Mi exilio con la abuela 2

By Imsweet_shit13

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Lillie está por cumplir sus dulces 21 años y con eso podrá administrar su fortuna heredada. Será que Lillie... More

Sinopsis
01: ¡Los 21 están aquí!
02: Estamos bien... inundadas.
03: Alguien guarda secretos
04: Good 4 u
05: Es él
06: Solo doce escalones
07: El hilito
08: Pesadillas
09: Saliendo del closet
10: Dulce ovejita
11: El trato
12: Al estilo de Sherlock
13: El trono
14: Un reflejo nuevo
15: Traición
16: El plan
17: La habitación de hotel
18: El bigote
19: Gato encerrado
20: Egoísta
21: Tú y yo
22: Es culpa de Lillie
23: La cabaña
24: Perdidos
25: La llave
26: La cena
27: Viejos tiempos
28: USB
29: Propuesta de matrimonio
30: Libre como el viento
31: Peligrosa como el mar
32: Esa bruja
33: Mariposas
34: Por las calles de Paris
35: Problemas del pasado
36: Un idiota enamorado
37: Vibes de Aladdin
38: Un ramo y un novio
39: Revancha
40: Despelucada, extraviada y atropellada
41: Rescate Express
42: Fantasma del pasado
43: Otro traidor
44: Hierba Mala
45: El año sabático
46: Profesional, no personal
47: Karma
48: Verdades
49: Orígenes
50: Cruel y real
51: Intentarlo fallando
52: Una empresa en problemas
54: El chico de las rosas
55: Volver a casa
56: Una foto y una carta
57: Vivir
58: Despedidas
59: Anillos de papel
60: Sentencia
61: La revelación
62: Tres y uno en camino
Nota final.

53: Pretendientes

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By Imsweet_shit13

Pretendientes
Lillie Torres

Después de conseguir que Joe Mori diera la orden para continuar con la construcción en Costa Rica los demás socios e inversionistas retomaron sus actividades, lo que realmente nos calmó a todos. Al menos es un respiro, por ahora la empresa esta bajo control y el desafío es mantenerla de esa forma.

Zac me había llamado hace unos minutos.
"No es mi sobrino" dijo. Lo que realmente me alivió. Aun había posibilidad de que Félix estuviera vivo, huyendo de la ley, pero vivo.
Sin embargo, no fue todo lo que dijo en aquella llamada.
"Al parecer esto era parte de un mensaje de él, así que tengo las esperanzas de que se comunique pronto" admitió. También me hizo saber que estaría fuera de la ciudad por unos días ya que no quería levantar las sospechas de las autoridades, aunque es muy probable que ya lo tuvieran vigilado aún más sabiendo que Zac es el pariente más cercano de Félix aquí en Paris.

—Lillie, los accionistas y los inversionistas le esperan en la sala de juntas —informó Theo.

—Bien, estaré con ellos en unos minutos.

Theo asintió y regresó con aquellos hombres con los que teníamos negocios. La abuela estaba ocupada y Zac ausente, así que es mi deber enfrentarme a esos tipos, los cuales no conocía en absoluto.

—Aquí vamos —dije dándome aliento.

Creí que todo sería intenso y que sería una reunión 2.o a la que tuve con Zac y los socios principales en esta empresa cuando todo empezó, pero no, al contrario, esta vez al verme entrar todos empezaron a disculparse –aunque no me lo esperaba– es lo que debían hacer. Entrar en pánico colectivo por noticias no es nada apropiado para ellos, personas serias y capaces de dialogar antes de tomar decisiones tan extremas. Claro que no acepté sus disculpas de buenas a primeras, claro que no.

—Señorita Torres, le aseguro que en una próxima vez actuaremos de...

Interrumpí al hombre.

—No habrá una segunda vez —aseguré— no lo aceptaré, nuestra empresa tiene una reputación que mantener al igual que la de cada uno de ustedes, así que no permitire que primero hagan los que se les antoje sin siquiera llegar a un acuerdo, así que he preparado esto para ustedes y para nuestra empresa. Theo, por favor.

