DINASTÍA

Galing kay Elyn_Blais

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«SEGUNDO LIBRO DE LA SAGA TORMENTA Y OSCURIDAD» Máximo Kuznetsov el rey de la mafia Rusa y Rafaella Riccardi... Higit pa

SINOPSIS
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
EXTRA: Memorias
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
EXTRA: Una ragazza e un ragazzo
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
EXTRA: El día llegó.
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33
Capítulo 34
Capítulo 35
Capítulo 36
Capítulo 37
Capítulo 38
Capítulo 39
Capítulo 40
Capítulo 42
Capítulo 43
Capítulo 44
Capítulo 45
Capítulo 46
Capítulo 47
Capítulo 48 - Rey de Reyes
EXTRA: Golpe de realidad
Capítulo 49
Capítulo 50
Capítulo 51
Capítulo 52
Capítulo Final
EXTRA: Cadenas invisibles

Capítulo 41

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Galing kay Elyn_Blais

Máximo.

Durante estos días he dormido acompañado de mis hijos, ese es mi único confort, saber que los tengo a ellos para saciar mi necesidad de pertenencia por Rafaella, ya que cuando los miro el hecho de que son míos hace eco en mi cabeza.

Soy un hombre arruinado y reducido a cenizas por mi mujer.

Ahora están terminando con su hora de lectura diaria, mientras supuestamente yo estoy entrenando. Y bien, si lo estoy.

Golpeando.

Torturando.

Cualquiera de las dos palabras es correcta.

Me la he pasado encerrado en el Cirius peleando a morir y masacrado a mis adversarios. En cada lucha cuerpo a cuerpo he salido victorioso.

Justo ahora he ordenado que me traigan a uno al castillo para seguir y no abandonar la rutina.

Golpeo sin piedad al esclavo del Cirius que cuelga del techo del sótano del castillo.

-¿Sabes por qué me case con mi mujer?-sigo haciendo preguntas referentes a la tormenta.

-No, señor.-responde con dificultad.

Golpeo su tórax, primero con el puño derecho y luego con el izquierdo.

-Exacto, porque es una puta loca.

No digo mentiras, mi mujer esta como una puta cabra.

-Yo no he dicho eso, señor.-ensarto un puño directo al centro para que se calle.

Mis nudillos piden a gritos un descanso, un cese de golpear.

-¿Y sabes porque le permití hacer esa maldita locura?

-¡No lo sé, señor!

-Porque si no lo hago me dejaría de hablar.-otro puño fuerte que lo hace gemir de dolor.-Ella siempre me castiga con su voz.

Ella tiene sometido cada partícula de mi cuerpo. Todo se resume a ella por completo.

No escuchar cómo me platica de cualquier cosa me jode la mente. No escuchar los nombres de pila cariñosos por los que me llama siempre me dejan al pie del abismo.

No la iba a dejar irse pero bramó furiosa, imponiéndose. Elijo mis guerras con ella y esa ya estaba perdida de mi parte. No iba a dar su brazo a torcer.

-Desde que era una niña supe que estaba loca.

El que me posea como lo hace, me enloquece.

-La primera vez que la vi me beso. Sin más, solo me beso y desde ahí me tiene esa desgraciada.

-Yo no pienso que es una desgraciada, rey.

-Si lo piensas te matare más lento, rebanare tu carne poco a poco hasta que te pudras.

Ella es el equilibro entre mi maldad y mi compasión. Vuelve la oscuridad pacifica cuando solo aclama ser desastrosa.

Negra y teñirse de rojo.

-Le he dado todo, cada parte de mi alma la tiene en sus manos.-pateo múltiples veces los lados de su cuerpo.-La extraño tanto que creo que enloqueceré. ¿Crees que enloqueceré?

Agonizo si ella no está a mi lado.

-No, rey. Usted es una persona cuerda.

-¿Intentas decir que soy bueno?-mi puño va directo a su cara.

-¡No es bueno, señor! Es despiadado.-un último puño certero le hace sangrar más la boca.

Dejo de golpear solo porque dice las palabras correctas.

Seco con una toalla húmeda el sudor de mi cuerpo y la sangre que me ha salpicado en el pecho, para luego limpiar por completo mis manos.

Mis nudillos lastimados son el reflejo de lo que vengo haciendo tres días seguidos.

