Lo que en ti veo

Por agc130411

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Amelia es una chica que por circunstancias de la vida y por haber crecido sin un padre, se crió en la calle r... Mais

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Por agc130411

Después de todo lo ocurrido con el robo, Amelia llegó a su casa y encontrándose con el ánimo por el suelo se tiró en su cama mientras recordaba la cara de Luisita cuando le estaba mintiendo en sus propios ojos y ella se preocupaba por su situación.
Cogió su teléfono y marcó el número de la abogada para saber cómo se encontraba.

- Buenas noches Luisita, le llamaba para saber si se encontraba bien después del robo de esta noche.

- Sí me encuentro bien sólo tengo un rasguño de la caída pero no fue nada. - Sonaba un poco seca la abogada.

- Licenciada ¿Le pasa algo conmigo? Porque la siento extraña.

- No es nada Amelia, sólo que tengo mis dudas del robo de esta noche y no paro de darle vueltas a la cabeza.

- ¿No pensará que tuve algo que ver verdad?

- Sinceramente no sé qué pensar, es demasiada coincidencia que haya un robo y tú estés cerca en el mismo lugar y no estés involucrada.

- Luisita le juro que yo sólo trabajaba y no tenía ni idea de lo que iba a pasar.

- Bueno espero que sea verdad lo que dices porque me dolería mucho que fueras culpable después de haberte defendido tanto a pesar de tanta gente en contra.

- Le aseguro que estoy muy tranquila y no tienen pruebas en mi contra pero ojalá encuentren a los culpables para que deje de dudar de mí.

- Yo también lo espero.

- Amelia estoy muy cansada, ya mañana será otro día , buenas noches.

- Buenas noches Licenciada.

Se despidieron con un sabor agridulce porque desde que se conocieron nunca se habían hablado con tanta distancia pero la abogada no tenía la seguridad que Amelia le juraba y ella lo sabía porque desde el fondo de su corazón sabía que le estaba mintiendo y se sentía una miserable porque Luisita había sido la única persona que confió en ella desde que salió de la cárcel y ahora no se perdonaba lo que le estaba haciendo.

Cada una en su casa estaba pensando lo que había pasado esa noche y la vuelta que había dado todo en su relación porque se estaban haciendo amigas, se estaban cogiendo cariño y ese robo de la subasta había abierto una brecha en ellas. Sólo deseaban que todo fuera una mentira y poder pasar página.

Como todas las mañanas, de lunes a viernes, Luisita iba al bufete acompañada de Mateo pero ese día no se encontraba con ánimo porque no había dormido en toda la noche pensando en lo sucedido en la subasta.

- Luisi, estás muy callada, ¿ Se puede saber qué te pasa?

- Lo siento Mateo perdóname pero pasé una noche horrible, no dormí casi nada y no paro de pensar en el robo de la subasta, la gente por allí corriendo, los disparos de los delincuentes y cómo no en Amelia.

- Ese es el problema de todo, que no dejas de pensar en ella Luisita y te recuerdo que estás comprometida y a punto de casarte.

- Es que todavía no entiendo que hacía allí. - Le decía preocupada a su amigo.

- Puede que sea verdad y sólo fuera un trabajo que le salió y se estaba ganando un dinero extra.

- Ojalá y así sea. - Deseaba la abogada mientras que ya se encontraban en el portal del bufete.

- ¿Entramos, porque habrá que trabajar digo yo? - Se relajaba Luisita para intentar olvidarse de todo.

- Dale adelante cabecita loca y deja ya de pensar en la morena de rizos. - Le daba dos palmaditas en el trasero Mateo para así hacer reír a su amiga.

- Buenos días Nieves.

- Buenos días Luisita, buenos días Mateo.

-¿Algún mensaje para mí Nieves?

- No Luisita, simplemente todos los periódicos hablan del robo de la subasta y están llamando aquí para preguntar cómo está la familia y si hubo algún herido.

- Ya sé Nieves, ha sido una locura esta noche.

- ¡ Oye! ¿ Y Amelia no llegó? ya debería estar aquí.

- Llamó diciendo que tenía que llevar a su madre al médico y que llegaría un poco más tarde.

- Que raro, no me dijo nada. - Se quedó recordando Luisita.

Al rato llegó Amelia a la oficina y entró para saludar a Luisita cuando vio que estaban escuchando las noticias por televisión del robo de la noche anterior y se quedó parada al enterarse de que el detective que cubría el evento, murió horas más tarde.

