DINASTÍA

By Elyn_Blais

1.7M 80.5K 11.5K

«SEGUNDO LIBRO DE LA SAGA TORMENTA Y OSCURIDAD» Máximo Kuznetsov el rey de la mafia Rusa y Rafaella Riccardi... More

SINOPSIS
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
EXTRA: Memorias
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
EXTRA: Una ragazza e un ragazzo
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33
Capítulo 34
Capítulo 35
Capítulo 36
Capítulo 37
Capítulo 38
Capítulo 39
Capítulo 40
Capítulo 41
Capítulo 42
Capítulo 43
Capítulo 44
Capítulo 45
Capítulo 46
Capítulo 47
Capítulo 48 - Rey de Reyes
EXTRA: Golpe de realidad
Capítulo 49
Capítulo 50
Capítulo 51
Capítulo 52
Capítulo Final
EXTRA: Cadenas invisibles

EXTRA: El día llegó.

24.5K 1.2K 111
By Elyn_Blais

EXTRA: El día llegó.

Rafaella.

Me levanto al baño con mucho cuidado porque me da miedo irme de cara con la tremenda panza que tengo en la actualidad.

Abro la puerta tratando de no hacer ruido para poder orinar, últimamente lo hago mucho, a cada instante me da ganas de orinar, también debe ser porque bebo mucho líquido.

Cuando terminó me lavo las manos y me dirijo a mi cama.

Mi cuerpo se paraliza junto con mi cerebro cuando un líquido caliente empapa mis muslos. Palpo la zona y luego retiro mi mano para comprobar que no sea sangre. «No lo es». Dios mío.

-¡Máximo!-grito tratando de despertarlo.-¡Máximo, levántate!

Se remueve con pesadez.

-¿Que sucede?-articula muy ronco.

Con pereza trata de incorporarse.

Miro el reloj: 3:40 de la madrugada.

-He roto fuente.-digo titubeante.

-¿Qué?-abre los ojos con temor.-¿Ya van a nacer? ¿Justo ahora?

-Sí, mi amor.-finjo mantener la compostura.-Ayúdame porque si doy un paso más resbalare.

Se apresura, poniéndose en pie y aproximándose hacia mí.

Me toma de la mano y apoya su brazo en la parte baja de mi espada para evitar que caiga.

-Con cuidado.-me ayuda a sentarme sobre la cama.

-Tenemos que ir a la clínica.-le informo cuando veo que se queda parado como una estatua. «Está muy nervioso».-Ve a cambiarte y trae el maletín donde están las cosas de los bebés.

Aunque trate de disimular que tengo el control, estoy nerviosa, creo que será algo tranquilo, he leído que hay partos que son sin dolor, donde los bebes salen sin hacer ningún esfuerzo.

Espero ser seré una de las afortunadas.

Máximo regresa cambiado y con todo lo que le pedí. Su apariencia ha cambiado, esta blanco como un papel.

Deja caer en el piso unas pantuflas para que pueda ponérmelas.

Me sujeta de la mano y me ayuda a bajar las escaleras hasta el primer piso, para luego subirnos al ascensor y llegar al estacionamiento.

-No me subiré en el Bugatti.-me impongo cuando desliza hacia arriba la puerta del precioso auto negro que se acaba de comprar hace unos días.-¿No ves cómo estoy?-inquiero levantando una ceja y señalando mi apariencia.

-Estas en perfectas condiciones.-señala convencido.

-No lo estoy.

-Hasta ayer estabas montada en tu Bugatti, Malen'kiy.

-¡Estoy a punto de parirte dos hijos! ¡Ten un poco de consideración, joder!

Grito esforzando mi garganta, una punzada algo extraña me atraviesa la espalda, haciéndome llevar la mano a esa zona.

«¿Qué carajos me acaba de pasar?»

A grandes zancadas se acerca.

-¿Te están empezando los dolores?-cuestiona.

-No, idiota, me están acariciando la espalda.

Se ríe como si esto fuera una puta broma.

Me abre la puerta de la camioneta Lamborghini que tenemos y tomo mi lugar de copiloto, el tomo el volante y salimos seguidos por toda la seguridad.

Sonrió cuando ingresamos al estacionamiento de la clínica de mi familia, donde le había dicho que quería dar a luz. Hemos discutido tanto con respecto a ese tema, debido a que él quería que lo hiciera en el bunker pero yo me negué rotundamente. Menciono que no me iba a complacer en eso pero veo que si lo está haciendo.

Ordena a gritos que me traigan una silla de ruedas y veo como nuestra seguridad se cuadra cerrando el perímetro completo de la clínica.

