DINASTÍA

By Elyn_Blais

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«SEGUNDO LIBRO DE LA SAGA TORMENTA Y OSCURIDAD» Máximo Kuznetsov el rey de la mafia Rusa y Rafaella Riccardi... More

SINOPSIS
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
EXTRA: Memorias
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
EXTRA: Una ragazza e un ragazzo
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
EXTRA: El día llegó.
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33
Capítulo 34
Capítulo 35
Capítulo 36
Capítulo 37
Capítulo 38
Capítulo 39
Capítulo 40
Capítulo 41
Capítulo 42
Capítulo 43
Capítulo 44
Capítulo 45
Capítulo 46
Capítulo 47
Capítulo 48 - Rey de Reyes
EXTRA: Golpe de realidad
Capítulo 49
Capítulo 50
Capítulo 51
Capítulo 52
Capítulo Final
EXTRA: Cadenas invisibles

Capítulo 26

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By Elyn_Blais

Máximo.

A pesar de que no me agradan las mañanas me levanto temprano para verla y para ver a nuestros hijos. Seguro se ira a trabajar después de que ellos se marchen y volveré a ahogarme en la soledad de esta casa. No puedo viajar porque tengo miedo de salir por la puerta y que no me la vuelva a abrir jamás. Ya han pasado alrededor de una semana y no hay progreso.

No sé qué mierda tenía en la cabeza para hacerle eso. No fue correcto. Ya lo entendí pero ella hace caso omiso a mis disculpas, es como si no las escuchara, o peor aún, no las quiere oír.

Todo lo que hago le resulta invalido, cada una de las cosas que hago para estar cerca de ella, no importa porque siempre pone distancia, me mira con indiferencia, siempre sobre el hombro, como si fuese alguien insignificante y cuando me deja ver más allá de esos ojos grises es para gritarme cuanto me odia y cuando desea que desaparezca de su vista.

Bajo pero los niños no están, vuelvo a subir a revisar en su habitación y tampoco están, regreso sobre mis pasos hasta la cocina.

-¿Dónde están mis hijos?-le pregunto a la sirviente.

-Buenos días, señor, los niños ya se fueron a la escuela.

Miro el reloj que está en la pared y ya es media hora tarde de la hora en la que ellos se van.

-¿Mi mujer dónde está?

-La señora está en su habitación.-agarro la taza de café que me tiende.

-Su habitación es donde está mi cama, no la de invitados.

Levanto la taza y detallo la pulsera de hilo negro que llevo en la muñeca de la mano derecha, es un regalo valioso y especial. Me lo dio ella.

-Ella dice que es su habitación.

-Pero no lo es.

-Es su castigo por dejarla, señor. La señora no la paso bien y entiendo porque ahora lo trata así.

-¿Y cómo la paso?

-Pues cuando usted se fue se puso a llorar en el piso, yo pensaba que se iba a morir porque respiraba con dificultad. Después se fue a otro país, cuando regreso volvió a lo mismo, nunca la había visto tan triste y antes de que venga se volvió loca tirando las botellas de sus tragos contra la pared. Yo rezaba para que a usted se le ilumine la cabeza y se los trajera de regreso.

-Tus oraciones funcionaron. Ahora reza para que me perdone. Te hare rica si eso pasa.

-Dudo que eso suceda señor.

-¡Reza, Elena, es una orden! Y por favor pide que me dé un abrazo. Joder, la necesito tanto.

-¿Quiere pan?

-No tengo hambre. ¿Puedes decirle que no vaya a trabajar?

-Tampoco es que yo sea la santa, señor. No puedo pedirle tanto a la vida.

-Inténtalo.

-Usted intente que sus hijos duerman con usted, ellos le pedirán que ella también lo haga. Eso puede funcionar.-dice mientras friega los platos.

-Podría funcionar... No sabía que tenías tan buenas ideas.

-Eso es porque usted no habla con la servidumbre.

Es la primera conversación decente que tenemos. Ya que Rafaella no me presta atención que lo haga ella.

-Si todo sale bien serás rica como yo.-me corrijo.-No tanto pero tratare de darte para que vivas cómoda. Eso sí, si dejas de trabajar para nosotros te mato.

