Nuvanna || El Señor De Los An...

By Sailor-Moon_1

29.5K 2.2K 90

La Tierra Media, de esplendor inconmensurable, árboles con hojas color verde oscuro, otros con hojas verde ti... More

✦.:🍄🌱↝Antes de Leer↜🌱🍄:.✦
✦.:🍄🌱↝ Playlist ↜🌱🍄:.✦
✦.:🍄🌱
✦.:🍄🌱↝Introducción↜🌱🍄:.✦
✦.:🍄🌱↝Arco Primero↜🌱🍄:.✦
¹✦.:🌱→ Un lugar desconocido
²✦.:🌱→ Entre plantas y sol
³✦.:🌱→ Advertencias y últimas despedidas
⁴✦.:🌱→ La Compañía del Anillo
⁵✦.:🌱→ Presentaciones
⁶✦.:🌱→ El Anillo va hacia el Sur
⁷✦.:🌱→ Un largo viaje inicia
⁸✦.:🌱→ Rumbo a Caradhras
⁹✦.:🌱→ Nieve y más nieve
¹¹✦.:🌱→ Tentáculos Viscosos
¹²✦.:🌱→ La Tumba de Balin
¹³✦.:🌱→ El Puente de Khazad-dûm
¹⁴✦.:🌱→ Llegada a Lothlórien
¹⁵✦.:🌱→ La Belleza de Lothlórien
¹⁶✦.:🌱→ Descanso en los árboles
¹⁷✦.:🌱→ El Espejo de Galadriel
¹⁸✦.:🌱→ Adiós Lórien
¹⁹✦.:🌱→ La disolución de la Compañía
✦.:🍄🌱↝Arco Segundo↜🌱🍄:.✦
²⁰✦.:🌱→ El Comienzo de un nuevo viaje
²¹✦.:🌱→ Fangorn
²²✦.:🌱→ Rumbo a Meduseld
²³✦.:🌱→ El Rey del Castillo de Oro
²⁴✦.:🌱→ El abismo de Helm
²⁵✦.:🌱→ El Camino a Isengard
²⁶✦.:🌱→ Saruman, Pippin y el Palantir
✦.:🍄🌱↝Arco Tercero↜🌱🍄:.✦
²⁷✦.:🌱→ Minas Tirith
²⁸✦.:🌱→ Los Campos de Pelennor
²⁹✦.:🌱→ La última batalla
³⁰✦.:🌱→ La calma después de la tormenta
✦.:🍄🌱↝Epílogo↜🌱🍄:.✦
✦.:🍄🌱↝Agradecimientos↜🌱🍄:.✦

¹⁰✦.:🌱→ La llegada a las Minas de Moria

849 58 11
By Sailor-Moon_1

—Entonces tenemos que continuar, si hay un camino —dijo Frodo suspirando.

Sam tenía de nuevo un aire lúgubre.

—Hay un camino que podemos probar —dijo Gandalf —Desde el comienzo, cuando consideré por vez primera este viaje, pensé que valía la pena intentarlo. Pero no es un camino agradable y no os dije nada. Aragorn y Stella no estaban de acuerdo, al menos no hasta que intentáramos cruzar las montañas.

—Si es un camino peor que el de la Puerta del Cuerno Rojo, tiene que ser realmente malo —dijo Merry —Pero será mejor que nos hables y nos enteremos en seguida de lo peor.

—El camino de que hablo conduce a las Minas de Moria —dijo Gandalf.

Sólo Gimli alzó la cabeza, ante la mención del lugar, quizá con algo de alegría u añoranza, la realidad es que Stella no supo definir la emoción que reflejaba en su mirada. Todos los demás sintieron miedo de pronto. Aún para los hobbits era una leyenda que evocaba un oscuro terror.

—El camino puede llevar a Moria, ¿pero cómo podríamos saber si nos sacará de Moria? —dijo Aragorn, sombrío.

—Es un nombre de malos augurios —dijo Boromir— Y no veo la necesidad de ir allí. Si no podemos cruzar las montañas, viajemos hacia el sur hasta el Paso de Rohan donde los hombres son amigos de mi pueblo, tomando el camino que yo seguí hasta aquí. O podemos ir todavía más lejos y cruzar el Isen hasta Playa Larga y Lebennin y así llegar a Gondor desde las regiones cercanas al mar.

