No me sueltes.

Door olibuhh

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Todo el mundo habla de lo bonito que es el amor, de la magia que sientes al encontrar a esa alma predestinada... Meer

Sipnosis
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19 (+18)
Capítulo 20
Epílogo

Capítulo 7

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Door olibuhh



No íbamos a funcionar, a ti te da miedo sentir y a mí lo único que me da miedo es que no me alcance la vida para sentirlo todo.

Anonimus-

—Señorita Miller y Jones, felicitaciones.—felicitó la señora Hoffer.—Obtuvieron la nota más alta de todo el curso, una gran sorpresa para todos señorita Miller.

Idiota.

Busqué con la mirada a Chase y esté ya tenía sus ojos puestos en mí, le sonreí y esté me guiño su ojo.

La clase con la señora Hoffer fue increíble, no estaba tan intensa cómo de costumbre hasta logré participar en su clase sin que fuese una condena.

La clase ya había terminado así que salí corriendo apenas sonó la campana.

—¡Ada!.—Chase venía a toda prisa hacía mi.

—Joder, vas a desmayarte.—mencioné al ver cómo su respiración se entrecortaba.—Debería decirle al entrenador que te ejercite.

Su cara de horror me hizo carcajear.

—¿Quieres almorzar conmigo hoy?.—preguntó.

Mi mente se quedó en blanco por unos minutos, después de esta clase teníamos periodo libre porque los profesores estaría en una junta.

Chase se veía ansioso por mi silencio.

—Solo es un almuerzo de amigos.—agregó.

Sonreí y asentí, por supuesto que me encantaría almorzar con él.

Mi mente viajó a una persona muy idiota, tenía que avisarle que no me iría con él pero nos veríamos en casa de su padre en la noche.

—Déjame recoger mis cosas, y te espero en tu...—no recordaba en que se desplazaba Chase así que me detuve.

—Una moto, y está justo al lado del carro de Nguyen.

Asentí y me marché para buscar a Elika, sabía que estaría con el entrenador solo tenía que irme rápidamente hasta la otra parte del campus.

Divisé a Elika entre el montón de corpulentos de ahí. Maldición, esos hombres son un pecado andante, en especial Elika, verlo sin camisa era algo totalmente diferente, era ver cómo un maldito Dios griego.

Joder.

—¡Nguyen!.—grité.

Y me arrepentí de inmediato la ver cómo todos esos chicos subían su cabeza para verme.

Elika se apartó de todos y corrió hacía donde yo me encontraba, esa imagen de Elika corriendo mientras su cabello se pegaba a su frente por el sudor, Dios mío, su sudor recorría todo su cuerpo:

—Ven, saluda al equipo.—me atrajo con su mano hacia él.—Faltan cinco minutos de práctica, y ya nos podremos ir.

—Elika, no, quede con Chase para almorzar.—informé.

Él detuvo su paso, y me soltó la mano.

—¿Con Jones?.—preguntó incrédulo.

Aquí vamos de nuevo.

—Si, él me dejará en casa de mi padre.—mencioné.—A las siete iré a cenar con ustedes, y si no te molesta le diré a mi padre para quedarme en tu casa.—agregue—Haremos un pijamada, cómo en los viejos tiempos.

Una pequeña sonrisa adorno su rostro, sabía que esa idea le agradaría y no podía negarlo, deseaba con todas mis fuerzas volver a vivir todo eso que hacíamos cuando éramos unos críos.

—Avísame cuando llegues a casa.—pidió Elika, y me beso la mejilla.

—¡Te amo, idiota!.—grité al verlo correr hacia su equipo de nuevo.

—¡Yo más, pesada!.—sonreí y salí corriendo satisfecha.

Dios mío, necesitaba ejercitarme, con que moral podía decirle a Chase que necesitaba ejercitar cuando yo solo puedo correr dos segundos y ya estoy muriendo.

—Ada, necesitas pulmones nuevos.—mencionó Chase entre pequeñas risitas.

—Chiste repetido pierde gracia.

Rodé los ojos y el con burla me tiende el casco de su moto.

—¿Y tú pretendes ir por la vida así?.—pregunté al ver que solo traía un casco y ya me lo había tendido.

—Ada, anualmente mueren más personas por estar de pasajeros en la moto que el conductor.—mencionó con un tono bastante serio y seguro.

—Eso acabas de inventarlo.—asegure.

El asintió y comenzamos a carcajearnos por la idiotez que había salido de su boca. Nos montamos en la moto y Chase emprendió camino a quien sabe dónde me llevaría.

Chase me había traído a uno de los lugares del pueblo, quien viva acá conoce al gran Zizipizzas, las mejores pizzas del mundo a mi parecer.

—Ada, no estoy seguro si tu mirada se iluminó por las pizzas, o porque estás abrazando a un chico súper apuesto.—mencionó Chase, y no pude evitar sonreír por su poca modestia.

—Idiota.