-No me iré porque no necesito el dinero, gano lo suficiente aquí, además que les tengo cariño y le soy fiel a su familia.-me mira.-Usted da miedo cuando habla de la muerte.

-Algún día te llevare a Rusia para que me veas matar, te dejare traumada y eso me hará feliz.

-No iré nunca, señor. Usted está loco.

Desde un inicio se le explico que somos personas muy ricas que tienen enemigos y con el tiempo supo que somos la mafia. Incluso con todo eso, no nos abandonó.

Me pongo alerta cuando por la ventana veo que el portón se abre y entra un carro que no es conocido ni para mí ni para nadie, pero al parecer han dado la autorización de que ingrese a nuestra casa.

Los dos nos miramos las caras pero no nos movemos.

-¿La has visto antes?-preguntó cuando vemos a una mujer descender del vehículo.

-No, ella nunca ha venido.

Rafaella.

Cuando los niños se van a la escuela subo a la habitación que por el momento he tomado como propia y me interno en ella cual ermitaño de las cavernas.

Antes me gustaba lo bella que resultaba la independencia y ahora me doy cuenta que no he perdido el gusto, me sigue pareciendo atractiva la idea de volver a estar sola, sin contar con el pequeño detalle de que ahora tengo dos niños que no se cuidan solos.

El intercomunicador se enciende. Lo tomo apresurada.

-Señora Riccardi, aquí afuera tenemos a una señorita que dice tener una reunión con usted.

Presionó el botón para hablar.

-Déjala pasar. Ahora bajo.

-Como ordene, señora.

Suspiró agotada, es tedioso el hecho de tener que empezar con la decoración de una casa, pero la arquitecta de obra que tiene la empresa es muy profesional y agradable.

Abro la puerta y me tomo mi tiempo mientras bajo las escaleras que conducen al primer nivel.

-Señora Riccardi, buenos días.-me saluda.

-Buenos días, Aurora.-correspondo.

-En la empresa me encomendaron un proyecto personal para usted.

-Sí.-empiezo a ponerla en contexto.-He adquirido una nueva propiedad en Florencia y quiero que tenga un diseño parecido a este.

-¿Algo parecido en su totalidad?

-Los espacios están divididos de diferente manera. ¿Has revisado el plano?

-Sí, ya he podido evaluar cada una de las divisiones.

-En el tema de la decoración es el que quiero que te enfoques.-señalo todo el espacio.-Quiero algo muy parecido a todo lo que ves aquí.

-¿Que hace un extraño en mi casa?-regreso a mirar sobre mi hombro al hombre que ladra furioso en nuestra dirección.

¿Qué hacía metido en la cocina?

-Es mi diseñadora de interiores.-explico a la brevedad posible.-Como te seguía diciendo, Auro...

-¿Estamos decorando la casa?-vuelve a interrumpir.

-Estoy decorando una casa en Florencia y necesito que está habilitada lo más pronto posible.-concluyo y el parece entender el trasfondo de mis palabras.

-¿Para qué necesitamos otra casa?

-En el caso de la tonalidad de colores, quiero que sea el mismo y el comedor igual, tiene que ser así de amplio porque tengo una familia numerosa.

-Lárgate de mi casa.-se dirige a la diseñadora.

-¿Disculpe?-pregunta avergonzada.

Regreso a mirar al desgraciado.

-¿Qué te pasa? Estamos trabajando.

-Te sales o te mando a sacar.-vuelve a dirigirse a ella.

-Máximo.

-¡Lárgate!-le grita a la chica que empezar a sudar frío.

-Déjanos tranquilas.-trato de continuar pero soy arrastrada por un brazo que mantiene un agarre firme en mi muñeca.

-¡¿Qué haces?! ¡¿Estás loco?!

-¡Tu estas que me vuelves loco!

-Suéltame.-le digo antes de que nos meta a su oficina pero no escucha, solo cierra la puerta encerrándonos a los dos.

-¡Me estas lastimando!-le grito para que me suelte y lo hace tan rápido que casi caigo al suelo pero me sujeta por la cintura.

Lo empujo.

-¡Mantente alejado!

Sus ojos vidriosos me hacen temblar y por un momento quiero abrazarlo, me da miedo lastimarlo. Yo puedo decir algunas cosas pero al final me sigue afectando.

Me toma por el rostro rozando nuestra nariz.

