–¿Nov, eso es verdad? –preguntó mi madre con tono de disgusto.
–¿Hay algún problema con eso, madre? –pregunté con cautela.
–¿Problema? Por supuesto que no, Nov –dijo mi padre y está vez si tenía una gran sonrisa–, bueno, sólo uno: ¿Por qué no nos habías dicho?
Genial, la primera sonrisa sincera que le sacó es por una farsa.
–Porque... no somos novios –dije y noté como la sonrisa de mi padre se desvanecía–... formales, pero pronto lo seremos –terminé.
–Excelente –dijo mi padre radiante.
–Pero si ya hasta se besan y todo –dijo mi hermana.
–¿Se besan? –preguntaron mis padres al unísono, pero él con demasiada felicidad y mi madre con disgusto.
–Sólo un poco... Jan, eso es privado –dije con molestia.
–Eres todo un Lacroix, mi Novy, te voy a traer otro... lo que sea que quieras, pídelo –de pronto entendí que papá había tomado copas extra.
–No no no, eso no se le debe decir a un hijo varón, querido, es muy malo que Nov ande por ahí con esa niña sin chaperón y dándose besos, esto puede ser perjudicial... y por favor ya deja las copas.
–Solo fueron... unas cuantas, querida, estoy bien.
–Padre, en este pueblo se desaprueba el alcohol, es muy mal visto tomar si no es de forma medicinal –dije.
–En este pueblo son unos cavernícolas, no saben de lo bueno... pero yo solo tomo en días especiales, como hoy, familia –anunció– hoy es un día especial por dos cosas: la primera es que mi hijo varón ya es un hombre hecho y derecho, la segunda es que me dieron el empleo, el lunes empiezo mi trabajo en Charlottetown...
–¿Charlottetown? –preguntó mi hermana horrorizada– Está demasiado lejos, no puedes ir y venir todos los días... ¿te vas a quedar allá? –entendió por la mirada de preocupación de todos.
Mi hermana gimoteó y salió corriendo en dirección a su habitación.
–¡Te dije que se lo dijeras! –gritó mi padre a mi madre, dejó la copa en la mesa y fue enseguida a seguir a Jan.
–Te dije por qué no lo hice –gritó mi madre para hacerse oír.
–Terminó la reunión –dije y me desplomé en un sofá.
Mi madre se sentó en el otro sofá y no me miraba, estaba con la mirada clavada en su regazo.
–¿Madre? ¿Sucede algo? Lo siento si lo de Josie...
–¿Josie? ¿Así se llama la chica?
–Si...
–Conozco a su madre, me vinieron a invitar a una reunión... No me agradó del todo, espero su hija no sea igual.
–Madre, haré las cosas formalmente o terminaré la relación si es lo que quieres, no quiero que te sientas mal por...
–Mi amor –dijo mi madre con dulzura y por fin me miró a los ojos–... no tengo ningún problema en que salgas con Josie o con cualquier persona... es sólo que... –guardó silencio y se llevó la mano a la boca.
–¿Qué ocurre? –pregunté.
–No es nada... es que aun te veo como el bebé que tuve en mis brazos hace 15 años, pequeño, inocente, que vino a mejorar mi mundo que estaba hecho pedazos...
–¿Por lo de tu hermano, no? –pregunté con cuidado.
–Tú me recuerdas muchísimo a él –comenzó a llorar y le tomé una mano–, antes de morir él siempre decía que quería ser tío de un varón, ya que él era el único hombre en la familia... Pero se fue antes de poder conocerte o conocer incluso a January...
–Me hubiera encantado conocerlo –dije y abracé a mi madre quien sollozo por algunos minutos en mi pecho.
–Ya nos arreglamos –dijo mi padre, llevaba a la colorada January tomada del brazo, tenía los ojos lagrimosos pero no dejaba de sonreír–, ¿querida que sucede?
Mi padre me retiró con un movimiento de mano, solté suavemente a mi madre y él tomó mi lugar, la abrazó fuertemente pero ella enseguida dejó de llorar. Jan se acercó a acariciarle el cabello.
–¿Qué le hiciste, Nov? –me preguntó.
–Él es un ángel, no me ha hecho nada, solo que platicamos y me acordé de Daniel –dijo mi madre entre sollozos.
–Daniel ya no está, querida, debes seguir adelante por nosotros.
Mi padre y su nula empatía.
El lunes Gilbert llegó a clases después de mi.
–Vaya, por fin se hace realidad la leyenda del legendario Nov Lacroix, solo se le ve cada tantos años, ya que se caracteriza por no dejar ni un segundo a su pareja la mítica Josie Pye –dijo con tono teatral.
–Gilbert... todos los días me siento a tu lado y charlamos –dije volteando los ojos.
–Es que tenía ganas de decir algo así, porque amigo, creo que te noto los labios hinchados –dijo tirando una carcajada.
–Ya basta Gilbert –dije con malhumor–, sabes que no estoy con ella enserio.
–Oye, tranquilo, es humor, puedes disfrutar de tu romance falso, no tienes que estar frustrado por eso siempre.
