P.O.V. Angie.
Mis primas, Benja y yo estábamos en la parada para tomar el transporte público que nos llevaría a la prepa.
—Miren, ahí está nuestra micro, esa es la ruta que nos dejará ahí cerca de la escuela—nos dijo Benja—.
—Ok—dijo Ana Ju mirando hacia allá—.
—¡Suben!—gritó Benja—.
—¿Nos subimos por la de enfrente?—prehunto Lili—.
—Así es—nos dijo él, este plantó y los cuatro nos subimos—buenas tardes, cuatro a la catorce por favor.
Un señor que vendía cosas hablaba, con mis primas nos miramos y reímos divertidas. Quizás parecería ridículo pero todo era nuevo para nosotras, primero porque antes vivíamos en Madrid, y ahora porque siempre pasábamos encerradas en casa y con nuestros lujos, no experimentábamos estas cosas.
Salí de mis pensamientos cuando sentí que alguien tomó mi mano. Era Benjamín, miré nuestras manos y después a él, este me sonreía así que correspondí su sonrisa.
—¿Qué? ¿Ya se asustaron en su primera subida al transporte público?—dijo él divertido hacia mis primas quienes miraban todo—.
—Para nada, no somos fresas, somos bastante alivianadas, nos gusta conocer gente buena—dijo Ana Ju—personas que luchan por traer comida a su casa, además, está pudo haber sido la vida de mi hermana y la mía si los Torrenegro no nos hubieran adoptado.
—Y quizás también la mía—hablé por primera vez—conozco a la tía Columba, estoy segura que no fue ella la que ayudó a mi mamá, a lo mejor mi verdadero padre era alguien que debía ganarse la vida como sea y...
—Conociendo a Columba, no lo aceptaría—dijo Lili divertida, reí—.
—Oigan y así como para reforzar la amistad, pues yo les enseño más de mi mundo y luego ustedes un poquito del suyo—habló Benja, lo golpeé con el hombro divertido—si, ese de los riquillos fufurufos.
—Ok, pero no te vas a sorprender mucho—dije—es muy aburrido, lleno de poses y apariencias, ya ves las ideas cerradas de nuestro abuelo.
—Si, se ve que le caí como patada de mula, me vio como muy poca cosa—dijo él algo serio—.
—No digas eso, la gente no vale por su apariencia y por su dinero tampoco—dijo Ana Ju—además, si ustedes quieren tener algo, deben luchar por eso—Benja y yo nos miramos y luego a Ana Ju, está rió y señaló nuestras manos—no son muy disimulados.
Reí algo sonrojada.
—¡Órale, cáiganse con la lana!—todos empezaron a gritar asustado cuando un hombre subió con un arma—.
Este se acercó a todas la personas a quitarle sus pertenencias. Las tres sacamos nuestros celulares para dárselos y él habló.
—Estas güeritas se ven que tiene harta lana, a ver vamos, rápido—este me tomó del brazo y otro tomó a mis primas—.
Benjamín intentó acercarse pero otro lo apuntó con un arma.
—Metanse con alguien que se defienda eh.
—¡Perate, que yo si te reviento!—dijo él empujándolo—¡ahí quédate, quédate o si te trueno! ¡Bájense con las güeras rápido, rápido!
Los dos hombres nos bajaron del bus mientras el otro discutía con Benjamín ya que este quería seguirnos.
Benjamín logró bajar, el hombre volvió a apuntarlo.
—¡Te dije que te trueno!—cuando disparó las tres gritamos asustadas pero gracias a Dios ninguna bala salió—.
Cuando él se distrajo para gritarle a su compañero reclamándole, Benjamín lo empujó, pero él que me tenía agarrada a mi me soltó y con una navaja lo hirió.
Todas las personas del bus bajaron y comenzaron a golpearlos.
—Benja—me acerqué rápidamente a él—una ambulancia por favor.
Benjamín sangraba del brazo.
—Vas a estar bien, tranquilo ¿si? Tienes que estar bien.
Mis primas y yo ayudamos a que Benja se sentara.
Después de unos minutos, la policía llegó y se llevaron aquellos hombres, mientras que uno se acercó con un botiquín.
—Déjeme hacerlo—él me lo entregó y yo me agaché para quedar a la altura de Benja y empezar a limpiar su herida—no te preocupes, aprendí curando a Melany y Oliver en Europa. ¿Me pasan el alcohol por favor?—dije hacia mis primas, Ana Ju me lo dio—.
—Espérate, eso me va arder ¿no?—reí—.
—Nada que pueda hacer llorar al más valiente de la escuela—él me sonrió—nunca voy a olvidar que nos salvaste.
—Está bien, arráncate pues, yo aguanto candela.
—Ok, una... dos... tres—y le eché el alcohol—.
Benjamín se quejó.
—Lo siento, lo siento, ya casi acabamos.
—No me habría perdonado si te hubiera lastimado—habló él—ni a ti ni a tus primas.
—Si el primer día me hubieran dicho que nos ibas a salvar la vida, no lo hubiera creído—habló Ana Ju divertida—nosotros dos empezamos como perros y gatos, pero eres el indicado para mi prima.
Sonreí levemente.
—Que no quede duda que ahora somos amigos—dijo Benja hacia mis primas—y siempre estaré para cuidarlas.
—No solo amigos, grandes amigos—dijo Lili sonriendo—y hasta casi primos—Benja y yo reímos—.
