DINASTÍA

By Elyn_Blais

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«SEGUNDO LIBRO DE LA SAGA TORMENTA Y OSCURIDAD» Máximo Kuznetsov el rey de la mafia Rusa y Rafaella Riccardi... More

SINOPSIS
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
EXTRA: Memorias
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 21
Capítulo 22
EXTRA: Una ragazza e un ragazzo
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
EXTRA: El día llegó.
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33
Capítulo 34
Capítulo 35
Capítulo 36
Capítulo 37
Capítulo 38
Capítulo 39
Capítulo 40
Capítulo 41
Capítulo 42
Capítulo 43
Capítulo 44
Capítulo 45
Capítulo 46
Capítulo 47
Capítulo 48 - Rey de Reyes
EXTRA: Golpe de realidad
Capítulo 49
Capítulo 50
Capítulo 51
Capítulo 52
Capítulo Final
EXTRA: Cadenas invisibles

Capítulo 20

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By Elyn_Blais

Rafaella.

La noche ha sido un puto desastre, no he podido dormir y aunque estamos peleados sabemos que delante de nuestros hijos hay que aparentar, estamos durmiendo en la misma habitación, yo en el sofá/cama y el en nuestra cama ya que por el tamaño ni jugando entraría donde yo he pasado la noche.

Ni siquiera quiero tomar desayuno, solo escapo de mi propia casa y corro a refugiarme en la oficina.

Verónica llega para la primera reunión de la semana.

-¿Por qué tienes esa cara?-repara en mi aspecto de buenas a primeras.

-No he pasado buena noche. ¿Puedes conseguirme una pastilla para el dolor de cabeza?

-¿Quieres que le diga al médico que suba a revisarte?

-No. Estoy bien.

-No parece, Rafaella.

-Solo consígueme la pastilla que te estoy pidiendo y otra para dormir.

-¿Dormirás aquí?

-Sí, dormiré para recuperarme y poder irme a casa antes del almuerzo.-tengo miedo de que salga a algún lado y deje a nuestros hijos almorzando solos.

Sale de mi oficina y yo me dejo caer sobre el escritorio. Estos días están acabando conmigo y con las pocas fuerzas que me quedan para suplicar un poco de atención o cariño de su parte.

No he llorado pero me muero por hacerlo. Es una necesidad que crece en mi interior de manera abrumadora.

Regresa con un vaso de agua y las dos pastillas que le pedí.

Me tomo la del dolor primero y luego la que me permitirá recuperar el sueño perdido.

-Empieza.-le pido cuando termino de tomarme el vaso de agua.

-El cargamento ya fue entregado en Alemania.-esa es una buena noticia.

-¿Hoy tenemos reunión?-cuestiono rogando que diga que no.

-Si.-acaba con mis esperanzas.-La había programado para la mañana pero mejor la muevo para antes de la hora de comer.

-A esa hora está perfecto. Que sea corta, mínimo unos diez minutos.

-Muy bien.-se pone de pie.-Ahora descansa.

Recuesto mi rostro sobre el escritorio y tomo entre mis manos un adorno que tengo sobre la mesa, son dos bolitas de metal, me pongo a jugar con ellas hasta que me quedo completamente dormida.

Siento como me remueven con fuerza.

-¡Ay! Me duele.-le digo de mala gana.

-Estoy gritando desde hace rato. Esa pastilla duerme a un caballo.

-No podías dejarme dormir un poco más.

-Considerando que quedan quince minutos para el almuerzo no sabía si dejarte hasta mañana.

-Deja la estupidez.-le digo rodando los ojos.-Voy al baño y me reúno con ustedes.

Camino adormecida hasta el baño, me lavo los dientes y el rostro para verme un poco decente y no dar la impresión de que estoy jodida por dentro.

Camino sobre mis stilettos procurando no derrumbarme.

-Buenas tardes.-saludo apenas ingreso.

-Buenas tardes jefa.

-Empiecen ya que me tengo que ir.

Omar se mueve haciendo una presentación más que espectacular. Así si me agrada tenerlos en mi empresa. Termina y le aplaudo emocionada.

-¡Excelente trabajo chicos!-los felicito.

Se reconocer los logros que tienen y la dedicación es algo que se nota a simple vista cuando está presente.

-Nuestro trabajo ya no peligra, ¿Verdad, jefa?-sonrió.

-No, ya no peligra.-todos aplauden emocionados.

Mi grupo de trabajo se ha vuelto a recomponer y será un buen escape por lo pronto.

-En algunos días haré la prueba de todo el armamento, ahora no tengo tiempo.

-Avisare para que te tengan listo el campo de tiro.

-Dile a Thiago que esté listo porque las probare con el.-me pongo de pie y salgo volando hasta mi casa.

Máximo.

Cuando llegue a casa mis dos hijos corrieron a abrazarme, Bianca no me soltó ni por un segundo y Damiano tampoco lo hizo, los dos están acostumbrados a mi presencia desde que nacieron, por ende sienten mi ausencia.

Nunca los he dejado solos. Viajo, pero regreso lo más rápido posible, incluso de madrugada con tal de verlos levantarse y no sientan que me he ido.

Cuando mi hijo me mira a los ojos aprieto el mentón, sus ojos son un constante recuerdo de la pelinegra que aunque se ha ido a trabajar por la mañana puedo sentirla caminando por la casa, es como si su alma estuviera presente.

No durmió en toda la noche, lo sé porque tampoco pude conciliar el sueño, me mantuve en vela toda la noche y hoy por la mañana fui el primero en salir de la habitación.