-Metete algo en la cabeza que así estemos peleados yo siempre terminaré volviendo a ti, porque no existo sin que estés cerca. Si la memoria me falle te recordaré. Si los ojos me fallan te veré. Si no puedo caminar llegare a tus pies, así sea arrastrándome. Incluso cuando esté agonizando seguirás siendo mi primer y último pensamiento, así como lo eres desde que soy un niño.

Trago todo lo que se me acumula en la garganta.

-No creo en predicaciones falsas, Kuznetsov. Borras con el codo, lo que haces con la mano.

Coloca sus brazos a cada lado de mi rostro, acorralándome contra la pared.

-Sueñas con una libertad que no tienes, si antes eras mía sin siquiera conocerme, imagínate ahora.-su cuerpo se pega al mío.-Yo soy tu carcelero Rafaella Riccardi, el amo de las llaves que nunca abrirán el candado de esta jaula de oro.

Sus palabras me ponen a latir el corazón a mil por hora.

-Eres tú el que nunca será libre, ni de mente, ni de alma, porque aun teniendo la libertad de irte, estás aquí, suplicando por un perdón que te inyectará aire para que sigas respirando. Aparentas tranquilidad pero tienes una soga atada al cuello que te está asfixiando cada vez que mi miras y no puedes tocarme.

-¡Si ves que me estoy muriendo, por qué no haces nada para salvarme!

-Porque fuiste tú quien inicio esto, te fuiste a otro país fingiendo que no me necesitabas.

Me le voy encima golpeando su pecho pero me toma por los brazos impidiendo que continúe. No tengo más que hacer, su fuerza es mayor a la mía.

-¡Joder, preciosa, yo te necesito siempre, cada minuto, cada segundo! Te tengo aquí, clavada en mi pecho. Eres lo mejor que me ha pasado en la vida. No hay nada que se te iguale. Que se les iguale.

Hace referencia a nuestra pequeña familia.

-Eso no fue lo que parecía.

Pasa las manos por su cabello exasperado.

-¿No somos la pareja que resuelve todo con diálogo?

-Si piensas que eso tiene cabida aquí estás jodido porque no es así. Tú iniciaste este problema.

-¡Porque hiciste negocios con ese desgraciado y ni siquiera pensaste dos veces para firmar!-no entiendo lo que dice.-¡Conmigo no lo hiciste ni cuando estuvimos casados! ¡¿Cuánto tiempo tuve que esperar?! ¡¿Un año más?! ¡Conmigo si te lo pensaste una mierda de tiempo!

Se me escapa un jadeo de la impresión por todo lo que escupe con tanta rabia.

-¿Te enojaste por eso?

-Me enoje porque ese imbécil tuvo algo que yo no puede obtener.

-Todo lo mío es tuyo y todo lo tuyo es mío, no quieras justificarte.-intento escapar.

-No vamos a llegar a nada, si seguimos así.

-Haberlo pensado antes, cariño.-me sujeta pegando mi espalda a su pecho.

Lo escucho respirar hondo mientras besa mi hombro y luego asciende hasta mi cuello. Sé que está situación lo agota, en realidad, no ser el centro de atención es lo que le fastidia, que yo no le dedique ni una sola mirada le enerva a niveles delirantes que ni él logra asimilar.

Le irrita que mantenga una falsa tranquilidad cuando soy una tormenta que a cada segundo lo estoy molestando.

-No te vayas, por favor.-suplica.

-Tengo que ir a trabajar.-miento.

Separo las manos que rodean mi abdomen y me marcho sin decir nada más. Ya estando fuera expulso todo el aire retenido pero me paralizó cuando escucho como se revienta un cristal dentro.

Hago el amago de tomar el manojo de la puerta pero detengo la acción.

Subo a cambiarme de ropa, metiéndome en un vestido de cuero blanco que me cubre hasta más abajo de los glúteos, añado unas botas hasta la rodilla del mismo color y me marcho rumbo a la casa de mi madre.

Llego a la casa escabulléndome para que no me vean y subo directo a la habitación de mi madre, abro la puerta y la encuentro tumbada en su cama. Me contengo para no terminar corriendo hacia ella como lo hacía cuando era pequeña.

-Principessa, ¿Y esa sorpresa?