Comenzamos a reírnos, Chase al parecer no encontraba un lugar donde dejar su moto, así que tuvo que pagarle a uno de los chicos del lugar para que paseara su moto hasta terminar.

Entramos al lugar y el olor a pizza inundó mis fosas nasales, esto era delicioso.

—Huele delicioso.

—Es la mejor pizza del planeta.—aseguró Chase.

—Papá y yo venimos muy seguido acá, es nuestro lugar especial.—mencioné.

—Entonces, fue una buena elección.

Asentí con una sonrisa tonta.

Buscamos un lugar donde pudiéramos sentarnos y disfrutar de las mejores pizza del planeta.

—Eso es bastante estúpido.

—No es estúpido, formaron parte de mi infancia, recuerdo que cuando se separaron lloré por semanas.—mencioné con un puchero.—No seas insensible, Jones.

Le conté a Chase mi más grande secreto y obsesión, cuando tenía al rededor de diez años era la fan más loca que podía tener One Directions, recuerdo que coleccionaba muchas de su mercancía, quería tenerlo todo.

Una vez anunciaron que vendrían al pueblo, recuerdo rogarle a mi padre por semanas para que pudiera llevarme, el accedió con la condición que Elika tendría que sumarse. Eso no terminó muy bien, recuerdo que pasé semanas limpiando su cuarto, y haciendo cosas que realmente no quería hacer, hasta golpee a unos chicos por él.

Y cuando llego el día de ir a verlos, su concierto se había cancelado.

Caí en una depresión, que solo podía comer pancakes con miel, mientras escuchaba Still the One.

Era una de mis favoritas.

—De acuerdo, entonces esa pequeña Ada limpio y golpeó a unos chicos sólo por un concierto.

—No era solo "un concierto".—imité su voz con lo último.—cómo tú le dices, era mi vida entera.

Vaya, decirlo así sonaba bastante molesto y desquiciado.

—Joder, vaya, lo entiendo.

Me miró fijamente y no pudo aguantar más su carcajada.

—Eres un idiota.

Y sin poder aguantarlo ni un segundo más, me eche a reír con él.

A los segundos la mesera trajo nuestros menú y yo ni siquiera tuve que verlo, pedí dos slide con doble queso y pepperoni y una malteada de oreo.

—Dame una más de lo que ella pidió.

—No vas arrepentirte, su pizza doble queso es la mejor.—le aseguré.

La mesera tomó nuestros menús de nuevo, y antes de irse le agradecimos.

—¿Por qué querer ser médico e ir contra tu familia, Chase?.—pregunté intrigada por la respuesta.

Si semblante cambio a uno serio, y al notar su cambio lo suavizó un poco, no estaba segura que iba a responderme, solo estaba segura que esa pregunta no era del todo una comodidad para él.

—Supongo que en algunas ocasiones hace falta caer, para ver todo de una manera diferente.—mencionó.—No es lo mismo ver una paisaje desde la cima de una montaña, a verlo desde la mitad de ella.—agregó.—Cuando era un crío quería seguir los pasos de mi padre, sabía que esa sombra era muy difícil de llenar sin embargo quería hacerlo.

No estaba segura de que tan profundo sería lo que Chase estaba por contarme, pero ahora sé que lo suficiente cómo para que su semblante cambiara de una risa a una mierda un tanto lamentable.

—Hasta que mi abuelo enfermo, fueron momentos muy difíciles en los Jones, mi madre siempre tomabas, y mi padre cada día se volvía más severo conmigo.—mencionó con un ápice de dolor en su voz.—Mi abuelo era un pilar muy importante en mi familia, siempre que estábamos mal acudíamos a él, mi abuela siempre tenía respuestas para todo.

Joder, comenzó hablar en tiempo pasado, su abuelo había muerto.

—Me gustaba hablar con él, siempre me decía que de no ser por todo lo que estaba afrontando le gustaría estudiar medicina.—recordó con melancolía.—Siempre cuando hablaba de la medicina sus ojos brillaban, me enseñó muchas cosas, tantas que comencé amar la medicina con tan solo cinco años.

No puedo evitar imaginar a un pequeño Chase vestido con una bata de doctor.

Es una imagen muy linda.

—Pero, mi abuelo empeoró y toda mi vida se vino abajo.—la mesera lo interrumpió y dejó nuestras malteadas y slides en la mesa, agradecimos y al probarla Chase me miró con una sonrisa.—Si, realmente fue una buena elección.—agregó antes de seguir con su relato.—Para no hacer el cuento más largo, mi abuelo me hizo prometer que viviría por mí, que nunca dejara que la vida me pasase intentando encajar con lo que los demás pudieran pensar de mí.

Su abuelo era un hombre muy sabio.

—Importa lo que yo pensase de mí, importaba lo que yo quisiese hacer y que si la medicina era lo mío, que lo hiciera con pasión, que lo hiciera con tanto amor que no quedara duda que eso era realmente para lo que había venido al mundo.