Theo entendió mi llamado. Entró y repartió a cada hombre en esta mesa una carpeta con las nuevas condiciones.

—No permitiré que detengan los proyectos cuando se les antoje —aseguré— perdimos 5 millones en tan solo 6 horas.

Y claro que hubo sorpresa por parte de cada persona dentro de esta sala. No se lo esperaban, creo que ni siquiera de Zac, pero algo que había entendido, es que no podía permitir que ellos tomaran decisiones tan abruptas poniendo en peligro nuestro patrimonio.

—El que no acceda a firmar estos papeles —señale la puerta— pues la puerta está bien abierta para el que se quiera marchar. Tienen tres horas para contactarse con sus abogados, leer las condiciones y firmar.

Joe Mori entró a la sala como dueño y señor. Mire a Theo y el solo se disculpó con la mirada.

—Disculpen la demora, caballeros —dijo sonriendo— y señorita Torres.

Lo miré con precaución. Había dicho que no vendría. Mire a Theo quien inmediatamente le entregó la carpeta con las nuevas condiciones.

—¿Y esto que es? —preguntó tomando su lugar.

—Son las nuevas condiciones que la señorita Torres ha considerado para asegurar una comunicación más efectiva y evitar lo que sucedió en los...

Theo se calló cuando Joe prestó un bolígrafo y firmó sin siquiera leer. Todos se le quedaron viendo con sorpresa, incluso yo. ¿Así de impulsivo es siempre?
Al terminar de firmar levantó la mirada y me sonrió.

—¿Algo más que desee, señorita Torres?

—Pero has firmado y ni siquiera sabes lo que hay en estos documentos —soltó un accionista.

—Confió en la señorita Torres, estamos asociados y ninguno de los dos quiere el mal para el otro, no le beneficia a nadie. Perder el tiempo leyendo esto, es una total falta de respeto para mi.

Todos se miraron y finalmente copiaron la acción de Joe. Mire a Theo, sorprendida. Bueno, querían dárselas de confiados y seguros de sí mismo, bueno, funcionaba. Todos le entregaron los documentos firmados a Theo y regresaron a mi para despedirse. Claro que me mostraba normal ante ellos, por dentro yo seguía en shock. Dios, no sabía si alegrarme o preocuparme de tener socios tan confiados. Todos se marcharon contentos y felices, menos Joe Mori.

—Torres —dijo.

—No voy a darte las gracias —dije rápidamente— lo tenía bajo control.

Y Joe Mori empezó a reírse.

—Claro que si, ibas a obtener esa firma de una u otra forma, pero debes admitir que te lo he hecho más fácil.

Agarré mis cosas y salí de la sala de reuniones. Me iba a casa, pero Mori me seguía como un perrito de la calle cuando se encariña con un humano. Solo que este perrito parecía más... coqueto, regalado, ofrecido y podía continuar describiéndolo como lo hacen en las revistas.

—¿Hay algo más que quieras decir? —pregunté deteniéndome en el ascensor.

Joe Mori me observó de pies a cabeza y luego sonrió.

—Si, de hecho, me debes un almuerzo.

—No te debo nada.

—¡Oh —soltó ofendido— tu secretaria me agendo un almuerzo y debí recordarte que no almorcé!

Bien, tenía un punto a su favor.

—No me gusta almorzar afuera —dije en defensa.

—Bien, me encargaré de cocinar para ambos —respondió.

Mire a Theo.

—Theo, ¿tenemos libre esta semana? —pregunté.

Claro que Theo se apresuró a mirar mi calendario semanal. Levantó la mirada y asintió.

—Tiene libre este viernes a las... —se calló al ver mi mirada.

Las ganas que tenia de estamparle esa tablet sobrepasan el límite. Mire a Joe, sonriendo con pena.

—No tenemos tiempo hasta el año que viene. Es una lástima —finjo pena.

