DINASTÍA

By Elyn_Blais

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«SEGUNDO LIBRO DE LA SAGA TORMENTA Y OSCURIDAD» Máximo Kuznetsov el rey de la mafia Rusa y Rafaella Riccardi... More

SINOPSIS
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
EXTRA: Memorias
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
EXTRA: Una ragazza e un ragazzo
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
EXTRA: El día llegó.
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 33
Capítulo 34
Capítulo 35
Capítulo 36
Capítulo 37
Capítulo 38
Capítulo 39
Capítulo 40
Capítulo 41
Capítulo 42
Capítulo 43
Capítulo 44
Capítulo 45
Capítulo 46
Capítulo 47
Capítulo 48 - Rey de Reyes
EXTRA: Golpe de realidad
Capítulo 49
Capítulo 50
Capítulo 51
Capítulo 52
Capítulo Final
EXTRA: Cadenas invisibles

Capítulo 32

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By Elyn_Blais

Máximo.

Los medios aun no dejan de trasmitir la muerte del hermano del presidente, es una noticia de relevancia en la actualidad. Toda su nación esta impactada con ese hecho y no es para menos. Así como uno cayó pueden caer los demás. Solo es cuestión de días.

Por el momento nos seguimos manteniendo en Rusia, Renzo despertó desde hace una semana, cuando abrió los ojos lo único que hizo fue preguntar si yo estaba bien y ordenar que me dejaran pasar, me inspecciono y luego pidió que pase Irina y Rose. No hizo ni dijo nada más.

Se está recuperando en su casa con ayuda de su madre y su mujer, pero tal como lo dije, la herida ha vuelto a abrirse, ese gran puñal que le atraviesa el pecho desde hace tantos años ha vuelto a sangrar. Su padre, esa es la herida más grande que tiene.

Cada vez que lo visito esta como ido y no quiere hablar, a duras penas balbucea dos palabras.

Conduzco hasta el Palacio del Kremlin, en la entrada me reciben los militares que me reconocen de inmediato dejándome ingresar.

Bajo del Bugatti abrochándome el traje negro que llevo puesto, camino a grandes zancadas por los pasillos del palacio soviético, con una asistente que corre cobre sus tacones tratando de seguirme el paso, me adelanta un poco apresurándose a abrirme la puerta de la oficina de Dmitri Lébedev, presidente de Rusia.

-Rey, lo esperaba.-saluda haciéndome una reverencia apenas ingreso.

-Siéntate.-le ordeno dirigiéndome a mi lugar.

-Entendido, señor.

Hace el amago de sentarse en la silla presidencial.

-¡Ahí no!-grito, deteniéndolo.-¡Ese es mi lugar!-lo aparto, dejándome caer en el sillón de gamuza rojo.

Este es el trono desde donde dirijo el país del que soy dueño.

Apoyo mi espalda en el respaldar, esperando a que se siente frente a mí, en una de las sillas de invitados.

-Empecemos.-juego con la pluma negra que estaba sobre el escritorio.-¿Has visto las noticias?-pregunto mirándolo directamente a los ojos, intimidándolo.

-Sí, señor.

-Entonces ya estas enterado de que asesine al hermano de Marc.-abre mucho los ojos, parece que se le van a salir de sus cuencas.

-¿Usted lo asesino?-inquiere curioso.-Dicen que lo mato la picadura de una serpiente.

-Eso es lo que hice que creyeran, lo mato el veneno, pero la serpiente nunca lo toco. Dispare el veneno en su cuello.

-¿Marc lo sabe?

-Me importa una mierda si lo sabe o no lo sabe. Eso es lo que le pasa a los que intentan meterse conmigo.

-Eso traerá consecuencias, rey.

-Justo por eso estoy aquí. Necesito explicarte cual será el plan que ejecutaras el día que me acontezca un evento desagradable.

-¿Cuál es el plan, señor?

-Declararemos la guerra a la media noche, no antes, es mejor atacar cuando nadie se lo espere, además, será la única forma de hacer el despliegue que deseo; enviaremos tanques de guerra a sus límites fronterizos, también quiero avionetas de guerra sobrevolando cielo americano, quiero que todo un país se cague de miedo, pero sobre todo él. Tomaremos el país y solo cuando yo te lo ordene lo apresaras y lo traerás ante mí.