Él sonrió con melancolía al recordar las palabras de su abuelo, y yo sonreí al saber que Chase lo había entendido todo, Chase tenía que estudiar medicina, no solo por la promesa de su abuelo, Chase tendría que estudiar medicina porque eso era su pasión.

Hablamos por horas de la medicina, y de lo que ser médico significaba para la vida de Chase, y no podía estar más contenta por ello.

—¿Puedo confesarte algo?.—preguntó Chase.

Asentí mientras comía un bocado de pizza.

—En ocasiones siento que intentas siempre pasar por desapercibida, siempre intentando ocultarte en otras personas.—menciono Chase.—No importa que tan populares sean tus amigos en el instituto, nunca quieres que se hable de Ada Miller.

Joder, eso había sido una análisis bastante acertado.

Me sentía desnuda.

—No me gusta ser el centro de atención, prefiero que las personas no noten mi presencia en muchas ocasiones.

—¿Por qué?.—preguntó intrigado Chase.

—No lo sé.—y realmente no lo hacía.

—Ada, tú mereces ser vista, mereces que las personas te conozcan.—aseguró.—No tengas miedo al destacar, porque créeme cuando dejes de pensar que pasar desapercibida por la vida es lo mejor, lo único que harás es destacar entre un montón de personas que son copias de copias.

Sus palabras habían irrumpido en lo mas profundo de mi ser, dándole sentido a un hoy, y un mañana.

Chase tenía razón, vivir la vida ausente a sus colores no es vivir realmente.

Pensar que pasar por desapercibida en cada momento de mi vida, nunca traería el éxito a ella.

—Gracias por invitarme almorzar.

—No tienes que agradecerme, realmente desde hace mucho tiempo quería invitarte a salir.—aseguró y se quedó pensando unos segundos y agregó.—Cómo amigos, claro está, porque eso es.—sonrió nervioso.

Sonreí y lo miré.

—No tienes que aclarar cada cinco segundos que es una salida de amigos.

—No quiero que pienses, que estoy intentando ligarte de cualquier forma.

—No lo pienso.

—Bueno, pues eso intento, pero tampoco quiero que hagas algo por obligación a mis sentimientos.

—Aceptar una cita o "salida de amigos".—lo imité.—No lo hago por obligación a tus sentimientos, lo hago porque realmente llamas mi atención.—aseguré y él sonrió.

Seguimos hablando por unos minutos más, hasta que ya llegó la hora de irnos, yo tenía que ver a mi padre antes de que se fuera al trabajo.

Estoy segura que el señor Elijah y él ya habrían hablado de la cena, pero mi padre le gusta cuando yo soy la iniciativa de hablarle sobre mis planes.

No tardamos tanto en llegar a mi hogar, quería que Chase conociera a mi padre, no porque fuésemos algo, pero mi padre es un poco cotilla y le gusta meterse en todo, pero Chase estaba apurado así que sería en otro momento.

Me bajé de su moto y antes de entregarle el casco, lo abracé.

—Me gusto almorzar contigo hoy, en nuestra salida de "amigos nada más".—me burlé.

El sonrió y me devolvió el abrazo.

—Nos vemos en el instituto, Ada.—asentí y le tendí el casco.

Cuando abrí la puerta de casa, escuché un gran golpe en la sala, salí corriendo para ver de qué se trataba y vi a mi padre en el suelo.

—Maldición.—masculló molesto.

—Papá.—corrí hacia donde se encontraba.—¿Estás bien?, ¿Que estabas haciendo?.—y antes de que él pudiera responderme, observé que la corrida que daba hacía la calle estaba un poco corrida.

Mi padre estaba espiándome.

Se los dije, es muy cotilla, recibió su merecido por entrometido.

—¿Quien es ese chico?.—preguntó rápidamente al ver que ya había deducido porque se encontraba en el suelo de la sala.

—Es un amigo, que me invitó almorzar.

—¿Y por qué yo no conozco a ese amigo?

—Tal vez, porque no vas al instituto conmigo.—mencione inocentemente.

Él frunció el ceño.

—Es apuesto, pero ya sabes sobre la charla que tuvo Nguyen con ustedes.

Oh, no.

Yo no quería acordarme sobre la charla de la banana, no quería, necesitaba sacar esa conversación y sus palabras de mi cabeza.

—Papá, es solo un amigo.

El asintió aunque sabía que estaba dudando cada una de mis palabras.

—Por cierto, papá.—recordé.—Él señor Elijah me invitó a cenar, ¿crees que pueda ir y quedarme en su casa?.—pregunté.—Elika y yo queremos tomarnos aunque sea una vez a la semana, un día donde ambos nos quedemos en casa del otro y tener pijamadas cómo en los viejos tiempos.

Tal vez no tan cómo en los viejos tiempos, porque en los viejos tiempos no me había besado, en los viejos tiempos no había deseado que sus labios nunca se separaran de los míos.

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