-Te extrañaba mucho, fiel compañera.

Así como papá es mi lugar seguro. Mamá y yo somos una sola. No hay mejor amiga que una madre, nada se compara con su amor y las ganas de protegerte.

Me deshago de las botas preciosas que traigo puestas y me acuesto a su lado.

-¿Eso que escucho ahí me suena a tristeza?

Dudo en responder.

-Tristeza mezclada con enojo.

-¿Con tu esposo?

-Si se le puede seguir llamando así.-arrugo la nariz con desagrado.-Es un imbécil, se llevó a Damiano y a Bianca a Mónaco y dijo que yo no estaba invitada a ir con ellos.

-¡¿Y porque no has venido antes?! ¡Esto lo tiene que saber tu padre!

Se inclina a tomar su teléfono pero la detengo.

-¡Quieta en primera, madre!-le sujeto el brazo para que no haga nada.-Mejor abrázame y escúchame.

-Mi amor.-me besa la mejilla con ternura.-Adelante, te escucho.

-Se los llevo una semana, me hizo llorar y aunque le pedí que me los pusiera al teléfono se negó.

-Care chimba.

Se me escapa una carcajada, cada vez que peleaba con papá se desataba y se le salía toda la sangre colombiana, se olvidaba la de mujer respetada que es. Nadie le callaba la boca.

-Tremenda gonorrea.-le sigo.

-¿Pero ya regreso verdad?

-Y no sabes lo difícil que es.

-Arrancarle los ojos, Principessa.

-Eres mala, Carolina Ferrer. Además, eres la única que me apoya porque todos los hombres que tengo a mí alrededor dicen que harían lo mismo.

-¿Que se puede esperar de esos energúmenos?

-No siquiera Franco me apoyo y eso que es mi hermano.

-Que descaro. Digno hijo de tu padre.

-¿Por qué dices eso?

-Porque tu padre hizo algo parecido, por lo menos el tuyo se los llevo, el mío expandió el rumor que los había asesinado.

-¡¿Qué?! ¿Cuándo fue eso?-me espanto.

No entiendo cómo está mujer tan correcta como ella se casó con un bufón como mi padre, es que ese hombre solo para rabioso y casi echando espuma por la boca.

-Cuando estaban chiquitos, tenía una amistad cercana con una perra que se le insinuaba hasta en mi cara, le pedí que se alejara pero no lo hizo y me le largue a Colombia. Un día me llamaron a decirme que el rey de Italia había matado a sus hijos.-los ojos se me van a salir de la impresión.-Juro que parecía muy real, hasta armaron un funeral, ese día me le aparecí con una escopeta de cansador dispuesta a matarlo. Si no es por Max, ahora mismo estaría muerto. Herida por la que creía era la muerte de ustedes, le pedí el divorcio y en su orgullo me lo firmo.

-¿Cómo que un divorcio?-me se algunas historias locas de ellos pero está supera todo lo anterior.

-Sí, principessa, estuvimos separados durante un mes, mientras viví el duelo de la muerte de mis dos hijos.

-¿Eso fue cuando nos refundió en la mansión de Positano?

-Si. Luego me busco y al verme hecha mierda se vio obligado a decirme la verdad.

-Qué hijo de puta.

-Así los haya matado a ustedes yo me hubiese vuelto a embarazar de él.

-¡Madre! Pero que dices. ¿Estas loca?

-No hay que ser muy ciega para ver qué cualquier mujer sería capaz de caer por él.

-Tú también has tenido muchos pretendientes. Señores muy descarados.

Habían señores muy putos que querían bajarle la braga a cualquier mujer, así sea casada.

-Que tu padre se ha encargado de matar.

-Papá sí que te ama mucho.-me rio.

-Tu esposo también lo hace, puedo verlo.

-Lo sé, yo también lo amo pero estoy dolida.

-Una crisis...-empieza con nuestra frase.

-No significa el fin.-termino la oración por ella.

-Aplica para todo en la vida, mi bella Rafaella.

Esa frase siempre nos la ha dicho desde que somos unos bebés, supongo que era una forma de reforzar nuestra mente sabiendo lo que se nos venía por delante.

Ser hijos de quienes somos no es fácil, papá es hijo de un mafioso italiano y mamá es hija de un narcotraficante colombiano, dos de mis personas más amadas.

