los que entran son pocos los que salen y menos aún los que escapan indemnes.

— Tonterías, no es peligroso — dijo Stella observando a su alrededor, recordaba leer que aquí la Compañía descansaba y curaba sus heridas bajo el cuidado de los elfos que allí vivían, además de que Radagast y Gandalf le habían hablado de sus habitantes, y de que este era el lugar donde quizá obtendría respuestas — Creo que la sabiduría se ha perdido en Gondor si ahora se habla así de Lórien.

—No digas indemne pero sí sin cambios y estarás más en lo cierto Boromir.  —dijo Aragorn —Me temo que concuerdo con Stella si en la ciudad de aquellos que una vez fueron sabios ahora se habla así de Lothlórien. De cualquier modo, no hay para nosotros otro camino, salvo que quieras volver a las Puertas de Moria, escalar las montañas que no tienen caminos, o ir a nado y solo por el Río Grande.

—¡Entonces, adelante! —dijo Boromir—. Pero es peligroso.

—Peligroso, es cierto —dijo Aragorn— Hermoso y peligroso, pero sólo la maldad puede tenerle miedo con alguna razón, o aquellos que llevan alguna maldad en ellos mismos. ¡Seguidme!

Caminaron en silencio el siguiente tramo, Stella caminaba ahora junto a Legolas, Sam y Frodo:

— Señorita Stella, el señor Legolas mencionó que Lothlórien no está abandonada del todo, ¿cree usted que veremos a algún habitante? — preguntó Sam evidentemente emocionado de ver la belleza de la que había contado Legolas tenía este pueblo.

— Puede ser, Sam. Aunque no debemos apresurarnos con conjeturas pues el destino es caprichoso y no gusta de sonreírle a aquellos en necesidad de su suerte. — le respondió Stella.

Ambos hobbits le dirigieron una mirada curiosa:

— A veces me recuerdas a Gandalf — comentó Frodo, la mención del mago haciendo que el corazón de la jóven se estrujara, Legolas no falló en notar esto y se apresuró a sostener su mano. Stella le agradeció el gesto con una media sonrisa y dando un suave apretón a su mano de vuelta.

...

Pronto se adentraron en el bosque, y luego de caminar poco más de una milla, encontraron el río Nimrodel, el sonido de la cascada y el agua hasta cierto punto mágica que bañó los pies de Stella al pasar alivio el cansancio en estos y el dolor que sentía en la herida.

Luego de caminar un poco más, se encontraban en el lugar donde planeaban pasar la noche, Legolas parecía emocionado de estar en Lothlórien, sus historias sobre el lugar despertaron la curiosidad en Stella, que casi nada recordaba de estas pues hacía demasiado tiempo que había leído la historia en que ahora se encontraba.

— Se dice que ella vive en una casa construida en las ramas de un árbol, cerca de la cascada, pues tal era la costumbre entre los elfos de Lórien, vivir en los árboles y quizá todavía lo hacen. Por eso se los llamó los Galadrim, las Gentes de los Arboles. En lo más profundo del bosque los árboles son muy grandes. La gente de los bosques no habitaba bajo el suelo como los enanos, ni levantó fortalezas de piedra hasta que llegó la Sombra. — dijo Legolas contándoles sobre el lugar.

—Y aún ahora podría decirse que vivir en los árboles es más seguro que sentarse en el suelo —dijo Gimli.

Miró más allá del agua el camino que llevaba de vuelta al Valle del Arroyo Sombrío y luego alzó los ojos hacia la bóveda de ramas oscuras.

—Tus palabras nos traen un buen consejo, Gimli —dijo Aragorn— No podemos construir una casa, pero esta noche haremos como los Galadrim y buscaremos refugio en las copas de los árboles, si podemos. Hemos estado sentados aquí junto al camino más de lo prudente.

No lejos de los saltos de Nimrodel encontraron un grupo de árboles, que en algunos sitios se inclinaban sobre el río. Los grandes troncos grises eran muy gruesos, pero nadie supo decir qué altura tenían.

— Subiré — dijo Legolas a la par que Stella, ambos emocionados pues para los dos era la primera vez viendo este tipo de árbol.