Entonces Joe agarró la tablet de Theo, fueron segundos, segundos en los que nos quedamos en shock mientras él utilizaba nuestra tablet. Reaccionamos muy tarde.

—Ahora tienes tiempo libre —dijo satisfecho— de nada.

Y se marchó.

—Bueno, es tan atrevido como confiado —respondió Theo.

Mire de mala gana a Theo, fue él quien se dejó robar la tablet. Theo desapareció admitiendo que le daba miedo mi rostro y que por eso se alejaría de mi por unas horas hasta que fuera totalmente seguro volver. Suspiré y miré mi agenda. Bueno, tengo libre mañana de 12 a 2 pm. Hice una mueca y salí de la empresa.
Respondí unos mensajes de mi madre asegurándole que estaba bien, que no estaba bajo las sábanas comiendo chocolate. También le respondí a la abuela con un "todos han firmado" la abuela me envió pulgares arriba informando que había que celebrar esto porque según ella es un triunfo.
Llegue a casa de la abuela y lo primero que hice fue quitarme los tacos para luego tenderme en el sofá, hacer esto estaba bien, lo estuvo hasta que mi estómago empezó a rugir, tengo que cenar antes de que mis tripas empiecen a rugir con más fuerza. Caminé hasta la cocina mientras revisaba las redes sociales, pero entonces vi algo que me hizo soltar un grito. Entonces más gritos que no son míos me provocó dolor de cabeza.

Pamela y Jenny comían en la cocina como ratones a media noche, claro que al verme se asustaron y empezaron a gritar. Amanda salió de la bodega de alimentos, con una tarrina de helado en brazos. También empezó a gritar.

—Pero ¿que haces aquí? —me quejé asustada.

Pamela y Jenny seguían gritando como locas.

—¿Por qué estamos gritando? —preguntó Amanda.

Entonces se callaron.

—¿Que haces tú aquí? —preguntó Pamela.

—Vivo aquí —respondí.

Ambas se calmaron.

—Bueno, no te escuchamos entrar —aseguró Pamela— y nos hiciste pegar el susto de nuestras vidas.

—Ni que fuera el demonio como para asustarlas.

—Bueno, pareces el demonio —aseguró Amanda.

—¿Que te pasó? —preguntó Jenny.

Y entonces me miré en un espejo. Bueno, ahora entiendo porque se asustaron tanto al verme.

—Nada... pasaron cosas —pude responder.

Claro que no iba a decirles que choqué con un camion, afortunadamente era un camión de rosas, apenas tenía hojas en la cabeza y un raspón que mañana dolería demasiado.

—Dios, Lillie —se quejó Pamela—, Dorothea tiene razón, hay que darte un baño para quitarte esa suerte que cargas encima. Estoy segura que entre el mar y tú, tú le ganas de salada.

Me acerqué a Amanda y le quité la tarrina de helado. Amanda se quejó.

—¡Eso es mío! —exclamó

—Era —respondí.

—He tenido un día horrible, así que esa tarrina me pertenece. Sé un poco misericordiosa —pidió.

—Choqué con un camión de flores y acabo de ver a mi ex con su nueva conquista —confesé.

Y entonces Amanda se compadeció y me dejó la tarrina de helado, incluso Amanda me tenía lástima.

—Bien, en términos de soportar, yo soporto —añadió Amanda—, pero en términos de soportar, querida Lillie, no estás soportando.

Y la verdad es que si, no estaba soportando ver a Santi con esa morena perfecta.

—Debe ser un error —Jenny trató de justificar lo que acababa de ver en las noticias—. No lo creo de Santi, ¿cierto, Pamela?

Pamela dejó de teclear su celular y negó.

—Si lo creo capaz —confesó— es hombre, los hombres son estupidos, los hombres se enredan con otras chicas al segundo de estar solteros.

—Dios, solo te pido una cosa —pidió Amanda mirando el cielo— de grande ser como Pamela, gracias.