Entro a mi habitación y los encuentro sentados en la cama con los leones a sus pies. Detesto que los dejen subirse a la cama pero por estos días se los he permitido.

Erebo regresa a mirarme y se baja de un salto, los hijos le siguen, mi león sabe bien que no me gusta que se acueste sobre mis sabanas, para eso tiene su cama.

-¿Qué tal la lectura?-pregunto.-¿Ya terminaron?

-Sí, papito.-asiente la abejita con entusiasmo.

-A mí me falta una página.-responde Damiano sin levantar la vista del libro.

-Muy bien. Iré a bañarme y luego nos vamos a dormir.-Si vas a tapar a los leones, hazlo de una vez porque cuando nos metamos a la cama ya no te dejare levantarte.

Se pone en pie, para llevar a los tres leones a sus camas y taparlos con edredones de plumas, porque dice que el invierno es malo para sus animales y que no quiere que pasen frio toda la noche.

Es como una madre preocupada, incuso la he atrapado levantándose en la madrugada a supervisar que sigan cubiertos.

Vuelvo y repito. Esta loca como la madre.

Me meto en la ducha deshaciéndome de toma mancha que cubra mi piel. La tallo hasta que queda pulcra. Impoluta.

Me seco el cuerpo y el cabello descuidadamente. Luego me cambio dentro, colocándome un chándal negro y una camiseta del mismo color.

Descanso sobre la banca que hay a un lado y pego mi espalda a la pared mientras desbloqueo el móvil. Me meto a la galería y vuelvo a abrir el video que mi mujer grabo un día que llegué agotado del trabajo. Ella estaba acostada en la cama boca abajo revisando su teléfono y yo entre a nuestra habitación y me lance a recostar mi rostro en sus nalgas que estaban medias descubiertas por que la camiseta que llevaba puesta se le había subido. Me abrace a sus glúteos y comencé a repartir besos sobre ellos mientras los estrujaba. Me di cuenta que estaba siendo grabado cuando levante la vista de su trasero para mirarla. Mi mujer reía sin parar mirándome sobre su hombro, sus faros grises brillaban de felicidad y en el video se logra ver como los míos también lo hacían mientras la adoraban. La sonrisa de felicidad que se extendía en mis labios era casi irreal.

Me pase el video cuando mi tormenta se quedó dormida y hasta que vi el video no podía creer que podía sonreír de esa forma. Fue como si todo en mi estuviera feliz. Completo. Así era como me sentía.

Cuando termino de mirar, me llevo el teléfono al oído para escuchar más de cerca. Cierro los ojos y me concentro en su voz mientras dice cosas como: "Mi amor", "Máximo", "Estas obsesionado con mis nalgas", "Cariño" y "Te amo", mientras que yo respondo: "No te muevas", "Estoy jodido por tus nalgas y desquiciado por ti", "Déjame morderlas", "Son deliciosas", "Míralas, son hermosas como la dueña", "Te amo, Malen'kiy" y en nuestras risas que se escuchan por toda nuestra habitación.

Conservo como un tesoro todos los recuerdos que tengo con ella, son cosas que nunca podré olvidar y se quedaran en mi mente hasta el día que me muera. Incluso después.

Apago el teléfono y salgo del baño y ya están acostados cada uno en su lado con el edredón cubriéndoles hasta la cintura, guardándome un espacio en el centro.

Una pequeña sonrisa tira de mis labios.

Me acuesto entre los dos y los atraigo a mi costado.

-¿Mama ya estará durmiendo?

-No, amor. Allá son las 3 de la tarde.

-Ohhh. Seguro está trabajando.

-Si.-toma la palabra Damiano.-Ella es muy trabajadora.

No trabajadora. Desquiciada.

-Sí, le gusta mucho trabajar.-apoyo la causa de mi mujer.

-Padre, ¿Mañana podemos comer helado?

-Dije dejando un día, Damiano. Ya comieron hoy, les toca pasado mañana.

-Puedes hacer una excepción.-me abraza con fuerza.-Hazlo por nosotros.

-Por favor, papi. Di que sí.-refuerza la presión su hermana.

Respiro profundo.

-Si les da una pulmonía los voy a inyectar.

-¡Siiiiii!-gritan a la vez, emocionados.

No es por las inyecciones porque las detestan, ellos solo piensan en el helado.

-Ahora, duerman.-les ordeno y se fuerzan a cerrar los ojos cubriéndose hasta el cuello.