-¿En dónde estabas?-pregunta mi hijo mirándome con el ceño fruncido.

Termino de llevar el tenedor a mi boca y mastico el pedazo de carne que hoy hay de almuerzo.

-Fui a Manchester.

-¿Dónde queda eso?

-En Inglaterra, Reino Unido.

-¿Tenemos una casa allá?-pregunta la abeja algo interesada.

-Así es.

-¿Y es bonita?-intento responder pero Damiano me interrumpe.

-¿Y a que fuiste?

-A cerrar negocios.-miento.-Y si, es bonita.

Mi mirada se desvía hasta posarse en la mujer que cruza el umbral de la mampara enorme y se me quita el hambre.

-¿Ya están almorzando?-habla alegre.

-¡Si, mamita! Te estábamos esperando.

Se ha tragado medio plato y se atreve a decir que la estaba esperando.

-Se nota, cariño.-murmura con sorna la Riccardi.

Deja su cartera a un lado y toma el lugar que le corresponde en la mesa. Su mirada se cruza con la mia para luego apartarla.

-Yo si te estaba esperando, madre.-vocifera con orgullo mi hijo. El sí que la esperaba.

-Él no ha comido porque estaba preguntándole cosas a mi papi.

Elena aparece con una bandeja donde trae el almuerzo de la nueva presencia que tenemos en la mesa.

-Dice lo mismo que tú. Que estaba en otro país por negocios.-le comenta mi hijo.

-Justo eso fue lo que dije, cariño. ¿Acaso crees que te miento?

-No, madre, solo estaba preguntando.-la pelinegra asiente y empieza a comer, van de plato en plato y no paran hasta terminar con el postre.

Me meto en el estudio para fumar, hasta que los vuelvo a ver, pasan toda la tarde bañando a los tres leones, mientras yo los miro por el ventanal que me va vista completa al jardín.

Rafaella no toca a Erebo, presiento que es porque no quiere que yo tenga un motivo para volver a discutir.

Me jode verlos tan felices si mí, y no es que no me hayan invitado a ayudarlos, es que yo no quiero acercarme, es como si me hubiese vuelto a cerrar a las personas. Como al inicio, vuelvo a tener hambre de ser un demonio solitario.

Durante la media tarde la mujer de ojos grises sube a nuestra habitación y yo voy detrás de ella, no sin antes pasarme por la habitación de mis hijos.

-Hagan una maleta.

-¿Una maleta para qué?

-Para irnos.

-¿A dónde?

-A Mónaco. Cuando regrese debe ser para irnos.-me miran a los ojos y asienten un poco atemorizados.

Al momento que abro la puerta de nuestra habitación ella ya se ha metido al baño, así que opto por empacar mis cosas.

No voy a negar que esto lo hago solo para joderla, quiero que sienta lo que es que te nieguen algo que deseas tener como nada en la vida.

Sale de la ducha con tranquilidad, su cabello va envuelto en una toalla negra, de la misma forma que su cuerpo.

Se mete al vestidor y sale con un pijama de short y camiseta oscura.

-Me voy con mis hijos a Mónaco.-suelto la bomba que la paraliza cuando suelta su cabello.

-¿Qué...?-se le corta el aire y parpadea sin poder creer lo que digo.-Nos vamos el viernes. Hoy estamos lunes.

-No estoy diciendo que nos vayamos juntos.

Me mira con dolor.

-No puedes llevártelos...

-Son mis hijos.-contraataco, poniendo mi maleta en el piso.

-Máximo, no hagas eso por favor.

-Soy el padre me los puedo llevar a donde yo quiera.

-Por favor, cariño, no me excluyas. No hagas eso.

Abro la puerta abandonando nuestra habitación.

-¡Máximo!-sale corriendo detrás de mí y alcanza a tomarme del brazo.

Me suelto de un tirón.

-¡Damiano!-grito para largarnos de una sola vez.

-No hagas esto, joder.-sus labios tiemblan.

Los mocosos salen y ella se recompone de inmediato, nunca dejaría que nuestros hijos la vean mal.

-¿No estás lista para irnos, mami?-Bianca la toma de la mano y ella me dedica una mirada cargada de odio.

-No, cariño, esta vez solo van con su padre, yo tengo cosas que hacer.

-Pero prometiste que iríamos a ver las carreras contigo.

Se agacha poniéndose a su nivel.

-No puedo, abejita, pero te prometo que a alguna de las carreras iremos juntos.

La abejorra se le prende del cuello susurrándole algo al oído, cuando se separa le besa la mejilla con desespero.

Le da espacio al hermano.

-Estas rompiendo una promesa, madre.-le reprocha con crudeza.

-Lo sé, cariño, no volveré a prometerte algo que no pueda cumplir.

-Regresaremos pronto. Si nos extrañas solo debes llamarnos, mami.-ella le besa la cara y luego él frota su nariz contra la de ella.

-Vámonos.-bajo las escaleras llevándome las dos maletas.

-¡Elena, nos vamos de viaje, cuida a mami!-intenta ir a despedirse de la empleada pero la tomo del brazo para llevármela de una sola vez.

-Nos vemos pronto, cariño.-hablan a mi espalda con esa voz que me gusta tanto y que ahora suena rota, aun así no dejo que retrocedan a despedirse de ella.

Los subo en el carro y salgo de la casa que ahora me parece un infierno.











Hola, Tormentas! A Maximo si que le gusta meter la pata hasta el fondo, no, él la acaba de meter hasta la rodilla.

Espero les gusten los caps (1/3)

Besos🖤 

-Elyn.






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