- ¿Encontraron a los culpables? - Rompió el silencio mirando a los abogados.

- Están investigando todavía, sólo se sabe que es una banda criminal que llevan mucho tiempo detrás de ella para atraparla. - Le respondió Mateo sin dejar de mirar la televisión.

- Todavía no me creo que esto haya pasado. - Contestaba Luisita un poco traumada.

- Tranquila Luisita, ya están trabajando en ello, además serán unos ladrones de mala muerte, de bajo nivel que no tienen donde caerse muerto.

- ¿Y por qué no puede ser alguien de mucho dinero y prestigio, porque los robos sólo los hace la gente pobre y sin dinero? - Saltó molesta Amelia por la comparación que hizo el abogado.

- Por lo general Amelia, por desgracia es así y siento si te das por aludida pero hasta ahora nunca se ha hablado de robos de personas de prestigio.

- Hay muchos más ladrones de cuello blanco y con corbata le puedo asegurar. - Lo desafiaba con la mirada.

- Bueno ya, dejen de discutir, no van a solucionar nada.

Mientras llamaban en recepción y Nieves abrió la puerta.

- Gómez y Ordóñez asociados, ¿ En qué puedo ayudarle?

- Detective Ignacio Solano, ¿ Se encuentra la Licenciada Luisa Gómez? - Le decía enseñando su placa.

- Un momento por favor.

- Luisita, aquí se encuentra el detective Solano que está preguntando por ti. - Luisita se quedó extrañada, pero para salir de dudas, lo hizo pasar.

- Buenos días señorita Gómez, como ya le habrán informado, mi nombre es Ignacio Solano y vengo investigando el robo de la subasta del que sus padres fueron perjudicados.

- Sí detective fue horrible, estábamos allí charlando y tomando algo cuando de repente sonó una explosión que partió todos los cristales.

- ¿Sabe usted si su familia tiene algunos enemigos, cuentas pendientes o algo que lo ponga en el punto de mira?

- Detective Solano, mi familia es querida por todos, nunca ha tenido problemas con nadie pero me imagino que le tendrán envidia por todo lo que ha conseguido con su trabajo y esfuerzo.

- Siempre existen algunas diferencias profesionales y de negocios pero no se preocupe que ya estamos trabajando en buscar a los sospechosos.

Mientras Amelia se encontraba escuchando toda la conversación de lejos.

- Pues ojalá porque se han llevado bastante y confío en usted oficial que una banda como esa sea encontrada.

- Resultaron varios heridos, entre ellos nuestro capitán, que pasada la media noche se murió en el hospital. - Ignacio no pudo evitar emocionarse al decirlo ya que se trataba de su padre.

- Lo siento mucho por todo lo ocurrido, hemos estado escuchando el parte en las noticias y nos enteramos de todo.

- Encontraremos a los culpables, descuide, no descansaremos ni un momento para meterlos entre rejas.

- Ha sido un placer señorita Gómez no le quito más tiempo, cualquier información que sepa manténganos informados.

- No dude de ello detective Solano, cualquier novedad que tengamos se lo haré saber.

El detective salió de la oficina de la abogada y se paró en seco al darse cuenta quién se encontraba delante suya. Creía recordar ese rostro pero después de todo lo que le pasó a su padre, para él todo el mundo era culpable y no iba a descansar hasta encontrarlo.

- ¿Y usted trabaja también aquí? - Le preguntó interrogando a Amelia que no creía que fuera a reconocerla.

- Sí señor, este es mi trabajo diario como mensajera de la señorita Gómez.

- Dígame su nombre porque me parece un poco sospechoso verla también aquí.

- Amelia Ledesma para servirle a usted y al mundo.

- Déjese de confianza señorita, mañana necesitaría hacerle unas preguntas en la comisaría. ¿Algún problema con eso?

- Ninguno oficial, mañana a primera hora me tendrá allí.

Cuando el detective se fue, Amelia se acercó a la oficina de Luisita para llevarle el desayuno mientras que archivaban documentos de los distintos casos.

- No sé cómo no te pusiste nerviosa cuando el detective empezó a interrogarte.

- No tengo nada que ocultar, estoy tranquila. - Le contestaba Amelia comiendo de su propio desayuno.