Una enfermera obedece de inmediato, trayendo lo que se le ordeno. Máximo se la arrebata y la pone detrás de mí para dejarme caer con delicadeza.

Antes de que empecemos a movernos hacia el pasillo para tomar el ascensor que nos dirigirá al último piso que esta reservado para nosotros, escucho el ruido que hacen las camionetas del ejército ruso, al detener sus vehículos en medio de la pista. «Jesús amado, mi padre se volverá loco cuando vea que el ejército ruso está invadiendo su territorio». No era necesario todo esto, nuestra seguridad está conformada por asesinos profesionales que se cortarían un brazo si así lo quisiéramos, pero hoy nacen los hijos del rey de la mafia y eso amerita que hasta las ramas judiciales más altas de su país nato se le arrodillen, mostrándole su lealtad.

-Saca a tu ejército de aquí, a mi papa le dará un infarto si ve que están invadiendo su nación.

-Me importa una mierda.-se encoge de hombros.-¿Puedes esperarme unos segundo?

-Claro, como no estoy a punto de parir.-digo con sarcasmo que si comprende pero se hace el loco.

-Eso creí.

Regreso a mirarlo cuando gira sobre sus talones, dándome la espalda y saliendo a la calle. Un hombre no tan mayor, vestido correctamente con un camuflado del que cuelgan medalla he insignias se le aproxima haciéndole un salido militar.

Máximo les vocifera algo en general a todos y regresa sobre sus pasos.

-Hasta que se te dio la gana de volver.-reniego.

-Estaba dando la orden de que si se les acerca un presidente de apellido Riccardi, no duden en acribillarlo.

Lo escruto con la mirada.

-Eres un pendejo.-apoyo mi mano en el control remoto que está al lado de la silla automática y empiezo a desplazarme.

-Mentira.-dice serio.-Ordene que una avioneta aguarde en el helipuerto por si las cosas se complica.

-Nada saldrá mal. Tu tranquilo.

-Es en modo de precaución.-me hace saber.

Asiento sin decir nada más.

Ingresamos al ascensor y subimos hasta el piso de mi familia, donde nos reciben los médicos que nos asignan una habitación para tener más privacidad.

-¿Quién dirigirá el parto?-él no es obstetra, por ende no puede hacerse cargo de este procedimiento.

Recuesto mi cabeza sobre su hombro cuando toma asiento a mi lado.

-Una especialista.

-¿Es amiga tuya?-pregunto con curiosidad de conocer esa respuesta.

-Yo no tengo amigos, preciosa.

-Renzo es tu amigo, además de los míos.

-Renzo es mi excepción a la regla solo porque esta tan loco como yo, pero los tuyos no.

-Renzo no esta tan loco como tú.

-Eso es porque no te ha mostrado quien es en realidad.

-No le levantes falsos. Él es un ángel.

-De la muerte.-concluye.-Cuando sepas quien es en realidad y que tan demente esta, te caerás de espalda.

-Por favor, Máximo, no puede ser tan malo.

-Confía en mí, preciosa, ese tipo esconde cosas muy turbias dentro de él.

-Conmigo es una mansa paloma. En fin, mis amigos si son los tuyos.

-No. Nunca lo serán.

-¿Pero porque?-pregunto con un puchero en los labios.

-Tú eres mi esposa y mi amiga, con eso me basta. No necesito tantos amigos.

-¿Los matarías?

-Sin dudarlo.-responde de inmediato, no mantiene ni un poco de duda en su voz.

Esa es una parte que me asusta de él, que no se fía de nadie y aunque diga que no, sé que ve a mis amigos como sus enemigos y que si ellos dan un paso en falso, el sería capaz de arrancarles la cabeza sin pensarlo dos veces, no importa a quien hagamos mierda en el camino, porque solo importa que nosotros sigamos en pie.

Las horas pasan mientras nos reímos y charlamos de cosas sin sentido, hasta que los dolores me invaden por completo.

-¡Joder!-grito hundiendo las uñas en su brazo.-¡Siento que me voy a morir!-el desespero me atonta cuando los dolores vuelven a atacarme.

-Calma, preciosa.

-¡¿Cómo quieres que me calme sí parece que me están rompiendo los huesos!?-vuelvo a tomarme la espalda baja con ambas manos.

-Voy a enloquecer con tus grito.-tira de su cabello.

-¿Y qué quieres? ¿Qué me trague los gritos?

-¡No estoy diciendo eso!