Damiano es el primero en caer y luego parece seguirle Bianca. Los miro mientras lo hacen y los abrazo contra mí con fuerza.

Mi mujer y mis hijos siempre serán mi fin. No hay más después de ellos.

Coloco la palma de mi mano bajo mi cabeza. El techo tiene mi atención.

Pienso en los movimientos que deseo hacer.

Uno: Hacerla más poderosa de lo que es.

Dos: Dejar claro que nadie se mete con nosotros.

La abejita se acuesta por completo sobre mi pecho pero luego va volviendo a su lugar.

Las horas pasan y no puedo cerrar los ojos, así que con cuidado me pongo de pie, bajando las escaleras.

Camino a grandes zancadas hasta el bar y tomo una botella de las tantas que adornan el estante y me acomodo en un mueble de cuero negro.

-¿Continuaras los días que faltan sin dormir en lo que regresa Rafaella?-la voz de Gregori se escucha a mi espalda mientras sus pasos resuenan hasta ponerse justo en frente y sentarse en el sillón. Lo aniquiló con la mirada y en lugar de inmutarse levanta las cejas esperando una respuesta.

-Han sido días largos.-declaro.

-Recuerda que yo tengo que dormir. No puedo mantenerme las 2 noches que faltan en pie, acompañándote.

Asiento, mientras miro el ajedrez que descansa sobre la mesa de centro, esperando a ser jugado. Eso es lo único que me ha mantenido despejado durante la duración de la partida de juego.

Alzó el vaso de mi Macallan de 1926, es mi licor favorito. Menos mal que Rafaella no vino a Rusia a arrasar con mi colección de whisky, aquí tengo los mejores y los más valiosos. Este almacén abastece todas mis propiedades. Incluida la de Italia.

Extiendo mi brazo libre y lo recuesto en el respaldar de mi sillón.

-¿Debo respetar sus planes y esperar a que regrese? O...¿Debo ir por ella?

-Respetar, es la mejor salida con tu mujer. Ella ha sido independiente, no puedes invadir eso.

Cuánto detesto que haya sido independiente cuando tenía que respirarme a mí así como yo la respiro a ella desde que tengo siete putos años.

-Esperare a que salga por sus propios medios, tal cual lo planeo, pero eso no significa que me quedaré con los brazos cruzados.

-¿Que harás?

-Dejaré claro que no pueden tocarla. Si alguien lo hace morirá.

-No te aconsejaría que le echaras más leña al fuego.

-Estoy en guerra así que puedo atacar cuando quiera.

Las calles están tomadas por mi ejército y algunos de mis hombres están presos justo donde está mi mujer. Ella sabrá quienes son porque en el pecho tienen tatuado: "Lealtad y sangre al Cirius". Además, ellos la reconocerán antes de que ella los mate y así salvarán su pellejo porque mi mujer es una demente cuando sus manos aclaman a gritos mancharse de sangre.

Me carcome la cabeza saber que está encerrada y peor aún, que está en peligro. ¿Qué sucederá si le pasa algo? Simple: Voy a masacrar a cualquiera que la mire, que le grite, que la lastime.

La voy a hacer intocable desde afuera.

Ponerla en la mira de todos, en el ojo público, es la única manera de mantenerla a salvo.

-Voy a trabajar.-le digo a Gregori, poniéndome en pie.-Escoge a cien hombres, todos con experiencia aéreos. Te informare cuando sea momento de atacar.

-Entendido.

Camino hacia la oficina, cada pared esta adecuada con estilo moderno y una biblioteca cubriendo toda una pared. Avanzo hasta el escritorio y toma asiento frente a mi Macbook.

Marco el número del gerente de mi banco. Al primer timbre contesta.

Considerando que son las tres de la madrugada es sorprendente su estado de alerta a cualquier disposición que tenga. Así quiera charlar, él tiene que responder el maldito llamado que le haga.

-Señor Kuznetsov, tenga usted muy buena noche. ¿A que debo el honor de su llamada?-pregunta con voz somnolienta.

-Abre los ojos y escucha con atención.

-Estoy escuchando.

-Voy a mover cantidades de dinero a cuenta de mi mujer. Acepta todas las transacciones.

-Mi computador ya está encendiendo, señor.