-El gobierno ruso seguirá sus órdenes, rey. El día que usted ordene Marc estará arrodillado frente a usted.

Me pongo de pie, dirigiéndome a la puerta. Voy directo a mi empresa, tengo asuntos importantes que atender, hoy registrare un ingreso neto de 300 millones de euros en mi cuenta bancaria.

Soy el economista y el cerebro de muchas empresas para la compra y venta de acciones. Es un negocio muy rentable saber en qué momento debes vender o comprar, no todos pueden tener esa clase de conocimiento e instinto.

Esta es la fachada que tengo que mantener para sustentar los ingresos millonarios que registran mis cuentas a diario: Empresas fantasmas, sobre empresas fantasmas. Así, el día que decidan investigarme se dará contra la pared porque es una cadena de nunca terminar. No habrá hilos de los cual tirar para hacerme caer.

Me remango la camisa blanca para mejor comodidad.

Los monitores que están en mi oficina se encuentran encendidos mostrando el gráfico de acciones, mientras que en el IPad que tengo en la mano visualizo la bolsa de valores.

Fuera hay todo un equipo de personas que están a la espera de la orden que los pondrá trabajar, un grupo determinado venderá y el otro comprara.

Con mi dedo índice golpeó las pequeñas esferas de la "Cuna de Newtons" que se encuentra sobre mi escritorio y el tiempo en mi cabeza empieza a correr.

La curva sube y baja de manera inestable, mostrando la variación que ya había analizado.

«Aún no es momento de comprar, bajará aún más» Los minutos transcurren y las líneas logran mantenerse fijas por una milésima de segundo.

La línea aún mantiene una pequeña vibración que amenaza con un alza. «Ahora sí» La bolsa de valores cae y es momento de comprar.

Presionó el botón del intercomunicador.

-Compren.-ordeno y corto comunicación.

Las acciones están un 75% debajo de su rango habitual. Cada acción está costando una miseria, pero en cuestión de segundos, al ahora estar bajo mi nombre, su valor se duplicará un 200% de su valor anterior.

Así funcionan los negocios, hay oportunidades que no se pueden dejar pasar.

-Compra terminada, señor Kuznetsov.-dice mi asistente apenas ingresa, asiento, haciendo que asistente se retire.

Vuelvo a golpear las esferas con poca fuerza porque esta vez el tiempo será más corto.

Las acciones de mis clientes empiezan a subir, a precios bastante regulares que les dejarán ganancias abarcadoras. Pero yo no necesito eso, quiero ganancias millonarias porque depende de eso el porcentaje de dinero que facturare por cada acción que se venda.

La curva se mantiene prolija, hasta que hay un quiebre y los lineales empiezan a subir. «Momento perfecto».

-Vendan.-vuelvo a ordenar por el intercomunicador.

Esto era lo que necesitaba hacer para poder irme tranquilo de vacaciones con mi mujer y mis hijos.

Recojo mi saco y mi móvil del escritorio, pero vuelvo a dejar todo sobre su lugar cuando abren la puerta con fuerza.

-Disculpe, señor, no puede detenerla.

Le hago un gesto con la mano para que se largué, no quiero escuchar excusas estúpidas.

-Cierra la puerta.-suelto, mirándola con desprecio.

-No sé por qué tus empleados no me dejan entrar a tu empresa, casi he tenido que escabullirme.-me mira frunciendo el ceño.-¿Porque siempre vas vestido de saco y corbata?

-¿Viniste a sacarme plática?-bramo arto de escucharla.-No eres mi amiga.

-No. Soy tu hermana.

«Maldita».

-¿Qué quieres, Mía?-la corto.

Se acerca con una sonrisa bailando en su rostro.

Detalló cada uno de sus movimientos, son refinados, cuidados a la perfección, su cabello negro un tanto largo, pero bien peinado cae por sus hombros y sus ojos negros se detienen sobre los míos.

