No digas adiós -Terminado-

Von PatitoFanfics

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Dos jóvenes que el destino separó se vuelven a encontrar ¿Será demasiado tarde para ellos? Basado en el libro... Mehr

Uno
Dos
Tres
Cuatro
Cinco
Seis
Siete
Ocho
Nueve
Diez
Once
Doce
Catorce
Quince
Dieciséis
Epílogo

Trece

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Von PatitoFanfics

El concierto perdió interés para Bella, a pesar que la música seleccionada era su favorita.

Al terminar la función el señor Swan creyó que era su deber agradecer la asistencia y ensalzar a la vizcondesa. Bella no oyó ninguna de las palabras de su padre, aún seguía pensando en el capitán.

"Va a irse nuevamente, lo sé. Se va a marchar una vez más y sigue guardando rencor en su corazón. Ya no es mi Edward, lo he perdido. Se ha convertido en alguien diferente y yo sigo atrapada en un recuerdo que me hace daño. Por mi bien es mejor dejarlo ir, guardar la dulzura de aquel primer amor y dejarlo intacto en mi memoria" se dijo a sí misma la joven.

Luego del concierto los Swan ofrecieron un brindis. La reunión estaba en su mejor momento aunque el ánimo de Bella había decaído notablemente.

—Querida Bella ¿Me acompaña a pasear en los jardines?— pidió el conde. Bella sentía que se asfixiaba en aquel salón así que aceptó.

Caminaron del brazo observando las estrellas. El lugar era inmenso, grandes jardines y césped rodeaban el lugar. Al llegar a un arco cubierto de enredaderas y flores el conde detuvo su paso.

Bella imaginaba que aquel arco que se perdía en la oscuridad era una puerta a otra dimensión, una en la que no existía el sufrimiento ni la desdicha. Intentaba sonreír, conversar, actuar como si todo marchara bien pero cada vez le costaba más.

—Isabella...— murmuró el conde. La dama reparó en él, le había prestado tan poca atención que no recordaba de qué iba la conversación. —Mi querida Bella, desde hace un tiempo quería hablarle de mis sentimientos...

"¿Qué? ¡Oh no!" se dijo mentalmente Bella mientras veía como el semblante del conde cambiaba. Sus ojos se dilataron y su rostro adquirió un aspecto grave. ¿Estaba a punto de declararle su amor? ¿Qué sentimientos podía albergar por ella alguien que apenas conocía?

La damita dio un paso hacia tras, visiblemente asustada. El conde sonrió comprendiendo su desconcierto.

—Quizás crea Bella que para mí es una extraña pero no es así. Yo la conozco desde hace mucho tiempo. He oído de su belleza y buen corazón antes de haber visto su rostro. Créame que en el momento que supe que era usted la dulce Bella Swan, no me quedaron dudas que mi corazón le pertenecía...

— ¿Me... me conocía?— preguntó Bella desconcertada.

—Amistades en común...— el conde tomó su mano para besarla. —Es usted una mujer maravillosa, querida Bella, usted podría hacerme el hombre más feliz de la tierra...

La joven parpadeó sorprendida Lo veía venir, su madrina se lo había anticipado pero no se lo creyó. Y allí estaba el conde, con ese rostro angelical y su mirada penetrante. Sería un buen marido, era educado y gustaba de la literatura tanto como ella. Podrían tener largas y reconfortantes conversaciones....

—Isabella Swan, yo la amo. ¿Quisiera usted compartir su vida con la mía? ¿Acepta ser mi esposa?

Mientras la joven se recuperaba de la impresión de la declaración del conde, él tomó sus dos manos y las apretó entre las suyas, suavemente las llevó a sus labios para besarlas.  Al ver que su prima no podía pronunciar palabra sonrió.

—Quizás mañana, por la noche, en su hogar usted pueda darme la respuesta que tanto ansío— se susurró Alec. A lo que la joven sólo pudo asentir muy nerviosa.