Las cantidades de dinero transferidas a la cuenta bancaria de Rafaella Riccardi son incalculables, miles de dólares, millones de euros, billones de libras esterlinas. Acciones legalizadas del Cirius disfrazadas en el imperio Kuznetsov.

-Transferencias generadas, señor.-confirma y corto.

Rafaella Riccardi dejará de competir conmigo en la lista de los billonarios de Forbes. Ahora ella es la del primer lugar.

-¿Papito?-Bianca ingresa a la oficina empujando la puerta con cautela.

-¿Qué pasa, abejita?-ingresa.-¿Te levantaste a ver a los leones?

Avanza hacia mí.

-Sí, pero cuando desperté no estabas en la cama y me asuste. ¿Me puedo quedar aquí?

-Voy a bajar al sótano.-le informo.-Mejor ve a la cama. En un rato estaré de vuelta.

-Ya fuiste al sótano por la tarde, ¿Tienes que ir otra vez?

-Así es.

-¿Puedo acompañarte?

-No hago cosas buenas en el sótano.

-O sea... que haces cosas malas.-asiento y ella se encoge de hombros.-Esta bien, papi, puedo ayudarte.

Le sonrió y ella alza los brazos para que la cargue.

La levanto en brazos subiéndola a mi hombro, escuchándola reír escandalosamente.

-Hazme volar, papi.-pide.

La elevo colocando la palma de mi mano abierta bajo su pecho y la otra juntando sus tobillos. La sujeto con fuerza y luego salgo de la oficina y empiezo a correr por la sala y luego por el jardín.

-¡Mas rápido, papi!-le obedezco, tomando más velocidad.

Extiende los brazos a los lados como si fuesen dos alas de un avión y los mueve como si estuviera volando.

La llevo así mientras rodeo el castillo, pero luego la bajo, cargándola sobre mi brazo para poder descender al sótano.

El prisionero del Cirius que no mate antes siente la muerte llegar y abre los ojos.

La abejita lo mira con atención y luego me mira a mí tomándome la cara con ambas manos.

-¿Tú le hiciste eso?-pregunta.

-Solo lo golpee un poco.

-Si.-dice emocionada.-Eso es piquito.

Coloco sus pies sobre el piso y avanzo hacia el hombre tomando un trapo para cubrirle la boca y que no grite tanto en presencia de mi pequeña hija.

-Quiero ayudarte, papi.-dice cuando me ve tomar la navaja.-Dame.

-¿Estas segura, Bianca?

-¡Sí!-aplaude.

Le entrego mi navaja cuando me la pide ansiosa.

-¿Si corto aquí que pasará?-inquiere curiosa.

-Cortaras tendones y si vas más profundo, venas.

-Ayúdame papi. Sujétalo de aquí.-tira del brazo del hombre tendiéndomelo hacia mí.

Sujeto la mano y ella mira con curiosidad la parte interna de la muñeca antes de realizar un corte débil que hace gruñir al hombre.

-Debes ir más profundo, amor.-le doy seguridad.

Asiente sonriéndome traviesa.

Empuña con fuerza el mango de la navaja y realiza un corte más profundo que hace gotear sangre.

El hombre grita tratando de retirar su brazo. La apreso con fuerza impidiéndoselo.

Da otro corte más.

-Creo que ya está, papito.-levanta sus hombros y sonríe con inocencia. ¡Joder, es tan tierna!

-¿Qué pasa si corto aquí?-señala el cuello del hombre haciendo que abra los ojos y se remueva asustado.

-Lo enviaras a dormir con los muertos.

-¡Quiero hacer eso!-se emociona.-Dime dónde debo cortar.

-Puedes cortar de oreja a oreja.-señalo, trazando con el dedo.-Pero también puedes solo hundir la navaja aquí.-señalo la yugular.

-¿Si lo corto en este espacio chiquito, igual morirá?

-Si.

-Mmm...

-¿Qué pasa? Si no quieres hacerlo podemos dejarlo para otro día.

-No.-salta de inmediato.-Pero...si lo corto aquí morirá y luego... ¿Cómo podré saber si también muere si corto desde las orejas?

-Puedo traer a otro prisionero y así pruebas de las dos formas.

-¡Siiiiii!-grita y se me lanza encima presionando sus labios sobre mi mejilla.

Con el que tenemos atado prueba el corte en la yugular y con el otro que le traigo realiza el corte de garganta completa.

Con los dos mueren se da por bien servida sonriendo con satisfacción, sus ojos brillan de forma especial. Como si hubiese descubierto algo grande.