Los abuelos que me tocaron han sido lo mejor que me pudo pasar, excepto la hija de puta de Victoria, esa si fue una desgraciada.

-Hace unos días me acordé de nuestros días en Cartagena.

La miro con prudencia y temor.

-No me gusta Cartagena.

-Al abuelo le gustaba.

-¿Te acordaste de mi padre?-sus ojos verdes se humedecen al mencionarlo.

-Como podría olvidar al hombre que me dio una de las mejores infancias. Los recuerdos no se pueden olvidar, madre. Y yo a él no lo podré olvidar nunca.

Aparta la mirada tomándose el tiempo necesario para procesar cada una de mis palabras.

-A mí me sigue pareciendo un sueño, sigo viéndolo borroso.

El dolor de la pérdida es inevitable, a la muerte no se le puede escapar.

Nunca ha podido asimilar la idea de que hayan asesinado a los abuelos en la casa donde ella vivió toda su vida. Desde el funeral de sus padres nunca ha vuelto a pisar Colombia, ni Cartagena.

Ese era el lugar que más le gustaba al abuelo, a pesar de ser un hombre de sangre fría siempre le mostró afecto a las personas que más quería. A mi hermano y a mí nos amaba, lo abandonaban todo cuando les informábamos que íbamos a ir de visita.

-Yo siempre pensé que iba a despertarse, que solo estaba durmiendo.

Se me cierra la garganta y los ojos empiezan a arderme.

El gran Octavio Ferrer, murió cuando yo tenía 13 años, dejando un vacío irremplazable en mi corazón. Me atormentaba esa sensación de avanzar y dejar algo atrás, me negaba a olvidarlo por eso escribí un diario donde anote cada uno de mis recuerdos más importantes con él, era una niña, no quería que se me olvide ninguno detalle, ni mucho menos crecer y no recordar lo bonita que era su voz y lo bien que olía siempre.

-Todo parece tan irreal. Me da miedo volver a pasar por algo así.

-Eso no pasará, madre.-le aseguro con convicción.

-Nunca olvides a mi padre, principessa.-me recuesto sobre su pecho.

-Yo sé que algún día nos encontraremos con él y volveremos a estar juntos.

Sus ojos me buscan de inmediato.

-Algún día, pero por ahora no.-se levanta el ánimo sola, volviendo a sonreír.

Guardo silencio.

-Lamento no venir muy seguido, suele írseme un poco la olla pero procuraré venir cada vez que pueda.

-Con Christian ya asimilamos que así debe ser. Tú ya tienes tu familia y en eso debe centrarse toda tu atención.

-Y en los negocios, madre, nunca olvides lo importante que es el trabajo.

Se le escapa una sonrisa que resuena por toda su habitación haciendo que se le achinen los ojos y yo aprovecho en tomarle una foto rápida.

-Eres una loca trabajo, principessa, controlarte un poco.

-Yo no puedo respirar sin trabajar, Caro.-me pongo sería.-Te lo juro es como si me volviera inútil.

-Algo tenías que sacarle al padre, además de la arrogancia, el pelo y los ojos.

-Lo inteligente se los saque a los dos.

-Me hubiese gustado que fueses rubia.-creo que lo piensa solo para ella pero termina diciendo lo en voz alta.

-Me lo puedo pintar.-le propongo en broma.

-¡No, mi amor, ni te atrevas! Tu hermosura se vería opacada con el rubio.

-Mi cabello combina perfecto con mis ojos.-presumo airosa.

-Y el mío con los míos.-bate sus pestañas.

-Presumida.

-Vanidosa.-contra ataca.

-Madre.-me siento sobre mis rodillas.-Vamos a Cartagena. Quiero que mis hijos conozcan ese lugar que ha significado tanto para nosotras.

Me mira dudosa.

-Lo pensaré.

-¿Me lo prometes?-levanto la mano como si fuese un juramento.

-Te lo prometo, principessa.-repite mi acción.

-Muy bien, ahora me tengo que ir a ver a mi hermoso marido y a mis preciosos hijos.

-Salúdamelos.-asiento mientras me subo el cierre de las botas.

Rodeo la cama para despedirme con un beso en la mejilla y salgo de la propiedad tratando de ocultarme de Margarita porque si me la encuentro será una hora más de parloteo.