Caminaron de vuelta hacia la reunión, el señor Swan había notado la ausencia del conde, al verlos regresar juntos y notar en las mejillas encendidas de su hija supo que sus plegarias habían sido oídas. Lamentaba que no fuese Tanya, su hija mayor quedaría soltera para acompañarlo en su vejez. Eso lo reconfortaba, las charlas con su primogénita eran siempre divertidas. Bella sin embargo lo hacía volver a la realidad y poner los pies sobre la tierra. Pero el temor de la ruina quedaba descartado hoy.


Al despertar Bella se quedó entre las sábanas recordando la noche anterior. En realidad todo el día pasado fue extraño. Desde la confesión de su padre sobre la pérdida de su residencia en Forks, hasta la petición de matrimonio del conde. ¡No se quedaría en cama a dar vueltas a los hechos!

Se levantó a prepararse para salir. Tenía una cita pendiente con Leah, aún tenía la canasta al pie de su baúl, estaba llena de ropa y algunos comestibles que podían echarse a perder.

Bajó a desayunar sola, pues su padre y hermana aún no se habían despertado. Al reparar en las personas del servicio sintió un profundo pesar. Ellos eran de alguna forma parte de su familia también. A algunos los conocía desde niña. La vieja cocinera Rachel le preparaba siempre aquellos pasteles que más le gustaban. La señora Carrol, el ama de llaves siempre fue severa con ellas pero mantenía todo en orden. Las doncellas de limpieza y lavado, los jardineros que ahora ayudaban en casa porque tenían pocos jardines que cuidar. ¿Qué sería de ellos cuando no pudieran pagarles? Quizás los más jóvenes consigan colocarse en otros lugares ¿Y los ancianos?


Dejó su desayuno cuando ya no pudo seguir comiendo debido la pena que le causaba la situación de su familia. Quizás la solución esté tan cerca... a sólo una respuesta afirmativa a una petición.

No, no podía poner eso a favor del conde. No sería justo para nadie. Si aceptaba ser su esposa, debía ser porque estaba decidida a ser feliz a su lado. El amor vendría con el tiempo, ella aprendería a quererlo como se quiere a un marido. Ya lo admiraba, eso era un gran paso. Le tenía un afecto fraternal, se había ganado su confianza. Además el porte y la belleza lo hacían atractivo a sus ojos. Tal vez sea una buena decisión. Con todo y eso, tomaría la decisión sola, sin intervención de su padre o su madrina.

Descendió de un carruaje de alquiler y le pidió al cochero que regrese por ella antes del almuerzo. A esta hora Clatskanie mostraba un bullicioso panorama. Los niños corrían de un lado al otro y muchas mujeres regresaban de comprar.

— ¡Bella! Por fin llegaste, me preguntaba si debía ir a visitarte— gritó Leah al verla.

—Buen día Leah. ¿Qué es tan importante?

—No viniste el viernes y me preocupé. Recibí tu mensaje pero creí que podría ser demasiado tarde...

— ¿Tarde para qué?

—Debemos hablar, ven siéntate, necesitas oír lo que tengo que decir.

La joven sumamente intrigada, aceptó escuchar a su amiga.

—Sé que piensas que soy la persona más entrometida del mundo, que voy preguntando por allí para enterarme de la vida del prójimo pero no es verdad. En realidad en estos últimos días sólo he preguntado por ti...

—No pienso eso de ti Leah, quizás te mantiene activa la curiosidad pero no creo que seas entrometida.

—Siempre tan linda, Bella. Pero la persona que me trae noticias del mundo es mi buena amiga la enfermera Cope quien por esas casualidades de la vida trabaja en la casa de los señores Clapp.

—Los conozco, en su residencia se aloja mi primo el conde Volturi.

—Quien te ha pedido matrimonio ¿Verdad?

— ¿Cómo sabes eso?

— ¿Le has contestado? ¿Aceptaste Bella?

— ¡Leah!— se levantó la muchacha ofendida.

—Es importante para lo que tengo que decirte Bella. Confía en mí.

—No he contestado aún— dijo Bella volviendo a tomar su lugar

—Anteriormente te he preguntado si lo amas pero aún sin saber la respuesta me atreveré a revelarte mis secretos. Mi esposo, Sam Uley y el conde Alec Volturi fueron muy cercanos hace años.