Stella quería ver de cerca las hojas del árbol, y sus ramas y tal vez, solo tal vez, estar junto a Legolas. Casi como en sintonía con lo que ella había pensado el elfo se dirigió a ella:

— ¿Milady? — dijo Legolas extendiendo una mano hacia Stella para ayudarla a trepar con él a la copa del árbol, Stella no lo pensó y tomó su mano, sintió unas cosquillas al hacerlo en su pecho, en su mano al hacer contacto con la de él y mariposas en su estómago. Legolas sentía lo mismo, a decir verdad el elfo se había puesto nervioso al pedirle subir junto a él al árbol. Ella parecía tener una habilidad para sacar a relucir distintas emociones en él: alegría, emoción, nervios y un cosquilleo en su estómago al tomar su mano o acercarse a ella, también hacia que sin percatarse él sonriera.

Ambos se dieron una sonrisa cómplice dispuestos a subir, olvidando que a su alrededor habían ojos que los observaban, los de Aragorn les dirigían una mirada divertida, que no escondía aquel brillo conocedor de lo que estaba pasando entre ellos, era una mirada muy similar a la que les dieron Pippin y Merry.

— Mellyrn los llaman — dijo el elfo tirando del brazo de la chica ayudándola a subir a una rama baja.

— ¿Son los que tienen las flores amarillas? — preguntó ella, recordando haber visto un nombre de árbol parecido en uno de los cuadernos escritos por Radagast.

— Sí — contestó Legolas tomando una hoja que reposaba sobre una rama, y enseñándosela a Stella.

Legolas no supo en que momento dejó de mirar la hoja para mirarla a ella y la forma en que sus ojos se posaba intrigados en la hoja, como su mano envolvía la de él para verla más de cerca.

Stella se sentía intrigada por la hoja de Mellyrn, nunca había visto nada como tal, tan dorada y sin embargo sentía a través de sus poderes que irradiaba vitalidad. Era distinta a las hojas que había visto hasta ahora en este y el otro mundo del que provenía. Sostuvo las manos de Legolas en las suyas, acercandolas a ella para ver mejor la hoja. Quizá podía llevarsela para añadirla al libro de estudios de Radagast.

—De cualquier modo —dijo Pippin sacándolos del pequeño mundo donde estaban ambos — tendrían que ser árboles maravillosos si pueden ser un sitio de descanso para alguien, además de los pájaros. ¡No puedo dormir colgado de una rama!

—Entonces cava un agujero en el suelo —dijo Legolas —, si está más de acuerdo con tus costumbres. Pero tienes que cavar hondo.

— Y muy rápido — continuó Stella — o no escaparás a los orcos.

Ambos subieron al árbol ágilmente, las ramas eran fuertes y gruesas alzándose ahora a bastante altura por encima del resto de la Compañía. Ambos se sentaron en una rama, sus manos se encontraron sorprendiendo a ambos, y antes de que pudiesen decir o hacer nada una voz habló a sus espaldas:

— ¡Daro! — dijo la voz con urgencia.

Legolas tomó su mano sin pensarlo y la llevó a paso rápido a la rama por la que habían subido, pronto ambos se hallaban en el suelo.

—¡Quietos todos! —les susurró a los otros— ¡No os mováis ni habléis!

Una risa dulce estalló allá arriba y luego otra voz clara habló en una lengua élfica. Stella entendía poco de lo que se decía, pues poco sabía de la  lengua élfica en general, sabia las bases de esta pero no más, entendió algo sobre respirar fuerte. Legolas levantó la cabeza y respondió en la misma lengua.

—¿Quiénes son y qué dicen? —preguntó Merry.

—Son elfos —dijo Sam— ¿No oyes las voces?

—Sí, son elfos —dijo Legolas— y dicen que respiráis tan fuerte que podrían atravesaros con una flecha en la oscuridad. —Sam se llevó rápidamente la mano a la boca.—Pero también dicen que no tengáis miedo. Saben que estamos por aquí desde hace rato. Oyeron mi voz del otro lado del Nimrodel y supieron que yo era de la familia del Norte y por ese motivo no nos impidieron el paso. Ahora me invitan a que suba con Frodo; pues han tenido alguna noticia de él y de nuestro viaje. A los otros les dicen que esperen un momento y que monten guardia al pie del árbol, hasta que ellos decidan.

Solo cuando Legolas dió un paso al frente hacia la escalera de cuerda que había bajado del árbol, fue que Stella se percató de que aún seguían tomados de las manos.





.:°🌱🌾°:.

Rad- hon— Encuéntralo

















⋆.ೃ࿔*:・⸙  

¡Hola a todos!

Ya estamos en 500 lecturas
🎉🎊🥳

Espero estén disfrutando del fanfic

Gracias por leer
¡Los adoro!
💚

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