Cuando regreso a la mansión veo a mis hijos dormidos en el sillón más grande de la sala.

-Amor.-remuevo a Damiano que se despierta un poco ilusionado.

-Mami.-se frota los ojos con el dorso de la mano.-¿Papi ya llego?

Lo miro extrañada.

-¿Tu padre no está en casa?

Bianca se levanta, arrojando la frazada a un lado.

-No, cuando regresamos de la escuela no estaba en aquí pero Elena dijo que no se ha ido de viaje, eso significa que va a regresar.

-Seguro regresara más tarde. Vamos a la cama.

-No.-negó sin borrar el rasgo duro que mantenía en el rostro.-Lo esperaremos aquí.

-Amor todavía faltan muchas horas para que el regrese, no lo esperaras toda la noche.

-Entonces vamos a buscarlo.-me corta.-Por favor, mami.

Paso mi peso de una pierna a otro evaluando su propuesta.

Todavía es algo temprano, ni siquiera hemos cenado.

-Voy a preguntar dónde están.-la abejita recuesta su cabeza en la piernas de su hermano, a esa nadie le gana para dormilona.

Busco mi móvil en la cartera y marco el número de Gregori.

-¿Dónde está Máximo?-le digo apenas contesta.

-Buenas noches, Rafaella. Máximo está en su pent-house.

-Gracias.-corto.

Que hijo de puta, se fue a encerrar a otro lado.

-A la camioneta.-mi terremoto mayor mueve a la hermana para salir corriendo y ella lo sigue media dormida.

Les atravieso el cinturón de seguridad y conduzco hasta el lugar donde antes vivía, entro por el subterráneo hasta el estacionamiento privado que tiene para él en su edificio, estaciono al lado de su Bugatti y los hago bajar del carro para meternos en el ascensor.

Las puertas del pent-house se abren y me muestran a un Kuznetsov que tiene la cabeza recostada en el respaldar del sillón, mantiene los ojos cerrados.

Entro haciendo que mis botas de tacón resuenen contra el piso a medida que avanzo.

Huele raro, como a pastelería.

-¡Papi!-la abejita grita haciendo que abra los ojos un poco asustado.

Su mirada se desliza hacia mí y opto por hacerme la pendeja.

-Ellos querían venir.-le explico encogiéndome de hombros.

-¿Me extrañaban mucho?-nos pregunta.

-Si.-mi hijo se le sienta al costado abrazándolo y presionándole la mano.-Prometiste que ya no te irías.

-No me he ido, hijo, vine a prepararle brownies a tu madre.

Me paralizo cuando los escucho.

-¿Qué hiciste qué?-la mandíbula me va a llegar al piso.

Él suele cocinar en casa porque lo obligo o porque no tenemos quien nos ayude pero nunca me he preparado algo por voluntad propia.

-¡¿Le has hecho una sorpresa a mamá?!-se emociona la abejita sonriendo de oreja a oreja.

Se ve tan tierna.

-Para que vea cuanto la amo.-se pone en pie.

Se aproxima depositando un beso en mi frente y luego me toma del brazo para sentarme en una silla de la barra.

Los tiene guardados en un recipiente.

-En una hora más iba a ir a la casa pero llegaron antes.-destapa el táper de vidrio y los saca colocándolos en una fuente.

Todos están perfectamente decorados con chocolate y algunos que otros topins.

-¿Viste la receta en internet?-le pregunta mi hijo, el niega.

-Tu madre me los preparo cuando nos conocimos. Me aprendí la receta.

Tomo todo el aire posible para mantener mi fachada de hierro aunque por dentro me esté derritiendo de amor.

Le prepare brownies hace más de cinco años y el solo ayudo en algunas cosos, ¿Cómo puede haberse aprendido la receta? Me está mintiendo.

-Prueba.-me alienta a tomar uno.

-No, gracias, yo ya comí donde mi madre.

El rostro del Kuznetsov se pone tan blanco como el papel.

-¿No comerás?-cuestiona un poco lento.

-No digas eso, mami. Pruébalos, por favor.

-Solo uno.-busco el más bonito y me lo llevo a la boca probando un primer bocado.

Mis intentos por poner una cara desagradable se esfuman cuando me llevo una grata sorpresa con la explosión de sabores en mi paladar.