— ¿Lo conoces? Entonces... fuiste tú quien...

— ¿Quién le habló de ti?  Por supuesto, cuando me mencionó el parentesco con los Swan quedé encantada con él. Yo guardaba solo buenos recuerdos de ti, quizás exageré en algunas cosas pero no mentí. También le hablé de la inútil de tu hermana, lo siento Bella pero Tanya siempre fue muy pedante.

—Por eso él nunca se acercó a nosotros...

—No. Yo lo conocí después que él dejó de frecuentarlos. Pero a lo que voy Bella, es que él no es quien dice ser. Es decir... no es lo que aparenta.

—No te entiendo.

—Hace gala de sus modales y su buena educación. No me sorprendería que con su sonrisa encantadora haya mostrado una imagen de integridad.

— ¿No es así?

—No. Él es el hombre más ruin y egoísta que he conocido.

Bella la escuchó pasmada. No podía creer que alguien como el amable y caballeroso Alec Volturi sea un ser tan miserable.

—Él siempre se mostró frío con todo lo referente a su familia. No solo la familia de América sino también con la de Italia. Parece que su padre no estuvo de acuerdo con su matrimonio y amenazó desheredarlo. A él no le importó, porque consiguió lo que quería. Se casó con la hija de un millonario neoyorkino, una joven llamada Jane. Ella lo amaba con locura y él mostró cierto cariño al principio pero luego ella fue apagándose debido al abandono de su marido. Él es frío, demasiado. Cuando murió mi Sam, le pedí que me ayude. Mi suegro tenía propiedades en varios lugares del país y en mi estado no puedo movilizarme ni tengo los medios para conseguir un abogado que me ayude a recuperar las tierras que me corresponden por mi viudez. Al principio creí que me ayudaría en gratitud a la amistad que lo unió a mi marido quien lo apoyó cuando se quedó sin un centavo antes de casarse con la dama americana. Pero no fue así. Alec no ha movido un solo dedo para ayudarme porque no está en él hacer el bien.

—Parece que me hablaras de alguien completamente diferente a quien yo creo conocer— susurró Bella.

—Y así es. O tal vez no. Pero si de algo debo dar fe Bella es que no miente cuando dice que te ama.

—Si ha mentido toda su vida, como creerle.

—No ha mentido siempre. Reconozco que tiene un corazón duro, su infancia en Volterra no fue feliz. Tenía una madre perturbada quien lo encerraba en los sótanos de su castillo. Tal vez eso influyera en su falta de afecto por la gente. Es alguien que consigue lo que desea, a cualquier precio.

— ¿Por qué tendría interés en mí? Estamos arruinados...

—Él lo sabe. Lo ha comentado con el señor Clapp. Sabe que han perdido gran parte de su fortuna, incluso está tratando de comprarle al banco la casa que perdieron en Forks...

— ¿En serio?

—Y estoy segura que lo usará para conseguirte.

—No entiendo ¿Qué puede ver en mí?

—Te ama Bella. Por primera vez en su vida, el duro corazón del conde se ha ablandado. Quizás yo contribuí a llenar su cabeza de ideas sobre la mujer ideal pero al conocerte esa idea se ha vuelto realidad...

— ¿La mujer ideal? Leah no digas tonterías...

— ¡No! No son tonterías, la enfermera Cope le ha oído decir que ve en ti todo lo que espera de una dama.

—Leah. ¡Basta! Por favor! ¿Qué es lo que te sucede? Perdona que dude de ti. Pero dime cómo puedo creer en tus palabras si mezclas realidad con fantasía...

—Pero yo tengo pruebas Bella. Sí las tengo.

—Muéstramelas— exigió la joven.

Leah fue hacia su cómoda y extrajo dos cartas, le tendió una a su amiga, quien se rehusó a aceptarla.

—La correspondencia es privada Leah ¿Cómo me pides algo así?— se ofendió la muchacha.