-Me ha gustado un carro y lo quiero comprar.

-¿Otro?-si mal no recuerdo, pidió que le transfiriera una cantidad importante de dinero para un auto.-¿No compraste uno hace dos semanas?

-Sí, pero este es diferente, Máximo. Le daré otro uso.

El dinero de la familia lo manejo yo, cada centavo que se mueve de las cuentas está bajo mi supervisión y aquí no se compra nada si no lo autorizo. Decisión del abuelo, así no se desperdicia su fortuna.

La mía todavía está intacta y creciendo a cada minuto, todos los gastos que hago y lujos que me doy son desde mi fortuna de negocios personales, pequeñas migajas que no hacen ninguna diferencia.

-¿A qué empresa tengo que desviar tu dinero?

-Sera un regalo de mamá.-levanto las cejas sorprendido, había olvidado que existía.

«¿Tiene esa cantidad de dinero en sus cuentas?» Grandes cosas ha logrado solo por llevar en su vientre a los tres hijos de Fabio Kuznetsov.

-Tengo que corroborar esa información.

-Claro, llámala.-señala el teléfono, sonriendo con ironía.

Levanto el teléfono solo para hablar con la asistente.

-Llama a Ariadna Palmieri y pregúntale si autoriza el desvió de dinero para adquirir un auto bajo el nombre de Mía Kuznetsova.

-Entendido, señor.

-Que la llamada queda grabada.-digo antes de colgar.

No puedo confiarme cuando se trata de esa mujer.

-No tienes que ser tan cuidadoso con ella.

-Me tengo que ir.-hago oídos sordos a sus palabras.-Espera afuera, cuando me den una respuesta transferiré el dinero y te podrás largar.-hago el amago de levantarme de mi silla.

-¿Por qué estás tan apurado?-se interesa.

-Tengo que salir.

-¿Te irás de viaje?

-No te importa.

-Entonces si te irás...¿Con tu mujer y tus mellizos o con el imbécil de Renzo?

-Deja de hacer preguntas. No tienes derecho.

-Si lo tengo, soy tu hermana. Además si el Cirius pregunta por ti que les diré.

-Si me necesitan que me llamen.

-Pero cuando te vas de vacaciones apagas el teléfono.

Abren la puerta.

-Señor, la señora Palmieri autorizo la compra.-doy un asentimiento.-Llamaron del aeródromo, su avión está listo para despegar.

La mujer cierra la puerta y tomo la IPad para el desvío de fondos.

-¿Le has informado al abuelo que te vas de vacaciones?

-¡Cierra la boca, joder!-le grito para que se detenga con sus preguntas de mierda.

-Lo digo para que me lo saludes, ya sabes que no se alegra mucho cuando me ve.

-Si. No le agradas.

-Tú eres su nieto favorito. Se dejaría matar por ti.

-Eso todo Rusia lo sabe.-señalo con orgullo.-¿Cuánto dinero es el que necesitas?

-2.2 millones de euros.

Dígito en el IPad el monto que necesita.

-¿A qué empresa trasfiero el dinero?

-A Ferrari, indica ahí que es para Mía Kuznetsova Palmieri.

Realizó la diligencia y apagó el aparato.

-Ya está, puedes irte.

-Suerte en tu viaje, Máximo.-se pone en pie caminando hacia la puerta.

-No regreses nunca.-le respondo y ella rueda los ojos.

Rafaella.

Viajar a la Polinesia francesa siempre es un poco complicado y muy atareado, peor en las condiciones en las que nos encontramos ahora. Hace unos días hemos asesinado a un primer ministro y al hermano de un presidente, dejando en jaque a todo un país.

Consecuencias de enfrentarse a nosotros. No somos de lo que aguantamos golpes. Nunca lo seremos.

Abandono mi asiento en el jet para sentarme en las piernas del hombre que no me quita los ojos de encima. Sus brazos me acogen de inmediato, acomodando mi cabeza en su pecho y besando mi coronilla.

-¿Te preocupa algo?-pregunta inquieto.

-Creo que a ti te preocupa algo. ¿No estas cómodo? ¿Acaso no debimos venir?