Después de varios minutos y después de asegurarnos que Benja estuviera mejor, fuimos a la prepa. Ahora nos encontrábamos con los hermanos Gómez y los hermanos Valle y Josh sentados en una mesa de afuera.
—Se siente bien chido tenerlos a todos así bien cerca en el cantón—dijo Benja—hasta raro porque pues tienen mi edad y estamos ahí en la vecindad.
—Justo eso pensaba—dijo Ana Ju—podemos ser un grupo... chido como dice Benja—reímos—.
—Ya se, deberíamos ponerle un nombre a nuestra banda ¿no?—dijo Teo—.
—Ay si—dijo Lili—.
—¿Hay lugar a un guapo como yo?—apareció Romeo—.
—Romeo—dijo Ana Ju feliz—.
—Ana Ju—le dio un beso en la cabeza y nos dio un abrazo a nosotros—¿si hay lugar o no?
—Claro qué hay lugar para ti—dijo Ana Ju—.
—Eh si—dijo Benja—.
—Entonces hay que ponerle un nombre ¿qué nombre le ponemos?
—¿Qué le podemos poner?—dije yo pensando—.
—Teo—dijo Lili—.
—Di ideas, Teo—dijo Josh—.
—No, elijan ustedes, yo tengo que seguir con la tarea—dijo este, claramente incómodo—.
—Itzel ¿qué nombre le ponemos?
—Ay no, yo no quiero—murmuró ella—.
—Tranquila, solo di una idea—dije apretando su mano, ella me sonrió levemente—.
Pero nadie dijo nada, era claro que a los Valle y Gómez no le gustaba la presencia de Romeo.
Entramos al salón después de ese momento con el "grupo". Cristobal se estaba presentando.
—Bien, pues mi nombre es Cristobal Gómez y soy su nuevo profesor de literatura, una clase que les va a encantar, ya lo verán. De hecho la dirección me autorizó para que montemos... ¡obras de teatro en este curso!—todos aplaudimos contentos—.
La verdad amaba eso, lo que tenía que ver con el arte. Algo más que compartía con mis primas.
—¡Yo quiero ser el príncipe!—gritó Romeo, reímos—.
—Y para que no haya malos entendidos, soy el papá de sus compañeros Itzel y Teo aquí presentes. Bueno, como vamos a ver géneros literarios, vamos a empezar por los mitos clásicos...
Abrí mi cuaderno por si tenía que escribir algo pues él nos seguía explicando.
—Les voy a enseñar esto para empezar—él encendió el proyector dejando ver una imagen—.
Era una de Teo editada con una de Romeo.
Todos comenzaron a reírse a excepción de mis primas y nuestros amigos.
—¡Ya Teo, acéptalo, no está bien que te obsesiones así de alguien. Ya mejor díselo en la cara, ya está aquí!—le dijo Lola—.
Teo tomó su mochila y salió corriendo.
—Ay, pobre Teo, pobre, va a llorar.
—Silencio—Lola siguió diciendo sus cosas, negué molesta—¡silencio!—todos obedecieron—olvídense que soy papá de Teo, pero como profesor y autoridad no voy a permitir faltas de respeto ni bullying contra cualquiera de sus comorañefos. Así como tuvieron el valor de afectar a su compañero, así lo van a tener para confesar quien planeó todo esto.
—Kika Torrenegro se la pasa molestando a mi hermano—habló Itzel—.
—A ver, Kika no vino hoy—dijo Romeo—no pudo ser.
—¿Y eso que tiene? Pudo haber sido.
Todos empezaron a discutir nuevamente de quien había sido.
—Nadie va a salir hasta tener el nombre del o la responsable.
Todos volvieron a hablar a la vez.
—¡silencio dije!
—Prof, no necesariamente tuvo que haber sido alguien del salón, pudo haber sido cualquiera en la escuela—habló Lola—.
—Exacto, Lola tiene razón—dijo Romeo—pudo haber sido cualquier persona que no tiene una vida propia. Y yo no entiendo por qué seguimos molestando a Teo, si es gay o no, es su problema y eso que nos importa.
Ana Ju sonrió mirándolo orgullosa. La verdad hasta yo me sentí bien de que haya dicho eso, Teo no merece esto.
—Romeo tiene razón, no podemos molestar a nadie por su orientación, además ya estamos demasiado grandesitos como para hacer bromas estúpidas—hablé mirando a todo—.
—De cualquier forma, esto lo voy a reportar a la dirección—habló Cristobal—.
Todos se volvieron a quejar pero él volvió a callarlos.
—Perdón—habló alguien desde la puerta—.
Sentí como el mundo se me detenía al ver a esa persona ahí.
—Disculpa la bulla, estábamos en un problema—habló Cristobal apagando el proyecto—¿eres nuevo, no?
—Si, me llamo Samuel Gutiérrez—se presentó este, cerré mis manos en puños cuando sentí que estaba temblando—.
Este me dirijo una mirada y sonrió cínicamente, tenía ganas de levantarme y golpearlo para desquitarme de todo, pero no podía hacerlo, al menos no por ahora.
—Pasa, siéntate—él se sentó detrás de Itzel—.
—¿Estás bien, Angie?—logré escuchar a Ana Ju—.
—Si, solo creo que... debo ir al baño—dije aguantándome las lágrimas que amenazaban con salir—.
Sin pensarlo dos veces, tomé mi mochila y salió corriendo del salón, necesitaba respirar, tenía que estar sola.
Pobre Angie ¿qué le esperará?