— Está dirigida a mi difunto marido y como yo soy su viuda tengo todo el derecho a mostrársela a quien quiera— volvió a ofrecérsela.

Con delicadeza la joven aceptó aquella misiva. La desdobló lentamente. Era una caligrafía pulcra. En efecto la letra pertenecía al conde, su primo. Recordaba haber leído algunas de las tarjetas que había enviado a su casa anunciando sus visitas.

Querido Sam:

Espero te encuentres bien de salud en estos crudos meses de invierno.

El motivo de esta misiva es para comentarte que hice el tan solicitado viaje hasta Forks para visitar a mis parientes Swan. ¡Qué valor he tenido para soportarlos! No hay gente más ordinaria que mi tío Charlie y su hija. Son un par de trepadores y ambiciosos que me ven sólo como una oportunidad de escalar en sociedad. ¿Pero que puedo esperar de parientes americanos?

Mi decisión está tomada, contraeré matrimonio con Jane Smith, su padre es otro trepador pero al menos posee una fortuna exorbitante que hace que su hija sea tan apetitosa como una princesa. Queda el divorcio que todo lo soluciona.

Mi padre me ha escrito, amenazando con desheredarme y me he reído de su intento de intimidación. No tengo más hermanos, por suerte mi madre no pudo darle más bastardos antes que él sufriera aquel accidente. Y estoy seguro que jamás le dejaría nuestro patrimonio a sus hermanos. Dos tipos que se pudren en vida. Esperaré a que el tiempo pase, mi ausencia le duela y, en un futuro cercano, me vuelva a contactar al verme triunfando en América.

Iré a visitarte en primavera para conocer a tu esposa, espero que sea todo lo que en tus cartas me cuentas. No confíes en ella mientras no pruebe su amor por ti, tú sabes perfectamente que una mujer miente con una facilidad extraordinaria, lo hemos comprobado en el pasado.

Cuídate mucho y espero tus líneas.

Tu amigo

Alec Volturi


Bella miró a Leah, tenía la boca abierta y no podía creer lo que había leído. Bien dicen "personas vemos, corazones no sabemos", le parecía increíble que el conde Volturi, alguien en quien confiaba, tuviera ese tipo de sentimientos tan mezquinos.

El desprecio por su familia, incluso su esposa era infame. Deliberadamente enamoró a una joven para quedarse con su dinero. Despreciaba a su familia de América tanto como a sus padres. ¿Qué clase de persona puede hacer eso?

—Él es así Bella. Es Mezquino, repugnante... al principio pensé que era otro, también confié en él a pesar de las protestas de mi marido. Poco a poco me di cuenta que no era quien dice ser. Que está podrido por dentro... Lo comprobé cuando Sam murió. Vino al funeral, como era el mejor amigo de mi marido le pedí ayuda para no perder la casa que era lo único que nos quedaba. Me dio esperanzas, me dijo que me ayudaría en memoria de su amigo. Y no fue así, me cansé de escribirle, mientras veía como los acreedores me quitaban todo. Al final recibí una carta suya— se la tendió a Bella. La muchacha la tomó con más temor que la anterior.

Señora Uley:

La amistad que me unió a su marido no me obliga a nada pues no ha dejado niños en la orfandad. Lo siento si creyó que también eran asuntos míos. Mi amigo Sam no supo invertir y dilapidó su fortuna, imagino en frivolidades que usted disfrutó mucho mientras duró. Así es el dinero, tiende a agotarse. Le ruego no me escriba para no tener el pesar de devolverle sus mensajes.

A. Volturi.

— ¡No puedo creerlo!— gritó Bella indignada. —Él debía ayudarte, eras la viuda de su amigo ¿Cómo pudo?

—Alec Volturi no siente afecto por nadie... o al menos no lo sentía. La señora Cope me asegura que lo ve extrañamente enamorado. Escribe, mira las estrellas, escucha música y suspira como un adolescente. Y la razón eres tú.

— ¡Yo no quiero el amor de un monstruo como él!— Bella estaba muy enojada.

—Hay más...— susurró Leah. —Lamentablemente para eso no tengo pruebas, sólo la palabra de la señora Cope y la de un niño al que pagué para que los siguiera...