—Espero que no —respondió Pamela— para ser lo que soy hoy en día, tendrás que soportar a muchos idiotas, porque yo he tenido que soportar a muchos muchos, demasiados idiotas, los cuales llegaron a gustarme a un nivel increíblemente estupido.

—Ya, lastimosamente a Pamela le gustan los idiotas con chaquetas de cuero cuyo vehículo es una moto.

—Bueno, debo admitir que tenía muy malos gustos, afortunadamente ya no me inclino a ellos.

Y yo seguía tragando helado mientras las oía hablar con tanta pasión. Es que era funar o amar a los hombres y yo estaba a poco de entrar a mi Hater era hacía los hombres.

—Ya, pero Santi es diferente —Jenny defendió a su primo.

—¿Más tonto? Si, claro que si —aseguró Pamela— dejó a Lillie.

—No la dejó, solo regreso a casa porque tenía que regresar. Aparte, Lillie estaba pasando por un mal momento, lo que menos quería era tratar temas del corazón.

—¿Quien no quiere tratar temas del corazón? —preguntó Candace entrando a la cocina.

Candace saludo a cada una con un beso en la mejilla, iba a hacerlo conmigo, pero al verme atorada en helado se detuvo.

—¿Estas bien? —preguntó curiosa.

—Si —respondí.

—No, chocó con un camión y Santiago parece que está saliendo con una nueva chica —respondió Amanda.

Y abrió los ojos tan sorprendida.

—¿Que? ¿Santiago con una chica que no es Lillie Torres? ¿Que sucede en el mundo? —preguntó sorprendida

Y Jenny volvía a defender a su primo.

—Dios, que no está saliendo con esa chica —aseguró.

Y Pamela me quitó el celular. Vio lo mismo que yo vi hace unas horas, de hecho, había sido la razón por la que me distraje y luego ¡Pum! Accidente asegurado.

—Pues esta foto dice lo contrario —dijo mostrándole la foto a Jenny.

Quien se quedó totalmente muda.

—Ves, incluso tú no puedes negarlo —dije hartándome con otra cucharada de helado—, pero estoy bien, si él está saliendo con otras chicas estoy feliz por él.

—Uy, cuidado desbordas de alegría —comentó Amanda.

—Ya, tampoco me voy a poner a brincar de una pata —respondí ofendida— trato de estar feliz por mi ex novio... lo más que puedo.

—Bueno, si, la foto hace pensar en un posible romance —dijo Jenny al terminar de analizar la foto—, pero si la vemos de otro punto de vista, solo ha sido amable.

—¿Amable? Debes estar bromeando —Pamela dijo riendo incrédula.

—Estoy bien —aseguré.

No quería que empezaran a debatir sobre esa foto, aunque ya habían empezado y temía que no pararan de hablar de esto hasta la siguiente semana.

—La chica solo lleva puesta la chaqueta de Santi —respondió Jenny— eso no prueba nada.

—Claro que si —atacó Pamela—. Ese idiota nunca le dio la chaqueta a mi prima. Lillie, ¿Santi alguna vez te puso su chaqueta?

Y entonces lo pensé. No recuerdo tener alguna chaqueta de Santi en mi armario y entonces no pude evitarlo y empecé a llorar.

—¿Y si cambiamos de tema? —preguntó Amanda— aunque ya es muy tarde...

—Bien, la única manera de averiguar si esto es real es ir a la fuente primaria. Le escribiremos a Nicolás.

Y detuve a Candace de que lo hiciera.

—Chicas, no es necesario —aseguré limpiándome las lágrimas— si es verdad o no de que Santi esté saliendo con alguien más, está bien, está en todo su derecho, ¿recuerdan que él y yo no tenemos nada? Pues, está en toda la libertad de hacerlo, así que no vamos a averiguar nada... con nadie, ¿de acuerdo?