—Las cosas han cambiado desde que viniste al norte, Boromir —replicó Gandalf — ¿No oíste lo que dijo Stella de Saruman? Quizá tengamos que arreglar cuentas antes que esto haya terminado. Pero el Anillo no ha de acercarse a Isengard, si podemos impedirlo. El Paso de Rohan está cerrado para nosotros mientras vayamos con el Portador. La pregunta es, ¿quién me seguirá a Moria si os guió hasta ahí?

—Yo —dijo Gimli con vehemencia.

—Yo —masculló Aragorn— Tú nos seguiste a Stella y a mi, casi hasta el desastre en la nieve y no te quejaste ni una vez.

— Es cierto, yo te seguiré, si esta última advertencia no te conmueve. — dijo Stella acercándose al mago — Gandalf, no estoy pensando ahora en el futuro, el camino a seguir o en el anillo, sino en ti. Debes tener cuidado si cruzas las puertas de Moria, nada bueno te espera ahí.

El anciano Istari, colocó una mano sobre su hombro en un intento por tranquilizarla jóven, parecía angustiada, le dedicó entonces una sonrisa, que poco hizo para calmarla.

—Yo no iré —dijo Boromir—, a menos que todos voten contra mí. ¿Qué dicen Legolas y la gente pequeña? Tendríamos que oír, me parece, la opinión del Portador del Anillo.

—Yo no deseo ir a Moria —dijo Legolas.

Los hobbits no dijeron nada. Sam miró a Frodo. Al fin Frodo habló.

—No deseo ir —dijo— pero tampoco quiero rechazar el consejo de Gandalf. Ruego que no se vote hasta que lo hayamos pensado bien. Apoyaremos a Gandalf más fácilmente a la luz de la mañana que en esta fría oscuridad. ¡Cómo aúlla el viento!

Con estas palabras todos se sumieron en una silenciosa reflexión. El viento silbaba entre las rocas y los árboles y había aullidos y lamentos en los vacíos ámbitos de la noche. Aragorn entonces alertó al grupo de la manada de lobos cazadores que podría estarlos acechando.

Para defenderse en la noche, subieron a una loma que tenía grandes piedras formadas en un círculo incompleto, en medio hicieron un fuego, pues no había esperanza de que la oscuridad y el silencio los ocultaran a las manadas de lobos cazadores.

Se sentaron alrededor del fuego y aquellos que no estaban de guardia cayeron en un sueño intranquilo, Stella dormía, casi profundamente, cansada de tanta caminata y viaje, se quedó dormida sujetando el colgante que portaba la piedra que había traído Hwesta, a quien Stella había hecho quedarse en Rivendel. El colgante lo había hecho Gandalf, y como Stella ya tenía un discreto colgante en su cuello regalo de su familia, había decidido hacer de este un bracelete largo, portandolo en la muñeca de su mano izquierda.

Pasada una hora, casi dos, el aullido de los lobos se oía ahora en todo alrededor, a veces cerca y a veces lejos. En la oscuridad de la noche alcanzaban a verse muchos ojos brillantes que se asomaban al borde de la loma. Algunos se adelantaban casi hasta el círculo de piedras.

En una brecha del círculo, cerca del lugar donde Stella dormía, pudo verse una oscura forma lobuna, que los miraba. De pronto estalló en un aullido estremecedor, como si fuera un capitán incitando a la manada al asalto.

Stella se incorporó, aturdida, solo para encontrarse casi frente a frente con las fauces del lobo, estaba paralizada, solo atinó en aquel momento de pánico a sujetar la empuñadura de la espada que colgaba de su cintura, pero el alto y amenazador gruñido del lobo la detuvo de realizar cualquier movimiento brusco, en un intento desesperando por no incitar a la bestia a atacar.

Gandalf se incorporó, llamando la atención del animal, el cual giró su atención hacia él. El Istari dio un paso adelante, alzando la vara.

—¡Escucha, bestia de Sauron! —gritó— Soy Gandalf. ¡Huye, si das algún valor a tu horrible pellejo! Te secaré del hocico a la cola, si entras en este círculo.