Si es mi receta y están deliciosos.

Después de terminarme la mayoría de los brownies nos movemos a la habitación principal para ver una película a petición de los niños.

Me saco las botas antes de meterme a la cama, tomando el lugar que me han guardado todos, al lado del imbécil.

Me impacienta tenerlo tan cerca y peor aún que vaya sin camiseta. Quiero recorrer con mi lengua ese abdomen tan marcado.

Apago el televisor cuando los niños se quedan dormidos y de la nada se me trepan encima, inmovilizándome por completo. Separo los muslos para que se ubique correctamente. ¡Qué idiota eres, Rafaella! Su pelvis se acopla a la mía.

-Quítate, Kuznetsov.-murmuro rabiosa.

-Preciosa por favor, deja de tratarme así.

-Es lo que te mereces.

-Malen'kiy, por favor, ya para con esto.-su aliento choca con mis labios y algo liquido se desliza por mis mejillas.

Yo no estoy llorando. Él lo está haciendo. Está llorando.

Parpadeo repetidas veces tratando de borrar la confusión de mi cerebro. Yo solo lo he visto llorar una vez y fue cuando nuestros hijos nacieron, después nunca más ha vuelto a hacerlo.

El cuerpo me hormiguea y mi mano se mueve a limpiar cada una de las lágrimas que brotan de sus ojos oscuros.

-¿Recuerdas todo lo que vivimos en esta casa? ¿Recuerdas cuando casi me muero? Yo recuerdo a cada instante el día que te perdí.

-No trates de manipularme porque no lo lograras.

-Dime si lo recuerdas.

-Es un trauma imposible de olvidar.

-Pero también hemos vivido cosas buenas.

-Esas no las recuerdo.-finjo demencia.

Entierra su rostro en su cuello, buscando el refugio que le he negado durante un buen par de semanas.

-Dime que me amas.-pide en un hilo de voz.

-Eso ya lo sabes.-se abraza a mí con fuerza, como si tuviese miedo de perderme.

Nos quedamos por lo que parecen hora en la misma posición hasta que vuelvo a hablar.

-Vámonos a casa, el vestido me incomoda un poco.

-Te lo puedo arrancar.

-No estoy de broma, Máximo.-le cortándolo.

Se pone en pie y toma Damiano cargándolo con un solo brazo y le alcanzo a la abejita colocándosela en el otro.

-Lleva mi camiseta.-señala antes de cruzar la puerta.

Termino de colocarme las botas y agarro la camiseta colgándomela en el hombro. Bajo casi corriendo para abrirle el ascensor.

Cuando estamos en el estacionamiento, abro la puerta de atrás de mi camioneta para que me los pase y conduzca hasta la casa.

Cada que miro al frente lo encuentro mirándome por el espejo.

-Si no miras al frente nos vamos a matar.

-Sabes que soy el mejor detrás de volante.-me giña un ojo.

-No somos amigos.-ruedo los ojos.

-No. Somos marido y mujer.

-Mira al frente y deja de hablar tantas estupideces.

-Y tenemos dos hijos.-continua.-¿Cómo los creamos? Pues digamos que es el resultado de haber follado mucho.

-¡Cállate!

-Incluso herida gritabas por follarme.

-¡Te van a escuchar!

-Y te enojabas si no lo hacía.

-¡Eres insoportable, maldito!-lo miro horrible y el solo sonríe coqueto.

Cuando llegamos hacemos el intercambio otra vez, los sube hasta la habitación y yo me encargo de cubrirlos con el edredón. Les doy un beso de buenas noches y salgo apresurada a encerrarme en las cuatro paredes que se han convertido en mi lugar seguro. 









Hola, Tormentas!!  Les comparto este cap para que se vayan enterando de cositas y si, personalmente cuando hablo de los abuelos, hablo de mi abuelo. Espero que se note el amor.

El cap que se viene esta potente jajaja, tenemos lo que tanto queremos todas aquí (1/2).

Ayer no pude publicar porque me fui al cine a ver Transformers y he llorado mucho porque sale MI PAÍS amigos(as) ¡QUE ORGULLO! Si tienen la oportunidad de ir a verla, vayan, no se arrepentiran.

Besos🖤 

-Elyn.








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