Todas accedieron aunque sabia perfectamente que Pamela y Amanda se mordían la lengua por preguntarle a Nicolás sobre esa noticia que vimos en internet.

—Tenemos que hacer algo divertido —pidió Candace— y olvidarnos de esta vida de mierda por unas horas.

—Hagamos pijamada —pidió Amanda.

Y sorprendentemente todas aceptaron. Así que después de unas horas todas estábamos en un spa, no se crean solo estábamos en la habitación de la abuela porque es el único lugar donde habían tantas cosas y productos para relajarse. Nos pusimos unas mascarillas y parecíamos doña Florinda con su mascarilla toda verde y pegajosa. Amanda nos puso pepinos en los ojos mientras se quejaba de su vida estudiantil.

—La verdad es que estoy harta... ¿y si me doy de baja? —preguntó entusiasmada.

—La que te va a dar de baja seré yo —aseguró Candace.

—Solo era una idea que ya estropeaste —respondió desanimada.

—Que ánimos que tenemos —analizó Jenny— y creo que tengo la solución perfecta para ustedes.

Me quité las rodajas de pepino de los ojos y mire a las chicas, que hicieron lo mismo.

—Bueno, ustedes saben que mi madre y yo hemos trabajado muchísimo en esta colección, es el primer desfile de mi madre, si, es conocida, pero este es el momento en el que ella se va a lanzar sola, será ella y sus diseños, nadie más de por medio, entonces creo que el desfile puede ser una gran distracción para ustedes.

—Sii —Pamela intervino—. Necesito caras conocidas mientras esté en la pasarela modelando y dándolo todo.

—No lo sé, saben que en la empresa las cosas no están de maravilla.

Jenny y Pamela hicieron un puchero, causándome pena. ¿Desde cuando no salía con ellas y nos divertíamos? Pensarlo me hizo sentir como una mala prima y amiga, ellas estaban para mi en todos los momentos de mi vida, en los buenos, en los malos, en los horribles. Suspiré.

—Bueno, si no se presentan emergencias en la empresa o algo por el estilo, seguro que estaré ahí haciéndoles barra —hablé.

—Es una invitación que no queremos declinar, pero es el viernes que viene y Amanda y yo tenemos que terminar de solucionar los problemas que tenemos con nuestro padre.

Y Amanda puso una mueca de descontento, seguro por la mención de su padre o porque se notaba que moría por ir al desfile, pero no dijo nada, simplemente escuchó a su hermana.

—¿Y como van las cosas? —pregunté.

—Normal, ya sabes, nuestra madre está amenazando a papá para que firme el permiso para que Amanda pueda salir del país, pero el muy descarado no quiere, se niega, primero quiere que paguemos todas sus cuentas y parecía viable, pero el hombre tiene varias deudas.

—¿Varias? Ese hombre le debe el alma hasta al diablo —intervino Amanda—. Es que un día de estos estará en prisión y no será por nosotras.

—El punto es que estamos tratando de llegar a un mutuo acuerdo para que Amanda pueda viajar conmigo—continuó Candace.

Candace y Amanda querían alejarse de este ambiente, sus padres a punto de ir a un juicio, Paris ya no pintaba ser tan mágico y para ellas se estaba volviendo una tortura, de cierta manera. Ver a sus padres discutiendo y amenazándose no es para nada agradable, aparte Nicolás estaba en Latinoamérica y como es de esperar Candace quería estar cerca de su esposo, pero tampoco podía dejar a su hermana en medio de la guerra legal en la que sus padres estaban por entrar. 

—Pero no hablemos de eso —pidió Amanda— no me gusta pensar en lo egoísta que es nuestro padre.

—Bueno chicas —habló Jenny— ya vemos que están ocupadas, pero la verdad es que a mi me encantaría que estuvieran presentes, espero que pueda darse. De todas formas, les haré llegar la entrada en esta semana.

El timbre empezó a sonar. Pamela me miró.

—¿Esperas a alguien? —preguntó interesada.

Yo negué inmediatamente.