— ¿A quiénes Leah?

—Al conde y a la señora Rossi, esa ex bailarina, dama de compañía de tu hermana...

— ¿Ex bailarina?

— ¿No lo sabias? Imagino que no viene en sus referencias... para eso si tengo pruebas— la morena rebuscó entre sus cosas y extrajo un papel doblado. —Lo mandé a pedir hace un par de meses a Chicago, allí se presentaba esa mujer... seguí a Sam hace tiempo, me engañó con una bailarina llamada Cora de la misma compañía de esa tal Chelsea.

El afiche era un dibujo llamativo, Bella buscó los nombres y allí pudo ver "Chelsea Rossi" como una de las estrellas del show de "Las Pixies".

— ¿Dices que pasa algo entre Alec y la señora Chelsea?— preguntó Bella sin poder creerse que la estirada dama de compañía de su hermana había sido una bailarina desnudista.

—Él le va a pagar para que se aleje de tu familia—sonrió Leah.

—Parece que es lo único bueno que quería hacer por nosotros, el conde no soporta a la señora Chelsea...

—En realidad pagarle es algo suave para lo que tiene en mente. Ellos son amantes Bella y el conde le ha prometido instalarla en algún lugar cómodo cuando ustedes se casen. Alec no soporta pensar que tu padre y la señora Rossi puedan contraer matrimonio. Le da asco sólo imaginarlo.

Bella volvió a sentir una sacudida al escuchar esta nueva verdad. El malestar que sintió minutos antes regresó. Una sensación de asco en la boca del estómago. Dejó caer el afiche y las cartas para buscar un lugar donde apoyarse.

— ¿Estás bien Bella?— preguntó su amiga.

—No. Esto es... nauseabundo— los ojos se le llenaron de lágrimas.

— ¡Bella! Espero que no lo ames, por eso pregunté pero no quisiste decírmelo, si hubiera sabido no te habría dicho...

— ¿No me habrías advertido? ¿Cómo pensabas callarlo?

—Estoy segura que los sentimientos que tiene por ti son sinceros...

— ¡Pero eso no lo libera de nada! Detesta a mi familia, es malvado y mantiene una relación con esa mujer ¿Dejarías que me case con alguien así?

— ¡No! Habría ido arrastrándome en mi silla de ruedas para impedirlo— dijo Leah con sinceridad.

—Gracias. Gracias amiga.

—Bella, tu eres tan buena, mereces ser feliz pero ese hombre...

—Yo no amo a Alec Volturi. No te niego que pensé mucho en su propuesta de matrimonio pero también por interés. Sería tan fácil recuperar todo lo que papá perdió si lo acepto. Pero no puedo... yo aún sigo enamorada de...— la joven guardó silencio.

— ¿Estas enamorada de otras persona? ¿Quién es?

—No te lo diré, porque eso no tiene remedio. Me quedaré solterona y vendré a hacerte compañía, tal vez algún día terminemos viviendo muy cerca de aquí. Mi familia está en la ruina. Al paso que vamos acabaremos todos en Clatskanie — sonrió la muchacha.

— ¡Bella no digas eso! Tu eres linda, generosa... sé que la suerte no te abandonará.

—La suerte... suerte es tener amigas como tu Leah.

Las dos jóvenes se abrazaron entrañablemente mientras derramaron algunas lágrimas por aquellas cosas que no podían cambiar y por la fortuna de tenerse una a la otra.

—Te agradezco infinitamente que me abrieras los ojos y me mostraras esto— dijo Bella señalando los papeles. —Ahora sé a quién me enfrento. Guardaba mis reservas, algo muy dentro me decía que no debía confiar en alguien a quien conozco tan poco.

—Aunque lo frecuentaras durante años no podrías saber la clase de sujeto que es, si él no decide mostrarse. Ahora estoy en paz Bella, no podía permitir que te cases con él sin saberlo.

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:O Tremenda fichita nos resultó el conde. Guapote pero más malo que el hambre.

Gracias por leer

PATITO

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