–Pues lo estoy, Gilbert y déjame en paz.
–Nov, mira, generalmente cuando la gente me habla así me alejo, pero en este caso... Te conozco y tú no eres así, algo te sucede, no voy a alejarme porque sé que necesitas un amigo.
Gilbert tenía una magia para hacerme volver en mi mismo, me curaba las heridas internas con solo unas palabras. Pero ahora le debía una explicación.
–Mi padre se fue a Charlottetown hoy, mi madre y hermana están tensas a falta de nuestra figura paternal, además mi madre el viernes recordó a su hermano fallecido y siento que está decaída por eso.
–¿Ves? Ahí está el dulce Nov, sé como se siente tu mamá, perder un familiar es muy doloroso y está procesando también la ausencia de tu padre, pasa tiempo con ella, anímala y haz que se le olvide... a tu hermana ya se le olvidó gracias a Billy.
Miré en dirección a mi hermana y estaba riendo a carcajadas por unas imitaciones de animales que hacía Billy.
Ese día en el descanso, Gilbert tuvo la idea de pasarlo todos juntos junto al arroyo, compartimos el almuerzo y podía ver los diferentes pequeños grupos que se habían formado, yo me sentía feliz porque Josie mantenía una animada platica con Tillie y dos chicos mas, así que tuve tiempo para mi.
–Oye Nov, juguemos a las atrapadas –me gritó Charlie desde el campo.
Gilbert me hacía señas para ir. Me levanté y caminé hacia ellos, pero antes pasé por un lado de Diana, la cual estaba tratando de conversar con Moody, ya que él parecía balbucear mas bien.
–Moody ven rápido –gritó Charlie.
A lo cual, Moody se apresuró y trató de correr, pero al hacerlo le dió un empujón a Diana y esta se fue hacia mi, no pude tener otro reflejo mas que sujetarla pero mis piernas ya estaban dobladas, así que ambos caímos al arroyo.
–¡Diana! –gritaron varias chicas a coro.
–Nov, Diana ¿están bien? –gritó Gilbert mientras corría hacía nosotros.
–¡Ayúdenlos! –gritó Josie.
Diana se dió cuenta que estaba encima de mi y se ruborizó, quiso quitarse de un salto, pero volvió a caerme encima del abdomen. El golpe me dolió, pero me las arreglé para sostenerla por la espalda para poder levantarme, una vez que lo hice la tomé de la cintura y la levanté para sacarla del agua.
–Di-Di-ana, lo lo ssssient...
–Cállate Moody, mira como dejaste a mi novio, todo empapado, le va a dar un resfriado –dijo Josie molesta.
Diana no decía nada, estaba demasiado apenada, pero Ruby trataba de escurrirle toda el agua del vestido con las manos y Anne le secaba la cara y los brazos delicadamente con un pañuelo.
–¿Sabes que eso no va a funcionar, Ruby? –dijo Gilbert.
–Al menos no escurrirá tanta agua –respondió ella.
Vi como Diana tembló de frío y corrí dentro del salón de clases y tomé mi abrigo, se lo pasé enseguida.
–Tengo un abrigo, no tienes que –dijo Diana pero la interrumpí.
–Tus cosas son mas lindas que las mías, sería una lástima mojar tu abrigo.
–Diana, es imposible –dijo Ruby con resignación.
–Se los dije, es mejor que vaya a casa, o se resfriará –dijo Gilbert-– yo puedo acompañarte, Diana.
–Gilbert, creo que lo mejor es que yo lo haga, también estoy empapado, así que puedo irme a casa después.
–Claro amigo, pero espera –Gilbert se fue y regresó con su abrigo– tampoco quiero que te enfermes, luego a quien voy a molestar.
Sonreí. Josie, quien se había perdido lo último de la conversación por ir a acusar a Moody con la maestra Stacey regresó con ella detrás.
–Mire como quedaron –dijo Josie señalándonos.
–Vaya, puedo notarlo, pero ¿se encuentran bien? ¿no les duele nada? –preguntó preocupada la maestra, ambos asentimos– Bien, de ser así entonces tienen permiso de ir a casa.
–¿Qué hay de Moody? –preguntó Josie– ¿Recibirá algún castigo?
–¡No lo hizo a propósito! –chilló Anne.
–Tienes razón, así que por esta vez no habrá consecuencias para nadie. Creo que solo ha sido un incidente con pocas consecuencias y nada grave... –dijo sabiamente la señorita Stacey.
–Maestra, creo que es momento de retirarnos, Diana está temblando de frío –dije.
–¿Irse...juntos? –preguntó Josie.
No respondí, tomé las cosas de Diana y las mías que habían sido traídas por Anne y Gilbert. Le indiqué a Diana que caminara y ella lo hizo, pude escuchar sus dientes castañeando. Me fui detrás de ella.
–Espera Nov... –continúo Josie.
–No tengo tiempo, hablamos después, Gilbert te acompañará a casa –lo miré con gesto de súplica y él asintió lealmente.