-Huele bien la sangre, papi.-respira profundo.

La miro hipnotizado por sus ojos que mantiene sobre los míos. Bianca siempre será mi maldita perdición, lo que me daba tanto miedo tener porque sabía que una niña engendrada por mí me tendría a sus pies.

Rafaella.

El aburrimiento continuo me abruma, me cuesta estar encerrada en estas cuatro paredes, aparte la comida es la peor tortura que infringen en mi persona, eso carece de sabor, roza lo insípido absoluto.

La única ilusión que me mantiene emocionada es lo que acontecerá en unos minutos.

Cada paso del plan esta mentalizado en mi cabeza, espero que en la cabeza del hijo de puta de Renzo también. Confió en el, aunque parezca que se toma todo a la liguera no lo hace, hay cosas que lo hace ponerse firme y concentrarse. Aparte de que mi querido y amado esposo debe estarlo presionando hasta el punto de enloquecerlo. «¿Me estará viendo ahora mismo?» El impulso por mirar a la cámara me carcome los huesos pero me limito a realizar dicha acción ya que si lo hago hare que sospechen.

Tengo que ser rápida, las cámaras se bloquearan por el tiempo de 10 minutos y las puertas de seguridad también lo harán. Los guardias no tendrán forma de ingresar a detener lo que hare.

Me mantengo acostas y cubierta hasta el pecho, no me muevo, incluso finjo que duermo.

Todos los tres días encerrada. Tres benditos días en los que no me he tocado la oreja para nada porque esa es mi señal.

La señal que esperan allá afuera.

Con sutileza muevo mi mano derecha debajo de la colca que me arropa, palpando la parte interna de mi brazo izquierdo donde se encuentra mi pequeña navaja que esta incrustada con su cobertor que imposibilita detectar el metal del que está hecho.

Presiono de ambos lados hasta que la punta abre el corte que ya se había cerrado.

El dolor es leve. Bastante soportable.

Cuando tengo el objeto en mi mano lo aprieto en mi puño.

No me muevo ni un centímetro.

Me mantengo estática.

Uno.

Dos.

Tres.

Acaricio el lóbulo de mi oreja de forma desinteresada y esa es la señal para que las luces rojas de la prisión de iluminen de forma tenue.

Cámaras fuera de juego.

Me pongo en pie de inmediato y le guiño un ojo a la cámara que está en mi celda.

Espero unos segundos hasta que la puerta de desbloquee.

Primero la mía luego las que elegí a dedo. No tenía interés en quien sería mi oponente de combate. Quien fuera iba a eliminarlo.

Se forma el alboroto cuando las demás puertas se desbloquean y algunos empiezan a salir sin entender que es lo que sucede.

Detecto a mi primera víctima y voy a por ella, corro tomando impuso y con una patada en el mentón cae al piso de espaldas, de forma rápida me agacho y le rebano el cuello.

Este es mi plan, pelear, que algunos golpes me toquen impacten en mi cuerpo con la lucha, que me lastimen. Así podre asegurar que fue atacada y que no fui yo quien ataco.

Necesito dejar rastros de mi lucha por defenderme.

Otros hombres al ver lo que he hecho se me lanzan encima. Pateando y tratando de alcanzar pero no lo consiguen.

Me pongo en posición de combate. Aquí nadie queda vivo solo el hombre que tengo previsto, porque si lo hacen me culparan y eso sembrara otra duda.

Peleo con todo, voy destrozando gargantas y apuñalando a quien sea que se me cruce.

Aplico llaves que me permiten asesinar sin derramar sangres, quiebro cuellos y extremidades.

Golpeo sin piedad.

Esta es la tormenta que educo Christian Riccardi, la mentida asesina de su organización.

La sangre gotea por mis manos como si de agua se tratase.

En mi lucha por defenderme golpeo, pateo y araño para dejar rastros de ADN en mis uñas cortas y así pueda aplicarse en mi defensa, en caso sea necesario. Con esta gente nunca se sabe.

Lo hago con un hombre que tomo de improviso.

-королева.-ladra en ruso y me planto en seco.

«Reina». Me enfoco en observarlo. Estoy tan cegada por mi ira y ganas de matar que no me había percatado del porte y físico que tiene. Claramente es un ruso. Además de que su tatuaje en el pecho dice específicamente "Lealtad y sangre al Cirius".