Otra contracción vuelve a atacarme pero esta vez lo hace con mayor intensidad. A cada momento sube la intensidad y no sé cómo detenerlo. Estos dolores no le he tenido nunca jamás en mi vida, solo cuando me secuestraron y me torturaron. En esos momentos nos paraba de vociferar en colombiano, donde soltaba todos los insultos habidos y por haber, pero comparado con esto, eso no era nada.

No se le iguala en lo absoluto.

-¡Ayúdame! ¡Has algo, joder!-me pasa la almohada para morderla.

Me la coloco en la boca y ahogo el grito desgarrador que lanzo.

-¡Estás en contracciones, no te puedo sedar!

-¡Ahhhh!-mis lágrimas resbalan por mis mejillas.

«¿Cuándo mierda se me cruzo por la cabeza ser madre?», estaba completamente loca, esto es una maldita tortura, que no estoy soportando.

El embarazo es bonito, pero parir es lo difícil. Es atroz.

-¡Malparido! ¿Por qué me embarazaste?-detengo la acción de tapar mi boca, cuando se me sale todo lo colombiano que tengo por parte de mi madre, a estas alturas me importa una completa mierda porque no parare de gritar, suelo actuar así cuando los dolores me sobrepasan.

-No te conocía esa boquita.

-¡Debí matarte a comer mierda desde la primera, hijueputa!

-Haberlo pensado antes de abrirme las piernas.

-¡Ni siquiera nacen y ya me van a matar estos culicagados!

-¡No te expreses así de mis hijos!

-¡Tú tienes la culpa de esto, gonorrea!-trato de alcanzarlo para golpearlo pero otra contracción me hace cerrar los ojos.-¡Maldita sea, Máximo! Estoy muriendo.

-¿No eras tú la que quería tener hijos? Ahora te aguantas.

-Aguanta tú los hijueputa dolores que tengo, imbécil.

Se me para enfrente.

-Respira, a la misma vez que yo.

-No vez que no puedo.-me sostengo la espalda.

-Despeja tu mente.

-¡No eres terapeuta, Kuznetsov!

-¡Solo hazme caso, joder! ¿Cómo puedes ser tan terca?

-¡Así me criaron, imbécil, y luego apareciste tu que me cumples cada capricho!-ahogo un grito.-Ahora no te quejes.

-Entonces no hagas ni mierda.-se enoja.

-¡Cierra la puta boca!-respondo llevada por el dolor.-¡Tu no eres el que tiene a dos niños dentro de su cuerpo!

-Exagerada.-rueda los ojos.

-¡Te voy a matar, hijo de puta! ¡Juro que te mato!-lo amenazo.-¡Tú me embarazaste! Esto es tú culpa.

-¡Tu querías ser madre! No jodas ahora.-se endereza en el puesto transformándose por completo.

-¡No pensé que sería tan doloroso!

No responde. Quiero que lo haga porque discutir y gritar es lo único que me mantiene cuerda.

La enfermera llega a verificar en qué nivel de dilatación estoy. Me trasladan a quirófano para proceder con el parto.

-¡Muy bien señora, Kuznetsova, ahora tiene que pujar lo más fuerte que pueda!-dice la doctora como si esto fuese lo más simple del mundo.

Cuando otra contracción vuelve a invadir mi cuerpo, aferro las sabanas con una fuerza sobrenatural que me obliga a gemir de dolor.

Pujo pero nada que nacen. Lo intento en tres oportunidades más pero no puedo parirlos.

Lagrimas pesadas resbalan por mi mejilla cuando ya no aguanto más, por mi frente corren restos de sudor debido al esfuerzo físico que conlleva el parto.

-¡Máximo...! ¡Acércate, por favor!-aprieto la mano de mi esposo con fuerza, tirando de ella.

-¿Qué pasa? ¿Quieres tenerme cerca para gritarme, verdad?-sus ocurrencias me arrebatan una sonrisa.

Su rostro se cierne a centímetros del mío.

-Bésame, por favor.-suplico en un leve susurro.

-Tienes que calmarte, preciosa.-acaricia mis labios con su pulgar.-Sé que puedes. Tú eres muy valiente, siempre lo has sido.

-Ahora no me siento valiente.-vuelvo a llorar.

Con sus nudillos recoge mis lágrimas.

-Ahora eres más valiente que nunca.

Recoge las mechas negras que se me han escapado de mi coleta.

El gesto me hace olvidarme de todo. Solo lo miro, centrada en su rostro que me sigue pareciendo el más hermoso y perfecto que he visto en toda mi vida.

-Pero no puedo.

-Confió en ti, preciosa. Nuestros hijos confían en ti.

Mi mano derecha se mueve de manera automática, acuno su rostro detallándolo con amor.