-No es eso. Este es mi modo de disculparme por haberte hecho sufrir. No sé cómo me has perdonado, preciosa. No tengo ni idea.-se lamenta.

-Eso es porque te amo mucho y no puedo vivir sin ti.-lo beso.

-Te mereces esto más que nadie, Malen'kiy.

-No pareces tan feliz...-emito bajito.

-¿Por qué dices eso?

-No lo sé.-me encojo de hombros.

Con sus manos acomoda mi cuerpo y levanta mi mentón para que lo mire directo a los ojos.

Esos ojos negros que me hicieron perder la cabeza desde la primera vez que los vi.

Lo miro con ilusión y siento como todo mi cuerpo es recorrido por una electricidad que me pone a latir el corazón desbocado.

-Si me miras como ahora lo estás haciendo, con esos preciosos ojos que tienes, te puedo asegurar que soy feliz.

Paso mis manos por detrás de su nuca y uno mis labios a los suyos. Su boca me recibe con la calidez que suele hacerlo, su lengua busca la mía y sus labios se mueven sobre los míos con braveza, exigiendo más.

Mantiene una mano en mi culo y la otra enredada en mi cabello, impidiendo que me aleje.

Me quedo dormida en sus brazos hasta que aterrizamos en el aeropuerto de Bora Bora, somos dueños de la mitad de la isla, para el lado frontal.

Máximo es un poco rudo con sus métodos al momento de querer conseguir algo, para él no es nada imposible cuando se trata de cumplirle los caprichos a su mujer, así que una noche me confeso que tuvo que amenazar a la entidad Francesa que está a cargo de la Polinesia, prometiendo hacerlos quebrar si es que no le daban lo que quería, su objetivo era fijo: La isla.

Si quiero algo me lo da, así tenga que poner de cabeza el mundo entero.

Mis hijos bajan del avión, y nos subimos a nuestro carro que nos espera fuera y nos trasladamos hasta nuestra mansión a la izquierda de la isla. Es muy grande y está muy bien edificada, los mejores arquitectos e ingenieros trabajaron en este proyecto que nos costó muchos millones, el resultado ha sido más que genial.

Todo está como lo dejamos hace más de medio año.

Acomodamos nuestras pertenencias en las habitaciones y luego preparo algo de comer con las cosas que nos han dejado los cuidadores.

Ellos vigilan la casa y la mantienen en buenas condiciones cuando no estamos aquí, pero cuando llegamos tienen prohibido acercarse al perímetro de nuestra casa, medidas de seguridad que decidimos tomar por nuestros hijos.

Preparo spaghetti con churrasco y ensalada cocida para comer, mientras que Máximo inspecciona en los alrededores de la casa.

Dejo cada uno de los platos sobre la mesa y también los vasos de jugo de manzana. Disfruto mucho estos momentos, dónde me olvidó de ser una mujer de trabajo y de responsabilidades; y solo me enfoco en mi gusto por cocinar y disfrutar con mi familia.

Cuando preparo algo le pongo toda la dedicación posible para que me salga perfecto, me gusta que mi comida sea agradable al paladar exquisito de cualquiera.

-¡A comer!-hablo fuerte para que me escuchen.

Damiano y Bianca vienen corriendo a tomar sus lugares y Máximo entra detrás de ellos.

Sonríe al ver el plato que le espera y el pecho se llena de orgullo al evidenciar que hace lo mismo siempre que me meto a la cocina y lo sorprendo con mis delicias culinarias. Él también es muy bueno, aunque vive empeñado en que si algo le pasa, tiene que ser Renzo quien lo alimente, prefiere morir antes de cocinarse en esas condiciones. Yo pienso que el solo quiere hacer sufrir a su mejor amigo.

-¿No preparaste brócoli, mami?-pregunta la abejita buscando lo que más le gusta en la mesa.

-No, cariño. No han podido conseguir.

Ni siquiera se si no han podido, me lo acabo de inventar, si no esta es porque no había.

-Mándalos a buscar de nuevo.-pone en línea recta sus labios.