El lobo gruñó y dio un gran salto hacia adelante. En ese momento se oyó un chasquido seco. Legolas había soltado el arco. Un grito espantoso se alzó en la noche y la sombra que saltaba cayó pesadamente sobre Stella; la flecha élfica le había atravesado la garganta. Los ojos vigilantes se apagaron.

Gandalf y Aragorn se adelantaron unos pasos, pero la loma estaba desierta; la manada había huido. El silencio invadió la oscuridad de alrededor; el viento suspiraba y no traía ningún grito. Las manos de Stella temblaban, detestaba la imagen de la sangre, siempre le había causado espanto aquel líquido rojo.

Movió al animal con la ayuda de Legolas y Aragorn de encima de sí, este último le dio un vistazo, asegurándose de que nada grave le hubiese pasado. Legolas la ayudó entonces a incorporarse, y Stella se giró hacia Gandalf a quien dirigió una mirada de gratitud, el mago le contestó con una sonrisa.

Stella caminó junto a Legolas para cambiar el lugar donde iba a dormir, pensando quizá en acostarse junto a los hobbits:

— Legolas — dijo Stella sujetando su brazo suavemente para detener su caminar — Gracias.

Al escuchar su nombre salir de los labios de la chica y sentir sus manos sujetándolo, provocó un palpitar tan rápido en su corazón que, Legolas pensó moriría allí mismo, el elfo sintió como sus pómulos adquirían un suave tono rosa, entonces sus ojos se encontraron con los de ella, y ambos se sostuvieron la mirada hasta que Legolas dijo, dándose la vuelta hacia el lugar donde dormía:

— Ten dulces sueños

...

Entrada la mañana no se vio ninguna señal de los lobos, ni se encontró ningún cadáver. Las únicas huellas del combate de la noche eran los árboles carbonizados y las flechas de Legolas en la cima de la loma. Todas estaban intactas excepto una que no tenía punta.El viento había estado cambiando durante la noche del norte al noroeste y ahora ya no soplaba. Las nubes desaparecieron en el sur descubriendo un cielo alto y azul. Estaban en la falda de la loma, listos para partir, cuando un sol pálido iluminó las cimas de los montes. Gimli caminaba ahora delante junto al mago, tan ansioso estaba de llegar a Moria. Juntos guiaron a los otros de vuelta hacia las montañas.

Legolas caminaba junto a Aragorn al final de la Compañía, mucho más adelante, solo unos pasos detrás de Gandalf y Gimli, que iban a la cabeza caminaban Bill el poney, Sam, Stella y Frodo, quienes parecían conversar entre sí, y cerrando la marcha a una considerable distancia de ellos, Boromir.

La atención de Legolas fue desviada de ellos hacia Aragorn, pues el buen amigo del elfo, había puesto una mano sobre su hombro y lo miraba divertido:

— ¿Tuviste dulces sueños Legolas? — preguntó con un tono sarcástico.

Legolas casi detiene su caminar solo para maldecir el oído del dunedaín:

— Descansé bien, ¿y tú? — respondió el elfo intentando hacerse el desentendido.

— Ya sabes, quizá hubiese dormido mejor si me hubieras arropado — dijo, y al parecer el elfo dejó ver alguna expresión en su rostro que provocó que una carcajada saliera de Aragorn.

— Fue solo una formalidad, educación — dijo Legolas aclarando su garganta.

— Por supuesto — respondió de vuelta Aragorn con un tono que no acababa de convencer al Príncipe del Bosque Negro, pero este último decidió no presionar más el cauce de la conversación que parecía haber terminado, o eso creyó.

— Eres tan educado — dijo Aragorn — ¿¡Por qué no me deseaste dulces sueños a mi también!? — continuó con fingida tristeza.

Legolas decidió que había sido suficiente, y comenzó a apresurar su paso dejando al dunedaín caminando solo, Aragorn no se lo tomó personal y en cambio echó a reír.

...

Era casi mediodía y la Compañía iba aún de un lado a otro, ayudándose a veces con manos y pies, por un terreno desolado de piedras rojas. No se veía ningún brillo de agua, ni se oía el menor ruido. Todo era desierto y seco. No había allí aparentemente criaturas vivas y ningún pájaro cruzaba el aire. Nadie quería pensar qué podía traerles la noche, si los alcanzaba en aquellas regiones perdidas.