- Yo me hubiera caído allí de espaldas y mira que estoy acostumbrada a trabajar con policías todo el rato pero el hecho de tenerte aquí trabajando conmigo, me puso nerviosa al pensar que podían culparte. - La abogada la miraba con preocupación.

- Ja ja ja no ha sido para tanto, estoy acostumbrada y no tiene que preocuparse por mí, además con mi currículum me meten de nuevo en la cárcel de cabeza. - Luisita la miró ladeando la cabeza con una sonrisa pícara y asegurándose de que ese percance no le afectara a la morena.

- ¿Necesita algo más Licenciada?

- Nada más Amelia, puedes irte a casa y descansar, nos vemos el lunes.

- Muchas gracias, con permiso.

Saliendo del bufete, Amelia cogió su teléfono para llamar a Marina y contarle lo sucedido. Había engañado al detective por un momento haciéndole creer que no tenía nada que ver pero todavía le quedaba dar su declaración frente a él y eso le estaba poniendo muy nerviosa.

Sonaba el teléfono y nadie contestaba al otro lado mientras que Amelia daba vueltas alrededor de la calle para ver si se encontraba de nuevo al detective.
Después de tres tonos, la castaña habló a su amiga y ésta desesperada por la espera gritó.

- ¿Marina se puede saber dónde diablos te metes que llevo un rato llamándote y estoy de los nervios?

- Ay Diabla estaba tocando el cielo recordando el valle de Venus de la pelirroja que tengo en mi cama. - Le contestó Marina estirándose y bostezando al otro lado.

- Marina tengo algo que contarte que sucedió ahora en la oficina de la Licenciada. - La castaña abrió los ojos de golpe por lo que dijo.

- Espérate Amelia que me pongo la bata y me siento en el sofá que esto va para largo.

- Marina, vinieron al bufete a preguntar por el robo de la subasta y ¿ A qué no sabes quién me interrogó? - A Marina ya se le había quitado el sueño de la noche anterior.

- Marina ¿Sigues ahí?

- Sí sí Amelia perdona me quedé un poco bloqueada.

- Pues te vas a quedar a cuadros cuando te cuente.

- Pero chiquilla ¿quién? - Marina ya no ocultaba su nerviosismo.

- El detective que le derramé el vaso de vino en la camisa y que estaba allí esa noche en la subasta.

- No puede ser. - La castaña se levantó del sofá dando vueltas por toda la sala sin creerse lo que estaba escuchando.

- Pues sí Marina, tenemos que inventar algo, hablar con el Hierro para que justifique nuestra noche en la subasta, no sé que falsifique la lista de camareros por ejemplo y así nadie sospechará que estuvimos trabajando.

- Algo tenemos que hacer Diabla, como cometas un sólo error frente al detective, estamos perdidas.

- Déjame ver, voy al Scorpio a hablar con el Hierro, tenemos que sacarte de ese problema, ten mucho cuidado Amelia no te olvides que en esta banda estamos todas y si caes tú, vamos nosotras contigo. - Colgaron el teléfono con la esperanza de que la banda todavía no fuera descubierta.

Al rato Mateo entraba furioso en la oficina de Luisita.

- Oye tranquilo, ¿Y ese carácter?

- Luisita, le he preguntado a Nieves por los cheques recibidos en el día de hoy y me ha dicho que no ha llegado nada.

- Pues Mateo no habrán hecho la transferencia todavía. - Le contestaba Luisita sin dejar de escribir en su ordenador.

- El cliente Canela me lo confirmó que hizo el pago y mandó la copia al bufete.

- Mira Luisita, no quiero pensar mal pero cuando se recibieron los recibos sólo se encontraba Amelia en la oficina y Nieves no encuentra nada en el archivador.

- Así que da qué pensar, dímelo tú.

- No voy a desconfiar de Amelia si eso es lo que quieres.

- Luisita yo entiendo que la defiendas, por la amistad que tienen, que te caiga bien, suspires por ella, pero nada la libra de que sea sospechosa.

- ¿Por qué eres así Mateo? Nunca te ha inspirado confianza Amelia y siempre intentas echarle la culpa de todo lo que pase.

- Al tiempo Luisita, pregúntale tú qué ha pasado con el cheque y sabrás la respuesta.

Luisita se quedó pensativa con lo que le dijo Mateo y al mismo tiempo rezando para que Amelia tuviera una explicación.

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