-Está muy rica tu comida, madre.-Damiano tiene enredado en el tenedor spaghetti y en las puntas ha clavado un trozo de carne muy bien cortado. Todo se lo mete a la boca, relamiéndose los labios.

Máximo solo levanta la vista por instantes, toda su atención está puesta en la comida, en una mano tiene fijo el cuchillo y en la otra el tenedor.

Llevo el primer bocado a mi boca, en un primer instante pruebo las cosas por separado y luego todo en conjunto.

Suelto un murmuro deleitante por los sabores que explotan en mi boca. Y si, esto me ha quedado increíble. Cualquier expectativa ha sido superada. El secreto es el queso derretido sobre el spaghetti.

-¿Te gusta, amor?-indago mirándolo con fijeza.

Sus ojos se encuentran con los míos y me giña el ojo derecho acompañado de un gesto chulo en todo su rostro.

-Delicioso como siempre, preciosa.

Trato de alargar el momento de disfrute de mi comida, pero como todo lo bueno se tiene que terminar, me lo termino todo. Mis acompañantes de hoy, también, no han dejado nada en el plato.

Después de descansar durante unas horas, nos internamos en la piscina que da a la playa, contemplamos la puesta del sol que es alucinante en este lugar, minutos que uno no puede perderse porque se esfuman como el viento.

Al menos yo si soy de las que los contempla y disfruta, el pelinegro es un poco al contrario, a él le encantan los días de lluvia, esos tan grises que parece que nunca saldrá el sol y nos quedaremos en penumbras por la eternidad.

Pienso en los leones, no los pudimos traer porque no les agrada este clima, es muy desesperante para ellos. La primera vez que los trajimos tuvimos todo un problema porque el Kuznetsov tuvo que regresar con ellos a Italia a dejarlos y volver en seguida. Nunca más los hemos vuelto a traer, pero esta vez se han quedado en Rusia, al cuidado de Gregori. «¿Cómo estará mi precioso Erebo?» «¿Argos y Perseo estarán haciendo destrozos?» Seguro que sí, más Perseo, que todos estos años ha sido educado por una inquieta y traviesa Bianca. Argos es más de quedarse quieto en algún lugar, analizar y gruñir. Erebo es una mezcla de los dos, aunque es más bravo, si te le cruzas se te puede llevar una pierna o un brazo entre esos dientes filosos. Está un poco loco como el dueño que no ruge porque no puede.

Mi flamante esposo se abraza a mi cuerpo para hacerme enredar las piernas en sus caderas y sacarme del agua.

-¿En otra vida acaso fuiste un pescado?-consulta con burla.

Me rio echando la cabeza hacia atrás.

-Fui una sirena, tonto.

-Fuiste un pez con unos ojazos. Lástima que no tenían tu culo.-aprieta mis nalgas que están expuestas debido al pequeño bikini que traigo puesto.

Pisa suelo firme y camina de un lado a otro conmigo en brazos.

-Imagínate lo que te hubieses perdido.-doy toquecitos en su nariz con mi dedo pulgar.

-Imagina que no hubiese podido tocarlo nunca. Moriría soltero.-cierra los ojos apenado.-Sin esposa, sin hijos y sería muy infeliz.

Beso su cara.

-Deja el show, Máximo Kuznetsov que desde que me viste sabias que iba a ser tu mujer y peor aún, sabias que no era una sirena.

-Y como eras tan presumida me dijiste que eras una princesa mientras señalabas tu corona de diamantes.

-Era cierto, siempre fui una princesa de la mafia Italiana...

-Y ahora eres reina de la mafia Rusa. Mi reina.

Se sienta en una butaca, conmigo en brazos, yo quedo de espaldas a mis hijos.

-Solo tuya, mi amor.-muestras miradas hacen un clic especial que nos impide abandonarnos.

Disimuladamente desata el nudo de mi bikini, llevando las tiras hacia adelante y exponiéndolas por completo.

Lo miro concentrada cuando sus labios carnosos plantan suaves besos sobre ellos y sus manos los acunan con delicadeza.

Se prende lamiendo, midiendo y tirando de mis pezones con fuerza. Mis manos acarician su cabello presionándolo más contra mis montículos carnales que ya está al rojo vivo.