De pronto Gimli que se había adelantado les gritó que se acercaran. Se había subido a una pequeña loma y apuntaba a la derecha. Se apresuraron y vieron allí abajo un cauce estrecho y profundo. Estaba vacío y silencioso y entre las piedras del lecho, pardas y manchadas de rojo, corría apenas un hilo de agua. Junto al borde más cercano había un sendero ruinoso que serpeaba entre las paredes derruidas y las piedras de una antigua carretera.

—¡Ah! ¡Aquí estamos al fin! —dijo Gandalf —. Es aquí donde corría el río, el Sirannon, el Río de la Puerta como solían llamarlo. No puedo imaginar qué le pasó al agua; antes era rápida y ruidosa. ¡Vamos! Tenemos que darnos prisa. Estamos retrasados.

Gimli caminaba aún delante junto al mago y ahora Stella les hacia compañía, el resto estaban a unos metros detrás. Cuando llegaron a la cima vieron que por ese lado no podían ir más allá y descubrieron las causas del secamiento del Arroyo de la Puerta.

Detrás de ellos el sol poniente inundaba el fresco cielo occidental con una débil luz dorada. Ante ellos se extendía un lago oscuro y tranquilo. Ni el cielo ni el crepúsculo se reflejaban en la sombría superficie. El Sirannon había sido embalsado y las aguas cubrían el valle. Más allá de esas aguas ominosas se elevaba una cadena de riscos, finales e infranqueables, de paredes torvas y pálidas a la luz evanescente. No había signos de puerta o entrada, ni una fisura o grieta que se pudiera ver en aquella piedra hostil.

—He ahí las Murallas de Moria —dijo Gandalf apuntando a través del agua — Y allí hace un tiempo estuvo la Puerta, la Puerta de los Elfos en el extremo del camino de Acebeda, por donde hemos venido. Pero esta vía está cerrada. Nadie en la Compañía, me parece, querría nadar en estas aguas tenebrosas a la caída de la noche. Tienen un aspecto malsano.

—Busquemos un camino que bordeé el lado norte —dijo Gimli—. La Compañía tendría que subir ante todo por el camino principal y ver adónde lleva. Aunque no hubiera lago, no conseguiríamos que nuestro poney de carga trepara por estos escalones.

—De cualquier modo no podríamos llevar a Bill a la Mina. — dijo Stella apenada por Sam.

— El camino que corre por debajo de las montañas es un camino oscuro y hay trechos angostos y escarpados por donde él no pasaría, aunque pasáramos nosotros. — dijo Gandalf

—¡Pobre viejo Bill! —dijo Frodo— No lo había pensado. ¡Y pobre Sam! Me pregunto qué dirá.

—Lo lamento —dijo Gandalf — El pobre Bill ha sido un compañero muy útil y siento en el alma tener que abandonarlo ahora. Yo hubiera preferido viajar con menos peso y sin ningún animal y menos que ninguno este que Sam quiere tanto. Temí todo el tiempo que estuviésemos obligados a tomar ese camino.

...

Llegada ya la noche, fue que pudieron terminar de bordear el lago, llegando a su extremo norte. Stella se mantenía vigilante del lago, y le había avisado al resto que tuvieran un ojo sobre este.

—¡Bueno, aquí estamos al fin! —dijo Gandalf —. Aquí concluye el Camino de los Elfos que viene de Acebeda. El acebo era el signo de las gentes de este país y los plantaron aquí para señalar los límites del dominio, pues la Puerta del Oeste era utilizada para traficar con los Señores de Moria. Eran aquellos días más felices, cuando había a veces una estrecha amistad entre gentes de distintas razas, aun entre enanos y elfos.

—El debilitamiento de esa amistad no fue culpa de los enanos —dijo Gimli.

—Nunca oí decir que la culpa fuera de los elfos —dijo Legolas.

—Yo oí las dos cosas —dijo Gandalf— y no tomaré partido ahora. Pero os ruego a los dos, Legolas y Gimli, que al menos seáis amigos y que me ayudéis. Las puertas están cerradas y ocultas y cuanto más pronto las encontremos mejor. ¡La noche se acerca!