Sus labios rosan los míos para luego plasmar un beso que me abruma por completo y me demuestra, que nunca me equivoque con él.

-¡Vamos de nuevo, señora Kuznetsova!-advierte la doctora.

Vuelvo a lo mismo. Pujo. Pujo. Lo hago con toda la fuerza que me queda.

Siento que desfalleceré pronto, por eso me esfuerzo más.

Pujo.

Respiro profundo y vuelvo a pujar.

Grito y vuelvo a pujar.

La mano de Máximo continua aferrada a la mia. No me deja ni por un segundo.

-Eso, preciosa.-me alienta.

Dos intentos más y escucho a lo lejos el llanto de una bebe. «Ese es mi bebe», me pregunto cuál será: ¿Sera Bianca? ¿Sera Damiano?

No pregunto.

Vuelvo a pujar para traer al mundo al segundo bebe.

Solo me aferro a la conciencia por el deseo abrumador de escuchar al segundo.

Vuelvo a pujar, pero el llanto nunca llega a mis oídos. No lo escucho.

-Ma...-se me corta la voz.-Máximo, ¿Qué sucede? ¿Por qué no llora?

No obtengo respuesta. Trato de abrir los ojos pero los parpados me pesan. Por más que trato no puedo mantenerlos abierto.

-Máximo...-su nombre acompañado de lágrimas, es lo último que pronuncio antes de que mi mente se sumerja en la oscuridad

Máximo.

Nunca nada en el mundo me ha puesto tan nervioso como saber que mis hijos nacerán el día de hoy. Rafaella se la ha pasado gritando desde que los dolores empezaron a abrumarla.

Cada día compruebo que es más fuerte que nadie. Nadie nunca podrá calzarse en los zapatos de mi mujer.

No se le comparan ni en porte ni valentía.

-¡Si hubiese sabido como dolía, no hubiese sido madre, hijo de puta!

-¡Te aguantas!-le grito haciendo que abra los ojos disparando en mi dirección.

Me quiere matar eso está clarísimo.

-¡No te mato ahora porque no puedo, desgraciado!

-¡Pero cuando estoy casi muerto me quieres revivir!

-¡Para volver a matarte, maldito!-puja y da gritos ahogados cuando los dolores la vuelven a tomar.

-¡Concéntrate!

-¡Eso hago idiota!-grita con dolor.

A cada rato menciona que no debí preñarla, no me culpo, ella lo pidió, yo se lo concedí. En ese orden, solo obedecí sus órdenes. Hice realidad sus sueños.

Escucho el llanto de mi hija, como ya sabía, es regordeta la condenada.

Una sonrisa de satisfacción y felicidad invade el rostro de mi mujer pero se borra cuando tiene que volver a entrar en labor de parto.

En mi caso, no puedo controlar los latidos acelerados que acribillan mi corazón.

Mi preciosa tormenta hace todo lo que puede por traer al mundo a mi hijo, puja hasta sacarlo del interior de su cuerpo, la doctora lo recibe pero no hay llanto, mi mirada se cruza con la de la mujer encargada y todo me hace presagiar que está a punto de suceder lo peor, lo sostiene en el aire y logro apreciar que esta morado.

-Ma...-a Rafaella se le corta la voz cuando habla.-Máximo, ¿Qué sucede? ¿Por qué no llora?

No sé qué responder. Mi mirada se empeña por las lágrimas que luchan por salir de mis ojos, pero no lo permito, no llorare.

-Máximo...-es lo último que dice antes de desmayarse.

Los doctores no se mueve, nadie lo hace.

-Encárgate de mi mujer.-le ordeno a la doctora antes de arrebatarle de los brazos a mi hijo.-Solo es un desmayo a causa del dolor.

Coloco sobre la camilla para bebes a mi hijo y empiezo a ejercer presión sobre su pecho.

-Vamos, hijo, responde.-presiono con fuerza.

Le doy RCP pero cualquier esfuerzo que haga parece no funcionar.

El desespero y la agonía de tener un nudo en la garganta no me deja procesar la terrible noticia.

-¡No me hagas esto, hijo!... No le hagas esto a tu madre.-golpeo su espalda con desespero, lo hago infinidad de veces.

Cada segundo que pasa parece que todo se oscurece a mí alrededor.

¡Joder, Damiano! Tienes que respirar, hijo, inténtalo, por favor.-suplico en agonía.

Mi voz se oye diferente. No la reconozco. Nunca he atravesado una crisis tan grande.

Ahora sé lo que se siente perder un hijo. No me importan los demás, pero si me consume que le suceda algo a lo que viene de mí.