¿Y quién es el Cirius? Pues Máximo Kuznetsov.

Dijo que me encontraría aquí a alguno de sus hombres. No sabía a quién.

-Привет.-saludo de forma inocente.

Un «Hola» es cordial de mi parte y más en este estado.

Un maldito se le va encima al ver que platicamos en otro idioma, se enfrascan en una pelea y yo continuo con mi próximo objetivo, que ensarta múltiples golpes en mi tórax mientras logro estabilizarme para clavar mi navaja de 10 centímetros en su corazón. Realiza la acción con hazaña.

Me llevo a uno al piso, ubicándome sobre él, reparto puños y golpes estratégicos del Karate, lo tomo por la cabeza estrellándolo contra el concreto como si mi vida dependiera de ello hasta que se escucha un pequeño Track que indica que le he partido el cráneo.

No me limito.

No me contengo.

Me muestro tal cual.

Tomada por esta necesidad de sangre que me consumía.

Mis pies descalzos pisan charcos de sangre, pero voy por el último.

No tengo lastima, todos aquí son asesinos, posiblemente hasta se encuentran aquí recluidos algunos de los tantos enemigos de mi padre.

Limpio su camino y el mío de paso.

Cuando he terminado me detengo a repasar lo que he hecho. Cuento en mi mente los cuerpos que yacen en el suelo. Son un total de 49 cadáveres.

El ruso que queda vivo era el número 50.

Se acerca a mí haciendo una leve reverencia.

-У мафии никогда не было бы лучшей королевы.

«La mafia nunca pudo tener una mejor reina», mantengo mi mirada fija en él.

-Я единственный, кто способен сделать это и выбраться живым.

«Soy la única capaz de hacer esto y salir viva», mencionó airosa. Satisfecha con el rio de sangre derramado bajo la plantilla de mis pies.

-Хорошей свободы, королева.

«Buena libertad, reina».

-Приготовьтесь к побегу. Я обращу эту тюрьму в пепел. Я хочу, чтобы ты был жив и в России сформировался в наших рядах.-termino con nuestra conversación.

«Prepárate para escapar. Reduciré esta cárcel a cenizas. Te quiero vivo y en Rusia, formado en nuestras filas».

Suficientes golpes me ha propinado, así que de eso llevo de sobra, pero falta algo.

Tomo la navaja y realizo algunos cortes en mis brazos y me apuñalo la pierna. También corto a un lado de mi abdomen y un poco más arriba de mis costillas.

Así será más creíble el ataque.

Planeo lanzar la navaja a un lado pero entonces el ruso se acerca y me la pide con un gesto delicado para la braveza a la que están acostumbrados.

Niego pero vuelve a insistir.

Se la coloco en el centro de la palma de la mano y el me regala un asentimiento.

Retrocede un poco y yo atino a recostarme en el suelo con los ojos cerrados, cuando las puertas de seguridad se desbloquean.

¡Excelente! Lo hice en tiempo record, posiblemente 8 o 9 minutos porque después me infringí los cortes.

Los policías y militares entran con fusiles de asalto en mano y yo me hago la desmayada.

Solo siento cuando unos brazos me levantan y me alejan del olor metálico del que estaba rodeada hace unos segundos.

Mi pecho contiene una sensación de emoción y alegría que no puede mostrar. Solo quiero sonreír de felicidad por mi cometido.

Me colocan sobre una camilla y me conectan una vía directo a la vena.

Estoy segura de que es anestesia, de esas que me dormirá por completo.

En parte lo agradezco porque descansaré al fin en al menos una camilla digna para alguien como yo.

Como dije antes, este es oficialmente el matadero de Rafaella Riccardi.

Saludo mi libertad y mi gloria absoluta.




Hola, Tormentas!! Decidí adelantar el cap de mañana, para que no esperen mucho. 

¡¿Estamos de acuerdo en que Máximo Kuznetsov es la expectativa?! La hizo la mujer más poderosa del mundo, le dio todo para hacerla intocable. Ese hombre es todo lo que esta bien en la vida. 

Mi Raff es una diosa icónica, reina, idola, tan rezable esa mujer. Estoy a sus pies.

El próximo capítulo lo narrará alguien especial que nunca ha narrado. ¿Adivinen quien? 

Las leo en los comentarios.

Besos🖤 

-Elyn.

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