Mis caderas inician un rose delicioso sobre el tronco duro que lastima mi feminidad a medida que crece.

Lo separo cuando vuelvo a ser consciente de la realidad.

-Ha sido suficiente.-lo detengo.

-Un poco más.-pide.

Toda pisca de autocontrol se esfuma y lo dejo prenderse por unos cuantos minutos más. Hasta que nos vamos a arreglar para la cena que tenemos reservada en un par de horas, iremos a The Brandon, para lo que debemos abordar el helicóptero porque no hay otra forma de hacerlo.

...

A la mañana siguiente amanecemos en la playa, Bianca corre de un lado a otro recolectando piedritas de colores que pone entre las piernas medias abiertas de su padre que no le quita la mirada de encima.

-¿Crees que si me descuido se tire al mar?-consulta el Kuznetsov.

-Talvez.-respondo sobre mi cómoda posición, mientras me bronceo.

Los rayos del sol me ponen a arder la piel y que Máximo a cada nada estrelle la palma de su mano contra mis glúteos, me quema la carne.

No hay remedio para su obsesión con mis nalgas, le gustan mucho, a cada nada quiere andarlas magreando y apretando. Ya me acostumbré, me gusta sentir sus manos sobre mi cuerpo.

Damiano duerme bajo la sombrilla, está agotado, salió a correr con el animal de su padre que lo deja abandonado forzándolo a qué le siga el paso.

Llegó muerto luego del correteo matutino.

Mi mano viaja hasta su cabello, acaricio su melena negra como la mia y lo escucho ronronear.

-Mami...-balbucea lleno de dulzura.

Parece un bebé cuando duerme, pero cuando está despierto, es don renegón.

-¡Abeja!-grita Máximo haciéndome mirar sobre mi hombro para visualizarlos a los dos, ella se retira los mechones de cabello que la brisa ha puesto en su cara.-Tu madre le está dando amor a tu hermano y se ha olvidado de ti.

-¡Máximo!-me siento de inmediato.-¡¿Acaso eres idiota?!

Se encogen en hombros, cínico, al ver que ella corre hacia mí.

-Te toca.-me dice dejando caer su espalda sobre la arena blanquecina.

-¡Era tu turno, animal!-lo golpeo en el brazo.

-Ya me toca cuidar a Damiano.

-¡Damiano está dormido!

-Por eso.-sonríe victorioso.

La abeja se me lanza encima haciéndonos caer para atrás.

-¿Le estabas dando amor mientras dormía?-pregunta frunciendo el ceño.

-No te pongas celosa, abejita.

-Dame amor.-pasa sus manos por su melena, esperando a que yo haga lo mismo.-Para estar iguales.

-Ustedes me volverán loca.-le jalo las mejillas haciéndola sonreír.

Las horas pasan y cuando los dos están dormidos abrazados el uno del otro me meto al agua con el pelinegro, nadamos y flotamos por lo que parecen ser horas hasta que vuelvo a salir.

Regreso a mirar atrás cuando escucho correr a alguien, Máximo me toma por la espalda, levantándome en el aire y arrojándose a la arena conmigo a cuestas.

Cierro mis ojos sonriendo, lo escucho hacer lo mismo, sus carcajadas roncas me transportan a otro universo, uno donde sonríe siempre.

-¡Me vas a embarrar de arena, amor!-hablo entre risas.

Termino encima de él.

-Mmm, eso es lo que quiero.

-¿Quieres embarrarme?

-Sí, pero no de arena.-presiona con fuerza mis glúteos para que pueda sentir su miembro duro.

-¡Oh! Ya entiendo.-lo beso y me acerco a su oído.-La noche es larga, cariño.

-Te voy a reventar el coño, preciosa.-sus labios acarician el lóbulo de mi oreja.

Duermo durante un rato hasta que siento que me remueven con fuerza, haciendo que abra los ojos.

-Veamos dentro, preciosa. Ya es tarde.

Tardo un poco para ubicarme en tiempo y espacio, me pongo en pie cuando veo que ya está terminando de guardar todo lo que habíamos sacado.