-¡Tienes que respirar!-pierdo todo hilo de cordura.-¡No te puedes morir!-intento a través darle respiración boca a boca.

Limpio con rabia mis mejillas cuando ya no puedo evitar retener las lágrimas.

Si lo pierdo, nada me quitara el dolor de mierda que me ahogara de por vida. «¿Cómo podre decirle a Rafaella que no fue capaz de salvar a nuestro hijo».

Respiro con dificultad pero no me doy por vencido. Los brazos me pesan pero no dejo de intentarlo. El dolor me abraza pero no le doy cabida.

Intento reanimarlo una y otra vez.

Aquí estaré el tiempo que sea necesario, pero no lo dejare solo. Trato de calentarlo con mi cuerpo.

-Te amo, hijo.-susurro preso de la perdida.

La palma de mi mano choca contra su espalda, tratando de hacerlo reaccionar.

Hasta que su pequeño rostro hace un gesto de dolor.

Abro los ojos tratando de disuadir la duda de habérmelo imaginado.

Sigo golpeando hasta que su llanto fuerte resuena por todo el quirófano.

Lo abrazo contra mi pecho mientras lloro con fuerza.

Nunca lo volveré a poner en esta situación, cada minuto que respire será una dicha grande para mí.

Beso sus mejillas con desespero y una pequeña sonrisa tira de la comisura de mis labios cuando se encoge y estira, sus pequeñas piernitas hacen fuerza tratando de alejarse de mi pecho. Sus manos golpean mi rostro cuando trata de llevárselas a la cara para frotarlas con ganas.

Los médicos se han encargado de reanimar a Rafaella y la han trasladado a otra habitación.

Espero a que los limpien y me los entreguen, los tomo en brazos y me desplazo por el lugar tomando un atajo para que ninguno de los imbéciles que están afuera me vean con los ojos llorosos y menos los vean a ellos. Rafaella tiene que verlo antes que los demás.

Cuando abro la puerta, veo a la pelinegra dormida. Coloco a cada uno de mis hijos en su pecho y los sostengo para que no se caigan.

Los llantos de Bianca la despierta, y luego le sigue Damiano, sacándola del sueño por completo.

Lágrimas de felicidad brotan de los ojos de mi mujer cuando los contempla.

-Son hermosos.-dice con los ojos puestos en mí.

-Lo son.-reconozco con una sonrisa en los labios.

-¿Estuviste llorando?-ladea el rostro interesada.

-Paso algo.-le explico.-No pude evitarlo.

-¿Quién fue el que no lloro?-pregunta.-¿Eso significa que será muy silencioso?

No planeo arruinarle en momento, se lo diré después.

-Damiano será le silencioso.-lo señalo.

No lloro cuando nació y no llorara nunca, porque cada lágrima de dolor que vote mi hijo será la condena de quien la provoque.

-No abriremos la puerta hasta que mis ojos vuelvan a la normalidad.-le aclaro desde ya.

-No es para tanto.-se hace la loca.

-Ya te dije.

-Ven bésame.-me pide y no tardo ni dos segundos en poner mis labios sobre los suyos.

«Casi no lo logramos».

-Somos una familia de cuatro, Rafaella Riccardi.

-Somos una familia de cuatro, Máximo Kuznetsov.

Cada vez que la miro es como su me gritara a la cara que no ha habido mejor mujer para mi sobre la faz de la tierra.

Ella era la única.










Hola, Tormentas!! Este cap refleja muchas emociones conjugadas. Ya sabemos como inicio la historia de Damiano y también vimos como Máximo casi se nos va con su pequeño hijo.

Espero les guste el cap. Nos leemos el domingo. 

Prometo que pronto haré una maratón, solo denme tiempito porque la vida no me alcanza para tanto.

Besos🖤 

-Elyn.








Continue Reading

You'll Also Like

71.8K 4.2K 96
-Yo estaba perdido, siempre he estado solo Pero en tu mirada me encuentro Tú estaba' conmigo cuando no había nadie Ahora nadie entiende lo que siento.
237K 11.4K 48
Una historia que promete atraparte desde el principio hasta el final. Camila es una chica humilded, Ignacio Besnier es el heredero de un imperio empr...
841K 50.7K 42
Paris Smith siempre ha sido una chica soñadora, talentosa, amante de todo lo que tuviera que ver con la astronomía: las estrellas, los planetas, las...
1.7K 82 37
una dimensión paralela conocida como dimensión A Tails fue abandonado por su clásico amigo Sonic y le toco madurar solo y luchar con todo lo que le...