—Ya, entonces es la abuela —dedujo—. Iré a abrir.

—Seguro olvidaron sus llaves —respondí.

Pamela desapareció, pero luego empezó a llamarme.

—¡Lillie, es para ti! —pegó un grito desde la entrada.

Me levanté y me dirigí a la entrada, al verme Pamela volvió con las chicas, claro que dándome una mirada divertida antes de marcharse. Mire al hombre que tenía en frente, un completo desconocido que tenía en mano una pluma y una carpeta.

—¿Señorita Torres? —preguntó.

—Si, soy yo —respondí confundida.

Me entregó un ramo de rosas y me entregó la carpeta para que firme. Firmé confundida. ¿Quién me enviaba rosas a esta hora?
Cerré la puerta en cuanto el hombre se marchó, así que aproveche para mirar la carta.

"Ansío verte"

Estaba por escribirle a Joe Mori, es el único nombre que llegaba a mi mente. Su coquetería no tenía límites.

—¡LILLIE, VEN AQUÍ! —gritaron todas.

Con escuchar el tono que usaron supe inmediatamente que algo había pasado, que un chisme tenían que contarme así que olvide escribirle a Joe Mori por el asunto de las rosas. Deje las rosas en mi habitación, no quería que que las vieran y empezaran a especular cosas, así que las dejé en lo más profundo de mi habitación: el armario.

—¡Lillie!

—¡UN MOMENTO! —grité terminando de cerrar la puerta de mi armario.

Salí de la habitación y corrí a la de la abuela.

—¿Qué? —pregunté interesada al ver sus caras.

Y Jenny le subió el volumen al televisor.

"¿Será que un nuevo romance está naciendo en esta ciudad del amor, Raf?" Decía la mujer de las noticias. Cuya noticia tenía en grande una foto de Joe Mori y yo afuera del restaurante. Otra tomada desde la distancia en donde se veía que estábamos en nuestra reunión laboral, claro que no parecía una reunión laboral, menos con el título de la noticia.

—Que demonios... —solté sorprendida y molesta.

Me esperaba un chisme, no me esperaba ser el chisme.

—Él te envió las rosas, ¿cierto? —preguntó Pamela con esa sonrisa socarrona.

—Qué —solté todavía impactada—. No, bueno, si, al parecer fue él, pero no estamos saliendo, ni enamorándonos, las noticias han tergiversado nuestra relación.

—Entonces, ¿si hay una relación? —preguntó Candace.

—Ya veo porque superaste tan rápido la foto de Santi, si tu ya tienes un nuevo suplente para él —soltó Amanda, divertida.

—No es un suplente, ni nada —aseguré.

—Dijiste que había una relación —recalcó Jenny.

—Me refiero a una laboral —corregí.

Y Pamela hizo una mueca.

—Es cierto, ese almuerzo no fue una cita, fue más laboral —añadió mi prima.

—Exactamente. No entiendo como han llegado a esa conclusión.

—Bueno, el tipo está soltero desde hace unas semanas —dijo Jenny— y eres la primera chica con la que se lo ve en estos últimos días. Además, eres Lillie Torres, no te han visto con alguien más desde Félix.

Mi celular empezó a sonar, es la abuela.

—Creo que la abuela ya se enteró —murmuré—. Tengo que contestar.

Salí al patio, estaba fresco y solitario, justo lo que necesito para escuchar el regaño de la abuela.

—Antes de que digas algo, quiero decirte que son mentiras —hablé rápidamente.

La abuela se quedó callada unos segundos, largos segundos.

—No se de que hablas, cariño —aseguró—, pero te llamaba para avisarte que no llegaremos a casa hoy. Nos encontramos con unos viejos amigos y estamos ocupadas. ¿Todo bien en casa?

Y quede realmente preocupada. ¿La abuela no sabía nada? ¿Debía preocuparme o alegrarme? ¿Que tipo de amigos se había encontrado?

—Estamos bien.