Preparamos juntos la cena y luego llevamos a nuestros hijos a dormir, el pelinegro se va cuando ya están bien dormido, pero yo me quedo asegurándome de que se queden bien tapados con sus mantas y luego me retiro apagando la luz.

Me dirijo a mi habitación. Abro la puerta y lo primero que veo es a Máximo recostado en la cabecera de nuestra cama con una sábana oscura cubriéndolo desde su cintura, extendiéndose por sus largas piernas. Cierro y me recuesto en la puerta.

-Ven a montarme, preciosa.-su voz ronca, cargada de excitación me pone a temblar las piernas.

Su mirada ardiente me eriza la piel, camino lentamente hacia la cama y me arrastro hasta colocarme a horcadas sobre él.

Guía su mano hasta mi cuello atrayéndome a su boca, sus labios rozan los míos, para luego tirar de mi labio inferior. Abro la boca emitiendo un quejido y aprovecha para que su lengua se adueñe de la mia ferozmente.

Levanta la camiseta blanca que llevo puesta, enrollándola en mi cintura, sus dedos acarician el borde de mi braga y de improviso tira de ella arrancándomela, la fricción de la tela con mi intimidad llevándome a apretar los muslos con fuerza.

Mi humedad empieza a empapar la sabana que lo cubre por lo que la aparto fijando la mirada en su miembro grande, duro, grueso y venosos que descansa sobre su marcado abdomen, trago todo lo que se me atora en la garganta, siempre que lo contemplo sigo creyendo que es imposible que eso pueda entrar en mí.

Mis brazos rodean sus hombros buscando otorgarme estabilidad en el momento en que el guía su polla a mi entrada, afianzo mis piernas a ambos lados para bajar con cuidado pero todo queda en el olvido cuando acuna mis glúteos clavándome su dureza hasta el fondo, dejándome sin aire.

-¡Ahhhh!-gimo clavando mis uñas con desespero en su espalda.-Mi amor...

Escondo mi rostro en su cuello pero me toma por el cabello juntando su frente con la mia.

-Tus ojos en los míos.-demanda.-Me gusta mirarte mientras te tomo.

Asiento con desespero, iniciando con los movimientos de cadera que lo ponen a gruñir con desespero, en un arrebato me arranca la camiseta abriéndola por la mitad, exponiendo mis pechos que le rebotan en el rostro debido a que no detengo mi actuar.

-Podi...-no puedo ni hablar.-Pedias sacármela.

-No te quejes, ponte las mías. Te quedan más bonitas a ti que a mí.

Quiero refutar eso porque no es cierto, sus camisetas le lucen como a nadie, pero no lo hago, no encuentro mi propia voz.

Me siento llena, demasiado llena, intercalo en el ritmo, en algunos momentos me muevo despacio y cuando hambre me gana me olvido de todo, tomando un ritmo veloz. Su respiración agitada se mezcla con la mía.

Palmea mis glúteos con fuerza marcándome mi piel con la palma de sus manos, mañana me dolerán las nalgas al momento se sentarme. Sujeta mis piernas elevándome en el aire, se lo que quiere, lo conozco tanto que sé que le vuelve loco cuando reboto con fuerza sobre su pene.

Me pongo en el hecho, brinco sin descanso sobre ese taladro que me está perforando con braveza, no dejo de mirarlo incluso cuando el orgasmo me toma, acompañado del suyo. Cruza los brazos por mi espalda baja uniendo nuestros pechos, el abrazo se hace eterno porque ninguno de los dos tiene intensión de alejarse del otro, descansamos en esa posición que para nosotros es perfecta porque nuestros cuerpos no pueden estar más juntos que ahora.











Hola, Tormentas!! Máximo cuando muestra su poder me mata ;)

¿Alguna vez he dicho por aquí lo mucho que me gustan los capitulos de playa? Que sepan que me encantan y soy muy feliz escribiendo a la pequeña familia Kuznetsov Riccardi. Me muero de amor por ellos, pero lo que les viene esta feo.

Espero que les guste, nos leemos el próximo domingo.

Besos🖤 

-Elyn.







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