Dieciséis

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Aquella noche no faltó el ruido en la casa de los Swan. Tras una tarde deliciosa, Bella regresó apresurada. Cosa que a su padre no le hizo gracia.

- ¿Dónde has estado niña?- preguntó furibundo el señor Swan.

-Me he demorado, estuve en casa de los Whitlock...

-Yo misma te vi salir de allí Bella, viniste para acá pero nunca llegaste- la hermana menor estaba allí y salió a enfrentársele.

-Pues regresé donde los Whitlock. Y si no me creen pueden enviar a alguien a corroborar lo que digo. Almorcé con ellos.

En parte era cierto, pero parecía que en casa de Bella iba a suceder una intensa batalla antes que puedan aceptar su decisión.

-No importa, ve a arreglarte, tus hermanas se han ofrecido a peinarte y maquillarte. Debes lucir hermosa hoy- el padre les hizo señas para que se marcharan.

Bella notó que Tanya se veía tranquila y distante. De no haberla conocido bien, pensaría que no le importaba. Demasiados años había permanecido a su lado para aprender a reconocer cuando su hermana estaba a punto de una de sus rabietas.

Apenas cerraron la puerta de la habitación de Bella, las dos hermanas se le pusieron delante.

- ¿Dónde estabas Bella?- preguntó Jessica muy enfadada.

-Ya se lo dije a papá. Si no me crees hermana, no es mi culpa.

Lamentablemente para ellas, el día de hoy no tendrían a una dócil Bella. Nada de eso, pues el amor logra que algunas personas encuentren el valor que les falta.

-He puesto a calentar las tenazas, hay que peinarte- dijo Tanya con una mirada fría. Salió a llamar a la señora Chelsea.

Al ver entrar a aquella mujer Bella se llenó de ira. Ella sabía los planes de conde y permanecía allí, con ellos. Viviendo y siendo parte de una familia que la acogió y le dio un lugar que no merecía.

- ¿Peinado alto?- le preguntó a Tanya.

-No- se quejó Bella.

-Sí. Cámbiela por completo, intente sacar alguna belleza de allí. Hoy es su día, así que debemos empolvar y arreglar todo lo que podamos- la rubia se paseaba alrededor de ella, con pasos cortos. Parecía una fiera a punto de atacar.

- ¡He dicho que no!- Bella se levantó de la silla.

-Señorita Isabella...- la mirada que Bella le dirigió a la señora Chelsea la hizo temblar.

-Retírese señora Rossi- le ordenó la segunda de las hermanas. La dama no obedeció, pues ella seguía las órdenes de la mayor. - ¡He dicho que salga de aquí!- la tomó por el brazo y antes que sus hermanas protestaran puso en el corredor a la dama de compañía y cerró la puerta.

- ¿Y a ti que bicho de ha picado? ¿O crees que al ser la nueva condesa vas a poder mandarnos como a tus sirvientas?- le sonrió la rubia.

-Quiero que me dejen sola. No hay vestido, no hay peinado. ¡Y no tengo la fuerza para soportarlas!- miró a las dos pero ninguna de ella se movió.

-Increíble. ¿Me parece o tienes la estúpida idea de rechazar a nuestro primo Alec?- la encaró Jessica.

-Eso es algo personal- Bella estaba firme en su deseo de estar sola.

-Deja de hacerte la interesante porque no lo eres. No tienes nada de especial, eres una mujer ordinaria, con un rostro común... la hermana segundona de una familia bien. Nadie repara en ti, o lo hacen sólo después que yo los desprecio. No sé qué extraño hechizo has efectuado sobre el conde pero tendrás tus 15 minutos de fama esta noche. Y lo voy a permitir porque me das lástima, además no quiero que te quedes solterona-atacó Tanya.

No digas adiós -Terminado-Where stories live. Discover now