Volviéndose hacia los otros continuó:

—Mientras yo busco, ¿queréis todos vosotros prepararos para entrar en las Minas? Pues temo que aquí tengamos que despedirnos de nuestra buena bestia de carga. Tendremos que abandonar también mucho de lo que trajimos para protegernos del frío; no lo necesitaremos adentro, ni, espero, cuando salgamos del otro lado y bajemos hacia el sur. En cambio cada uno de nosotros tomará una parte de lo que trae el poney, especialmente comida y los odres de agua.

—¡Pero no podemos dejar al pobre Bill en este sitio desolado, señor Gandalf! —gritó Sam, irritado y desesperado a la vez — No lo permitiré y punto. ¡Después que ha venido tan lejos y todo lo demás!

—Lo lamento, Sam —dijo el mago—. Pero cuando la puerta se abra, no creo que seas capaz de arrastrar a tu Bill al interior, a la larga y tenebrosa Moria. Tendrás que elegir entre Bill y tu amo.

—Bill seguiría al señor Frodo a un antro de dragones, si yo lo llevara — protestó Sam— Sería casi un asesinato dejarlo aquí solo con todos esos lobos alrededor.

— No te preocupes Sam — dijo Stella acercándose al poney.

Colocó sus manos en el hocico del animal, y lo observó a los ojos, Bill le devolvió la mirada, y tal y como Stella había hecho con Hwesta se comunicó con el poney, un ligero "polvo" dorado brotó de sus manos, casi imperceptible a los ojos de ninguno presente a no ser que mirasen con suma atención:

— Has aprendido mucho en Rivendel, eres un poney inteligente, querido Bill, corre con cuidado y protección. Busca caminos donde haya pasto y llega a casa de Elrond o a donde te lleven tus patas que sea seguro. — le habló la chica.

Entonces Stella le habló a Sam:

— Tendrá tantas posibilidades como nosotros de escapar a los lobos y volver a casa Sam. No te preocupes, Bill regresará a salvo — dijo Stella intentando apaciguar la angustia en la cara bonachona de Sam.

— Gracias señorita Stella, espero sea así y nuestro querido Bill regrese a salvo — comentó él hobbit que parecía a punto de llorar.

Después de descargar los bultos del poney se volvieron hacia Gandalf, quien estaba parado observando fijamente la pared lisa del risco, parecía como si quisiese abrir en esta un hueco con los ojos.

—Bueno, aquí estamos, todos listos —dijo Merry— ¿pero dónde están las puertas? No veo ninguna indicación.

—Las puertas de los enanos no se hicieron para ser vistas, cuando están cerradas —dijo Gimli—. Son invisibles. Ni siquiera los amos de estas puertas pueden encontrarlas o abrirlas, si el secreto se pierde.

—Pero ésta no se hizo para que fuera un secreto, conocido sólo por los enanos —dijo Gandalf, volviendo de súbito a la vida y dando media vuelta —  Si las cosas no cambiaron aquí demasiado, un par de ojos que sabe lo que busca tendría que encontrar los signos.

Fue otra vez hacia la pared, Stella intentó recordar algo de la historia que pudiese ayudarlos, pero su recuerdos eran tenues en cuanto a detalles, y solo recordaba algunas cosas de una manera poco exacta. Justo entre la sombra de los árboles había un espacio liso y Gandalf pasó por allí las manos de un lado a otro, murmurando entre dientes. Luego dio un paso atrás.

—¡Mirad! —dijo— ¿Veis algo ahora?

Aunque los trazos estaban en muchos sitios borrados o rotos, podían verse los contornos de un yunque y un martillo y sobre ellos una corona con siete estrellas. Más abajo había dos árboles y cada uno tenía una luna creciente. Más clara que todo el resto una estrella de muchos rayos brillaba en medio de la puerta.

—¡Son emblemas de Durin! —exclamó Gimli.

—¡Y ese es el árbol de los Altos Elfos! —dijo Legolas.

—Y la estrella de la Casa de Fëanor —dijo Gandalf — Están labrados en ithildin que sólo refleja la luz de las estrellas y la luna y que duerme hasta el momento en que alguien lo toca pronunciando ciertas palabras que en la Tierra Media se olvidaron tiempo atrás. Las oí hace ya muchos años y tuve que concentrarme para recordarlas.