La abuela me pidió que avisara si pasaba algo, cualquier cosa que llegaría en minutos, le aseguré que estábamos bien y que no teníamos pensado salir, en cuanto se despidió, llegó una llamada.

Camila.

—¿Lillie, que mierda? —soltó enojada.

—Pero ¿que demonios? —respondí de vuelta— todos me van a volver loca, te lo aseguro.

—¿Loca? Loca te voy a dejar yo cuando te vea y te arrastre por toda la ciudad agarrada de las greñas. Mierda, creí que aún querías a Santi.

—¿Estas bien? —pregunté confundida y preocupada— desde cuando me regañas como...

No me dejó continuar porque se apresuró en hablar.

—Mira, Lillie —continuó— No me importa tu vida, mucho menos la parte amorosa, pero sí que me importa la vida de Santi, mierda, estábamos viendo películas cuando apareciste en las noticias con ese chico. Santiago te estaba dando tiempo para que puedas entender lo que sucedió con tu hermana, regresó a casa para seguir con el juicio del caso de tu hermana y tú estás de comiditas con un chico nuevo. ¡Esto es el colmo, Lillie! ¡Eres insoportable!

—¿Si? Pues no he hecho nada diferente a lo que él ha hecho, así que, como dice Dorothea, lo que es igual, no es trampa, así que no me fastidies cuando Santi hace lo mismo —solté muy enojada.

Ya, alguien iba a pagar con mi malhumor. No se si Camila se calló de la sorpresa de mi grito o fue porque creía que no sabía sobre la foto de Santi con esa chica. Trate de calmarme, Camila es la última persona con la que me apetecía hablar de este tema.

—Esa chica es la hija del abogado que ha tomado el caso de tu hermana, Lillie. Y para que sepas, Nicolás y yo estábamos justo detrás de ellos porque Nicolas es como un perro entrometido que no deja que a Santi se le acerque ninguna chica que no sea Lillie Torres, así que, te dejo muy claro que estás creyendo en chismes bajos.

—Ya, te digo lo mismo a ti. Estas creyendo en chismes bajos. Adiós —iba a cortar, pero entonces— O sea ¿Santi no está saliendo con nadie?

La escuché suspirar con horror.

—Cómprate unos lentes y asegúrate de que puedas ver bien todo lo que Santi siente por ti. Y por si no me crees, tus padres también conocen a la chica. ¡Dios, ella está saliendo con una psicóloga!

—¡Bien!

Y entonces cuando creí que ella iba a colgar no lo hizo.

—Entonces, ¿no estás saliendo con Joe Mori? —preguntó interesada.

—¡Que no! Y no vuelvas a llamarme, loca.

—Tú abuela —respondió.

—La tuya —y corté la llamada.

Bloquee mi celular y mire la luna. No pude evitar sonreír.

—Basta, Lillie —me rete a mi misma.

Pero no podía, no podía quitar esta tonta sonrisa de mi cara. Santi sigue soltero. Volví a casa brincando como una niña. Antes de entrar a la habitación me aseguré de quitar la boba sonrisa y cambiarla por un gesto más serio.

—He vuelto, chicas.

—¿Que dijo? —preguntó Pamela.

—¿Quien dijo quien? —pregunté volada.

—La abuela, ¿que dijo? —detalló.

—Ah, eso. No vendrá a casa hoy. ¿Quien quiere comer? Tengo hambre.

—Hace una hora lo único que querías era helado —habló Candace, divertida.

—Bueno, se me abrió el apetito —dije moviendo mis hombros quitándole importancia al asunto.

—Pediré comida —informo Amanda.

—Acepto —respondí feliz.

Es difícil imaginar que toda mi felicidad se debía a una llamada de Camila, es que, la vida daba vueltas muy extrañas.

Lillie después de la llamada:

Buenas noches, patria. Aquí un capítulo tranquilo y relajado, creo que los que siguen se podrán un poquitooo fuerte, soportarán ☝️

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