—¿Qué dice la escritura? —preguntó Frodo mientras trataba de descifrar la inscripción en el arco— Pensé que conocía las letras élficas, pero éstas no las puedo leer.

—Está escrito en una lengua élfica del Oeste de la Tierra Media en los Días Antiguos —respondió Gandalf — Pero no dicen nada de importancia para nosotros. Dicen sólo Las Puertas de Durin, Señor de Moria. Habla, amigo y entra. Y más abajo en caracteres pequeños y débiles está escrito: Yo, Narvi, construí estas puertas. Celebrimbor de Acebeda grabó estos signos.

—¿Qué significa habla, amigo y entra? —preguntó Merry.

—Es bastante claro —dijo Gimli— Si eres un amigo, dices la contraseña y las puertas se abren y puedes entrar.

—Sí —dijo Gandalf — es probable que estas puertas estén gobernadas por palabras.Esta puerta no tiene llave. En los tiempos de Durin no eran secretas. Estaban de ordinario abiertas y los guardias vigilaban aquí. Pero si estaban cerradas, cualquiera que conociese la contraseña podía decirla y pasar. Al menos eso es lo que se cuenta, ¿no es así, Gimli?

—Así es —dijo el enano— pero qué palabra era ésa, nadie lo sabe. Narvi y el arte de Narvi y todos los suyos han desaparecido de la faz de la tierra.

—¿Pero tú no conoces la palabra, Gandalf? —preguntó Boromir sorprendido.

—¡No! —dijo el mago.

Los otros parecieron consternados; sólo Aragorn y Stella, quienes conocían y  había tratado largo tiempo a Gandalf, permanecieron callados e impasibles. Stella entonces se puso manos a la obra en tratar de recordar algo útil, pues sentía que tenía la respuesta en la punta de la lengua:

— Mellot, meldor... — farfullo en voz baja, hasta que recordó el significado de tan curiosa palabra, amigo.

La chica se acercó a Gandalf tratando de requerir su atención para decirle la respuesta al acertijo cuando antes, pues si mal no recordaba en las aguas del lago detrás de ellos no había nada muy placentero esperándolos. El mago ya se encontraba en un estado de irritación y presión alto cuando Stella se acercó a él, decidiendo hablar en voz baja pero en un tono decidido la chica lo llamó:

— ¡Gandalf! ¡Gandalf! — dijo

— ¿¡Qué!? — contestó irritado el mago.

— Habla, amigo y entra — dijo Stella recalcando la palabra.

El mago la miro exasperado como si le hubiese hecho perder el tiempo, pero antes de que se diera la vuelta para seguir caminando de un lado a otro con nerviosismo la joven habló:

— ¡La palabra élfica para amigo! — dijo ella en un tono de voz más alto que llamó la atención de Frodo que estaba cerca.

— ¡Mellon! — contestó Frodo.

Para sorpresa del Istari, la estrella brilló brevemente y se apagó. En seguida, en silencio, se dibujó una gran puerta, aunque hasta entonces no habían sido visibles ni grietas ni junturas. Se dividió lentamente en el medio y se abrió hacia afuera pulgada a pulgada hasta que ambas hojas se apoyaron contra la pared. A través de la abertura pudieron ver una escalera sombría y empinada, pero más allá de los primeros escalones la oscuridad era más profunda que la noche. La Compañía miraba con ojos muy abiertos, las puertas que los guiaban a Moria y a la oscuridad en ella.
















Continue Reading

You'll Also Like

734K 109K 99
Toda su vida fue visto de menos y tratado mal por las personas que decían ser su familia, estaba cansado de que todas las noches llorara por aunque s...
28.5K 1.6K 43
La vida de Thais Allen era bastante aburrida e incluso deprimente, pero tras unos sucesos impactantes descubre que es una semidiosa, y no solo eso, s...
56.2K 3.1K 37
Dónde un DM de Instagram me hizo cambiar todo mi mundo. Un Breve resumen de cómo conocí a este hombre,que lo cambió todo,aún no sé si para bien o pa...
3.9M 520K 49
Kim TaeHyung le pide a Jeon JungKook que sea su novio. Aunque el pelinegro está catalogado como la peor pareja del Instituto, decide no rendirse. ...